lunes, 16 de noviembre de 2015

DEPENDIENTES DE LA JUSTICIA DE DIOS

Rom.10:3-4.RVR1960
"Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree."

El dicionario de la RAE tiene para la palabra "ignorar" dos acepciones, que son ambas perfectamente aplicables al pasaje de Romanos que encabeza este escrito.

ignorar.
(Del lat. ignorāre).
1. tr. No saber algo, o no tener noticia de ello.
2. tr. No hacer caso de algo o de alguien.

Este texto no solo es aplicable al pueblo judío,  sino también a gentiles y a cualquier persona religiosa que mediante las reglas, normas, leyes y prácticas que profesa sustituye la justicia que es de Dios. Pretender alcanzar la salvación en Dios, sus bendiciones y promesas a través de meritos y obras propias, es ignorar por completo la justicia de Dios.

No conocer lo que Dios ha hecho por medio de su Hijo Jesucristo para nuestra salvación es ignorar entre otras cosas, que por su gracia la justicia del Señor nos es imputada. Los que no han oído el evangelio no saben, y los que no saben no pueden creer y ser salvos. Los creyentes que conocen algo del evangelio, pero no lo suficiente como para saber que no es por ellos mismos, sino por la gracia, que podrán alcanzar no solo el perdón de sus pecados, sino la santificación y madurez espiritual, una completa liberacion y todas las bendiciones del Señor, aún necesitan conocer la verdad completa y sujetarse a la justicia de Dios.

En la justicia de Dios están involucrados su santidad, su gracia, su amor, su paciencia, su perdón, su juicio, su poder y su autoridad. Los atributos y virtudes mencionados se nos aplican y vienen a formar parte de nuestra experiencia cuando nos sujetamos a la justicia de Dios mediante la fe en Jesucristo.

Siempre ha existido en los hombres una inclinación natural y religiosa a establecer su propia justicia hacia él mismo y los demás; pero no una justicia aplicada por amor, incondicional y compasiva. Sino más bien una justicia legalista, egoista y jactanciosa, que establece sus propias normas y condiciones a Dios y a todos los demás seres humanos.

Por naturaleza siempre tendemos a compararnos unos con otros y competir, considerandonos mejores y más merecedores que todos los demás a recibir de la vida e incluso de Dios todo lo mejor. Ignoramos que nuestra condición de pecadores nos ha descalificado por completo, y solo merecemos la muerte y la condenación eterna.

Ignoramos que las únicas condiciones validas para ser merecedores de todo lo bueno son las establecidas por Dios mismo, y que todo ello se fundamenta en su justicia, amor y gracia.

La justicia de Dios se resume y personifica en Jesucristo, en él habita toda la plenitud de Dios. Las escrituras declaran lo que Cristo es para todo aquel que cree.

1Co.1:30-31.RVR1960
"Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor."

El versículo cuatro de Romanos termina diciendo: "porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree." Esta frase puede entenderse de varias maneras que nos ayudarán a saber donde queda ubicada la ley para los que creen en Jesucristo.

En primer lugar Cristo es el fin de la ley, porque Él la ha llevado a su completo cumplimiento. En segundo lugar, porque la misma ley ha sido superada en perfección por la vida de Jesucristo mediante el cuál ha llegado a nosotros la gracia y la verdad. Una vez que los creyentes han sido justificados y santificados en Jesucristo ya la ley no tiene ninguna utilidad para ellos, pues ahora están bajo la ley del Espíritu que les libra del pecado. Finalmente Cristo es el fin de la ley en el sentido de que la ha anulado y abolido sustituyendola por el nuevo pacto en su sangre mediante su muerte y resurrección.

Flp 3:9.RVR1960 "y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;"

Me gustaría hacer una última reflexión sobre este tema de la justicia de Dios.

"porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios."
Santiago 1:20 RVR1960

Ninguna guerra es Santa ni justa, y ni mucho menos aprobada por Dios.

La contienda, la venganza y las guerras provienen del corazón de los hombres que no conocen el amor de Dios.

La justicia de Dios no se revela en las disputas, sino en el amor, la compasión y la gracia.

Veamos en unos pasajes de las escrituras de donde provienen las guerras y contiendas.

"¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?"
Santiago 4:1 RVR1960

"Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa."
Santiago 3:14-16 RVR1960

Las pasiones desordenadas, los celos amargos, la envidia, la contención, la violencia, el homicidio y las guerras, es del corazón pecaminoso de los hombres de donde proviene, y es de caracter diabólico.

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