lunes, 24 de septiembre de 2012

ESTE EVANGELIO DEL REINO

Este es el primero de una serie de estudios que estoy compartiendo en mi iglesia, sobre el tema: Evangelismo como un estilo de vida.

Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24:14)

Estas son palabras proféticas pronunciadas por el mismo Jesús como respuesta a la pregunta que le hicieron sus discípulos acerca de su segunda venida y respecto a cuando sería el fin de todas las cosas y del mundo tal y como lo conocemos.

Este versículo forma parte de toda la profecía que hace Cristo en el capitulo 24 del evangelio de San Mateo. Si tiene oportunidad y una Biblia, le recomiendo que la lea usted en su totalidad, quedará sorprendido de la exactitud con que se está cumpliendo todo lo que Jesús predijo.

Nosotros predicamos a un Dios soberano, Rey, gobernador del universo e interventor en la historia de la humanidad. El preside y controla el orden de todos los acontecimientos en toda la creación.

Yo solo quiero repasar ahora muy rápidamente algunos de los aspectos de esta profecía en cuanto a los acontecimientos más visibles y centrarme luego en el pasaje que hemos leído y que hace referencia al evangelio del reino.

Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.
Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Mateo 24:3-13)

Todas estas catástrofes han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad, sin embargo no de forma tan repetitiva, impactante y apocalíptica como en los últimos 50 o 70 años.

Ahora bien, dentro de lo que son todos estos terribles y ciertos sucesos que el Señor anunció que ocurrirían, podemos encontrar también un rayo de esperanza; él nos habla de una luz que brillará en medio de la tormenta, un faro que nos mostrará el camino de entrada a buen puerto. Será como un cabo o salvavidas que estará extendido entre las olas encrespadas y del cual podremos asirnos.

Y será predicado”

Esta palabra expresa algo que sería hecho con toda seguridad; nos dice el medio que Dios emplearía para llevar a los hombres que están en el centro de toda esta confusión su mensaje de salvación.

La predicación es una declaración pública, la proclamación de las condiciones establecidas por Dios para nuestra reconciliación con Él.
En la antigüedad los reyes tenían uno o varios hombres de confianza llamados heraldos, estos eran enviados para hacer las proclamas y edictos del rey. Así que uno que predica no lo hace por su propia cuenta y riesgo, ni tampoco habla lo que a el le parece y le viene en gana, sino que comparte el mensaje que le ha sido entregado por Dios mismo.

Jesús predicó el evangelio del reino de Dios y las condiciones para hacer la paz con Dios.

Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:14,15)

El Señor Jesucristo preparó también a sus discípulos, los capacitó para que llevasen a cabo la tarea de predicar el evangelio. Estos eran hombres escogidos, no porque fueran muy inteligentes o sabios. La palabra de Dios nos dice:

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. (1ª Corintios 1:26-29)

Ahora bien, estos discípulos aprendieron muchas cosas con Jesús; en los tres años que estuvieron con él vieron sus obras, observaron como actuaba y escucharon su doctrina.
Poco después de morir Jesús y antes de ascender a los cielos a la presencia del Padre se apareció a ellos y les dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16:15-18)

Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:16-20)

Estos que fueron los primeros apóstoles del Señor, marcharon por todo el mundo como testigos y predicadores del evangelio del reino. Ellos comenzaron a hablar de todo lo que habían visto, oído y experimentado con Jesús. Muchos creyeron su mensaje, y experimentaron en sus personas las cosas de las que hablaban y de estos también salían proclamando por todas partes las verdades del reino de Dios.
Hasta nuestros días y desde hace 20 siglos esta labor se sigue realizando y seguirá llevándose a cabo hasta el final de los tiempos como profetizó Jesús.

La fe en Dios y en el evangelio de Jesucristo, la experiencia de conocer la verdad, el camino y la vida que es Jesús, no es algo que debamos esconder, no es para reservarlo al ámbito de lo privado y personal.
El Señor declaró a todos los que creían en él, que eran la luz y la sal del mundo. El dijo:

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mateo 5:14-16)
Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.” (Mateo 10:26,27)

De modo que cada creyente tiene la responsabilidad de asumir su papel como testigo y de alumbrar con el evangelio y por el evangelio; es un privilegio y una oportunidad que Dios nos ha concedido. Permitamos que la palabra profética de Jesús tenga su cumplimiento en cada uno de nosotros; seamos colaboradores con Dios y llevemos este evangelio del reino a todo el mundo.

Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo”

¿Sobre que asunto hace énfasis el mensaje del evangelio del reino? ¿Cuál es su tema principal?

Eso fue definido por el mismo Señor y explicado de forma amplia en los cuatro evangelios y las cartas apostólicas. Es mas, a lo largo de toda la Biblia que comprende tanto el antiguo como el nuevo testamento en un total de 66 libros y que forman una unidad completa, el mensaje central es uno, Jesucristo, su persona y su obra.

¿Entonces cual será el mensaje de este evangelio del reino que según dijo Jesús sería predicado?

Es el mensaje del amor de Dios.

“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

El viento retó al astro rey a un duelo para ver quien sería capaz de los dos de despojar de su chaqueta a un caminante. Empezó el viento soplando y soplando cada vez más fuerte, a lo que el hombre se aferraba a su chaqueta fuertemente para no perderla. Finalmente, al ver que no lograba su objetivo desistió. Seguidamente dijo el sol.- ahora me toca a mí; y comenzó a calentar suavemente. Progresivamente iba aumentando la temperatura, de tal manera que a causa del calor el hombre no tuvo mas remedio que despojarse de su abrigo.
Así que no será por medio de un torbellino de argumentos y razonamientos que vamos a lograr que los no creyentes abandonen sus falsas creencias o su ateísmo y prejuicios, sino por medio de un cálido amor.

Es el mensaje de la gracia de Dios. Dicho de otro modo es, el mensaje de la salvación por gracia.
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús, porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. (Efesios 2:7-10)

La predicación del Cristo crucificado, éste es el mensaje que proporcionamos en cuanto a la obra de Cristo; el dar a entender y conocer el significado y propósito de su muerte en la cruz.

Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1ª Corintios 1:22-24)

Sin el derramamiento de la sangre de Cristo en la cruz no puede haber remisión ni perdón de los pecados, ni liberación de la carga aplastante de la culpa.

La ley de Dios exigía el sacrificio de un animal inocente y sin defecto para la expiación de los pecados de los hombres. Todos los delitos cometidos contra la ley de Dios, toda desobediencia y transgresión de las leyes divinas con la culpabilidad que conllevaba eran transmitidos al animal, con lo cual la justicia de Dios quedaba satisfecha. Esto era lo que estaba ordenado por Dios en la ley mosaica según el antiguo testamento para que se hiciera cada vez que el pueblo cometiese pecados.
Cuando los profetas hablaron del Mesías, el enviado de Dios, lo presentaron también como un cordero, aquel que cargaría de una vez y para siempre con el pecado de toda la humanidad. El profeta Isaías nos habla de ello en el capitulo 53 de su libro.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.” (Isaías 53:4-9)

Solo he escogido una porción del capitulo para no extenderme, pero todo él nos habla del sufrimiento y muerte de Cristo como sustituto de todos nosotros. En el nuevo testamento encontramos también numerosas referencias a Cristo como el cordero que quita el pecado del mundo. Cuando Juan el bautista vio a Cristo por primera vez dijo de él “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”

Este evangelio del reino nos habla de la resurrección de Jesucristo.

Aquí está la piedra angular de la fe cristiana. Toda la belleza de la doctrina de Jesús, su persona y sus milagros hubieran quedado como algo muy bonito que sucedió en la historia.
Sus enseñanzas habrían sido solamente un buen tratado de filosofía de vida, y Jesús solo habría pasado a ser un excepcional maestro. Pero no fue así, sino que trascendió al tiempo y en el espacio; el que fue crucificado, muerto y sepultado, volvió a la vida, resucitó. Jesús se apareció a sus discípulos nuevamente para instruirlos, luego a más de quinientas personas.
Pero lo mas grande, lo que realmente es maravilloso es que prometió manifestarse y estar presente en la vida de todos aquellos que creyesen en él.
El vive en el corazón de todos los que lo reciben, reside en el ser de todos los que creen para confirmar que toda su enseñanza es cierta y que todo lo que dijo se cumple. Sin su presencia el cristiano estaría carente de la fuerza espiritual necesaria para vivir su doctrina y seguir sus demandas.

La predicación de Jesucristo como Señor.

Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.” (2ª Corintios 4:3-5)

Los falsos profetas y maestros pueden hablar de muchos temas, incluso de la Biblia, pero usted observará que siempre hacen resaltar su propia sabiduría y conocimientos que han adquirido; sus personas constituyen el centro de su enseñanza, su ego está por todas partes, están plagados de si mismos.

La Biblia declara que Jesús murió y resucito para ser Señor de los vivos y de los muertos. La encarnación del Hijo de Dios, su entrega por la humanidad, su humillación y sufrimiento, hicieron que el Padre lo exaltase hasta lo sumo.
Este evangelio afirma que Jesús es el Señor, él es dueño de toda la creación y todas las cosas subsisten por su poder. Las escrituras dicen que en el día que Cristo vuelva de nuevo toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que el es Señor, para gloria de Dios Padre.
Para ser salvos y tener acceso al reino de Dios debemos reconocer a Jesucristo como único y verdadero Señor de nuestras vidas. Esto quiere decir que aceptamos su derecho sobre nuestro ser; y que ya no nos pertenecemos a nosotros mismos sino a aquel que lo dio todo en rescate por nosotros. De manera que la palabra de Dios afirma:

Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” (Romanos 10:8,9)

Jesús es Rey de reyes y Señor de señores, su reinado será por siempre en la eternidad y su extensión no tendrá límites.

Este evangelio del reino que predicamos nos habla del arrepentimiento como una condición indispensable para ser reconciliado con Dios.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17)

El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15)

Estas citas de los evangelios expresan en palabras de Jesús, como debemos actuar ante el reino de Dios y en cuanto a un acercamiento del mismo. El Hijo de Dios manifestado en carne era el gran paso de Dios en su acercamiento a los hombres, Jesús representaba todo lo que es el reino de Dios. Cristo vino para abrir un camino de acceso seguro al reino celestial. Es necesario que comprendamos que este reino significa el gobierno de Dios y de Jesucristo.
Todo el que lo desee puede formar parte de este reino, y ser un ciudadano del gran imperio de Dios si acepta las condiciones establecidas por su Rey. La única puerta para acceder, es Jesucristo, no hay otro acceso, no se puede entrar por ningún otro lado. Es necesario que haya un arrepentimiento sincero de nuestros pecados, una renuncia a todo lo que esté en contra de la santidad de Dios. La inmensa carga de nuestros pecados y ofensas a Dios las llevó Jesús en la cruz, y es ahí donde las debemos dejar en un acto de contrición y fe. La sangre de Jesucristo es poderosa y es suficiente para limpiar todos nuestros pecados.

Este evangelio del reino nos habla de la necesidad de creer a Dios y tener fe en su palabra.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan.” (Hebreos 11:6)

Este evangelio del reino que predicamos abarca y es necesario que así sea, todo el consejo de Dios.

No voy a mencionar en este estudio todas las doctrinas que comprende el mensaje evangélico, pues no sería práctico, ni posible. Ni tampoco se trata de obtener un conocimiento instantáneo y comprimido de todas las verdades de Dios. Pero hay para el cristiano un proceso en el aprendizaje y por tanto en la enseñanza de todo aquello que es necesario que sepa para que lo aplique en su vida.
Los creyentes necesitan avanzar en el conocimiento de Dios por medio de la revelación de la palabra de Dios que el Espíritu Santo ha inspirado.

Las escrituras abarcan todo el mensaje completo de Dios para los creyentes, y no hay nada mas que añadir, ni se debe omitir nada. Pero sí hay que intentar predicar todo el mensaje bíblico con la finalidad de que la iglesia madure espiritualmente y de que cada hombre y mujer logren la perfección en Cristo.

Este evangelio del reino que predicamos consiste en poder y no tan solo en palabras.

No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree” (Romanos 1:16)

San Pablo sabia muy bien de lo que hablaba, por eso su compromiso con el evangelio era total y absoluto. En primera persona tuvo la experiencia de la realidad y el poder del evangelio y también observó como en otros muchos se demostraba ese poder.

Jesús hablo de dos cosas que nadie debería ignorar si quiere conocer a Dios.

Entonces, respondiendo Jesús, les dijo:
Erráis también en esto, porque ignoráis las Escrituras y el poder de Dios” (Marcos 12:24)

Es necesario conocer la sabiduría de Dios expresada en su mensaje, lo que está escrito, pero también es vital conocer el poder, la efectividad, la operatibilidad de ese mensaje.

Si no conocemos las escrituras corremos el riesgo de ser engañados por falsas doctrinas, si no conocemos el poder también corremos el peligro de desviarnos hacia otras enseñanzas y argumentos de hombres.

Una vez mas me remito a palabras pronunciadas por el apóstol San Pablo para finalizar con ellas este mensaje:

y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1ªCorintios 2:4,5)

Yo pregunto, ¿Tenemos fe en este evangelio de poder? ¿Es este el mensaje en el que usted cree y con el que está comprometido, es el evangelio del reino? ¿Tiene usted un conocimiento de doctrina pero no conoce el poder de Dios?


Pedro Jurado

lunes, 10 de septiembre de 2012

EL RIO DE DIOS


Ezequiel 47


En el evangelio según San Juan, nuestro Señor Jesucristo pronunció las palabras que siguen a continuación:

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” (Juan 7:37-39)

Lo que representa la figura del río.

La vida espiritual es como un río, que nace en Dios y fluye hacia nosotros, en nuestro interior. Este río cuyas aguas proceden del trono de Dios, son limpias, cristalinas, refrescantes, sanadoras.
El santuario de Dios es el lugar desde donde comienza éste raudal de agua viva, su nacimiento está en las moradas de Dios.
El pasaje citado del profeta Ezequiel nos enseña de la fuerza y la profundidad, así como del gran caudal que puede alcanzar el río de Dios en nuestro ser, no existe límites.
También nos plantea un reto, a saber, hasta donde estamos dispuestos a llegar poniendo nuestra confianza totalmente en Dios, sin apoyos.

Nadie puede recibir la impactante y gratificadora influencia del Espíritu de Dios si no cree en Jesucristo como enseñan las escrituras. Es por supuesto necesario tener sed en el espíritu y dejarnos llevar por esa necesidad a la búsqueda de Dios para que el la satisfaga. Nuestra sed de vida espiritual solo la calma nuestro creador, él solo nos puede colmar de una vida abundante y más elevada, la vida de calidad eterna.

Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto hacia Canaán, atravesando el desierto, ellos no pasaron sed, pues había un manantial que los seguía continuamente que era Cristo. Eso era algo maravilloso y sobrenatural, una prueba de la fidelidad de Dios hacia su pueblo escogido.
Sin embargo para los creyentes en esta dispensación existe algo mucho mejor, el mismo Jesús nos invita a ir a Él y beber de Él, y no solo esto, sino que pone un manantial en nuestro interior desde donde nuestra sed se calma incesantemente.

Ahora bien, Dios quiere que este río de su vida nos inunde, nos transporte y que surca por todo nuestro ser, que nos saciemos de sus aguas y que junto a ellas produzcamos mucho fruto.

Dios da de su Espíritu sin medida, ¿Pero hasta donde estamos listos a recibir? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a entregarnos en un completo abandono a Él? Conforme a nuestra fe será hecho.
Jesús nos habla del río de Dios
En el pasaje del evangelio de San Juan que encabeza este mensaje Jesús mismo nos habla de un río y nos explica su significado.

En primer lugar, el Señor ofrece a todos la posibilidad de calmar su sed en Él, nos hace esta oferta previo conocimiento de que estemos disfrutando de ciertos placeres de la vida, pero sabiendo que aun así seguiríamos insatisfechos y sedientos de algo más.
La única condición que Jesús pone para ir a Él y beber, es que tengamos sed, que reconozcamos que nuestra alma está seca.
Jesús habla del agua y de la sed como figuras de la necesidad espiritual del ser humano. Las escrituras dicen: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.”
En el libro de Isaías también dice: “A todos los sedientos venid a las aguas…”

El agua representa la vida espiritual de Dios, sin esa vida de Dios nuestra alma permanecerá seca y estéril como un desierto.

En segundo lugar, Jesús se refirió a esta agua como un río en el interior de los que creyeren en Él. Un manantial desde donde brota continuamente el agua de vida espiritual calmando nuestra sed y desbordando nuestro ser. Fuentes de aguas, limpias, abundantes y salutíferas.
En su conversación con la mujer samaritana junto al pozo de Jacob, Jesús mencionó la superioridad y calidad del agua que el ofrecía con respecto a los diferentes mejunjes que estamos acostumbrados a beber de este mundo.

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:13,14)

Jesús habla de dos clases de agua, la que bebemos del mundo, la asimilación de todo lo que en la actualidad se nos ofrece como un remedio para satisfacer nuestros más profundos anhelos y necesidades, sea a nivel material, emocional, intelectual o seudo espiritual. Que a fin de cuentas nos sigue dejando vacíos y secos. Categóricamente Jesús dice que esta agua no quita la sed, el que bebe de ella seguirá sediento.
Sin embargo si bebemos del agua que el nos dará, ésta si nos dejará satisfechos, nos dará la fuerza, la frescura, y la vitalidad que necesitamos. El no solo calmará nuestra sed, sino que pondrá una fuente en nuestro interior de agua que salta y se conecta con la vida eterna de Dios.

Donde nace este río.

La visión que tuvo el profeta Ezequiel de un río saliendo de debajo de la casa de Dios nos enseña varias cosas que son importantes de considerar.
En primer lugar, que este río del Espíritu y de vida tiene su nacimiento en el santuario de Dios. Es el mismo río que se menciona en Apocalipsis capitulo veintidós y que vio el apóstol Juan.

Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.” (Apocalipsis 22:1)

Este torrente sale del mismo trono de Dios, de las mas altas cumbres donde el tiene su morada. Desde la misma eternidad, he insondable profundidad y, de la abundancia de la vida de Dios poderosa y creadora mana el río de su Espíritu y de su vida.
Pero es muy relevante comprender que Dios ha puesto sus alturas en nuestros corazones, Él ha establecido su santuario y su morada en nuestro propio espíritu. Dios nos ha hecho su casa y ha situado su trono en nuestro ser ¡Alabado sea Dios!
Así que este río de vida lo tenemos dentro, en lo profundo de nuestro ser, detrás del velo de nuestro cuerpo y alma, en el lugar santísimo que es nuestro espíritu, en nuestro hombre interior.

Este caudal quiere Dios que se abra paso y desborde por todo nuestro ser, que fluya sin cesar y sin obstáculos.

Las diferentes medidas y etapas del transcurso del río de la vida espiritual y de cómo profundizar en él.

En el pasaje de Ezequiel vemos que un ángel toma diferentes medidas de este río según comienza y se va extendiendo conforme a su curso. Esto nos habla de diferentes etapas de profundidad en la vida espiritual a las que debemos aspirar como creyentes; y suponiendo que queremos avanzar en el conocimiento experimental de Dios debemos arriesgar adentrándonos en las profundas aguas del río de Dios.

Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre?” (Ezequiel 47:3-6)

El primer tramo que se mide del rió es su comienzo, la orilla del mismo; prácticamente es el principio de un acercamiento a Dios. Aquí sentimos la frescura que proporciona el Espíritu de Dios, podemos experimentar la limpieza de nuestros pecados, el refrigerio que proporciona el posar nuestros pies en la obra de Dios y el abandono de nuestros pecados.
Cuando pisamos sobre el río nos encontramos posicionándonos en la voluntad de Dios y dispuesto a continuar en sus caminos.
Hemos dado inicio a la vida de fe en el espíritu. Habiendo sido ajenos durante mucho tiempo a la obra de Dios, ahora somos alcanzados por ella.

Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.” (Santiago 4:8)
Estos comienzos son un gozo en el Señor, él nos mima, nos arrulla, todo es maravilloso, es un verdadero placer conocer al Señor. Rebosamos de alegría con el trato que Dios tiene con nosotros. Y es una etapa que hay que disfrutar plenamente, sin mala conciencia.
Sin embargo no debemos quedarnos en la orilla, no hay que aferrarse a este primer encuentro con Dios, ni tampoco a esas primeras experiencias. Es necesario seguir avanzando en nuestro caminar de la vida espiritual, pues aun queda mucho por delante, y el Espíritu Santo nos quiere guiar a todo lo que Dios ha preparado para nosotros.
Sería un error quedar enganchados en las experiencias del inicio en la vida Cristiana. Hay creyentes que insisten en buscar siempre las mismas sensaciones en Dios, y quedan como atrapados o estancados en lo sensual. Si Dios no les da sentimientos cuando se acercan a él, entonces piensan que Dios no está con ellos. De ésta manera ellos están poniendo obstáculos a su crecimiento espiritual y limitando a Dios al plano de lo meramente natural.
Dios es espíritu, y para creer y saber que él está muy cerca de nosotros, no necesitamos tener sensaciones físicas o emocionales. Lo único que nos hace falta es tener fe, que es según las escrituras lo que nos confirma en Dios.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” (Hebreos 11: 1)

porque por fe andamos, no por vista; (2ª Corintios 5:7)

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11:6)

Si el creyente persiste en buscar a Dios y creerlo por las sensaciones que experimenta, no avanzará en un verdadero conocimiento de Dios, y es más, será fácil presa para las artimañas del diablo, el cual lo engañará con frecuencia he impedirá que crezca en la vida espiritual.
Satanás quiere alejar a los cristianos de una vida de fe y fidelidad a Cristo, y esto lo logra llamando su atención, distrayéndolos incluso con los dones y diversas manifestaciones. Esto era algo que les ocurría a los creyentes de Corinto, a los que Pablo exhortaba con las siguientes palabras:

Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.” (2ª Corintios 11:3)

Así que no nos dejemos extraviar del camino que es por fe, sino permanezcamos firmes creyendo a Dios en todo momento y sigamos adelante hacia el descubrimiento de una experiencia espiritual más profunda.

En el segundo trecho que mide el ángel, las aguas del río llegaban hasta las rodillas del siervo de Dios.
Esta etapa es muy significativa he importante en la vida espiritual, y ello deberá marcar todo lo que continuará mas adelante. Porque aquí se comienza a comprobar algo de la profundidad en Dios a través de la oración, que es lo que representa las rodillas.
No avanzaremos en el conocimiento experimental de Dios a menos que lo alcancemos con las rodillas. A la vida espiritual más profunda se llega por medio de la oración, buscando a Dios en secreto y en intima comunión.
El cristiano debe aprender a vivir orando, y orando vivirá las mejores experiencias con Dios.
El creyente que ora habitualmente sentirá el fluir del río del Espíritu en su ser, y aunque a veces no sienta nada, seguirá creyendo que el Espíritu de Dios mora y actúa en él.
La oración lleva a los cristianos a tener conciencia de la presencia de Dios, y a tomar de los recursos que él ha provisto por medio de la obra de Cristo.
Por la oración los sentidos espirituales se mantienen despiertos para recibir una mayor revelación del Espíritu.
Una practica que todo creyente debería adquirir y que le sería de mucho provecho espiritual es orar las escrituras. Las palabras de Dios son espíritu y son vida. Cuando aprendamos a orar de forma calmada y sin prisas las escrituras, meditando en ellas y esperando en Dios, experimentaremos la dulce presencia del Señor y aun más, escucharemos muchas cosas que el nos hablará.
Para orar con las escrituras no es necesario hacer largas lecturas, sino escoger pasajes adecuados y cortos, como de medio capitulo o un capitulo de la Biblia como máximo y leerlo muy despacio y aun repetidamente hasta que sintamos como el Espíritu comienza a obrar, entonces seguiremos en la presencia del Señor hasta que creamos que debemos pasar a otro pasaje. De esta manera nunca estaremos faltos de asuntos por los que orar conforme a la voluntad de Dios y el Señor nos dará un nuevo entendimiento de las escrituras.

En la tercera medición del río, las aguas cubren hasta los lomos del profeta.
El está bastante metido en las aguas, y siente la fuerza arrolladora del río, pero sus pies aun tocan el fondo. Todavía no ha llegado hasta lo más profundo del caudal.
No obstante, en este punto el Espíritu Santo está obrando poderosamente, él nos está sosteniendo prácticamente al encontrarnos en su medio, sentimos que el está actuando y como es nuestra fuerza en la debilidad.
El pecado no nos atrae como esa gran fuerza de gravedad, porque el Espíritu de Dios nos envuelve. El mundo no nos tienta, porque ya no estamos a su alcance, estamos rodeados por la vida de Dios y separados para Él.
En este punto el cristiano está cubierto por la verdad de Dios, ha aprendido a apropiársela, y está muy comprometido con el reino de Dios.

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad,” (Efesios 6:14)

En este nivel de la vida espiritual, las verdades de la obra de Cristo cobran para el creyente una realidad tremenda, ejercen su poder sobrenatural sobre él y comienza a discernirlas en su espíritu de forma evidente. Dios lo va guiando de revelación en revelación; cuando abre las escrituras discierne a Cristo en todas sus páginas, así como la presencia del Espíritu Santo.
Aquí es muy difícil que el cristiano pueda resistirse a la seducción del Espíritu, pues se siente fuertemente atraído por su corriente. El ha llegado a descubrir que su vida está en Dios, que quiere más, que necesita profundizar aun más en su vida espiritual, que el Señor es lo único que lo satisface.

El Espíritu de Dios quiere tomar completa posesión de nuestra vida, lo quiere llenar todo, quiere fluir constantemente en nuestro interior y desbordar hacia fuera para bendecir a otros.
Cuando el nivel del rió del Espíritu alcanza nuestros lomos comenzamos ha entender lo que Dios nos demanda, comenzamos a vislumbrar el costo y sacrificio que implica ser discípulos de Cristo y que ya no nos pertenecemos.
Por delante tenemos la profundidad inmensa de Dios, la oportunidad de conocerlo mejor, la voluntad perfecta del Señor, su plan y deseo de usarnos, detrás, lo que hemos dejado es un camino ya transitado y gastado, cosas que Dios ha utilizado pero que ya no nos benefician ni edifican.

La cuarta vez que mide el ángel, el río había crecido tanto que no se podía cruzar sino nadando.
Y es hasta aquí donde la obra de Dios por medio de su Espíritu quiere llevarnos, al punto en que ya no nos apoyamos sobre nuestros pies, sino que es por medio de su Espíritu que somos sostenidos y suspendidos, de manera que somos arrastrados hasta donde nos guíe sus corrientes.
En estas profundidades no hay nada que podamos hacer excepto confiar en Dios, reposar en él creyendo que hará su obra. Le hemos dado al Señor el control y ahora el nos conduce, el nos dirige, el nos transporta por medio de su Espíritu.

¿Hasta dónde nos llevará el Espíritu de Dios? ¿Qué podrá sucedernos si Dios nos desborda con su vida? ¿Qué sucedería si fuésemos en verdad llenos del Espíritu Santo?

No podemos saberlo todo, pues la vida en el Espíritu es por fe, así como Abrahán, el padre de la fe, salió de Hur sin saber a donde iba cuando Dios lo llamó, pero el Señor estaba con él.

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” (Juan 3:8)


Estoy convencido de que el Señor nos conducirá a tener las experiencias espirituales más maravillosas, y a una vida cristiana útil y fructífera para él. Todo lo que nos sucederá será de provecho en nuestras vidas, y de honra para el, iremos de gloria en gloria.

Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre?
Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río. Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río. Y junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande. Sus pantanos y sus lagunas no se sanearán; quedarán para salinas. Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.” (Ezequiel 47:6-12)

Y aunque este río, a veces pase por lugares accidentados o descienda con velocidad vertiginosa, pareciéndonos que nos destrozará, aunque posiblemente en algún punto del trayecto parece que ha desaparecido, porque ha profundizado en túneles subterráneos de oscuridad, pero su final es encontrarse con el gran mar y unirse a él.

Así Dios nos quiere llevar a una vida espiritual más profunda, a una relación más intima, a su secreto, donde él se revelará a nosotros y nos hablará al corazón de manera que le conozcamos.

Pedro Jurado Rodríguez

UNA TRISTEZA DE MUERTE

SAN MARCOS 14:33-34 RVR60
Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.  Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.
Un estado de tristeza y angustia de muerte describe perfectamente lo que llamamos hoy depresión.
¿Estaba Jesús deprimido? 
¿Puede un cristiano deprimirse?
¿Es pecado la depresión?
Es interesante notar que a Jesús no le ocurrió de repente, ni le tomó por sorpresa lo que experimentó en Gesemaní. Sino que se trataba de algo pronosticado, era una tormenta que se avecinaba y que él sabía perfectamente que tenía que enfrentar. Estaba preparado para ese momento que sólo era el preámbulo y la concienciación de lo que sucedería los próximos días, es decir, su arresto, crucifixión y muerte.
Creo que todo ese cúmulo de circunstancias que se cernían sobre el Señor, como un hecho y no como fantasmas de su imaginación, eran suficientes para hacer que se hundiera el alma de cualquiera. Un ratito antes mientras cenaban, uno de sus doce discípulos, Judas, salió para venderlo y traicionarlo. Y Pedro iba negarlo delante de los hombres.
Cuando llegó a este huerto llamado Gesemaní, pidió a tres de sus discípulos que estuviesen cerca de él para apoyarle en oración, sin embargo
se durmieron.
Ahora bien, en ese huerto, el Señor estaba asumiendo la voluntad del Padre de cargar con el pecado del mundo, estaba aceptando nuestra culpabilidad. Se ofrecía así mismo a beber la copa de la ira y maldición de Dios; y sufría una gran agonía, al punto de que su sudor era como grandes gotas de sangre.
Jesús no negó sus sentimientos y emociones sino que los expresó encauzados en la voluntad del Padre.
El medio que uso para centrarse y orientarse fue la oración. En la práctica de la comunión con Dios recibió las fuerzas necesarias para enfrentar toda la presión del mundo, del diablo y de toda la maldad.
HEBREOS 4:15-16 RVR60
"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.  Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
En el huerto alertó Jesús a sus discípulos a que orasen y velasen para no caer en la tentación. En la escena del huerto estaban viviendo una lección práctica de como enfrentar situaciones de presión extrema.
De modo que a la pregunta de ¿Se deprimió Jesús? Contestamos, él se entristeció y angustio hasta la muerte, él lloró con la pérdida de su amigo Lázaro, y en la cruz experimentó la soledad y desamparo respecto al Padre. Si no se deprimió, desde luego tenía todas las papeletas (o síntomas) para estarlo. Algo importante que debemos tener en cuenta es que Jesús como Hijo de Dios nació sin pecado y y que en su paso por la tierra nunca peco. No obstante experimentó en su cuerpo y en su alma todas las emociones y sentimientos intrínsecas a la condición humana.
A la pregunta ¿Es pecado la depresión? Contesto un rotundo no. Sin embargo creo que tiene que ver con nuestra condición de pecadores, es decir que estamos tocados del ala, heridos y afectados, debilitados por la ley del pecado. El pecado es una enfermedad que nos ha causado marcas, nos ha dejado efectos residuales. 
Nuestras almas y cuerpos sufren desde que estamos en el vientre de nuestras madres las consecuencias del pecado heredado. De manera que por causa del pecado tenemos una vida hundida en la miseria.
A la pregunta ¿Puede un cristiano estar deprimido? ¡No cabe la menor duda¡ ¡desde luego que sí!. Todos estamos expuestos en mayor o menor medida. 
La gravedad o intensidad de nuestro estado de depresión depende de otros muchos factores tanto internos  como externos, así como de nuestra crianza y formación en la vida. Va también en función de la salud física e higiene mental. Y tiene mucho que ver con nuestra forma de pensar y nuestras creencias.
En la biblia encontramos muchos casos de creyentes que se deprimieron e incluso podemos detectar diferentes intensidades.
El rey David nos expresa en los salmos sus estados de ánimo y desde luego tuvo muchos momentos depresivos.
Elías, un poderoso profeta de Dios, se deprimió, al punto de huir y esconderse y quererse morir. La biblia lo describe cómo un hombre sujeto a las mismas pasiones que las nuestras.
Jeremías, otro profeta de Dios que también experimentó la depresión.
El gran patriarca y sabio Job que experimentó una de las depresiones más profundas que pueda tener una persona, llegando a maldecir hasta el día de su nacimiento.

Ninguno ocultó su estado anímico, sino que lo reconocieron y lo aceptaron cómo algo vital, y lo expresaron canalizandolo hacia Dios ya por medio de quejas, lamentos, maldiciones, oraciones y alabanzas.
Así que concluyo diciendo que no debemos sentirnos culpables por deprimirnos, sino más bien reconocer e identificar nuestras emociones, aceptarlas como parte de nuestra condición humana y expresarlas. No obstante no deberíamos asumir la depresión como una constante en nuestras vidas de la cual no podremos salir o superar. Dios tiene reservadas para nosotros experiencias preciosas y felices, y después de las tormentas siempre aparece el sol.

lunes, 3 de septiembre de 2012

SOY UN MENDIGO

2 CORINTIOS 8:9 RVR60-ES
"Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos."

Reconozco y así escribo, que yo soy un mendigo. 
Me conformo con las migajas de su mesa. 
Las prefiero a los suculentos y tentadores manjares que en el mundo encuentro.

Un sólo bocado de su pan me sacia, un poco de caldo de su vid me embriaga. 
Mi ser, mi alma, mi vida toda está satisfecha con la mesa que me ha preparado. 
Trigo molido, flor de harina amasada con óleo divino y cocida en horno de fuego. 
Vino de su viña, de la mejor cosecha. 

El era de la más alta nobleza, Hijo del Dios altísimo, 
pero se despojó de su alcurnia y de toda su gloria.
Vino a la tierra y se hizo pobre, 
y a los menesterosos del mundo entregó sus tesoros, 
las riquezas eternas.

Soy pobre, lo admito, 
pero no busco las riquezas de esta vida, sino las de arriba, 
las que duran para siempre, las que nadie puede robar.
 
Son las verdaderas, son las auténticas, son las que Dios me da.
Dios es la suerte que me ha tocado, él es la herencia que me he quedado, 
soy pobre, soy un mendigo, no obstante estoy enriquecido.

2 CORINTIOS 6:10b RVR60-ES
"como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo."

LA FELICIDAD QUE PROVIENE DE LA PALABRA

JEREMÍAS 15:16 RVR60
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.
En la palabra de Dios tenemos sus promesas, su voluntad expresada y todo lo concerniente a lo que él ha hecho por nosotros.
Son sus buenos pensamientos y la noticia de todo lo que el ha hecho a nuestro favor; expresa sus deseos y nos muestra sus riquezas para con nosotros; todos los tesoros y herencia de sus abundantes recursos que están puestos a nuestra disposición.
Sin embargo nos sentimos pobres, infelices, apagados, miserables y desnutridos en nuestra alma y espíritu. Porqué ha de ser así, siendo que tenemos un Padre bueno y un Buen Pastor. ¿No será, que no estamos buscando las cosas de arriba,donde está nuestra vida escondida?
¿Qué buscamos en la vida, qué queremos, dónde está nuestro corazón?
Los mejores tesoros y la vida abundante no se encuentran en las cosas superficiales sino en los lugares más profundos y escondidos.

"Fueron halladas tus palabras"
Dios ha descubierto su palabra y muchos son los que las han hallado.
Por toda la tierra ha salido la palabra del Señor.
ROMANOS 10:18 RVR60
Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,
Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,
Y hasta los fines de la tierra sus palabras.

Una cosa es hallar la palabra de Dios y otra muy distinta es que la palabra halle cabida en nuestros corazones.

SAN JUAN 8:37 RVR60
Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. 
Según la palabra hebrea, hallar es "matsá" y su significado e implicación es muy amplio: avanzar, lograr, adquirir, ocurrir; encontrar o estar presente: abasto, acontecer, alcanzar, apoderarse, buscar, conseguir, corresponder, cosechar, descubrir, encuentro, entender, hacer, dar ocasión, librar etc.
Según nuestro diccionario de la R.A.E es también muy interesante el significado de "hallar" : Ver, observar notar. Descubrir la verdad de algo. Conocer, entender, después de una reflexión. Estar presente.
Así que "hallar" la palabra requiere una implicación activa y una respuesta de nuestra parte. Es un encuentro con la verdad, es entender la palabra, darle ocasión de actuar en nuestra vida y hacerla.
Ahora bien ¿Dónde hallamos la palabra de Dios? 
SAN MATEO 4:4 RVR60
"Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."
EL APOCALIPSIS 1:16 RVR60-ES
"Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza."
Como los israelitas que tenían que recoger cada día el maná que Dios les enviaba, así también nosotros necesitamos buscar la palabra de Dios a diario, meditando en ella e inclinando nuestros oídos para oír su voz en nuestro espíritu. 
Necesitamos ponernos de rodillas para recibir este alimento, no es una ley, ni un mandamiento el orar y leer la palabra, pero es un trabajo. 
La palabra nos tiene que ser revelada en el espíritu y entendida en nuestra mente para que nos sea de provecho.

"y yo las comí" Ahora bien, Dios no va a hablarnos para llenarnos la cabeza de conocimientos teóricos, sino para que lo conózcanos en verdad. Por medio de su palabra somos liberados, sanados, fortalecidos, transformados y renovados. 
Tenemos que comerla para que seamos nutridos por ella. Masticarla y tragarla para que se haga parte nuestra.
"y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón" 
Cuando la palabra de Dios nos es revelada experimentamos un gran gozo y alegría. Nos llena y satisface más que un manjar de comida y bebida de los más delicados.
Ésto no se trata de un mero conocimiento teórico mental, sino de mucho más, es oír y ver en nuestro espíritu. Es saber y comprender aquello que por años de lectura y estudio no alcanzábamos a captar, pero que en un momento se nos es mostrado por el Espíritu Santo. Cuando recibimos así la palabra, crece en nosotros un deseo mucho más intenso por ella. Entonces el Señor se convierte en nuestro mayor gozo y deleite. 
"porque tu nombre se invocó sobre mí"
La palabra de Dios que se nos ha revelado nos lleva a invocar al Señor. Creo que es así porque en lo profundo sabemos que el es quien le da cumplimiento. La fe es producida  en nosotros por medio de ella.
ROMANOS 10:17 RVR60
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. 
De esta manera llega a nosotros y a todos la salvación, por la palabra de fe.
¿Es difícil y complicado hallar la revelación de la palabra? Sin la actuación del Espíritu Santo sería imposible. Naturalmente no podemos alcanzarla, pues la mente natural no percibe las cosas que son del espíritu.
1 CORINTIOS 2:14 RVR60
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente."
No obstante, Dios nos lo concede por gracia.
Comparar: Deuteronomios 30:11-14 con Romanos 10:6-8
La palabra es Cristo mismo que ha descendido de los cielos hasta nosotros para morar y habitar en nuestro ser. De modo que no es algo que alcancemos por méritos propios. Está muy cerca nuestra ¡Gloria al Señor! A venido y se nos ha revelado. Entonces ¿que nos toca hacer? Recibir por fe la revelación del conocimiento del Señor, amar a Cristo y anhelarlo como su Espíritu nos anhela.
ROMANOS 10:6-8 RVR60
Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo);  o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).  Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos:

ROMANOS 15:13 RVR60-ES
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo