lunes, 14 de marzo de 2016

GRACIA LIBERADORA

Tit.2.11-14.RVR1960
"Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras."

La derrota continuada de ingente numero de creyentes que son sinceros, y que a pesar de los efuerzos que hacen para alejarse del pecado no lo consiguen, es debido a la falta de luz y madurez espiritual. Muchos oran, leen sus biblias y asisten a todas las reuniones posibles, pero no alcanzan la victoria sobre sus pecados y debilidades. Los pastores y lideres interceden por estos creyentes y les dan los mejores consejos del mundo, pero aún así no llega a producirse en ellos el tan anhelado cambio.

Para experimentar un arrepentimiento transformador en nuestras vidas necesitamos el obrar de la gracia de Dios a través de la obra consumada de Jesucristo. Pero no solo es suficiente un entendimiento mental de la obra de la cruz, sino que nos hace falta un conocimiento por medio del Espíritu de Dios a nuestro espíritu.

Hay creyentes que viven en un circulo vicioso de pecado y arrepentimiento, sencillamente porque no han comprendido lo que Cristo ha hecho para que sean libres. Es necesario predicar el arrepentimiento, pero es aún mucho más necesario y efectivo enseñar cómo ser libres de las ataduras del pecado.

Creo que es insuficiente predicar la gracia de Dios exclusiva y unicamente para el perdón de los pecados, hay que enseñar el evangelio completo, que también nos habla de cómo ser libres del poder del pecado. La gracia de Dios se ha manifestado por medio de Jesucristo para darnos una completa salvación.

No sería correcto proclamar el evangelio del perdón gratuito para que la gente sea salva, y luego hablarles de un evangelio de obras y esfuerzos para conservar su salvación. Introducimos a las personas en nuestras iglesias por medio de un mensaje de amor y perdón, con una gran sonrrisa y una amplia bien venida, para seguidamente cargarlos con un montón de normas  a cumplir, ya sean divinas o humanas.

El mensaje del evangelio de salvación apela a la fe en la gracia de Dios, y este mensaje no puede cambiar a mitad de camino, sino que las mismas condiciones siguen vigentes hasta el final de nuestras vidas y de los tiempos. Muchos hemos empezado la vida cristiana por fe, pero queremos continuarla y acabarla mediante un gran esfuerzo en las obras.

Nadie puede ofrecer lo que no tiene, y eso es también muy cierto respecto a la verdad del evangelio. No podemos enseñar a otros de una vida cristiana en victoria sobre el pecado si nosotros mismos no la estamos experimentando. Cómo pueden vivir los creyentes en victoria sobre el pecado y sus debilidades si solo les decimos que sus pecados han sido perdonados, y no les instruimos en la verdad de una identificación con la muerte te Cristo.

Necesitamos comprender que hemos muerto al pecado mediante la cruz de Cristo. El viejo hombre ha sido crucificado juntamente con Cristo, y el cuerpo de pecado ha sido destruido, para que ya no seamos dominados por el pecado.

La obra de la cruz es liberadora, y su mensaje es poderoso y transformador cuando lo creemos y recibimos en toda su plenitud. El problema es que muchos entienden y reciben solo a medias la obra del calvario. Aceptan la salvación y reciben el perdón de sus pecados, pero aparte de eso sus vidas parece que siguen intactas, son dominados por su naturaleza pecaminosa, por la carne y el viejo hombre.

Existe una ruta segura que Dios ha establecido para que seamos liberados de la tiranía del viejo hombre, de la carne y del poder del pecado, y cuanto antes la aprendamos más rápido avanzaremos hacia una madurez espiritual y plenitud de vida en Cristo.

La sangre de Jesucristo limpia nuestros pecados, pero es la cruz de Jesucristo que neutraliza al viejo hombre. Entender y aceptar el hecho de nuestra propia muerte en la obra del calvario es fundamental para poder avanzar en la vida espiritual. Pero es una realidad que esta doctrina muchos creyentes no la han comprendido correctamente, y se inclinan a pensar que deben vivir una vida ascética de renuncias y sacrificios constantes, sin disfrutar nada en absoluto de lo que les ofrece la vida dentro del orden de Dios

Col.2.20-23
"Si habéis muerto con Cristo a los principios elementales del mundo, ¿por qué, como si aún vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: no manipules, no gustes, no toques (todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso), según los preceptos y enseñanzas de los hombres? Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne."

La vida cristiana no es una filosofía o religión nacida de los hombres, es la misma vida de Dios que se nos transmite por medio del Espíritu Santo. La vida cristiana no es siquiera la observancia de la ley de Dios que fue escrita en tablas de piedra y rollos de pergamino, sino el mismo Espíritu de Dios morando en nuestro interior y produciendo las obras y frutos que agradan al Señor.

No es la ley, las normas, los mandamientos ni los estatutos divinos ni humanos que nos libran del poder del pecado, sino la nueva ley del Espíritu de vida en Jesucristo.

Rom.8.2-4.RVR1960
"Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu."

Observo a creyentes obsesionados con un estándar idealizado de la vida cristiana, que no deja de ser nada mas que un conjunto de normas que se han impuesto ellos mismos o que les han mandado otros, nada diferente a cualquier religión de las existentes en el mundo.

La vida cristiana es comunión con el Padre y con El Hijo por medio del Espíritu Santo. Nuestra experiencia espiritual es plena cuando permanecemos en Cristo y en una entrega y sujeción completa al Espíritu y la palabra de Dios.

El Señor ha grabado sus mandamientos y leyes en nuestros corazones, y tenemos al Espíritu Santo para guiarnos a toda la verdad. Debemos creer en esta obra de la gracia de Dios y vivir por fe, sabiendo que nos han sido dados todos los recursos necesarios para vivir una vida cristiana victoriosa.

Al hilo de este artículo recomiendo la lectura de otros en este mismo blog "Ningún pecado se enseñoree de mí" y "Muertos al pecado"

miércoles, 9 de marzo de 2016

SANIDAD Y LIBERACIÓN INTERIOR

Leamos un pasaje en el que se nos muestra cuál era el ministerio de Jesús, y el que aún sigue siendo hoy en nuestra actualidad por medio del Espíritu Santo y a través de la iglesia.

S. Lucas 4:18-19 RVR1960
"El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos;  A predicar el año agradable del Señor."

Pobreza en muchos sentidos, quebranto y aflicción, cautividad física,  moral, emocional, mental y espiritual, ceguera, tinieblas y ofuscación, confusión, opresión, culpa y depresión; éstas son muchas de las condiciones del ser  humano y de las cosas que experimenta en su vida. Nadie está exento a ellas, ni libre de tener algunas, todo ser humano es vulnerable a las mismas.

Ante todo y sobre todo la voluntad de Dios es que todos los hombres y mujeres que habitan el mundo sean salvos, es decir, que vengan a formar parte del reino espiritual del Señor y reciban la vida eterna. Para que eso sea posible cada persona debe nacer de nuevo del Espíritu,  hecho que sucede cuando creemos en Jesucristo, en su identidad de Hijo de Dios, en su obra realizada en el calvario, y nos arrepentimos de todos nuestros pecados.

Ahora bien, la experiencia cristiana es mucho más que creer que iremos al cielo. La palabra del evangelio produce cambios profundos y significativos en las vidas. La obra de Cristo es para sanidad, liberación, victoria sobre el pecado y sobre la injusticia, así como para que seamos restaurados espiritual, mental y emocionalmente.

Dios realiza su preciosa obra de restauración y sanidad interior por medio del Espíritu Santo que él nos ha dado, por su palabra verdadera que nos es revelada, el arrepentimiento, la oración de fe y el perdón. Éstos son básicamente los instrumentos y medios que el Señor nos ha concedido para restaurarnos, sin dejar de mencionar que Dios va a utilizar personas que conocen bien estos medios para guiarnos en el camino.

No obstante, cualquier creyente, por muy nuevo que sea, podrá aprender a hacer uso de estas herramientas espirituales que el Señor a entregado a todos. Estos instrumentos y el método que emplea el Espíritu Santo para restaurar, sanar y liberar, no es monopolio de ningún profesional religioso ni seglar. La sanidad es el pan de los hijos de Dios, es parte de la herencia que tenemos en Cristo Jesús mediante su obra y sus promesas. Son cosas que nos fueron entregadas por gracia, y a las que tenemos acceso mediante la fe.

Todo hombre y mujer necesitan ser restaurados espiritualmente, y en alguna medida todos necesitan también sanidad y liberación emocional y mental para ser felices y que puedan desarrollarse en plenitud.

La sanidad y restauración del alma y del espíritu es realizada por la gracia de Dios. Él va a utilizar a personas que están en la gracia para ministrar a otros en estas necesidades. Difícilmente, alguien que no está experimentando la gracia podrá restaurar a otras personas.

Algunos que intentan ayudar a otros sin haber ellos mismos experimentado el amor y la gracia de Dios hacen más daño que otra cosa.

Creo que Dios ha provisto todo lo necesario mediante la obra de Jesucristo, para que a través de ello podamos ser restaurados íntegramente. No obstante, debemos estar dispuestos a aceptar sus condiciones y obedecerle; se hace necesaria una mínima colaboración de nuestra parte para que dicha restauración llegue a ser una realidad en nuestra experiencia.

Observen un pasaje en el libro del profeta Isaías en el que se señala la globalidad de la enfermedad y sufrimiento humano.

Isaías 1:5-6 RVR1960
"¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite."

Dios está hablando en este capítulo al pueblo escogido de Israel, a quienes por su rebeliones, desobediencia y pecado a enviado sus juicios. De manera que todo sufrimiento, enfermedad y desolación es atraído por la propia injusticia y pecado del ser humano. Esto es así a escala global; el trato de Dios con el pueblo de Israel es solo una representación de como el actúa con todas las naciones e individuos.

Metafóricamente la visión profética de Isaías señala el padecimiento espiritual, social y moral del pueblo a causa de sus pecados, así como sus efectos físicos,  mentales y emocionales. Hay graves consecuencias derivadas de dar la espalda a Dios y revelarnos contra su voluntad.

Ahora bien, no todo sufrimiento, carencia y enfermedad es el resultado de nuestro propio pecado, ni del pecado de otros que nos ha afectado. Sino que hay excepciones; Dios tiene en su soberana voluntad un propósito superior y particular en su trato con cada individuo, que a su tiempo Él revelará.

S.Juan 9:1-3 RVR1960
"Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él."

Como bien dicen las escrituras en otro lugar:

Romanos 8:28 RVR1960
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."

La obra de Dios se perfecciona en los creyentes por medio de muchas cosas que Él permite que les sucedan, son pruebas que les fortalece la fe, les madura el carácter y les hace más fuertes.

La gracia de Dios está a disposición de todo creyente para que por medio de la fe echen mano de ella y se apropien de los recursos espirituales provistos por Él. Cuando en la necesidad depositamos nuestra  confianza en la gracia de Dios nos será suplido todo cuanto nos hace falta.

Le quiero exponer algunos pasos específicos que le serán de ayuda para recibir sanidad interior, restauración y liberación.

En primer lugar, es necesario que queramos estar sanos. ¿Quiere usted ser sanado? . Una respuesta positiva a ésta pregunta es fundamental. Una observación superficial nos puede hacer pensar que todo el mundo quiere restaurarse y estar sano. Pero la verdad es que hay personas que no quieren abandonar su estado de postración en su dolencia o necesidad.

Algunos no desean abandonar su estado de comodidad, prefieren seguir dependiendo de los demás. Que  les lleven y traigan de un lado para otro, es más fácil. Están acostumbrados a que los demás decidan por ellos.

Otros quieren seguir siendo el centro de atención toda la vida, y utilizan su enfermedad para manipular a todos los que le rodean. Estar sanos les supondría dejar de ser el centro de interés y de conmiseración de cuantos les rodean.

En segundo lugar, es necesario que nos expongamos a la luz de la verdad de la palabra Dios; es por medio de ella que recibiremos sanidad y liberación. Hay una verdad específica que es la que cada individuo necesita oír y conocer, y ésta puede llegarnos por medio de la lectura y meditación personal de las escrituras o a través de otra persona, pero siempre es obra del Espíritu Santo.

Muchas veces la verdad no hace referencia a una escritura bíblica concreta, sino que es la exposición o aclaración, el reconocimiento y comprensión de un determinado problema que tenemos. Sea reconocer nuestra necesidad, el conflicto que tenemos o el origen y causa de nuestros males.

Reconocer, comprender y aceptar nuestras propias emociones y sentimientos es ya un paso importante para alcanzar nuestra sanidad integral.

En tercer lugar, asuma su parte de responsabilidad por sus actos pecaminosos, negligencia, y malas decisiones. Las cosas no se resuelven culpando a los demás y escapando nosotros de rositas.

En cuarto lugar, abra su corazón delante de Dios y de algún creyente maduro que usted respete. Exprese su dolor, y averigüe cuál es la naturaleza y origen de sus problemas. Usted debe reconocer también que ha ofendido y tratado injustamente a otros.

En quinto lugar, perdone a todos cuantos le han ofendido, maltratado, tratado injustamente y abusado de usted.

En sexto lugar, permita que en la presencia de Dios orando, el Espíritu Santo lo envuelva y haga su obra de sanidad y restauración. Él es el consolador, y el que alcanzará en nuestras vidas áreas que ningún hombre siquiera puede rozar para ayudarnos.

Romanos 8:26-27 RVR1960
"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos."

jueves, 3 de marzo de 2016

ABUSOS EN LA IGLESIA DEL SEÑOR

2Co.11.19-21.RVR1960
"porque de buena gana toleráis a los necios, siendo vosotros cuerdos. Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas. Para vergüenza mía lo digo, para eso fuimos demasiado débiles."

Este pasaje de la segunda carta de Pablo a los corintios nos habla de los abusos de algunos obreros sobre la iglesia del Señor. Algunos apóstoles engreídos,  falsos ministros del evangelio, ejercían una autoridad desmedida, manipuladora y abusiva sobre los hermanos.

En qué pensaban los corintios y de que manera fueron engañados por esos falsos apóstoles para permitirles y aguantar semejantes abusos. Me imagino que tales falsos obreros hacian uso de las mismas tácticas que hoy emplean muchos que se hacen pasar por ministros y apóstoles de Cristo, la manipulación de la conciencia de los creyentes.

2Co.11.13-15.RVR1960 "Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras."

La doctrina de una obediencia a una autoridad absoluta e incuestinable, la doctrina de la prosperidad, el planteamiento de que la obra de Dios es lo primero y que servirlo a Él es lo más importante. La idea o doctrina del cumplimiento de pactos para ser merecedores de la bendición de Dios y cosas como éstas son las que esgrimen los falsos apóstoles y profetas de ayer y hoy.

Estimado hermano y hermana en Cristo, usted no se opone a Dios ni le desobedece a Él si resiste a estos falsos ministros, y ni mucho menos perderá las bendiciones del Señor sobre su vida ni dejará de experimentar su presencia y obrar de Dios en usted por más que le digan estos farsantes, a no ser que usted los crea, grave en su corazón esto que le estoy diciendo.

Usted no tiene necesidad de tolerar y soportar la imposición y el abuso sobre su persona, sobre su vida espiritual, sobre su vida familiar, sobre sus emociones o sus bienes y economía por parte de nadie que se haga llamar ministro de Dios.

Lo sorprendente de los Corintios es que toleraban de buena gana, es decir, con gusto y sin quejarse a aquellos apóstoles que se aprovechaban de ellos. ¿Pero no sucede hoy exactamente lo mismo? Incluso muchos creyentes justifican y defienden a esos obreros fraudulentos y corruptos, no tienen discernimiento espiritual para detectar y desenmascarar a esos lobos espirituales rapaces.

¿Lo están a usted manipulando e instrumentalizando haciéndole servir y trabajar para la "obra de Dios" pero no puede decidir por usted mismo lo que le conviene y actuar en conciencia y libertad? Eso es esclavitud.
¿Ve usted y siente que lo están anulando como persona, que no crece espiritualmente, que no puede expresarse con libertad y está siendo todo el tiempo juzgado por el liderazgo? Está usted bajo la autoridad de un lobo disfrazado de oveja que lo está devorando.

¿Le están exigiendo en cada predicación que usted sea generoso y se desprenda de su dinero y posesiones para que Dios lo bendiga y prospere en abundancia? ¿El predicador condiciona el cumplimiento de la palabra de Dios y su bendición a la generosidad que usted tenga? Permítame que le diga que le están robando y tomando de usted con argucias lo que es suyo y aquello  sobre lo que es usted único administrador y responsable delante de Dios.

¿El liderazgo sobre usted es un showman que acapara todo el protagonismo para él? Entonces se ha enaltecido y no está dando la gloria a Dios.

¿Le están a usted presionando continuamente y lanzando condenación, juicios, desprecio, sentencias etc? Entonces lo están apaleando y dándole bofetadas y golpes bajos.

Si tiene en su vida gente cercana que se dicen obreros y apóstoles y se consideran espirituales, pero le tratan como le he mencionado anteriormente, salga de la influencia de ellos, por el bien moral, físico y espiritual de usted y el de su familia.

En resumen, lo que nos está diciendo el apóstol Pablo es que estaríamos locos y seríamos estúpidos si tolerásemos que obreros necios abusen de nuestras vidas. ¿Somos cuerdos o estúpidos? No permitamos que sacudan nuestras emociones y nos lleven a actuar de forma convulsiva y sin reflexión.

"Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo."
Filipenses 3:2 RVR1960