miércoles, 9 de marzo de 2016

SANIDAD Y LIBERACIÓN INTERIOR

Leamos un pasaje en el que se nos muestra cuál era el ministerio de Jesús, y el que aún sigue siendo hoy en nuestra actualidad por medio del Espíritu Santo y a través de la iglesia.

S. Lucas 4:18-19 RVR1960
"El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;  A predicar el año agradable del Señor."

Pobreza en muchos sentidos, quebranto y aflicción, cautividad física,  moral, emocional, mental y espiritual, ceguera, tinieblas y ofuscación, confusión, opresión, culpa y depresión; éstas son muchas de las condiciones del ser  humano y de las cosas que experimenta en su vida. Nadie está exento a ellas, ni libre de tener algunas, todo ser humano es vulnerable a las mismas.

Ante todo y sobre todo la voluntad de Dios es que todos los hombres y mujeres que habitan el mundo sean salvos, es decir, que vengan a formar parte del reino espiritual del Señor y reciban la vida eterna. Para que eso sea posible cada persona debe nacer de nuevo del Espíritu,  hecho que sucede cuando creemos en Jesucristo, en su identidad de Hijo de Dios, en su obra realizada en el calvario, y nos arrepentimos de todos nuestros pecados.

Ahora bien, la experiencia cristiana es mucho más que creer que iremos al cielo. La palabra del evangelio produce cambios profundos y significativos en las vidas. La obra de Cristo es para sanidad, liberación, victoria sobre el pecado y sobre la injusticia, así como para que seamos restaurados espiritual, mental y emocionalmente.

Dios realiza su preciosa obra de restauración y sanidad interior por medio del Espíritu Santo que él nos ha dado, por su palabra verdadera que nos es revelada, el arrepentimiento, la oración de fe y el perdón. Éstos son básicamente los instrumentos y medios que el Señor nos ha concedido para restaurarnos, sin dejar de mencionar que Dios va a utilizar personas que conocen bien estos medios para guiarnos en el camino.

No obstante, cualquier creyente, por muy nuevo que sea, podrá aprender a hacer uso de estas herramientas espirituales que el Señor a entregado a todos. Estos instrumentos y el método que emplea el Espíritu Santo para restaurar, sanar y liberar, no es monopolio de ningún profesional religioso ni seglar. La sanidad es el pan de los hijos de Dios, es parte de la herencia que tenemos en Cristo Jesús mediante su obra y sus promesas. Son cosas que nos fueron entregadas por gracia, y a las que tenemos acceso mediante la fe.

Todo hombre y mujer necesitan ser restaurados espiritualmente, y en alguna medida todos necesitan también sanidad y liberación emocional y mental para ser felices y que puedan desarrollarse en plenitud.

La sanidad y restauración del alma y del espíritu es realizada por la gracia de Dios. Él va a utilizar a personas que están en la gracia para ministrar a otros en estas necesidades. Difícilmente, alguien que no está experimentando la gracia podrá restaurar a otras personas.

Algunos que intentan ayudar a otros sin haber ellos mismos experimentado el amor y la gracia de Dios hacen más daño que otra cosa.

Creo que Dios ha provisto todo lo necesario mediante la obra de Jesucristo, para que a través de ello podamos ser restaurados íntegramente. No obstante, debemos estar dispuestos a aceptar sus condiciones y obedecerle; se hace necesaria una mínima colaboración de nuestra parte para que dicha restauración llegue a ser una realidad en nuestra experiencia.

Observen un pasaje en el libro del profeta Isaías en el que se señala la globalidad de la enfermedad y sufrimiento humano.

Isaías 1:5-6 RVR1960
"¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite."

Dios está hablando en este capítulo al pueblo escogido de Israel, a quienes por su rebeliones, desobediencia y pecado a enviado sus juicios. De manera que todo sufrimiento, enfermedad y desolación es atraído por la propia injusticia y pecado del ser humano. Esto es así a escala global; el trato de Dios con el pueblo de Israel es solo una representación de como el actúa con todas las naciones e individuos.

Metafóricamente la visión profética de Isaías señala el padecimiento espiritual, social y moral del pueblo a causa de sus pecados, así como sus efectos físicos,  mentales y emocionales. Hay graves consecuencias derivadas de dar la espalda a Dios y revelarnos contra su voluntad.

Ahora bien, no todo sufrimiento, carencia y enfermedad es el resultado de nuestro propio pecado, ni del pecado de otros que nos ha afectado. Sino que hay excepciones; Dios tiene en su soberana voluntad un propósito superior y particular en su trato con cada individuo, que a su tiempo Él revelará.

S.Juan 9:1-3 RVR1960
"Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él."

Como bien dicen las escrituras en otro lugar:

Romanos 8:28 RVR1960
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."

La obra de Dios se perfecciona en los creyentes por medio de muchas cosas que Él permite que les sucedan, son pruebas que les fortalece la fe, les madura el carácter y les hace más fuertes.

La gracia de Dios está a disposición de todo creyente para que por medio de la fe echen mano de ella y se apropien de los recursos espirituales provistos por Él. Cuando en la necesidad depositamos nuestra  confianza en la gracia de Dios nos será suplido todo cuanto nos hace falta.

Le quiero exponer algunos pasos específicos que le serán de ayuda para recibir sanidad interior, restauración y liberación.

En primer lugar, es necesario que queramos estar sanos. ¿Quiere usted ser sanado? . Una respuesta positiva a ésta pregunta es fundamental. Una observación superficial nos puede hacer pensar que todo el mundo quiere restaurarse y estar sano. Pero la verdad es que hay personas que no quieren abandonar su estado de postración en su dolencia o necesidad.

Algunos no desean abandonar su estado de comodidad, prefieren seguir dependiendo de los demás. Que  les lleven y traigan de un lado para otro, es más fácil. Están acostumbrados a que los demás decidan por ellos.

Otros quieren seguir siendo el centro de atención toda la vida, y utilizan su enfermedad para manipular a todos los que le rodean. Estar sanos les supondría dejar de ser el centro de interés y de conmiseración de cuantos les rodean.

En segundo lugar, es necesario que nos expongamos a la luz de la verdad de la palabra Dios; es por medio de ella que recibiremos sanidad y liberación. Hay una verdad específica que es la que cada individuo necesita oír y conocer, y ésta puede llegarnos por medio de la lectura y meditación personal de las escrituras o a través de otra persona, pero siempre es obra del Espíritu Santo.

Muchas veces la verdad no hace referencia a una escritura bíblica concreta, sino que es la exposición o aclaración, el reconocimiento y comprensión de un determinado problema que tenemos. Sea reconocer nuestra necesidad, el conflicto que tenemos o el origen y causa de nuestros males.

Reconocer, comprender y aceptar nuestras propias emociones y sentimientos es ya un paso importante para alcanzar nuestra sanidad integral.

En tercer lugar, asuma su parte de responsabilidad por sus actos pecaminosos, negligencia, y malas decisiones. Las cosas no se resuelven culpando a los demás y escapando nosotros de rositas.

En cuarto lugar, abra su corazón delante de Dios y de algún creyente maduro que usted respete. Exprese su dolor, y averigüe cuál es la naturaleza y origen de sus problemas. Usted debe reconocer también que ha ofendido y tratado injustamente a otros.

En quinto lugar, perdone a todos cuantos le han ofendido, maltratado, tratado injustamente y abusado de usted.

En sexto lugar, permita que en la presencia de Dios orando, el Espíritu Santo lo envuelva y haga su obra de sanidad y restauración. Él es el consolador, y el que alcanzará en nuestras vidas áreas que ningún hombre siquiera puede rozar para ayudarnos.

Romanos 8:26-27 RVR1960
"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos."

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