jueves, 19 de febrero de 2015

EL CARACTER PROFÉTICO DE LA GRACIA

1PE 1:10-12 RVR1960
"Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles."

El mensaje de la gracia es iluminador, revelacional y profético. No es un mensaje flojo, sino poderoso en el Espíritu Santo. Se trata de la palabra de fe que predicamos, es el mensaje que había estado oculto por los siglos de los siglos, pero que ahora ha sido revelado a los santos.

Las cosas que ojo no vio ni oído oyó, pero que Dios ha preparado para los que le aman, consiste en la revelación de las riquezas de su abundante gracia. Es en este mensaje donde se encuentra la sabiduría de Dios, la revelación de Jesucristo; es también la locura de la predicación de la obra de la cruz y de la bendita gracia inmerecida.

Los creyentes somos los destinatarios del mensaje profético, que no es otro que el mensaje de nuestra salvación.

Son los profetas de Dios los que comunican la palabra de una salvación y provisión totalmente gratuitas. Ellos profetizaron refiriéndose a ella de manera muy específica.

Ahora es igual con aquellos que son ministros de Dios, más, cuando estamos viviendo justo en su dispensación; ellos deben ser fieles en predicar sin ningún temor o vergüenza acerca de ésta gracia salvadora.

Los predicadores tienen la obligación de inquirir e indagar con diligencia el mensaje de la gracia, para luego proclamarlo.

El Espíritu de Cristo es el Espíritu de la palabra profética de gracia, que nos habla de los sufrimientos del Señor, de su sacrificio y de la gloria preparada para nosotros los creyentes.

El mensaje del favor inmerecido de Dios está fundamentado en los sufrimientos del Señor y en su gloriosa herencia. No son nuestros padecimientos, ni nuestras obras las que nos dan acceso a la gracia del Señor, sino sus padecimientos.

La palabra profética de la gracia es un mensaje de salvación total, y de ninguna manera es de condenación y juicio.

La palabra profética de la gracia consiste en el anuncio del completo Evangelio por el poder del Espíritu Santo.

Algunos opinan erroneamente, que la gracia y la predicación de la misma es insegura, y que ésta invita a los creyentes al libertinaje y a una vida moral y espiritual relajada. Sin embargo como observamos en la palabra de Dios y en estas reflexiones, nada está más lejos de la verdad. El mensaje de la gracia es seguro, y da más garantias en su cumplimiento que todas las normas, leyes, y restrinciones juntas que se les puedan imponer a los creyentes.

2 Pedro 1:19 RVR1960
"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;"

Como siervos de Dios debemos profetizar al mundo y a los creyentes que en la gracia de Dios hay provisión, poder, capacidad y recursos apropiados y suficientes para vivir conforme a la voluntad del Señor. Es necesario que proclamemos la fe en el evangelio de la gracia, que no es otro que el de la obra suficiente de Jesucristo.

Muchos predicadores, obreros cristianos y pastores ponen infinidad de condiciones y normas a las personas, para que sean salvas y reciban las bendiciones de Dios, y logren hacer su voluntad. Pero la única condición que Dios ha puesto es que creamos en su amado hijo Jesucristo y que creyendo vivamos por su vida.

Usted puede hacer todo cuanto su religión le exija, pero si aún no está viviendo por fe en la gracia de Dios, conforme a la provisión de Cristo, es imposible que usted agrade al Señor.

La palabra profética de la gracia sentencia a nuestro ego, a nuestra vanagloria, y a nuestra religiosidad carnal al más absoluto fracaso, y nos lleva a una dependencia por fe en la obra de Cristo y la justicia de Dios.

Resumo diciendo, que los creyentes somos los destinatarios de la infinita y sin medida gracia de Dios que consiste en la provisión suficiente y poderosa para nuestra salvación. Que estamos en el tiempo, hora y dispensación de esta gracia que fue anunciada por los profetas mediante el Espíritu de Cristo. Y que el fundamento de esta gracia son los sufrimientos de Cristo padecidos en su vida y muerte en la cruz, así como todas las riquezas de su gloria que nos son otorgadas mediante su resurrección.

El mensaje de gracia no es otro que el anuncio de las buenas noticias del evangelio efectuado por el Señor y los apóstoles mediante el poder del Espíritu Santo. Mensaje consistente en cosas que Dios tenía reservadas y que aún los ángeles se asombran y anhelan contemplar.

El mensaje profético de la gracia se cumple en aquellos que lo creen, puesto que es la verdad de Dios, y ambas, la gracia y la verdad se apoyan en la fidelidad de Dios. Es decir, que se trata de una palabra fiel y digna de ser recibida por todos, como bien afirmó el apóstol Pablo.

jueves, 12 de febrero de 2015

LA BUSQUEDA INTERNA DE DIOS

S. Lucas 17:20-21 RVR1960
"Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros."

No hay un lugar físico determinado donde sea necesario ir a encontrarse con Dios. Los que conocen de verdad al Señor y experimentan su reino no te enviarán a un lugar particular, ni postergarán un encuentro con él a una circunstancia especial y programada.

Esta demora para conocer a Dios les encanta promoverla a muchos predicadores de hoy, sencillamente porque ellos quieren ser el centro de atención.

Postergar la manifestación de Cristo, de su reino o de su presencia en nuestras vidas a circunstancias futuras es limitar su gracia.

El Reino de Dios se ha acercado a la humanidad por medio de Jesucristo y ya está entre nosotros y dentro de cada creyente. De modo que decir que está en tal o cual lugar o que estará especialmente en tal celebración o reunión multitudinaria o concierto o conferencia sobra por completo.

Cualquier creyente puede experimentar plena y profundamente la presencia de Cristo o manifestación de su reino en su búsqueda privada.

La realidad de un reino de Dios inconmobible y eterno profetizada por Abraham, los patriarcas bíblicos, los profetas, Jesús y sus apóstoles, la tenemos ahora gracias al nuevo pacto en Jesucristo. El Rey de reyes y Soberano Señor nos ha traído su reino y lo ha establecido entre nosotros, Emanuel el Señor está presente.

En esta búsqueda interna del Señor partimos de este fundamento y hecho verdadero, el cual debemos creer, que el Señor está presente. Somos morada de Dios en el Espíritu.

Pienso que se nos ha enseñado e insistido en que hagamos una búsqueda externa de Dios, mediante experiencias físicas y sensaciones emocionales.

Se nos ha llevado a poner todos nuestros sentidos enfocados hacia afuera y en dependencia del cuerpo y las señales exteriores.. Sin embargo, las experiencias con Dios son espirituales y profundas, nunca superficiales.

Asemejo la busqueda de Dios y el intento de contactar con él por parte de muchos creyentes como si se quisiese conectar con una emisora de radio o televisión a través de una antena. Cada creyente extiende su antena de más o menos alcance intentando conectar, se mueven hacia un lado y hacia otro, gritan, cantan, ayunan y hacen mil cosas para contactar con Dios en el espacio exterior, van a conciertos, campañas y conferencias para mendigar un poco la presencia anhelada. Pero la gran mayoría lo único que experimentan es un toque emocional pasajero.

La gran mayoría de creyentes a pesar de llevar años leyendo la biblia,  asistiendo a reuniones y leyendo libros, aún no han entendido que Dios no se experimenta enfocandonos hacia afuera, sino volviendonos hacia adentro en nuestro espíritu, es ahí donde el Señor se encuentra. Cristo habita en el corazón de todos aquellos que han creído en él y lo han recibido como su salvador y Señor.

Es cierto, que los cristianos saben que al Señor hay que recibirlo en el corazón, y que una vez hecho eso venimos a ser un templo de Dios, sin embargo, en la práctica de la oración y busqueda diaria de Dios tanto individual como en grupo miramos hacia afuera para dar con su presencia.

Según la palabra, el reino de Dios está entre nosotros, es decir, dentro de nuestro ser, morando en nuestro interior. Luego si él está dentro, por qué buscarlo fuera. Esta sencilla, pero profunda verdad puede transformar por completo nuestras vidas haciendonos experimentar la presencia de Dios y permanecer en ella de una forma constante.

Esperimentar la presencia de Dios es fácil cuando comprendemos que el está tan cerca y tan intimamente conectado a nuestro espíritu. Podríamos decir que el gran secreto de Pablo, de Pedro, de todos los apóstoles,  incluso del mismo Señor Jesús, era saber que Dios moraba en ellos y que era ahí donde había que relacionarse y tener comunión con Él.

S.Juan 14:18-20, 23-24 RVR1960
"No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros........... Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió."

martes, 10 de febrero de 2015

ASEGURESE DE CONOCER AL SEÑOR

1 Juan 2:3-6 RVR1960

"Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo."

La seguridad y garantía de que conocemos a Dios la da la experiencia subjetiva de guardar sus mandamientos. El saber en Dios implica un testimonio interno de la verdad por el Espíritu que se ha hecho carne en nuestro ser.

Esto quiere decir, que si estamos guardando su palabra es debido a que hemos profundizado lo suficiente en la revelación de Dios, y que su gracia está obrando en nuestra vida. De otra manera sería imposible que nadie pudiera guardar la palabra del Señor por sus propios medios y fuerza de voluntad.

No obstante, aunque se nos habla de guardar sus mandamientos, no debemos entender que el escritor está refiriendose al antiguo pacto o ley mosaica. De hecho, en el antiguo pacto, el pueblo que guardaba la ley no conocía al Señor ni tenía la capacidad de guardar u obedecer en su totalidad los mandamientos prescritos.

Veamos cuáles son entonces los mandamientos que debemos guardar.

1JN 3:23-24 RVR1960
"Y éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.  Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado."

Cuando conocemos a Dios nos embarga la consciencia de que lo estamos agradando; y viceversa, cuando estamos agradando al Señor sabemos que le conocemos.

Juan dice muy claramente cuales son los mandamientos que los cristianos debemos guardar y obedecer "Que creamos en el nombre de su hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado"

Un creyente es maduro espiritualmente cuando guarda la palabra del Señor, lo cual implica que el amor de Dios se ha perfeccionado en él; y el amor es el fruto por exelencia de toda persona que conoce a Dios.

Los que no guardan el mandamiento de la fe y no aman a sus hermanos se engañan así mismos y no han conocido a Dios ni la verdad.

Leamos otra vez nuestro pasaje de primera de Juan, pero hagámoslo en la versión de la biblia Dios habla hoy:

1 Juan 2:3-6 DHH
"Si obedecemos los mandamientos de Dios, podemos estar seguros de que hemos llegado a conocerlo. Pero si alguno dice: «Yo lo conozco», y no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no hay verdad en él. En cambio, si uno obedece su palabra, en él se ha perfeccionado verdaderamente el amor de Dios, y de ese modo sabemos que estamos unidos a él. El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo."

La interpretación que suelen dar la mayoría de los creyentes al versículo seis "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo." es que debemos imitar las obras del Señor y hacer todo cuanto él hizo. Sin embargo, esa no es una lectura correcta del texto. Muchísimos creyentes viven frustrados porque no alcanzan a imitar al Señor en lo que él realizó.

En la traducción de la biblia DHH podemos vislumbrar con más profundidad el significado de lo que dice Juan: "El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo." Juan habla de la unidad que los creyentes tienen con Dios y que necesariamente deben experimentar, si es que quieren vivir como Cristo vivió. Ahora bien, a lo que el apóstol se está refiriendo es a la vida mediante por la que Jesús vivió debido a su unidad con el Padre.

El plan de Dios es que vivamos por la vida y mediante la vida que Jesucristo vivió, y eso solo es posible por la unión espiritual que tenemos con el Señor.

S.Juan 6:56-57 RVR1960
El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí."

Jesús vivió por la vida del Padre que fluía en Él, del mismo modo el creyente vivirá por la vida que Jesús le suministra a través de la unión y comunión con Él.