sábado, 9 de abril de 2016

RENACER A UNA ESPERANZA VIVA

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,
1 Pedro 1:3 RVR1960

Un mensaje para los que han perdido toda esperanza e ilusión en la vida; para aquellos a los que por las inclemencias de los tiempos sociales, morales, políticos,  económicos y familiares en que vivimos se encuentran hundidos y desesperanzados.

Muchos que viven se sienten como muertos, se encuentran en una oscuridad profunda y en desesperación. Debido a los problemas y circunstancias personales que experimentan no alcanzan a amar la vida que tienen ni son capaces de disfrutar de multitud de cosas que están al alcance de su mano. Muchas personas no están contentas con lo que tienen, y viven amargados deseando más, son incapaces de apreciar y disfrutar lo poco o lo mucho que Dios les ha dado anhelando tener lo que otros poseen.

Ahora bien, debemos entender que no vamos a ser felices dandole la espalda a Dios, en desobediencia a su voluntad, viviendo en pecado, yendo contra nuestra propia conciencia y siendo injustos con los demás. Una ley inquebrantable es, que todo el mundo recogerá lo que siembra. Si usted y yo queremos amar la vida, disfrutando de paz, alegría y amor, es necesario que aborrezcamos todo mal.

"Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño;  Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala."
1 Pedro 3:10-11 RVR1960


A los que piensan que lo han perdido todo y no les queda nada, les digo que hay una esperanza que aún queda viva, y que no muere nunca, la esperanza de una vida en Cristo. Es una esperanza en cosas que son  hechas nuevas; es la esperanza en lo inamovible, en lo espiritual y eterno.

"Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.  Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria."
Colosenses 3:1-4 RVR1960

Para muchas personas es muy difícil hacer lo que el apóstol Pablo dice en este pasaje, incluso para multitud de creyentes, "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra". Pareciera que algunos tienen un peso o yugo sobre sus cuellos que solo les permite mirar hacia el suelo, son incapaces de levantar sus ojos hacia arriba. Sencillamente, ellos no han echado mano de la vida de Dios por medio de Jesucristo. Puede que hallan adquirido una idea o creencia de segunda mano, pero no han abrazado en absoluto la vida espiritual ni han entendido como ésta funciona.

Una vida colmada de esperanza es una vida que se renueva día a día, es una vida resucitada, es vida nueva en todos los aspectos relevantes.

El versículo que encabeza este escrito relaciona la esperanza de vida con la resurrección de Jesucristo. Por la resurrección de Jesús somos renacidos, nacidos de nuevo, regenerados por el poder del Espíritu Santo. Debemos entender que para que nos alcance plenamente la obra de Jesús es necesario que nos impliquemos e identifiquemos por medio de la fe en toda ella.

Para que la resurrección de Cristo sea efectiva en nuestras vidas es necesario que pasemos primero por la identificación con su muerte en la cruz. Necesitamos aplicarnos por fe la crucifixión de Cristo comprendiendo y aceptanto que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, una realidad y hecho histórico en el cual todos los creyentes hemos sido incluidos.

"sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado."
Romanos 6:6 RVR1960

Aceptando el hecho de nuestra muerte conjunta con Cristo y considerandonos muertos al pecado la gracia de Dios encuentra via libre y poderosa para liberarnos de forma práctica de toda maldad, del pecado e injusticia de la carne.

La esperanza viva que Dios nos ofrece no es para el viejo hombre, sino para la nueva creación en Cristo Jesús; el viejo hombre y todo lo que pertenece a él debe ser muerto en la cruz de Cristo y enterrado, pero no en un futuro próximo o lejano, sino creído y aceptado como un hecho pasado y experimentado en nuestro presente continuo.

Para los que han muerto y resucitado en Cristo su vida está escondida en el Señor, la tienen por descubrir día a día por fe, en su unión y comunión con Él.

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