lunes, 10 de agosto de 2015

CRUZANDO NUESTRO JORDAN

El viejo hombre no tiene derecho alguno a heredar las cosas de Dios. Todas las promesas del Señor, la herencia de la Canaán espiritual, la vida victoriosa, y el servicio que agrada a Dios pertenecen solo a los que han cruzado el rio Jordán.

El cruce del Jordán representa en la biblia la obra de la cruz; la cruz marca un ante y un después en la vida de todo creyente. Es imposible entrar en la plenitud de la vida de Dios sin habernos identificado con la muerte de Jesús en el Calvario, pues no hay novedad de vida sin la muerte al pasado.

En la experiencia cristiana no es suficiente haber hecho una oración para aceptar a Jesús en algún momento de nuestras vidas, ni habernos bautizado. Ni asistir a los cultos de nuestras congregaciones, ni tan siquiera leer la biblia, o querer servir al Señor. Tampoco el arrepentimiento y la fe es algo que debamos experimentar solamente en el momento de la conversión, sino que debe ser nuestra experiencia continua.

La conquista del reino de Dios, o de la tierra prometida es por etapas, en progresividad. Y su posesión no es realizada por el viejo hombre, ni por el hombre carnal y natural, sino por el nuevo hombre en Cristo Jesús. No es por nuestras buenas intenciones, ni por todo el esfuerzo y empeño religioso que entraremos en posesión de toda la herencia de Dios, sino a través de nuestra muerte en la cruz.

2 Corintios 5:14-17 RVR1960
"Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.  De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."

La última parte de este pasaje es la que mejor conocemos y más veces citamos, sin embargo no se puede entender correctamente si la separamos de su contexto anterior y más próximo.

En el versículo 17 el apóstol no está hablando de que las personas que han venido a Cristo son mejoradas o reformadas, sino que son hechas nuevas criaturas, es decir, que nacen como un nuevo ser.

En cuánto a que las cosas viejas han pasado ¿A qué se está refiriendo Pablo? Es aquí en lo que el contexto nos ayuda para que entendamos con matutina claridad. En los versículos 14 y 15 el apóstol nos habla de la muerte de Jesús y de nuestra muerte. Él dice que Cristo murio por todos, y que por tanto todos murieron, y eso es un hecho tremendo, es un acontencimiento grandioso y muy significativo. No solo Cristo ha muerto, sino que todos los que están en Cristo también han muerto.

Ahora bien, lo que ha quedado atrás es todo lo perteneciente al viejo hombre, al pecado y a una vida independiente vivida por nuestras propias fuerzas y basada en un conocimiento natural de Dios. Un conocimiento carnal, o meramente intelectual y religioso de Jesucristo no nos hace nuevas criaturas ni nos permite conocer a Dios como Él es en verdad.

El que ha muerto en Cristo, ha muerto al pecado, ha muerto a sí mismo, ha muerto a la ley y ha muerto para el mundo. Él ya no vive conforme a los deseos de los ojos, los deseos de la carne, ni para la vanagloria de la vida, porque todo eso es del mundo.

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