sábado, 30 de agosto de 2014

EL AUTOR DE LA VIDA

ACT 3:14-15 RVR1960
"Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un homicida,  y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos."

Autor: Persona que es causa de algo.

Todo cuanto se hace o ejecuta en este mundo es causado por alguien o por algunos. Las personas realizan cosas buenas y no tan buenas, malas y malísimas. Toda acción tiene su efecto y todo efecto tiene su causa, y cómo no, toda causa tiene su autor.

Es interesante obsevar este pasaje de hechos de los apóstoles desde ésta proposición argumental lógica. Es como una escena o acto representado en los que están incluidos los personajes, los actos particulares de  cada uno y el desenlace de la obra.

En este escenario que es el mundo cada cual representa el papel que le ha tocado, pero también el que ha elegido por propia voluntad. Providencia y libre albedrío, predestinación y libre elección, dos carriles señalando una misma vía separados por un fino trazo en nuestros planteamientos de vida.

Podríamos hablar de autores de libros, de inventos, de azañas, de pinturas, de esculturas y de monumentos, y todos probablemente han dejado su huella en la historia y en la actualidad en alguna medida. Han impresionado, han inspirado, han enseñado y han contribuido al progreso y mejora de la humanidad o bien a su desastre.

En este mensaje pronunciado en el patio del templo, el apóstol Pedro nos habla en primer lugar de los que negaron al Señor: " "Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo"

Jesús fue rechazado por su pueblo; la mayoría de los judíos no creyeron en Él. Y no es porque fuera un delincuente, un violento, un enfermo desauciado o un terrorista. Medido según la moral y la ley social y religiosa más exigente, Cristo era un Santo y un Justo. Rectifico, Jesús era el Santo y el Justo, es decir, que no había otro como Él, destacaba y sobresalía en todo lo bueno.

Sanaba las enfermedades de su pueblo, daba de comer a los hambrientos, consolaba a los sufrientes y daba esperanza a los pobres y marginados entre su gente.

Demasiada obra buena y excesiva luz para donde habitaba tanta maldad y oscuridad. "La luz vino al mundo, y los hombres amaron mas las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas"

Rechazar a Jesús es como patear y pisotear la justicia, lo bueno, lo amable, lo digno y a la Vida misma. Cuando ésto se hace, el homicida, el delincuente, el ladrón y el injusto queda libre y a sus anchas para hacer y deshacer cuanto se le antoje.

Sorprendentemente la gente en nuestra sociedad sigue dando libertad a los homicidas, a los ladrones, a los farsantes y a los irrespetuosos con la vida y las posesiones ajenas. Son aclamados y elevados a posiciones de gobierno y liderazgo popular. Barrabás sigue siendo votado y elegido por el populacho de generación en generación, y para mayor degeneración de la humanidad.

Perdonamos al injusto, justificamos sus atrocidades, y crucificamos al justo haciendole pagar por todas las injusticias, los robos y violencias que otros han cometido. Ali Baba con sus cuatroscientos mil ladrones son los amos y dueños de este país.

Pero el Autor de la vida no puede morir porque es la Vida misma, y la vida siempre resurge. Podemos negar al Autor de la vida, rechazarlo y abrazar a nuestro Barrabás o a nuestro Judas particular. Podemos seguir viviendo en nuestra injusticia, en nuestra indignidad o seguir comulgando con el homicida y el ladrón.

O podemos también elegir al Dador de la vida, al que resucitó de los muertos, a Jesús. Al Santo y al Justo.

Elijamos ser del número de los participantes y testigos de la vida. De una vida nueva y abundante, que es la que nos ofrece Jesús en virtud de su muerte y resurrección.


sábado, 23 de agosto de 2014

EL PRECIO DE LA LIBERTAD

1 Corintios 7:23 RVR1960
"Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres."

La libertad tiene un precio y la que corresponde a cada creyente ha costado al Señor muy cara. Como hombres y mujeres hechos a semejanza de Dios y dotados por gracia del don del libre albedrío debemos guardarnos de hacernos esclavos de otros hombres. Mucho más habiendo sido ya redimidos y liberados de la esclavitud del pecado, y siendo adoptados como hijos de Dios, debemos guardarnos de servir bajo la tiranía de los deseos y caprichos de otros.

Ya perdimos una vez la libertad debido a la desobediencia de Adán y Eva, de tal manera que a causa de ello todos nacimos esclavos del pecado. Todos fuimos engendrados en casa de esclavitud.

El pecado esclaviza a todos los que desechan a Dios de sus vidas y no le honran con fe; la injusticia, la corrupción y las malas decisiones son el pan diario de los que no tienen en cuenta a Dios. Dar de lado al creador y apartarnos de su gobierno trae consigo nuestra sumisión a sus criaturas y el ansia de querer dominar sobre otros. Es la razón de tantos gobiernos, partidos políticos y religiones en el mundo, algunos quieren tener sometidos al resto, y el resto han renunciado a tomar la responsabilidad de sus propias decisiones.

La libertad tiene un precio que no todos están dispuestos a pagar, y es ser confrontados con la verdad, y con la responsabilidad de nuestras propias acciones individuales. Dios nos creó libres, tan libres que todos y cada uno de los seres humanos le dará cuenta de lo que ha hecho con ese don, tan libres que ni Él se inmiscuye en nuestras vidas si voluntariamente no le damos lugar.

Somos tan incongruentes y tan estupidos, que ponemos nuestras vidas en las manos de otros hombres para que ellos decidan por nosotros, y después culpamos a Dios porque nos han llevado por mal camino. Dios no exime a nadie de su responsabilidad de decidir junto a quien anda el camino de la vida, ni exonera a los que por comodidad siguen a otros como borregos dirigiendose a un matadero.

Estimado amigo y hermano, nadie en esta vida lo va a tener en más alta estima ni lo va a considerar de más valor que su creador, somos para Dios su mayor tesoro. El gran amor que Dios nos tiene quedó demostrado en que entregó a su amado Hijo Jesús por todos nosotros.

Adorar a Dios y servirlo no es sinónimo de esclavitud, sino que nos reporta libertad, amor y justicia. Reconocer a Dios como creador, dueño y soberano de todas las cosas y como Señor de nuestras vidas amplia nuestros horizontes más allá de lo finito. La libertad que Cristo nos da nos permite participar y disfrutar del vasto universo creado por Dios visible e invisible.

Quién diga que rendir obediencia al Señor es privarnos de libertad, no sabe de lo que habla.

viernes, 22 de agosto de 2014

APRENDE Y REFLEXIONA

DEU 4:39-40 RVR1960
"Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre."

Tenemos acerca de Dios una gran ignorancia. Al no verle con nuestros ojos no creemos posible su existencia. Todo lo que no podemos medir, calcular o analizar en un laboratorio se escapa a nuestra comprensión. Negamos todo aquello que no entendemos ni conocemos ni percibimos con nuestros sentidos naturales.

Nos creemos solos y únicos en el universo y nos consideramos el centro de todo cuanto existe. Nuestro ego es tan grande, que antes de admitir nuestras propias limiaciones y dar crédito a Dios, preferimos creer en el azar y la casualidad.

Necesitamos que sean descorridos los visillos naturales para poder percibir y contemplar lo espiritual e invisible. Aun más nos hace falta disponer de una naturaleza superior, de unos organos apropiados y unos instrumentos y recursos adecuados para captar el ámbito de Dios y lo divino.

No se trata de adquirir conocimientos de alguna disciplina humana en cuanto a estudios cientificos o filosóficos, ni tan siquiera teológicos. Tampoco es cuestión de lanzarse a ciegas a un mundo de sensaciones extrasensoriales desconocido que nada tienen que ver con Dios.

La Biblia declara que estamos muertos en nuestros delitos y pecados, ésto quiere decir, que nos encontramos ajenos a la vida de Dios. La separación de Dios conlleva muerte espiritual, por tanto insensibilidad e inconsciencia a todo lo perteneciente al reino divino. De modo que lo que necesitamos es vida espiritual que se recibe por medio de un nuevo nacimiento o renacer en Dios.

Esto es lo primero que todo ser humano necesita aprender y saber, que deben nacer de arriba, del espíritu,  de la vida de Dios. Con la fe y el testimonio del Espíritu Santo en nuestro interior de que hemos nacido de Dios podemos entonces reflexionar y ver que el Señor reina sobre los cielos y sobre la tierra.

La meditación necesita un soporte, y disponemos de ciertos recursos, hechos, realidades y experiencias en las que podemos centrarnos para descubrir que solo hay un único Dios verdadero.

Contamos con la palabra de Dios escrita, tenemos el libro de la creación, el testimonio y la complejidad del hombre, las infinitas y cambiantes circunstancias y la posibilidad de comunicarnos con Dios mediante la oración.

Tenemos un ser y disponemos de nuestro pensamiento, de un alma y de un espíritu como instrumentos para manejar y analizar las ideas, las palabras, los conceptos y el mundo que nos rodea. Pero para percibir a Dios y conocerlo necesitamos sobre todo hacer uso del espíritu por medio de la fe.

1 Corintios 2:9-10, 14 RVR1960
"Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.  Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios......... Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente."

"Aprende pues, hoy" No hace falta esperar a otro día ni a circuntancias más favorables ni a la otra vida para aprender lo que necesitamos y podemos saber hoy.

Aprendamos que hoy es el día para la salvación.

2 Corintios 6:1-2 RVR60
"Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación."

El día de salvación es el mismo en el que invocamos a Dios. Cualquier momento es apropiado y aceptable para buscar al Señor, el nunca estará desprevenido.

La gracia de Dios está disponible y es eficaz e inmediata. No es cuestión de lo que Dios haga en el futuro, sino más bien de que nosotros recibamos ya todo cuanto ha provisto.

Justo en este momento estoy aprendiendo y reflexionando sobre lo que aprendo. Y lo que escribo es lo que resulta de mi meditación.

La mejor forma para retener lo que hemos aprendido es reflexionarlo y practicarlo.

Hay un detalle que no se nos puede escapar respecto a las cosas de Dios, y es que primero se aprende y luego se reflexiona. Primeramente captamos por revelación o percepción espiritual lo que Dios nos dice, y que de otra manera no podríamos saber, seguidamente lo pensamos y reflexionamos.

Algo que también debemos notar es que en la reflexión está involucrada no sólo la mente en el manejo de las ideas, sino el corazón, las emociones y el ser entero. El texto que encabeza este escrito indica: "reflexiona en tu corazón"

Según el pasaje que estamos considerando uno de los objetos de reflexión ha de ser Dios y su soberanía. "Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra"

El ámbito donde Dios gobierna es el cielo y la tierra. Existimos entre dos realidades, lo material y lo espiritual, entre lo visible y que podemos ver con nuestros ojos naturales y percibir con nuestros sentidos,  y lo invisible que podemos verlo y percibirlo por fe y en el espíritu.

Para percibir lo material no tenemos mayor problema a no ser que tengamos alguna dificultad física o psíquica, no obstante, para captar lo inmaterial y espiritual debemos mirar más allá realizando un acto de fe y contemplanción espiritual. También es cierto que hay algunas cosas que nos pueden obstaculizar para percibir a Dios y todo cuanto pertenece a su reino.

El pecado es la mayor de las barreras que impide que percibamos a Dios y que conozcamos sus propositos. El reino de Dios se ha acercado para manifestarse a todo el mundo, sin embargo no todos lo perciben. La razón es que para establecer contacto con el Señor es nececesario que nos arrepintamos de nuestros pecados y creamos en el evangelio.

S. Marcos 1:15 RVR1960
"El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio."

Aprender y relexionar para finalmente convencernos de la verdad o realidad de que Dios está ahí rodeandonos y ejerciendo su poder y gobierno sobre todo es un descubrimiento grandioso. Pero lo más interesante es que ésta gran verdad encierra el hecho de que la influecia del reino de Dios nos alcanza, nos afecta y nos beneficia íntima y personalmente.

Aprender y reflexionar nos conduce a ser analíticos y críticos con nuestras propias creencias y con las creecias e ideas de otros. No deberíamos limitarnos simplemente a repetir cuatro cosas que hemos leído o que nos han enseñado otros. No demos nada por sentado ni lo consideremos como verdad o mentira hasta no haberlo comprobado por nosotros mismos. No se trata de ser incredulos y cínicos, sino de comparar tomando como referencia la palabra de Dios como verdad objetiva, al Espíritu Santo, las evidencias circunstanciales e históricas, y nuestra propia experiencia subjetiva.

Para asegurarnos de que nuestro aprendizaje es verdadero y que no seremos engañados necesitamos el testimonio interior de la fe, el testimonio de la palabra del Señor, el del Espíritu Santo y el testimonio de creyentes maduros.

La segunda parte del pasaje que encabeza este escrito hace referencia a la necesidad de guardar los mandamientos y estatutos del Señor. No obstante, teniendo en cuenta que ya no estamos bajo el antiguo pacto ni bajo la ley mosaica, sino bajo el nuevo pacto y la gracia, debemos entender la demanda en la nueva situación. Es decir, que debemos interpretarlo bajo el nuevo regimen y dispensación en el que estamos en Jesucristo que es el de la gracia y la verdad.

viernes, 8 de agosto de 2014

EL MUNDO TRAS JESÚS

JHN 12:19 RVR1960
"Pero los fariseos dijeron entre sí: Ya veis que no conseguís nada. Mirad, el mundo se va tras él."

Jesús causó un gran impacto en la sociedad de su tiempo, especialmente en el mundo religioso, pero sobre todo en el pueblo marginado y entre los más desfavorecidos. La jerarquía religiosa se sintió amenazada, los lideres de las diferentes sectas estaban perdiendo seguidores a causa del carisma de Jesús. Ellos querían parar a cualquier precio la fama del carpintero de Nazaret.

Cristo no pretendía tener una multitud de seguidores ni buscaba gobernar sobre nadie en este mundo, Él no aspiraba a ningún reconocimiento terrenal. Pero lo cierto es que muchos querían seguirlo, y los que si deseaban tener dominio y autoridad en este mundo se morían de celos, y se sentían muy preocupados.

Jesús aparecía pocas veces en público, Él procuraba pasar desapercibido, pero la gente se la ingeniaba para encontrarle. Cristo no era un demagogo, ante todo hablaba la verdad y era coherente. Todos se admiraban de sus enseñanzas y reconocían en Él una autoridad que no habían visto en nadie. Las señales que hacía daban testimonio poderoso de que era un enviado de Dios, y no un enviado cualquiera, sino el Enviado, es decir el Mesías de Dios.

Ahora bien, ¿realmente iba el mundo detrás de Jesús? ¿estaba la gente dispuesta a seguir al maestro de Galilea? Aquellas multitudes que fueron alimentadas por la multiplicación de los panes y los peces, aquellos que en el monte de los olivos y junto a la rivera del mar de Galilea oyeron sus palabras; el gentío que lo acompaño en la entrada a Jerusalén echando ramas de palmeras y sus mantos en el suelo cuando Jesús pasaba, al poco tiempo gritaban a las autoridades: "crucificale, crucificale, crucificale"

En proporción a la muchedumbre que vitoreaban a Jesús y lo buscaban por algún interés material, solo unos cuantos eran verdaderos discípulos y seguidores comprometidos. El mundo que en verdad seguía a Jesús era muy reducido, y eso se vió cuando pendía colgado de la cruz en aquellos pocos que estaban junto a Él mientras moría.

Para los fariseos el mundo que seguía a Jesús era su mundo, el que les circundaba a ellos, el que ellos deseaban poseer y del que pretendían admiración. Era todo cuanto tenían.

Con el paso de los años y los siglos el mundo se fue haciendo más grande y el numero de verdaderos seguidores de Jesús creció exponencialmente, no obstante siguen siendo menos que los que no lo hacen. Una gran mayoría de creyentes son solo asistentes nominales, son cristianos de cultura, de teoría, de tradición y ritos.

Los gallos cantan a coro por todas partes anunciando la negación e infidelidad de multitud de creyentes que no se vuelven al Señor en arrepentimiento.

Y ya no sólo los gallos, sino las gallinas, las cotorras, los perros y los burros más burros; gritan al unísono en la prensa, la televisión e Internet el fatal testimonio de líderes cristianos. Y Satanás como director de orquesta dirigiendo con su varita el gran espectáculo y drama cristano-carnal.

El problema de muchos no es que estén fríos y vayan a las fogatas del mundo a calentarse, pues entonces habría esperanza; más bien su temperatura como creyentes es tibia.

Pero lo más terrible es que se piense que así se agrada al Señor, o que Él está satisfecho.

Apocalipsis 3:15-16 RVR60
"Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca."

Esta es una advertencia del Señor a todos cuantos pretendemos seguirlo, no vale estar a medias, no sirven las apariencias. Ser y no ser, es un suicidio espiritual, por lo que no es una opción.

"Ser o no ser, he aquí la cuestión" William Shakespeare

Es el dilema que cada uno debe afrontar, soy o no soy, se es o no se es.

El Señor es el gran "Yo Soy". ¿Y que se puede decir de lo que es el Señor? El dice: Yo soy la vida, Yo soy el camino, Yo soy la verdad, Yo soy la luz, Yo soy Santo, Yo soy Dios Todopoderoso, etc,etc.

Todos cuantos siguen a Cristo y permanecen firmes se asemejarán a Él . Tendrán su vida, seguirán su camino, guardarán su verdad, serán luz, tendrán poder, y serán santos.

Los que son de Cristo, son. Son hijos de Dios, son justos, son salvos, son libres, son santos, son discípulos.

Ellos están en el mundo, pero no pertenecen a él.

S.Juan 17:16 RVR60
"No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo." Jesucristo

Pedro Jurado

lunes, 4 de agosto de 2014

LA FE QUE VIENE DE DIOS

S. Lucas 17:5-6 RVR1960
"Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería."

¿Cómo se origina la fe? ¿Cuál es la procedencia de la fe? ¿Podemos crear la fe por medio de un esfuerzo mental, emocional o de intencion? ¿Cómo puedo ser un hombre o una mujer de fe?

Muchos nos sentimos culpables porque pensamos que no tenemos la fe que el predicador de milagros de turno nos exige tener. Por otra parte sentimos que no merecemos que Dios nos supla la necesidad que estamos padeciendo, no obstante, hacemos acopio de toda nuestra energía para alcanzar conseguir esa poquita fe que nos hace falta para recibir nuestro milagro.

La fe no es algo que pueda fabricar el hombre, la fe nace de Dios. La fe es un valor espiritual, un recurso divino, es sobrenatural. Lógicamente, si es como estamos diciendo, entonces la fe en Dios es una necesidad que tenemos todos y que estamos carentes de ella.

La palabra de Dios declara en el libro de Hebreos:

Hebreos 11:6 RVR1960
"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan."

Este es un pasaje de las escrituras que todos conocemos muy bien. El mismo nos habla de la fe como un requisito indispensable para acercarnos a Dios y recibir algo de Él, eso está muy claro. La fe es el pase o recurso necesario para experimentar el reino de Dios en nuestro ser. Lo mismo que un tiket o entrada son necesarios para acceder a un teatro o cine y disfrutar del espectáculo.

Otro ejemplo es que la fe es como un talonario de cheques que usamos para sacar dinero del banco. La cuestión es que esos cheques deben ir firmados ¿Por quién? El banco donde están todos los recursos de Dios solo reconoce una firma, la de Jesucristo.

La fe viene de Dios, y más concretamente es causada por medio de la obra ejecutada por Jesús. El caudal de la fe fluye  de Jesucristo, proviene de la vida y obra realizada en el Calvario por el Señor.

Hebreos 12:2 RVR1960
"puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios."

La fe es un don de Dios, y también es como un fruto que se desarrolla y crece en todos aquellos que están plantados en Jesús.


La fe no se estimula cuando la contemplamos como si fuese una exigencia a nuestra propia capacidad y respuesta, sino más bien cuando reconocemos nuestra propia incapacidad y miramos la suficiencia y provisión de Dios. No se trata de algo que yo pueda hacer, sino de mi dependencia en que Dios lo haga.

Gálatas 2:16 RVR1960
"sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado."

Sea como don o como fruto, la fe siempre proviene de Dios, porque es en Él donde se origina.  Noten que Pablo habla de la "fe de Cristo" no de la fe en Cristo ni de nuestra propia fe.

Cuando la fe que profesamos tener nos hace ser jactanciosos y nos conduce a juzgar a aquellos que no creen igual, esa no es la fe de Jesús.

La fe de Cristo no se debe imponer a nadie, es Dios quien la da por su gracia.

Efesios 2:8-9 RVR60
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."

Dios concede a todos la salvación por gracia, y aún el medio que es la fe también proviene de Él.

Se requiere tener fe para obtener algo de Dios y todos podemos tenerla si le miramos para que nos la otorgue.

La fe nos llega como resultado de oir la palabra de Dios.

Romanos 10:17 RVR60
"Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios."

En distintas versiones de la biblia se traduce "es por el oir" por los terminos viene, surge, nace.

Entonces la fe es un efecto causado por la palabra de Dios cuando ésta encuentra unos oídos atentos y receptivos.

De manera que lo importante es predicar la palabra de Cristo, declarar sus obras, y aguardar a que Dios obre por medio de su gracia en los corazones de las personas. El énfasis no debería ser cargar las tintas sobre la gente haciendoles sentir culpables porque no tienen fe o no creen. Solo hay que predicar el evangelio del reino de Dios y esperar que Él actúe.

Tampoco creo que sea saludable buscar inquisitivamente las causas de porqué una determinada persona no ha recibido un determinado milagro. Mas bien hay que ayudar y orientar a todos a descubrir la voluntad de Dios y a aceptar lo que Dios tenga para ellos. Si el Señor no otorga algo específico que le estamos pidiendo, es porque en su voluntad y soberanía el tiene algo mejor para nuestras vidas, o simplemente nos dará su gracia la cual nos bastará.

No se ganará nada en conducir a las personas a un punto de condenación y culpabilidad, porque nuestra opinión sea que no tienen fe; confiemos en que Dios hará las cosas como a Él le place con cada cuál.

Espero que nadie me entienda mal, la fe es necesaria para recibir cualquier cosa departe de Dios. No le podemos agradar si no tenemos fe, y es por ella que Él hace milagros y maravillas por sus hijos. Pero entendamos que aún la fe proviene de Dios y no de nosotros.

Por encima de la fe que podamos ejercitar está la voluntad de Dios y su soberanía. De modo que la fe y la voluntad de Dios deben ir juntas, de esa manera su soberanía es reconocida y aceptada, y el reino de Dios es establecido en la tierra.

El amor también es más importante que la fe, de hecho la fe debería ser siempre impulsada por el amor. Debemos procurar actuar por la fe que obra por el amor.

1 Corintios 13:13 RVR1960
"Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor."

Gálatas 5:6 RVR1960
"porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor."

1 Corintios 13:2 RVR1960
"Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy."

Los apóstoles pidieron al Señor un aumento en la fe, dando así por sentado que alguna tenían, solo que no suficiente. Al menos comprendían que la fe procedía de Jesús. Sin embargo, la respuesta del Señor no se hace esperar y les muestra que la fe no tiene nada que ver con la cantidad, sino más bien con la calidad. Los apóstoles no tenían siquiera la fe equiparada a un pequeño grano de mostaza.

Ahora bien, Jesús les estaba hablando de una cierta calidad de fe, la fe que procede de Dios, una fe de naturaleza y calidad divina. Solo se necesita el tamaño de una semillita de la fe de Dios para que ocurran intervenciones milagrosas y Dios haga prodigios. En la fe lo importante no es la cantidad que poseemos, sino la pureza divina que contenga esa fe.
La fe que proviene del Señor es como el oro puro y fino, muy valiosa y preciosa, no contine escoria ni impurezas.

La fe del Señor se recibe como hemos mencionado antes por el oir la palabra de Dios. Nuevamente el apóstol Pablo en su carta a los gálatas nos lo vuelve a recordar.

Gálatas 3:5 RVR1960
"Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?"

En las obras de la ley lo que cobra relevancia es el hacer del hombre, su propia fuerza y capacidad natural para agradar a Dios y optener sus bendiciones. Pero ya no estamos bajo el antiguo pacto, sino en el nuevo pacto sellado por la sangre de Jesús. La gracia de Dios y todas sus bendiciones son suministradas por medio de la fe, y esta fe proviene de oir la palabra y de saber lo que Dios nos ha concedido por medio de Jesucristo.