martes, 31 de diciembre de 2013

LA UNIÓN CON DIOS

LA UNIÓN CON DIOS

S.Juan 17:20-23 RVR60
"Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado."

Practicamente todos los mensajes que he oído acerca de Juán 17 han enfatizado la unidad de los creyentes y de la iglesia. Es la oración de Jesús por todos sus discípulos expresando su voluntad y deseo al Padre para que obre en ellos la unidad.

Basados en este pasaje hemos exhortado a la iglesia y le hemos anunciado el mensaje de la unidad de todos los creyentes.

Ahora bien, si nos fijamos atentamente en esta escritura así como en todo su contexto podremos observar que no es ese el énfasis que está dando Jesús, él no está hablando de la unidad entre los cristianos. Él de lo que nos está hablando es de la unión de los creyentes con Dios y consigo mismo, que es muy distinto.

Me consta que esto que digo puede sonar extraño a muchos que lo leen, pero es normal cuando se nos ha acostumbrado a pensar de forma lineal y sin salirnos de las interpretaciones convencionales según la tradición. Pero Jesús nos lleva más allá, no un poquito, sino bastante.

El Señor lo que está expresando en Juan 17 es la voluntad suprema del Padre de que seamos uno con Él; y nos explica todo lo que Él ha hecho para que eso sea una realidad en cada creyente. Jesús mismo se pone como referencia y ejemplo para que entendamos como es esa unidad.

Existen dos aspectos a considerar para experimentar la unidad con el Señor: Por un lado el creyente posicionado en Dios, y por el otro, Cristo morando dentro del creyente. El testimonio espiritual de nuestra unión con Dios se da bidireccionalmente cuando nos hayamos posicionados en su verdad, y cuando por su Espíritu el mora en nosotros, entonces puede fluir esa preciosa unidad en una comunión tan profunda que parece que no tuviera fondo. Y así es, nunca tocaremos fondo en nuestro conocimiento espiritual de Dios y en la comunión con Él.

Una cosa también es cierta, lo único que puede satisfacer el ser del creyente, su alma, su espíritu y su mente, es la unión espiritual con Dios; es la misma unidad existente entre Cristo y el Padre Eterno.

Al ser Dios espíritu, nuestra unión con Él solo puede ser espiritual, y desde lo más profundo de nuestro ser. Jesús mismo explicó como es la naturaleza de Dios y de que manera se establece la relación y unión con Él.

S.Juan 4:23-24 RVR60
"Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren."

En este pasaje que he citado podemos observar varias cosas:

A) La naturaleza de Dios es espiritual. B) El busca adoradores espirituales. C) Los tales adoradores adorarán en espíritu y en verdad. C) Es necesario que adoren así, en espíritu y verdad.

Queda claro que una adoración  verdadera es espiritual, siendo que es así, no es posible otra forma o manera de adorar al Señor.

La adoración espiritual y verdadera implica o involucra vários aspectos de la vida. La adoración  al Señor comienza por la oración. Esta es  la busqueda de Dios desde lo más profundo de nuestro corazón en el espíritu. Es en la oración o comunión con Dios donde vamos a experimentar la unión más profunda y significativa con Él.

Es en la oración donde podemos visualizar con claridad la voluntad de Dios, es ahí donde nos entregamos totalmente a Él y donde decidimos y expresamos nuestro anhelo de unirnos, de ser uno con Él.

Ahora bien, para hacernos uno con el Señor, nuestra vida de oración no debe reducirse solo a peticiones y requerimientos a   Dios para nuestra satisfacción personal. No se consigue cuando estamos más pendientes de nosotros mismos y de nuestros deseos que de descubrir la voluntad de Dios.

Es necesario aparcar a un lado todo aquello que nosotros deseamos, a lo que aspiramos e incluso a nuestros sueños e ideales, para poder conectar con el Señor. No querer nada, no desear nada, no pensar en nada, solo tener al Señor como objeto y enfoque de nuestro espíritu y alma. Eso es perderse en el Señor, es darse total y absolutamente a Él.

Para unirnos con el Señor debemos echar toda preocupación y ansiedad sobre Él, toda ansiedad del pasado, del presente y del futuro. Debemos entrar en su reposo y descansar en Él de todas nuestras luchas propias para poder experimentar su gloriosa presencia que nos envuelve y nos funde en la unión con Él por medio del Espíritu. No solo debemos limitarnos a desprendernos de nuestras preocupaciones naturales y materiales, sino incluso de las ansiedades espirituales, de nuestras aspiraciones como cristianos, para solo asirnos del Señor.

La entrega de nuestra voluntad a la voluntad de Dios es un requisito imprescindible para experimentar la unidad con el Señor. Rendirnos por completo a su manera de obrar, a lo que Él disponga para nosotros, sea que esté de acuerdo o no con lo que nosotros queremos o esperamos. Aceptar con gratitud lo que el Señor quiera hacer y nos concede, aunque ello suponga una gran lucha interna para nosotros.

Los pensamientos del Señor, sus propositos y planes para nosotros son lo mejor que nos puede ocurrir. Además es por esa razón que tomamos la decisión de amarle y seguirle; nuestros caminos nos conducen a la muerte, creer y hacer su voluntad nos conduce a la vida.

En la unión espiritual con Dios fluye su vida hácia nosotros y en nosotros. Este era el secreto de la vida de Jesús con el Padre, un secreto revelado puesto que Él lo anunciaba continuamente. Jesús pregonaba que Él no había venido para hacer su propia voluntad en la tierra, sino la voluntad del Padre. El no había venido para hablar sus propias palabras, ni para hacer sus propias obras, sino las del Padre. Eso era posible porque Jesús y el Padre eran uno, el Padre moraba en Jesús y Jesús moraba en el Padre, así la vida del Padre Eterno fluía en Jesús.

Es lo que el Señor trata de decirnos y darnos a entender en Juan 17; sin embargo este tema comienza a tratarse desde el capítulo 14 de Juan, mencionandose también en los capitulos 15 y 16. De modo que es de importancia vital para el cristiano no ignorar este asunto de la unidad con el Señor.

De manera que el deseo del Señor es que entremos en tal dimensión de unidad con Él y con el Padre, así como Él la tuvo; una relación tan estrecha y profunfa en nuestra vida, que la gracia y gloria del Señor se manifiesten y fluyan libremente por nosotros.






jueves, 26 de diciembre de 2013

DIOS ESTÁ PRESENTE

DIOS ESTÁ PRESENTE

LUK 17:21b RVR60
"porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros."

Hablar del reino de Dios, es hablar de su gobierno, de su señorío y de su presencia. La autoridad de Jesucristo, su manifestación y su poder forman parte intrínseca del reino de Dios.

Los judios preguntaron a Jesús acerca del reino; ellos aguardaban la manifestación y restauración del reinado de David como algo que sería instaurado politicamente en Israel. Algunos del pueblo veían en Jesús cierta capacidad profética, aunque no lo habían aceptado como Mesías, ni creído en él como Hijo del Dios Eterno. Pero intuyeron que el Señor algo debía saber al respecto.

Lo que Jesús sabía y tenía que decir no respondía exactamente a las expectativas de sus interlocutores. Claro que el reino de Dios era una realidad, por supuesto que se haría manifiesto, pero no como ellos pensaban y creían. No al menos por lo pronto y hasta que no viniera físicamente de nuevo al mundo para reinar, no sólo sobre Israel, sino sobre todas las naciones de la tierra.

Los israelitas no podían entender, ni creer la respuesta de Jesús, "porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros."
¿Cómo podrían estar en el reino de Dios si se encontraban bajo el reinado y la tiranía del imperio Romano?

Ellos no reconocieron en Jesús al Rey de Reyes y Señor de señores. El Mesías trajo al mundo la manifestación espiritual del reino de Dios. Con la venida de Cristo, el reino de Dios es instaurado en el mundo, el gobierno espiritual del reino de los cielos se establece en la tierra. Es en Jesús en quien comienza el reino eterno prometido a David y pregonado por los profetas.

El reino de Dios no se encuentra en un lugar físico ni en un gobierno político, pero sin embargo está en cualquier parte donde esté Jesús, en todo lugar donde se invoque su nombre y se le reconozca como Señor y Dios.

S. Mateo 18:20 RVR60
"Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

Así que el reino de Dios es una realidad, es un hecho latente y palpable donde unos cuantos creyentes estén adorando al Señor. La presencia del Señor y su reino se encuentra entre los que han creído en Jesús.

A modo individual es también un hecho que todo creyente puede experimentar en su vida el reino de Dios. El Señor está más cerca del creyente que su propia respiración. La presencia del Señor es una promesa hecha realidad en la vida de cada creyente. Aunque es cierto que no todos la experimentan con la misma intensidad.

Es unicamente   por la fe que podemos hacer nuestra la experiencia del reino de Dios; en la medida en que creemos y somos conscientes de que Jesús está en nosotros somos rodeados por esa realidad.

Esto es el misterio que estaba escondido desde la eternidad, el cuál nos ha sido revelado y manifestado en la persona de Jesús, y el cual viene a formar parte de nuestra experiencia por medio del Espíritu Santo.

Colosenses 1:26-27 RVR60
"el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,"

¿Cómo de cerca está el Señor y su reino?
El Señor mora en el corazón de los creyentes, en el lugar más secreto que es nuestro espíritu. Su presencia impregna todo el ser del cristiano, su espíritu, su alma y su cuerpo. De modo que su reino está dentro de nosotros.
¡Eso es algo maravilloso! Me levanto con el Señor dentro de mí, me duermo con el Señor en mi corazón, y vivo consciente de que Él está en mí.

Cuando oro se que me oye porque está en mí, siento su presencia porque el sigue estando ahí. No necesito gritar, ni realizar ningún rito religioso para estar seguro de que me oiga, simplemente le creo y declaro que está en mí. Es la verdad, es bíblico, es algo irrefutable.

S.Juan 14:18, 23 RVR60
No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros........ Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

lunes, 23 de diciembre de 2013

EL LIBRO DE LA VIDA

Salmos 139:16-18 RVR60
"Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.  ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!  Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo."

Necesitamos aprender a leer la voluntad del Señor escrita en el libro de la vida, es ese libro que Él tiene en su biblioteca celestial que fue escrito desde antes de la fundación del munto, es el libro del Espíritu que Dios transcribe día a día en nuestros corazones. Y también necesitamos examinar la biblia, el evangelio de Jesucristo, las escrituras testamentarias que nos han sido entregadas.

En el primer libro se expresa la voluntad de Dios y sus propositos escritos en el cielo. Es por eso que Jesús nos enseñó a orar de la siguiente manera: "Venga tu reino y hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra"

"Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas."
No pensemos que lo que estaba escrito en los planes eternos del Señor limita nuestras opciones y libertad de elección, de ninguna manera. Los propositos de Dios son amplios, diversos, inclusivos y variados, en ellos se contemplan todas las variables posibles e imposibles para el hombre. Somos una minúscula particula viva y eterna que nos movemos en un infinito universo de divinas e infinitas posibilidades.

En cada uno de los hijos de Dios se hará manifiesta la transcripción a su vida, y la publicación de toda la biografía divina. Es exactamente lo que nos está diciendo el salmista. Lo escrito será formado, es decir, se hará realidad tanto en nuestra existencia y vida en la tierra, como en la eternidad. ¡No es maravilloso! Y además, nada faltará por cumplirse.

"¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!  Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo."

Los planes de Dios se expresan con pensamientos y con ideas preciosas, grandiosas, sencillas y profundas. Es la mente de Dios, su sentir y su pensar que solo podemos comprender por el Espíritu, por la revelación del Espíritu. Son las cosas de que nos cuenta en la carta a los Corintios el apóstol Pablo.

1 Corintios 2:9-10 RVR60
"Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.  Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios."

Si no consideramos y creemos que los planes y pensamientos de Dios son preciosos, entonces es probable que abracemos y sigamos ideas opuestas a su voluntad. Podemos estar siguiendo nuestros propios pensamientos, los de otros hombres e incluso los planes del diablo. Pero no hay nada comparable como vivir en armonía con la voluntad de Dios, da igual a  donde ello nos conduzca y cuanto nos pueda costar seguirla.

Muchos se frustran porque no oyen el eco de sus propias ideas y pensamientos reflejados como respuesta en otros y a veces ni siquiera en Dios. ¡Cuántos dejan los caminos de Dios y el ministerio cristiano por eso!

El creyente a de morir a sus ideales y planes propios, debe negarse a si mismo para abrazar la voluntad de Dios. No podemos albergar en nuestro corazón el pensamiento de conservar nuestra vida. Muchos abandonan, porque sencillamente no están dispuestos a perder sus propias vidas egocentricas e ideales preconcebidos de lo que ha de ser el cristianismo y la iglesia. Ellos no pueden tolerar la imperfección de la iglesia, ni en otros; no caen en la cuenta, que si se considerasen un poquito así mismos verían sus propias imperfecciones y defectos. Hay que tener cuidado de no acabar amargados y frustrados con la vida y con todo el mundo, eso es una perspectiva muy equivocada.

El amor cubre multitud de faltas, eso significa, que si vamos a amar, debemos aceptar a las personas como son y no intentar cambiarlas por nosotros mismo, sino mas bien permitir a Dios que haga su obra.

"¡Cuán grande es la suma de ellos!  Si los enumero, se multiplican más que la arena"

En la fe de los creyentes hay sabiduría y hay conocimiento, abundantes conceptos y pensamientos muy profundos. Se suman y multiplican más que la arena y las estrellas del cielo.

Algunos insensatos e ignorantes opinan que en la fe no hay razón, ni pensamiento, ni inteligencia, pero nada está más lejos de la verdad. La fe fortalece a la razón y la confirma, lo que la fe no confirmará nunca es la estupidez, pero eso sí, aún va más allá de la razón, hasta alcanzar la inspiración o revelación, y eso es lo que no comprenden muchos.

"Despierto, y aún estoy contigo." Finalmente, como resultado de tener en nuestra mente y corazón los pensamientos y planes del Señor, sucecede lo inevitable, y es que nos topamos con Dios. Hay un despertar espiritual a la realidad de Dios; es como si lo palpasemos, como si lo captasemos de forma diferente, es decir, más cercano. ¡Es una sensación de cercanía maravillosa!

Llevo tiempo tomando buena nota de todos los pensamientos que Dios me da, estoy aprendiendo a oir con claridad la voz del Espíritu, y es algo que no cambiaría por nada del mundo. ¡Son tan claros sus pensamientos, y tan abundantes sus palabras!

Romanos 11:33-34 RVR60
"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?"

1 Corintios 2:16 RVR60
"Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo."

Es impresionante lo que declara el apóstol, que el creyente es poseedor de la mente de Cristo. Hagamos una realidad en nuestras vidas esa palabra del Señor.





LIBERTAD GLORIOSA

2 Corintios 3:17-18 RVR60
"Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor."

Santiago 2:12-13 RVR60
"Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio."

La verdadera libertad es un regalo de Dios, es espiritual, y nada tiene que ver en absoluto con el libertinaje. Alguien libre es responsable y consecuente con todos sus actos.
El pecado es, en palabras de Jesús lo que esclaviza a los hombres; como todos son pecadores nadie es libre en verdad, aunque presuma de ello.

El religioso que se pone bajo la ley para vivir conforme a ella no es libre. No porque la ley sea mala, sino porque es buena, es espiritual, y todo hombre es débil e incapaz de cumplirla. La ley lo que hace es resaltar nuestras transgresiones y hacer manifiesta nuestra incapacidad de obedecer.

S.Juan 8:31-36 RVR60
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?  Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres."

En este pasaje se nos habla de unos judíos que habían creído en Jesús, evidentemente eran mesiánicos. No obstante, el Señor los tantea para ver cuan comprometida y profunda era la fe que tenían en Él. Entonces Jesús les toca la fibra del corazón en un punto que ellos apreciaban mucho, la libertad. Teniendo en cuenta la historia de Israél, y que gran parte de su existencia la habían vivido bajo esclavitud de otros pueblos, como los egicios, los caldeos y los romanos. Ahora Jesús les estampa en la cara nuevamente su condición de esclavos.

El Señor comenzó hablandoles de la necesidad de permanecer en sus palabras. Y digo yo, ¿no tenían ya la ley o torá? ¿no permanecían ya en todas las palabras de Moisés? Lo que está claro es que Jesús cuando habla de sus palabras se está refiriendo a algo totalmente distinto de la ley. El les está trayendo el mensaje del reino de Dios, las buenas nuevas de salvación y liberación. Luego entonces, la ley no los había hecho libres en ningún sentido.

Es sencillo lo que Jesús les decía, pero a la vez difícil de asimilar, incluso para muchos hoy en día. El Señor les está diciendo que para ser libres tenían que abandonar el ser discípulos de Moisés y observadores de la ley, para venir a ser discípulos de Jesús permaneciendo en sus palabras.

Fijense bien, porque Jesús no está declarando que la libertad  es consecuencia de un conocimiento teórico e intelectual de la verdad, no. El Señor pone dos condiciones para ser conocedores de la verdad, y como consecuencia se experimenta la libertad.

Primero es necesario permanecer y perseverar en sus palabras, es decir, en el evangelio de Jesús. Creer que Jesús es el Hijo de Dios, creer que es el Señor, creer que murió y resucitó de los muertos. Creer que Jesús es el camino, es la verdad y es la vida. Permanecer en la palabra es lo mismo que permanecer en Cristo, porque el es la Palabra encarnada, el Verbo eterno.

S.Juan 15:4-7 RVR60
"Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

Segundo, hacernos sus discípulos, que es la consecuencia de permanecer en sus palabras, es decir, de creerlas y obedecerlas. Luego y después de eso se llega a conocer la verdad cuyo resultado será que seremos libres del pecado que es lo que a todos nos esclaviza.

Ahora bien, si usted tiene una bonita religión, y si usted cumple con todas las creencias de su denominación, y usted guarda todos los ritos de su iglesia, y asiste a todas las reuniones y conferencias, pero continua en pecado, permitame que le diga que no está permaneciendo en las palabras de Jesús, no es un discípulo de Cristo y no es libre.

Quizás ha caído en el engaño de creer que será libre por guardar ciertos ritos mosaicos, o que será libre por algún hombre que orará por usted con una unción especial, o de cualquier otra manera. Salga de esas mentiras y venga a los pies de Jesús en la cruz, es solo la obra de la cruz lo que le hará libre de todas las ataduras del pecado. Es que usted se identifique con Cristo en su muerte y en su resurrección lo que le traerá la tan ansiada libertad.

No pasemos por alto el pasaje que encabeza este escrito y que dice: "Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.

La realidad del Señor es espiritual, no son, ni sombras, ni figuras, ni símbolos. No son ritos, ni formas aparentes. El no aparece en fiestas especiales, ni en sacrificios religiosos, ni en tradiciones y culturas ancestrales que practiquemos hoy.
Dios es Espíritu, el Señor es el Espíritu, su presencia lo llena todo; y en Él vivimos, en Él nos movemos y en Él somos.

S.Juan 4:23-24 RVR60
"Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren."

Como hombres es la adoración espiritual lo que nos permite comunicarnos con el Señor que es Espíritu, no existe otra forma. Dios es Espíritu, y solo por el espíritu y en el Espíritu podemos tener comunión con Él.

Es interesante notar en el pasaje, que para que la gloria del Señor que transforma, nos alcance y surta efecto, el velo ha de ser quitado. Es necesario mirar y contemplar esa gloria del Señor con la cara descubierta, quitando el velo de la ley.

jueves, 19 de diciembre de 2013

DIOS HA LIMPIADO TODO

NUM 5:1-4 RVR60
"Jehová habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel que echen del campamento a todo leproso, y a todos los que padecen flujo de semen, y a todo contaminado con muerto. Así a hombres como a mujeres echaréis; fuera del campamento los echaréis, para que no contaminen el campamento de aquellos entre los cuales yo habito. Y lo hicieron así los hijos de Israel, y los echaron fuera del campamento; como Jehová dijo a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel."

Hechos 10:14-16 RVR60
"Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo."

En el antiguo pacto las cosas santas o sagradas eran sombras y figuras. Consistian en objetos materiales y físicos, por tanto podían ser manchadas o contaminados por las impurezas de los hombres. Entiendo que es por eso por lo que ciertas personas debían ser apartadas del campamento, y no podían participar de la adoración en el culto del tabernáculo o templo, para no contaminar el lugar donde Dios moraba, lo que se entendía era sagrado.

Ahora en el nuevo pacto tenemos no la sombra, sino la realidad de las cosas, formamos parte, y estamos dentro del reino de Dios y Él está en nosotros, todo lo que era impuro Dios lo ha limpiado y santificado por medio de Cristo. Las cosas sagradas y todo lo que pertenece al reino de Dios no puede ser contaminado con tanta facilidad, solo por el pecado. Y es solo nosotros, por nuestra propia voluntad y decisión que nos podemos separar de Dios y alejarnos de su presencia.

Hebreos 10:19-20, 22 RVR60
"Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura."

El pecado es la infracción de la ley de Dios, la ley moral y espiritual; es saber hacer lo bueno y no hacerlo.  Y es toda acción no proveniente de la fe, o que no está originada en la fe. Toda obra realizada con mala conciencia es pecado y ofende a Dios.

Aparte de lo mencionado no hay nada más por lo que debamos preocuparnos, ni sentirnos condenados; ni por ritos de culto, ni por tradiciones, ni por días de fiesta, ni por comidas, ni por bebidas, ni por vestido, ni por adornos, ni por velos.

Tito 1:15 RVR60
"Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas."

lunes, 16 de diciembre de 2013

ME LO PIDO TODO

ME LO PIDO TODO

LUK 11:9-13 RVR60
"Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"

No solo los niños lo piden todo, los adultos también lo queremos todo, y hacemos lo que sea nececesario para conseguirlo, aún lo que es ilícito hacer.

El último versículo concluye diciendo lo que nuestro Padre celestial está dispuesto a otorgar a todos sus hijos como un precioso don. En el Espíritu Santo se encuentra toda la gracia, el poder, la abundancia, la capacidad y el recurso que podamos necesitar.

A veces nos equivocamos pensando que necesitamos muchas cosas, que tenemos  muchas carencias, de manera que si fueran satisfechas estaríamos felices. Pero Dios quiere darnos algo que nos permitirá estar completos, llenos y plenamente satisfechos, su Espíritu.

¿qué le vamos a pedir al Señor? ¿cuál es el anhelo de nuestro corazón? El sabe mejor que nosotros de que cosas tenemos necesidad. No nos conformemos solo con cosas, quedemosno con el Dador.

Por estas fechas en las que se celebra la navidad todo el mundo se hace regalos, los niños esperan ansiosos sus juguetes, los adultos también aguardan esperando recibir algo de alguien. Pero estamos en tiempos de crisis económica, de paro laboral, crisis política, crisis moral; como bien sabemos, la situación actual no está para lanzar cohetes. El mundo sufre, y muchos no tienen ni para llevarse un poco de comida a la boca

No obstante, muchísimos solo se esfuerzan por conseguir cosas materiales, y hacen lo que sea necesario para obtenerlas, hasta robar si es preciso. El hombre a dejado de lado los valores más preciosos, los dones y posesiones que realmemente les pueden hacer felices y dichosos a ellos y a los demás.

Pidamos a Dios lo mejor, pidamos el Espíritu Santo y su llenura. Es el mismo Espíritu que Cristo recibió para realizar su ministerio, es el poder que lo levantó de la tumba. Es la unción que le capacitó para realizar todas la buenas obras que hizo. ¡Imaginemos por un momento todo lo bueno que puede acontecer si somos llenos del Espíritu Santo, la misma unción que reposó sobre Jesucristo! ¡Cuánto bien podríamos hacer!

S. Lucas 4:18-19 RVR60
"El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;  A predicar el año agradable del Señor."

La obra que viene a realizar el Espíritu Santo por medio de su gracia, y de los dones que trae consigo, es lo que realmente necesitamos y necesitan todos.

¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" Dios está dispuesto a darnos ese Espíritu, yo diría que está encantado y deseoso de que lo recibamos.

Este año voy a colocar un árbol en mi casa y en mi vida, se llama Árbol de la vida, es el árbol del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Voy a colocar la Vid verdadera y comeré de su fruto cada día, cada més y cada año por el resto de mi vida. Todos cuanto quieran podrán alargar su mano y comer su duce fruto.

Gálatas 5:22-23 RVR60
"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley."

Apocalipsis 22:1-2 RVR60
"Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones."

viernes, 13 de diciembre de 2013

HACER LA VOLUNTAD DE DIOS

PSA 143:10 RVR60
"Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud."

Todos sin excepción tenemos una idea o concepto poco real de lo que puede significar hacer la voluntad de Dios, y de lo que ello puede reportar a nuestras vidas. Muchas de nuestras máximas o creencias no tienen un fundamento sólido en la palabra de Dios.

Elegimos textos fuera de su contexto y se los estampamos al Señor exigiendole su cumplimiento esperando que Él los cumpla. Probablemente sean palabras que estén escritas, pero no las hemos entendido correctamente, sino que las hemos interpretado incorrectamente.

La inmadurez espiritual lleva a muchos creyentes a idealizar el cristianismo y lo que debe ser la experiencia de fe, así como lo que podemos esperar o no del obrar de Dios. Se nos ha vendido por medio de algunos un supercristianismo mágico dentro de un mundo fantástico, por medio de algunos creyentes superestrellas se ha dado una imagen equivocada de la verdad de Dios. La idea de que Dios esté a merced nuestra como el génio de la lámpara del cuento de Aladín y esperando a que le demos la orden para que Él nos otorgue nuestros deseos, está a la orden del día.

No es extraño que muchos creyentes terminen decepcionados cuando observan que sus vidas nada tienen que ver con muchas de las expectativas que les han presentado, ni con las historias de ficción que han oído. Dios no existe para concedernos todos nuestros caprichos y deseos.

Que nádie me interprete mal, creo en el poder del evangelio,  creo en un Dios todopoderoso, y me entusiasma la vida cristiana. Estoy muy feliz de ser un creyente, y estoy convencido de que Dios tiene cosas maravillosas y solprendentes para con sus hijos. Siempre vivo con expectativas espirituales, creo en las intervenciones de Dios que sobrepasan lo natural y lo que es humanamente posible. Para Dios no hay nada imposible cuando en su voluntad y plan está el hacer algo.

Los milagros de Dios pueden ocurrir en un instante, las manifestaciones pueden suceder en un momento dado cuando y como el quiera. Sin embargo debemos entender que hay un proceso en el trato de Dios con cada individuo, hay cambios y transformaciones que llevan su tiempo para que sucedan.

Es por medio de la verdad que nos ilumina que Dios hace las transformaciones más profundas en nuestras vidas. Es por la revelación de la palabra que el Señor nos guía a un conocimiento experimental más exacto y duradero.

Me encantan las experiencias electrizantes, las fuertes emociones, las sensaciones extraordinarias. Pero quiero por sobre todo que mi experiencia esté fundada en la palabra de Dios y en una relación profunda de comunión con Él. Quiero que Cristo fluya con su vida en mí de manera constante, y vivir y servir a Dios por el Espíritu.

La mayoría de los creyentes conocen en teoría cual es la voluntad de Dios, lógicamente es un requisito indispensable para poder hacerla. Sin embargo, donde radica el mayor problema es en saber cómo pongo en práctica lo que se, cómo lo experimento en mi vida.

Según mi entender, una de las carencias que enfrentan hoy día muchos creyentes es que no saben como apropiarse en su experiencia las doctrinas cristianas. Nos hemos limitado a dar un evangelio de normas, mandatos, exigencias y leyes que hay que cumplir, pero según los principios del antiguo pacto y no conforme al nuevo pacto.

Me explico; el principio para cumplir todo lo correspondiente a la ley o antiguo pacto se define según el apóstol Pablo bajo la premisa siguiente, "El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas"

Romanos 10:5 RVR60
"Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas."

La ley apunta para su cumplimiento al principio activo de nuestra voluntad, nos exige hacer; y si hacemos entonces viviremos. Según ésto para tener algo de la vida de Dios, para obtener su bendición tenemos que hacer o cumplir con toda la ley, los mandamientos, los estatutos y las ordenanzas. Ahora bien, Pablo está hablandonos de cómo funciona la cosa bajo la ley, para vivir conforme a la justicia de la ley.

Lo que ocurre es, que pensamos que en el nuevo pacto funciona el mismo principio activo, es decir, "El hombre que haga"
Es cierto que en el nuevo testamento se nos habla de hacer, pero no lo debemos entender como bajo el antiguo pacto, porque entonces nos estrellaremos con la cruda realidad de que no podemos cumplir, y estaremos cayendo de nuevo bajo el principio de la ley de Moisés.

La cuestión que se plantea no es solo de hacer, sino de cómo lo hacemos, es decir, bajo qué principio estamos actuando, bajo el de las obras o bajo el de la fe.

Veamos entonces que principio funciona en el nuevo pacto, y cómo vivimos y aplicamos el evangelio de Jesucristo. El apóstol Pablo nos aclara también eso.

Gálatas 3:11-12 RVR60
"Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;  y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas."

La ley y la gracia operan de forma distinta. La ley apela al principio de la voluntad del hombre, él tiene que hacer todo lo que la ley exige si quiere vivir y tener la bendición de Dios. La justicia de la ley ha de cumplirla el hombre con su propio esfuerzo y capacidad.

En cuanto a la justicia de Dios que es por la gracia, le es imputada a los hombres por el principio de la fe, que es espiritual, y proviene de Dios, dice el apóstol Pablo.

Es simple, "y la ley no es de fe" hay que hacer, hacer y hacer. Y ¿quién puede cumplir toda la ley sin faltar a nada? Nádie.

Sin embargo la gracia de Dios, su provisión, su poder, su abundancia, su favor, su misericordia, que recibimos por medio de la fe, nos justifica, nos perfecciona y nos hace caminar en amor y justicia de modo que agrademos a Dios.

Es Dios el que obra en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad. Es la vida de Cristo que fluye en los que creemos por medio de la cual servimos y agradamos a Dios. Nuestra capacidad y competencia para hacer las obras que lo agraden vienen de Él.

Hebreos 13:20-21 RVR60
"Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén."

miércoles, 11 de diciembre de 2013

VIVOS PARA DIOS

Romanos 6:11 RVR60
"Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro."

Gálatas 2:19-21 RVR60
"Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo."

En artículos anteriores he expuesto el hecho de la crucifixión y muerte de Jesús, así como nuestra inclusión en ella. En el texto de Romanos 6:11 el apóstol nos indica como se aplica a nuestra propia experiencia la muerte con Jesús.
"Así también vosotros consideraos muertos al pecado"

El término "considerados" significa tener en cuenta; la muerte con Jesús es un valor que tenemos en nuestro haber, forma parte del inventario de la herencia que hemos recibido en Cristo.

Si dispongo de x dinero, propiedad, esposa etc, puedo contar con ello y disfrutarlo, porque ya lo poseo. Pues es lo mismo, en Cristo he muerto al pecado, luego es algo que ya poseo, mi muerte junto con Jesús es una realidad, así que la victoria sobre el pecado también lo es.

En nuestro corazón y mente debemos asirnos de esa verdad en un acto continuo de apropiación consciente. Necesitamos pensar en ello y meditarlo a diario hasta que forme parte de nuestra forma de pensar.

La segunda parte del versículo también es cierta, "pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro". Se hace también necesario que si queremos experimentar la vida de Dios, nos consideremos vivos para Él.

En Gálatas se nos habla de la muerte y de la vida como un acto legal, es decir, que ha sido un acontecimiento llevado a cabo por ley. "Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios"

Es interesante tener en cuenta que en este pasaje se dice que hemos muerto "para la ley". Los que no han muerto para la ley, no pueden vivir para Dios.

Algunos pueden pensar erróneamente que han muerto al pecado para ahora servir según la ley, pero no es así. Hemos muerto al pecado y a la ley, para vivir para Dios y servirlo, no según la ley, sino según el Espíritu.

Hemos muerto y resucitado, para vivir según la ley del Espíritu, conforme a la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. El Reino de Dios es gobernado por la ley del Espíritu, no por la ley mosaica. La vida de cada creyente debe ser regida por la ley que Dios ha escrito en su corazón por el Espíritu.

¿Qué mandamientos observa y cumple la ley del Espíritu? El amor, la ley del amor donde está incluida toda la ley y los profetas, y aún va más allá; practica la ley de la libertad y la ley de la fe.

La ley del Espíritu nos lleva a una mayor justicia que la ley de Moisés. Pues nos enseña a amar a nuestros enemigos, a bendecir a los que nos maldicen y a hacer bien a los que nos aborrecen.

¿Qué significa estar vivos para Dios? ¿Qué características se manifiestan en una vida vivida para Dios? ¿Cómo vamos a experimentar la vida de Dios?

No podemos experimentar la vida de Dios con todo poder sin antes identificarnos  con la muerte de Jesús. Primero es la muerte, luego la resurrección. Sobre esto ya hemos expuesto lo que nos dice la palabra de Dios. Ahora necesitamos saber cómo opera la vida de Dios, y que tenemos que hacer para que se manifieste en todo nuestro ser.

Los textos que encabezan este escrito nos dan algunas pistas o claves para que experimentemos en nuestra carne y alma la vida de Dios.

Primero considerarnos muertos al pecado, segundo considerarnos vivos para Dios.

En tercer lugar necesitamos entender que Cristo es el Señor de nuestras vidas, por tanto debemos estar sujetos a su señorío. Estamos vivos en Cristo Jesús, Señor nuestro. Esto nos habla de una posición "en Cristo". No hay vida de Dios fuera del señorío de Jesucristo.

Romanos 14:7-9 RVR60
"Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven."

La vida de Dios se vive bajo el gobierno de Jesucristo, en obediencia al Señor. Por supuesto no se trata de cumplir un sinfín de mandamientos exteriores, sino de vivir en una relación estrecha con Él y en sujeción a la vida del Espíritu. El creyente que ha muerto y resucitado junto con Cristo tiene su vida orientada y guiada por la voluntad de Dios; está enfocado en agradar al Señor y no así mismo. El cristiano que se ha identificado con la muerte y resurrección de Jesús busca la gloria de Dios y no su propio reconocimiento y gloria; él no busca seguidores personales, sino que las personas conozcan a Dios y lo sirvan.

En cuarto lugar, vivir para Dios es vivir por fe.

Hebreos 10:38 RVR60
"Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma."

El apóstol Pablo declaró:
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."

Es por la fe que echamos mano de la vida de Dios, vida que proviene de su realidad eterna y presente, así como de su palabra viva y revelada a nuestro corazón.

En quinto lugar, vivir para Dios es vivir conforme a la ley del Espíritu de vida en Cristo.

Romanos 8:2 RVR60
"Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte."

Si leemos el capitulo 8 de Romanos atentamente observaremos como funciona esta ley. Vale su peso en oro meditar sobre ello. Hay almenos cinco aspectos que necesitamos considerar para que conozcamos por la experiencia propia la ley del Espíritu de vida. Solo los enumeraré de pasada.

Principios a considerar para hacer funcionar la ley del Espíritu:

A) Esta ley del Espíritu se pone a funcionar por el principio de adhesión a Cristo.

Romanos 8:1-2 RVR60
"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte."

B) La ley del Espíritu de vida opera mediante el principio de la oración.

Romanos 8:26-27 RVR60
"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos."

C) La ley del Espíritu se cumple en nosotros mediante el principio de la dedicación y consagración a la vida espiritual.

Romanos 8:5-8 RVR60
"Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios."

D) La ley del Espíritu de vida la hacemos funcionar cuando andamos conforme al Espíritu.

Romanos 8:4, 14 RVR60
"para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu...... Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios."

E) La ley del Espíritu de vida en Cristo se pone a funcionar mediante el principio de nuestra identificación con el sufrimiento de Jesús, es decir, cuando padecemos por su causa.

Romanos 8:17-18 RVR60
"Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.  Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse."

2 Corintios 4:11 RVR60
"Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal."

En sesto y último lugar y a riesgo de ser mal interpretado, quiero apuntar algo que tiene confundido a muchos creyentes, algunos se llevarán las manos a la cabeza, pero creo que se hace necesario mencionarlo. Vivir para Dios, no es vivir para los demás, es sencillamente tener la vida de Dios operando en nosotros.

Decir que vivir para Dios es vivir para los demás puede parecer muy espiritual, pero es una mentira muy gorda y un engaño que muchos emplean para manipular la voluntad y libertad de las personas.

A lo largo de toda mi vida cristiana me han enseñado que no debía preocuparme por mis cosas, que eso era egoismo. No debía buscar mis intereses personales, ni familiares, sino que debía darme a todo el mundo y a la obra de Dios. Mi cometido era servir a los demás, que ya Dios se haría cargo de todo lo mio. Y así lo hice. Lo que no me habían explicado con detalle es que el amor al prójimo empezaba por amarme a mi mismo, por ser responsable con mi propia vida, con mi trabajo y con mi esposa y mis hijos. Todo lo mio debía quedar en un segundo o tercer plano.

De las consecuencias y los resultados de haber tenído esa falsa creencia podría contarles muchas cosas pero no es éste el momento, ni el lugar para entrar en detalles.

Ahora es en verdad cuando vivo para Dios, le amo, pero sobre todo estoy seguro de su amor, le sirvo a Él y procuro vivir según los principios que he compartido en este escrito.

Termino con un pasaje de Jesús hablando acerca de lo que es vivir para Dios.

S.Juan 6:57 RVR60
"Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí."

Vivir para Dios es sencillamente tener fluyendo en nosotros la vida eterna que es Jesús, es alimentarnos continuamente de Cristo.

SEAMOS ACTUALES

PSA 143:1-2 RVR60
"Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.  Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano."

Puede suceder que al comparar nuestras vidas con la de otros creyentes que admiramos, bien porque Dios les está utilizando poderosamente, porque han tenído éxito y porque sus vidas aparentemente son intachables, nosotros nos sintamos indignos y reprobados, condenados y fuera de orden. La mayoría de las veces las conparaciones y formas de medirnos unos con otros no son las más apropiadas, utilizamos aspectos culturales, diferencias temperamentales y conceptos religiosos muy de los hombres.

No se si solo me ocurre a mí, pero cuando leo la biografía de creyentes que Dios ha utilizado en la historia me siento mal, aquellos que narran el testimonio suelen pintar una imagen casi perfecta de dichos personajes. Además para resaltar la santidad de los biografiados que vivieron hace más de un siglo mencionan aspectos culturales de los cuales vivian apartados, como por ejemplo que no iban al teatro, que no probaban el vino, que no asistian a ninguna fiesta, no comían cosas que les gustaba, y otras cosas semejantes.

En la oración eran unos campeones, madrugaban a las tres o las cuatro para estar orando de entre cuatro y seis horas seguidas, algo apabullante. Claro, lo que no nos dicen es que a las seis o siete de la tarde ya estaban metidos en la cama. Vivian en un contexto cultural completamente distinto, sin luz eléctrica, sin tecnologías y sin las modernidades de hoy.

Yo no digo que no fuesen personas aptas y capacitados por Dios, con rasgos marcados de una vida espiritual madura, llenos de fe y revelación de la palabra. No obstante, muchas cosas de las que se abstenían nada tenía que ver con la santidad, ni con la palabra de Dios, ni creo que fuesen requisitos por los cuales Dios los eligiera. Sin embargo, si comparto la idea de que Dios demande a ciertas personas cosas que no les exigirá a otras, no obstante son aspectos que no deberían proyectarse sobre otros.

No podemos, ni debemos estrechar el camino más de lo que es, y muchas veces según mi entender eso es lo que se hace con las mejores pero equivocadas intenciones.

El salmista dice que ningún ser humano será justificado ante Dios por su propia justicia, y así será. La única justicia para ser aprobados por Dios es recibir la suya que es por fe. No podemos presentar a Dios una lista de nuestras obras para certificar que somos más dignos que otros para que Él nos elija y utilice, sería una contradicción de toda la enseñanza bíblica sobre la gracia.

2 Corintios 3:4-6 RVR60
"Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica."

Creo que Dios ha podido guiar a ciertos hombres a prepararse para el ministerio de forma muy especial y hacia un trabajo y/o para una cultura muy concretas. Eso sería algo muy diferente, y creo que es la mejor forma de interpretar algunas vidas consagradas.

Somos ministros del nuevo pacto, ministros del Espíritu y no de la letra de la ley. Ni tampoco somos ministros y siervos de normas y mandamientos humanos. Porque es cierto, y algo que debemos reconocer, es que si bien no estamos bajo la ley o antiguo pacto, si hemos establecido nuestras propias normas y leyes, según nuestro parecer.

El Señor vino para darnos descanso y descargarnos de todo peso que nos aplasta, pero lo cierto es que solemos echar sobre la gente más carga que la que pueden llevar y soportar. El Señor dijo, "mi yugo es fácil y ligera mi carga"

Dios tiene un plan para todos y cada uno de sus hijos, lo que Él hará con unos no lo va a hacer con otros. Los hijos de Dios son guiados por el Espíritu de Dios. Hay unas pocas cosas que son fundamentales y de comun fe, pero existen un sin fin de aspectos en los que hay libertad. ¡Tenemos un Dios maravilloso, amplio, generoso y siempre actual!

jueves, 5 de diciembre de 2013

MUERTOS AL PECADO (Continuación)

Romanos 8:2 RVR60
"Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

En el escrito anterior expuse como Dios ha provisto por medio de la obra de Jesucristo en la cruz el perdón para nuestros pecados, es decir, la justificación. Por medio de la sangre derramada como expiación  somos limpiados de todas nuestras transgresiones, y somos declarados justos delante de Dios por medio de la justificación en Cristo.

Dios ha tratado también con el pecado sin "s", con el viejo hombre y lo que ha venido a llamarse la ley del pecado. Esto lo ha hecho incluyendonos en su muerte en la cruz.

Todo lo que se ha planteado hasta ahora es el lado negativo, es la obra de la cruz, en ella han sido tratados nuestros pecados y el pecado en nuestra carne. Dios nos ha dado un nuevo corazón y nos ha hecho un nuevo hombre haciendonos nacer de nuevo por medio de su Espíritu, por la resurrección de Cristo mediante la que recibimos vida nueva.

¿Qué nos toca hacer como creyentes? ¿Cómo experimentamos la obra completa de liberación? Ya dijimos que es por la fe
en  la verdad de lo que Cristo ha hecho. Secillamente tenemos que aplicarnos la obra completa del Calvario.

Respecto al viejo hombre y dado que según la palabra del Señor estamos muertos, lo único que tenemos que hacer es despojarnos de él como si fuera un vestido o piel muerta. Eso lo realizamos al pie de la cruz, no se trata de ninguna obra aparte, sino más bien de una identificación con Cristo. Frente a la cruz y por fe declaramos que nuestra muerte ha sido realizada, es algo que necesesitamos visualizar, la palabra de Dios hay que oirla y verla.

Efesios 4:22 RVR60
"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,"

El bautismo en agua es una figura o simbolo de nuestra identificación con la muerte de Jesús, el problema es que la gran mayoría de los que se bautizan no entiende plenamente el significado de ese acto. Para muchos es solo un rito más.

Una vez muertos y despojados del viejo hombre el pecado pierde su poder sobre el creyente, ya no está bajo su esclavitud.

Veamos ahora el lado positivo en la resurrección. Porque si hemos muerto con Cristo, también hemos resucitado a vida nueva junto con él.

Si antes obraba en nosotros la ley del pecado, ahora obra "la ley del Espíritu de vida en Cristo."

Tenemos un cuerpo de carne débil, un alma y un ser completo rodeado de debilidades y pecado por todas partes. El pecado opera como principio en el mundo, y satanás hace por todos los medios para que volvamos a la esclavitud de la carne y a ser subyugados de nuevo.

¿Cómo vencemos el principio de pecado, o ley del pecado? Ya hemos adelantado muchisimo con lo que he dicho hasta ahora, no obstante vamos a ver algo más.

La ley del pecado y de la muerte es vencida por otra ley, por la ley del Espíritu de vida en Cristo. Notemos algo importante, y es que el Espíritu obra por ley, como principio de vida en Cristo. Así que estar posicionados en Cristo y permaneciendo en él es como obra el principio del Espíritu.

Necesitamos plantarnos en la ley poderosa del Espíritu y andar en el Espíritu para vivir en libertad. De eso es de lo que nos habla el apóstol Pablo en Romanos 8, de la vida en el Espíritu. Pero no me voy a extender en este escrito explicando eso, ya he escrito sobre ese asunto, así que les pongo un enlace de mi bloc sobre el tema.

Solo quiero citar un pasaje que nos da una perspectiva divina y gloriosa de lo que nos espera cuando nos entregamos a una vida en el Espíritu.

Gálatas 5:16 LBLA
"Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne."

Si andamos por el Espíritu la consecuencia será que no satisfaremos los apetitos pecaminosos de la carne.

http://pedrojuradorodriguez.blogspot.com.es/2012/08/la-ley-del-espiritu.html

martes, 3 de diciembre de 2013

MUERTOS AL PECADO

Hombre de pecado, cuerpo de pecado, viejo hombre y pecado; son conceptos diferentes a los de pecados, transgresiones, alma y nuevo hombre. Lógicamente digo esto fundamentado en la palabra de Dios; no obstante al examinar cada uno de ellos veremos que todos están relacionados entre si. Pero es importante tener una comprensión clara de todos y cada uno de estos terminos por separado, para luego poder hacer una valoración de nuestra experiencia y avance  como creyentes según la escritura.

Las predicaciones que oímos, en lineas generales no llegan a profundizar en todos los asuntos que he mencionado. Eso da como resultado deficiencias en la fe de los creyentes, y por tanto se produce estancamiento al no haber una exposición completa de todo el consejo de Dios. El mensaje de la cruz es demasiado importante como para que lo prediquemos a medias.

Todos tenemos muy claro el hecho de que Jesús murió para perdonar nuestros pecados, es la obra de la expiación y la justificación por medio de Cristo en la que somos aceptados ante Dios Padre. Nuestros pecados pasados son quitados de en medio y olvidados a través de la muerte de Jesús. Todos los creyentes aceptan eso sin mayor problema o dificultad; una vez ponen su fe en la obra de la cruz entienden que han sido perdonados, sencillamente porque así lo declara la palabra de Dios.

Hay unas consecuencias o resultados subjetivos en todos los que creen en el sacrificio sustitutorio de  Jesús, experimentan paz, gozo, una conciencia limpia delante de Dios, y sentimos como somos despojados del gran peso de la culpa. Además es por medio de la sangre derramada de Jesús que tenemos libertad para acceder a la presencia de Dios en espíritu y verdad. Por la justificación por fe tenemos entrada a toda la gracia de Dios, es decir, a toda provisión del Señor y toda obra que Él quiere hacer en nuestras vidas.

Otra cosa que sucede cuando creemos en la muerte de Jesús y aceptamos su obra expiatoria y él perdón de nuestros pecados, y creemos que el ha resucitado, es que somos nacidos de nuevo, revivimos a la vida espiritual. Antes estabamos muertos en nuestros pecados, y ahora tenemos vida nueva en Cristo Jesús. La sangre de Jesús límpia nuestros pecados, la resurrección de Jesús nos da nueva vida.

2 Corintios 5:17 RVR60
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."

S.Juan 1:11-13 RVR60
"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios."

1 Pedro 1:23 RVR60
"siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre."

Pero la muerte y resurrección de Cristo significó mucho más, no podemos quedarnos en lo que hasta ahora hemos mencionado. Hemos sido perdonados, justificados, reconciliados con Dios, y recibido nueva vida. Todo eso no ha sido nada más que el comienzo, es el princicio del camino cristiano.

Dios ha tratado con nuestros pecados y culpas, con nuestra separación de Él; y por medio de la nueva vida tenemos comunión espiritual con el Señor

Ahora necesitamos comprender en profundidad la obra de la cruz de Jesús, y cómo ésta ha tratado no solo con nuestros pecados y transgresiones, sino con el pecado sin "s" y con el viejo hombre. La mayoría de creyentes no comprenden este aspecto de la obra del Calvario y no avanzan a una vida de plenitud y victoria sobre el pecado. Al no comprender lo que ha sucedido con nuestro viejo hombre, muchos creyentes viven en una continua derrota por sus pecados, en un circulo de caidas constantes y levantamientos, para seguir volviendo a caer y nuevamente a arrepentirse.

Hasta que no entendamos bien y sepamos con certeza que sucedió en la cruz, seguiremos dando vueltas en ese circulo vicioso de pecados y debilidades que nos dominan.

Cuando Cristo fue crucificado y muerto, lo que ocurrió además de perdonarnos los pecados y reconciliarnos con Dios, es que nosotros también fuimos crucificados y muertos con Él. Así es como fue tratado el pecado, cuerpo de pecado y viejo hombre. No es la sangre de Jesús la que nos libra del pecado es la cruz, es la muerte que se efectuó en nosotros cuando fuimos incluidos en la muerte de Jesús. La sagre limpia nuestros pecados, la muerte en la cruz nos libra del hombre pecador, del viejo hombre o del pecado sin "s".

Romanos 6:6 RVR60
"sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado."

2 Corintios 5:14-15 RVR60
"Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos."

Esta es una verdad que apenas se enseña, es un hecho que no se entiende y por tanto muchos creyentes no ejercitan su fe en ella. Solo se habla del perdón de los pecados, pero muy poco o nada de la liberación del pecado. Los creyentes necesitamos ser libres del poder del pecado, y eso sucede cuando sabemos que hemos muerto juntamente con Cristo. Una vez que esa verdad se cree entonces la experimentamos, se hace una realidad en nuestras vidas.

Es importante comprender que la muerte del viejo hombre es un hecho, una realidad en Cristo, fue obra suya, y que no es algo que llevamos nosotros a cabo por nuestros esfuerzos y flagelación de nuestra carne.

Refrán español 'Muerto el perro, se acabó la rabia'

Muertos al pecado, éste ha perdido su poder sobre nosotros, su ley no nos esclaviza. Por medio de la muerte en Cristo ya hemos sido librados.

Romanos 6:1-2 RVR60
"¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?"

Según las leyes y principios que operan en el reino de Dios, y comforme a lo que nos dice el evangelio, estamos muertos en Cristo, muertos a la ley del pecado que operaba en nuestros miembros. Si lo creemos, esa verdad vendrá a ser nuestra experiencia en la práctica, si no lo creemos, seguirá siendo un hecho que ha ocurrido, pero que aún no lo hemos apropiado en nuestras vidas.

¿Creen en la obra de Cristo? ¿Creen esta verdad? Es el único requisito que Dios nos demanda, creer. Si creemos vamos a ver la gloria de Dios manifestarse con poder liberador.





lunes, 2 de diciembre de 2013

¿EN QUÉ PENSAMOS?

PSA 139:17-18 RVR60
"¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!  Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo."

La percepción de la presencia de Dios en nuestras vidas está estrechamente ligada a los pensamientos que permitimos que gobiernen en todo momento nuestras mentes y emociones. La presencia de Dios es una realidad latente y activa en todas partes, lo que ocurre es que no todo el mundo es consciente de de ella, ni aún las personas creyentes.

Si Dios está ahí, si Él está presente, entonces cómo no disfrutamos más intensamente y de manera más palpable esa realidad.

Este salmo nos habla de la omnipresencia de Dios; el rey David nos cuenta su experiencia subjetiva con esa realidad objetiva del Dios presente.

Pero veamos un desglose general de este salmo: En él se nos presenta a Dios como omnipresente, como omnisciente, como formador de el hombre, y se nos presenta también como planificador. Y en todos estos aspectos, los pensamientos de Dios y su palabra son fundamentales en todo el proceso para llevar a cabo su obra.

Pero lo interesante es que nuestra experiencia con Dios en todos esos aspectos que se nos presenta está condicionada a nuestra manera de pensar, a nuestra creencia y fe. El rey David había entendido esos principios muy bien, y tanto en este salmo como en otros nos deja ver la importancia de que la palabra de Dios, la verdad de los pensamientos del Señor nos saturen.

En este pasaje en concreto, me llama la atención el hecho de que cuando nos ocupamos de que durante el día los pensamientos de Dios y sus verdades nos influencien, aún después del descanso de la noche cuando despertamos sentiremos sus efectos en todo nuestro ser. Será fácil de nuevo conectar con el Señor, porque en ningún momento nos habremos alejado de Él.

El hábito de pensar y meditar en la palabra de Dios nos llevará progresivamente a percibir cada vez con más intensidad la presencia de Dios. Toda nuestra mente y ser estarán ungidos por el espíritu de la palabra, y la dulce compañia del Señor nos embargará.

No obstante es la oración de fe, el creer que el Señor está presente morando en nuestro ser y que nos oye y y nos atiende cuando le buscamos, es lo que realmente marcará la diferencia.

Necesitamos aprender a interiorizar la busqueda de Dios, entendiendo que Él está dentro de nosotros habitando en el lugar santísimo que es nuestro espíritu. La revelación y manifestación de Jesucristo comprende ésta gran verdad.

Juan 14:18-23 RVR60
"No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él."

Vernos como Dios nos ve.
Estar donde Dios está.
Saber y creer que somos obra de Dios.

Acerca de estos tres conceptos hay mucho de parte del Señor que necesitamos aprender. Sus pensamientos son preciosos, son inumerables, multiplicables, sus pensamientos son todo aquello en lo que necesitamos ocuparnos.