viernes, 31 de julio de 2015

LIDERES

Con el máximo respeto y confiando en que no se me entienda mal, quisiera hacer una pequeña reflexión sobre esta palabra importada de América.

Es para mí entender, preocupante, el énfasis exagerado que se le está dando al concepto “líder” o “liderazgo” en el pueblo cristiano.

Este titulo, porque eso es lo que parece determinar esta palabra, una acreditación, algo que se ha alcanzado, una posición, una cierta altura espiritual. Como digo, una palabra que ha sido acuñada en América (Del ingles: Leader, guía) y nos ha llegado a España através de la literatura así como nos han llegado otros muchos productos “made in usa”.

Puede que en América el uso indiscriminado de este termino no sea causa de problema alguno, pues forma parte de su cultura y es muy posible que lo tengan bien ubicado y definido. Sin embargo no veo positivo el efecto que esta palabra produce entre el pueblo cristiano español, ni me parece una terminología apropiada, ni que defina con precisión lo que enseñan las escrituras en cuanto a aquellos que son siervos u obreros del Señor.

Esta expresión que ha venido a formar parte del argot de los creyentes en nuestro país, es como he dicho un titulo que define, parece ser, a una cierta élite de cristianos.

En nuestra actualidad todos quieren llegar a ser líderes porque piensan que así ya son algo y entonces serán considerados y tenidos en cuenta. Hasta cierto punto esto es verdad y lo digo con tristeza, pues eso es lo que hay y se palpa en casi todas las iglesias y en todo lugar, desgraciadamente. Parece una deshonra, y como que nos tuviéramos que sentir avergonzados de ser simplemente cristianos de a pie, un discípulo fiel de Jesucristo, un simple obrero; tienes que ser “líder”, de lo contrario no estarás en la onda.

Si quieres ser líder, solo tienes que apuntarte a unos cuantos cursillos, y asistir a una que otra conferencia. Existen las escuelas de liderazgo, presenciales, semipresenciales y on-line, en las que no tienes que aparecer para nada. Esto es lo que se estila, lo que marca diferencia, el no va mas, la moda. Hay cursos de liderazgo para todo o casi todo. Muchos de los que auspician, promueven, dirigen y promocionan estos seminarios parecen estar en la cima. Son maestros de maestros, líderes de líderes, evangelistos de evangelistas, apóstoles de apóstoles, todo lo saben sobre cualquier asunto, ostentan todos los dones. Me asombro, porque a la verdad no se cortan ni un pelo para decir, si no con estas palabras exactamente, si con otras muy parecidas: “Oiga que aquí estoy yo para poner las cosas en su sitio y deciros como funciona todo esto de servir a Dios”.

En estos la humildad y la mansedumbre que deben caracterizar a un obrero de Cristo a un hombre de Dios, brilla por su ausencia.

La escritura dice: “Si alguien cree que conoce algo, todavía no lo conoce como lo debe conocer.” (1ª Corintios 8:2)

La palabra de Dios nos enseña por medio del mismo Jesús, que el que quiera ser el mayor entre vosotros se haga el siervo de todos. Así estableció muy claramente el Señor que de ninguna manera hay que buscar la posición, sino el tener una actitud de servicio.

Me hago cargo de lo difícil que resulta el no hacer uso en mas de una ocasión de la palabra líder, pero creo que seria conveniente enfatizar la verdadera y correcta motivación para servir al Señor. Yo mismo utilizo en determinadas ocasiones esa palabra, pero con un cierto escrúpulo. Prefiero usar las palabras bíblicas como obrero, siervo, hombre de Dios, pastor, anciano, u otras, como responsable, los que ayudan, los que presiden, e incluso guía, aunque en nuestra actualidad estas terminologías requieran también de una explicación.

La palabra “líder” puede que sea apropiada para la esfera secular, para el mundo de la política, los deportes y de los negocios, pero no para designar a los discípulos de Cristo, o a los obreros del Señor. Cada vez que se menciona el termino, parece como si se estuvieran dando campanadas de gloria y tocando trompetas de alabanza, en honor y adoración a los hombres. “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad.” (Salmos 115:1)

“Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe.” (Romanos 12:3)



Pedro Jurado

martes, 21 de julio de 2015

EL REINADO DE LA GRACIA

Romanos 5:17, 20-21 RVR1960
"Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia........  Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro."

Donde reina la gracia de Dios por Jesucristo, reina la vida de Dios en los creyentes. El reino de Dios en la tierra se debe caracterizar por un gobierno de gracia. Podríamos decir que la señal de que el reino de Dios está entre nosotros y establecido en la iglesia o en un determinado grupo de creyentes, lo determina la manifestación de la gracia de Dios reflejada en amor, fe, restauración, libertad, diversidad, perdón y aceptación.

A veces los creyentes piensan equivocadamente que un gobierno teocratico es el ideal para que todo funcione perfectamente y según los planes y propositos de Dios. Según la rae, teocracia es el gobierno ejercido directamente por Dios, como el de los hebreos antes que tuviesen reyes. Es tambien la sociedad en que la autoridad política,  considerada emanada de Dios, se ejerce por sus ministros.

Como concepto o filosofía, ya sea en la política de un país o como ideología en una agrupación religiosa, la teocracia se ejecuta por imposición. Ahora bien, es muy dificil que los hombres puedan sujetarse y obedecer a un gobierno puramente teocratico, puesto que ningún ser humano por muy religioso que sea puede agradar a Dios y obedecer sus leyes. Debemos tener en cuenta que el término teocracia no expresa lo que sería un gobierno interno o reinado directo de Dios sobre cada individuo, sino más bien un orden a través de hombres supuestamente escogidos y portadores de la revelación divina.

Ni con Moisés, ni con Josué, ni con los jueces y los reyes, ni con las leyes y estatutos establecidos por Dios mismo los hombres vivian en justicia, paz ni armonia con Dios y su prójimo. Se trataba unicamente de gobiernos y leyes externas que no cambiaban en lo más mínimo la naturaleza interna de los hombres.

Debemos entender que el termino teocracia alude a un gobierno externo político-religioso, no aceptado necesariamente por convicción personal e interna. Sin embargo el reino de la gracia o reino de Dios opera desde dentro del corazón de cada creyente, es el gobierno de Dios por el Espíritu, en la mente y la conciencia de cada individuo.

El reino de la gracia opera desde un cambio profundo en la naturaleza humana y en una transformación radical de todo el ser del hombre, para que éste alcance a estar en armonia con la voluntad de Dios. Los creyentes son capacitados mediante el obrar de Dios para que vivan de acuerdo a los principios del reino. La gracia de Dios se manifiesta para salvación a todos, no para condenación y subyugación de las personas.

En el libro de Ezequiel encontramos profetizado el establecimiento de un reinado de gracia operado desde la intervención espiritual Dios.

Ezequiel 36:25-28 RVR1960
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios."

En el reino de Dios toda obra genuina es prerrogativa de Él, toda revelación, el crecimiento y madurez espiritual es el Señor el que la produce. Es una inutilidad forzar a las personas hacia cosas que solo Dios puede hacer por el obrar de su gracia.

Por un lado el Señor dice, que su reino no es de este mundo; y por otro declara, que su reino está entre nosotros. Este mundo ha rechazado a Dios; los hombres en general no desean que Dios gobierne sobre ellos, sin embargo él es Rey y Señor de aquellos que lo reciben y lo aman.

Como dije antes, el reino de Dios es espiritual, y vino a este mundo por medio de Jesucristo y el evangelio de su gracia. Las condiciones para ser introducidos en este reino es la fe y el arrepentimiento para con Dios.

S. Marcos 1:14-15 RVR1960
"Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio."

Veamos ahora en que dos maneras se manifiesta el reino de Dios y su gobierno de gracia en la vida de los creyentes.

En los creyentes que reinan en vida.

En el pasaje que encabeza este escrito el término vida es zoé, que hace referencia a la vida de Dios o vida eterna. Por tanto los que reinan en vida, son aquellos que caminan teniendo como fundamento y poder de actuación y subsistencia la vida abundante de Dios.  Dicho de otra manera, los creyentes que reinan en vida son aquellos que reciben su fuerza y energía de la vida espiritual o vida de Dios.

a) Por  medio Jesucristo. La vida espiritual, la vida abundante o eterna se manifestó por Jesucristo. Jesús es el canal por donde fluye la vida divina con todos sus atributos y virtudes. El mayor testimonio que Dios nos ha dado es vida eterna por medio de su Hijo. La vida eterna no es un fin que conseguimos o alcanzamos por medio de rituales, o por el cumplimiento de mandamientos, ni por medio de nuestras propias obras de Justicia, sino por los meritos de Cristo.

Así que los que reinan en vida, son aquellos que viven por medio de Jesucristo, es decir, en dependencia de la vida de Él, que les es suministrada a través de su presencia y morada en el espíritu.

b) Los que reciben la abundancia de la gracia. Para no quedarnos cortos respecto a todo cuanto Dios quiere hacer u obrar en nuestras vidas debemos estar abiertos y receptivos a la abundancia de su gracia. Los propositos de Dios se realizan en plenitud cuando nos asimos de sus recursos y de su inagotable provisión.

c) Los que reciben el don de la Justicia. Parte fundamental de la obra de la gracia es el don o regalo de la justicia o justificación por medio de Jesucristo. Esto tiene que ver por un lado con el favor de Dios en  cuanto a su perdón de todos nuestros pecados, y por otro con la justicia de Cristo puesta a nuestra cuenta al punto de ser declarados justos ante Dios. Pero como veremos más adelante, el don de la justicia se trata de mucho más que solo el perdón de nuestros pecados y la justificación. Tiene que ver también con la santificación y perfección, o madurez espiritual.

En los creyentes sobre los que reina la gracia.

"Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; De brocado de oro es su vestido."

La gracia tiene su morada en el corazón y espíritu de los creyentes. En este pasaje es personificada como la hija del rey, toda gloriosa y vestida de brocado de oro. Ella reina en majestad estableciendo sus principios divinos en toda la vida de aquellos que le dan cabida. Los creyentes son revestidos con la gracia de Dios, manifestandose en ellos las virtudes o caracter de Cristo representadas por los frutos del Espíritu

a) Sobre los que sobreabunda la gracia. Para que sobreabunde la gracia debemos reconocer cuan pecadores, débiles e impotentes somos ante las demandas de Dios. Cuando descubrimos que no podemos superar nuestro propio y continuo fracaso, y nos volvemos a Dios en humildad y completa dependencia; y recibimos la superabundante gracia por medio de Cristo, no solo reinaremos en vida, sino que gobernaremos en gracia.

Hasta que llegamos a este punto de reconocida derrota y echemos mano de la sobreabundante gracia suelen pasar años, o bien recibir la revelación de la verdad divina. Digo que nos costará años, porque no solemos renunciar con facilidad a nuestros propios intentos y fuerza natural para cumplir con los propositos de Dios.

Mientras entendamos que la vida cristiana es algo que ejecutamos y experimentamos por nuestros medios propios, por nuestra piedad y según nuestras obras religiosas bien intencionadas no avanzaremos en Dios.

La sobreabundante gracia se manifiesta en aquellos creyentes que profundizan en su relación con Dios, sobre los que no se conforman con un cristianismo nominativo y superficial, sino que ahondan en la comunión y revelación de Jesucristo.

b) Sobre los que la gracia reina por la justicia para vida eterna. La gracia nos revela la justicia de Dios como don y principio de vida divina. Esto nos habla de la justificación que recibimos como perdón o indulto, y de la justicia divina o justificación de vida como conducta en nuestra vida diaria, operada por influencia de la gracia.

La gracia reina por la justicia, y para justicia; porque es por medio de ella que se establece el reino de Dios que es, justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

c) En Jesucristo, Señor nuestro. Es decir, en los que están unidos por fe a Cristo y viven bajo su señorío. La gracia reina mediante Jesucristo, por su presencia y realidad que mora en nosotros los creyente "Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria".

Es en nuestra posición firme en Jesús y bajo su señorío que la gracia de Dios se derrama y fluye por nuestro ser, no podría ser de otra manera. Todo recurso que necesitamos está contenido en la vida de Cristo que nos ha sido y es suministrada por el Espíritu.

S.Juan 1:16 RVR1960
"Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia."

jueves, 16 de julio de 2015

LA GRACIA Y UNA SANA AUTOESTIMA

LA FE Y NUESTRA IDENTIDAD

Romanos 12:3 RVR60
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno."

1 Corintios 15:10 RVR60
"Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo."

El apóstol Pablo sabe muy bien de lo que está hablando; desde su experiencia en la gracia de Dios el puede hablarnos con autoridad de todo cuanto esa gracia hace a favor de los creyentes.

Cuando en mi juventud me convertí al Señor, mi vida era como un puzle, con todas sus piezas, pero metido en una bolsa, totalmente desmontado, sin una clara identidad, sin un proposito en la vida, sin unos valores que le diesen sentido a mi existencia.

Creer en Jesús como mi salvador y recibirlo en mi vida como Señor comenzó a cambiar por completo el concepto que tenía de mi mismo. La fe en Jesús resultó en que mis temores comenzasen a salir fuera de mí, que me fuese desembarazando de mis complejos, y que una sana y equilibrada confianza en mi mismo apareciese progresivamente.

Y es que la fe en Dios funciona, porque Dios es real; y cuando nos acercamos a Él entramos en su orden y armonía, y comenzamos a ocupar nuestro lugar y nuestra función en este maravilloso universo.

Los hombres no somos el centro de toda la creación de Dios, solo somos una parte importante, muy importante, apreciados y amados por el Señor, tanto que Él nos hizo a su imagen y semejanza.

El centro de todo es Dios mismo, y Él es el principio y el fín, el primero y el último, y el que sustenta con su poder todas las cosas sean visibles o invisibles.

Cuando nos creemos el centro del universo ya vamos mal, porque comenzamos a pensar que todo lo demás nos debe favorecer y girar a nuestro alrededor para darnos todas las satisfacciones que se nos antojan. Pensamos que somos nosotros los que hemos creado a Dios, y que Él tiene que estar a nuestro servicio y para todos nuestros requerimientos.

Pero no es así como funcionan las cosas, sino al contrario, Dios requiere que lo busquemos a Él, y que nos adaptemos a sus planes y hagamos su voluntad. Entonces y solo entonces la vida de cada hombre y de cada mujer experimentará una plenitud en su existencia, es de esa manera cuando cada criatura racional sabrá el porqué y para que vive.

La fe juega un papel superimportante en la vida de todo ser humano; si los hombres nos negamos a creer a Dios jamás le encontraremos un significado transcendente a nuestra existencia. Y es que la fe trasciende la barrera de lo material y visible para conectarnos con Dios y con su reino invisible.

Sin fe es imposible agradar a Dios ni podemos entender sin ella  muchísimas cosas. No podemos comprender la eternidad para la cual hemos sido creados por Dios si no tenemos fe en Él.

Ni siquiera nos podemos entender a nosotros mismos sin creer a Dios, sencillamente porque nuestra identidad verdadera proviene de Él, y radica en Él. Dios nos conoce muy bien, porque Él nos hizo. Eche mano por medio de la fe a su identidad en Dios, descubra realmente quien es usted, conozcase a sí mismo mirandose en la vedad de Dios como en un espejo.

Crea que Dios le hará ser la clase de persona que usted debe ser, le aseguro que esto funciona.

LA GRACIA RESTAURA UNA SANA AUTOESTIMA

El Apóstol Pablo conocía muy bien la gracia de Dios, de modo que habla con conocimiento de causas. Él que había sido perseguidor de la iglésia, el Señor tuvo gran misericordia de él. Al escogerlo, Pablo en su debilidad conoció el poder de Dios; y en sus persecuciones y naufrágios Dios lo guardó.

Dios lo capacitó mediante su abundante gracia para llevar a cabo su obra con éxito por toda Asia y Europa levantando pueblo para el Señor donde quiera que llegaba. Pero Pablo no se volvió a la locura del orgullo, él no pensó que era mérito suyo todo cuanto le aconteció, ni se envaneció por la revelación recibida, sino que daba la gloria a Dios.

Ahora bien, el Apóstol reconoce que la misma gracia de Dios que fue derramada sobre él ha sido dada a todos los creyentes sin excepción, quizás manifestandose de diferentes maneras, pero la misma gracia.

De modo que Pablo hace un llamado a la cordura de todos los creyentes que han gustado la gracia de Dios en toda su multiformidad. Les dice: "que no tenga más alto concepto de sí que el que deben tener"
Debemos tener un sano y alto concepto de nosotros mismos, que corresponda a la realidad de la identidad que hemos recibido y conforme al don o dones que Dios nos haya dado. Pero no debemos tener un concepto más alto que el adecuado, que el justo y equilibrado.

Es un deber de cada creyente tener un buen valor de si mismo siempre contemplandose desde la perspectiva del amor y la gracia de Dios. ¡Es tanto lo que Dios ha hecho para dignificarnos! Dios nos tiene en tan gran estima, que es un pecado el menospreciarnos a nosotros o menospreciar a cualquier otro.

Es necesario que entendamos la diferencia entre humildad y autodesprecio. El menoscabo no es humildad, sino la actitud mental de alguien que no está equilibrado ni sano. La humildad es el reconocimiento y la aceptación de la valoración justa que hace Dios de nuestras vidas. La humildad se aprende cuando nos unimos a Jesús mediante la cruz y nos convertimos en seguidores fieles de su enseñanza.

S. Mateo 11:29 RVR60
"Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;"

Tanto el menoscabo como el orgullo son actitudes de un corazón incredulo y desobediente a Dios. Son un pecado moral y espiritual que obstaculiza nuestra relación con el Señor.

PIENSE CON CORDURA

"sino que piense de sí con cordura"

El diálogo interno que tenemos con nosotros mismos es muy importante, es algo que debemos aprender a controlar. Pensar con cordura es un deber, no una opción. La consideración y valor que nos damos ha de estar acorde con lo que Dios nos dice en su palabra y conforme a la identidad que tenemos en Cristo Jesús. No debemos insultarnos, ni maldecirnos, ni devaluarnos, ni tener pensamientos negativos hacia nosotros mismos. Declaremos lo que somos en Cristo y lo que el nos ha hecho, creamos al amor de Dios.

1 Corintios 1:25-31 RVR60
"Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.  Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor."

"conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno."

La medida de fe que Dios da a cada uno le ayudará a determinar su valor, su estatura y su función en la vida. Nuestro valor no lo determina lo que hemos conseguido de este mundo, ni los títulos, ni el dinero, ni las posesiones, ni el poder, sino la fe.

La fe es la receptora de toda gracia de Dios, y mediante ella somos hechos aptos y aceptos delante de Dios. Somos realmente, lo que somos delante de Dios. Es bajo la luz de Dios que nos podemos ver bien a nosotros mismos y conocernos, y apreciarnos correctamente.

"Pero por la gracia de Dios soy lo que soy"

¿Cómo nos juzgamos a nosotros mismos cuando nos miramos? ¿Según la fe y gracia de Dios? O ¿Según la imagen distorsionada procedente del hombre de pecado?
Dios a puesto su imagen y semejanza en sus hijos, ésta fue distorsionada y destruída por el pecado; pero ahora mediante Jesucristo hemos sido restaurados y hechos un nuevo hombre y una nueva mujer por la fe. Somos nuevas criaturas en Cristo Jesús mediante su gracia. ¡Esto es algo muy grande amados hermanos! no es que Dios nos haya reformado, nos ha hecho totalmente nuevos. El nos ha dado un corazón nuevo y un espíritu nuevo, y ahora habíta por su Espíritu en nosotros.

Dios ha cambiado nuestra placa matríz y nos ha metido un nuevo sistema de gracia y fe; no obstante debemos colaborar con Él en la instalación de los nuevos programas que permitirán que nos desarrollemos con todo el potencial que Dios nos ha dado.

Veamos parte del nuevo programa de Dios:

Efesios 4:22-24 RVR60
"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."

El viejo programa era nuestra pasada manera de vivir, controlado por el viejo hombre, viciado por el pecado, por los deseos engañosos y por una mente vana.
Debemos hacer tres cosas para que el nuevo sistema de fe y gracia que Dios ha instaurado funcione en nosotros:

A.) Despojarnos del viejo hombre. El viejo hombre es el antiguo programa que se nos introdujo a causa de la desobediencia de Adán. Nuestro ser fue infectado y atacado por el virus del pecado. ¿Cómo resuelve el Programador Divino este problema en el hombre? Por medio de Jesucristo que borra el pecado por su sangre derramada, y por la obra de la cruz donde juntamente con Él el viejo hombre es crucificado y desactivado. Según la obra de Dios ésto es un hecho ya consumado que debemos aceptar por fe. Es en la cruz donde somos despojados, en el momento en que nos identificamos con la muerte de Jesús.

B.) Renovar el espíritu de nuestra mente. No se trata simplemente de sustituir pensamientos negativos por pensamientos positivos, no es cuestión de aceptar una nueva filosofía o conjunto de creencias. Es mucho más profundo el cambio que ha de producirse, es de naturaleza espiritual "renovaos en el es-pí-ri-tu de vuestra mente" Muchas personas no tienen éxito en controlar su mente porque no entienden la magnitud del cambio que ha de producirse y a que nivel.

Debemos entender que satanás quiere controlar nuestra forma de pensar mediante sus semillas envenenadas, son pensamientos de naturaleza espiritual, son espiritus malignos, es la sabiduría terrenal, animal y diabólica.
Solo la verdad de la palabra de Dios y la revelación de Jesucristo tienen poder para librarnos de tales influencias y control del enemigo. Es por medio de la luz de Dios que somos renovados, fortalecidos y edificados.

C.) Vestirnos del nuevo hombre. El nuevo hombre no es un cristiano idealizado por nosotros, no es el super yo. El nuevo hombre es Jesucristo, es Cristo viviendo en nosotros. "y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí"

Gálatas 2:20 RVR60
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."

¿Cómo se hace esto, cómo sucede que Cristo viva en mí? Este pasaje nos da la clave nuevamente, no es otra que lo que vengo diciendo.

Primeramente identificación con la muerte de Jesús "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo"

Segundamente vivir en la fe "y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios" Esto significa depender de la vida de Jesús en nosotros. Quiere decir que vivimos por su gracia, que de forma constante fluye desde nuestro interior. Necesitamos creer esto, debemos confiar que esto es así, que Cristo es el motor y la energía de nuestra vida.