jueves, 30 de marzo de 2023

BÁSTATE MI GRACIA

 BASTATE MI GRACIA


2 Corintios 12:7-10 RVR60
"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte."

El aguijón que hacía sufrir a Pablo podía ser cualquier cosa, una enfermedad, una persona o una circunstancia de la cual no podía zafarse. Desde luego no estaba en su mano el poder librarse de ello. Si él hubiera podido quitarse la espina que le causaba molestias o escapar sin más de ese mensajero de satanás, sin duda que lo habría hecho.

Una cosa es cierta, el pinchazo que continuamente sentía lo mantenía desinflado de orgullo. Un mensajero de satanás no era otra cosa que un demonio, un espíritu maligno que ni aun Pablo con toda su autoridad apostólica podía neutralizar.

Tal vez podría tratarse de alguien que Dios había colocado cerca de él y del cual no se le permitía distanciarse sin causar un daño mayor en su vida, la vida de otros o el ministerio. Era una situación que lo tenía bien atrapado.

Podría tratarse de un lastre o peso muerto que el Señor había permitido sobre su vida y que no le permitía volar tan alto y libre como él hubiera querido. Aunque ciertamente alcanzó alturas a las que muy pocos han llegado.

En nuestras vidas puede igualmente tratarse de una enfermedad, situaciones familiares, o carencias y debilidades que nos mantienen como se suele decir entre la espada y la pared, sin nada que podamos hacer para librarnos.

Lo cierto es que por más que el apóstol oró a Dios el aguijón no le fue quitado. También es cierto que por muy dolorosa que fuese la espina no era un impedimento para que el sirviera al Señor y que la gracia y poder de Dios se manifestasen en su vida y ministerio.

De ninguna manera debemos pensar que la debilidad que Pablo sentía en su carne consistía en un hábito pecaminoso por el cual era vencido. Más bien se trataba de algo que debilitaba su fuerza natural, un sentir de impotencia en su cuerpo y alma, de tal magnitud que era llevado a depender totalmente de Dios.

¡¡Es maravilloso, como cuando aceptamos la gracia del Señor, las adversidades se convierten en oportunidades para crecer en el conocimiento de Dios y en un ministerio de poder!!

El sufrimiento estará muy presente en nuestras vidas, pero también la revelación, la gracia y el poder de Dios.

"Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad."

Si la gracia de Dios fue suficiente para el apóstol Pablo lo será con toda seguridad también para nosotros. Apropiemonos con fe de ella y veremos como actua a nuestro favor y para la gloria de Dios.

No tendremos el poder de Dios sin sentir al mismo tiempo una gran debilidad en nuestra vida natural. No somos fuertes y poderosos en Dios cuando nos sentimos así en la carne, sino que cuando somos débiles en la carne entonces podemos ser fuertes en Dios.

Pedro Jurado

No hay comentarios:

Publicar un comentario