sábado, 27 de junio de 2015

LO QUE REQUIERE LA GRACIA (PARTE 2)

LA GRACIA REQUIERE ARREPENTIMIENTO

Romanos 2:4 RVR1960
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?

El arrepentimiento es un don, regalo, favor o dádiva que Dios concede por su infinita gracia.

El llamado a arrepentirnos no es algo contrario a la gracia, sino la oportunidad que Dios nos da a todos para que entremos en ella.

Muchos hombres, creyentes y no creyentes rechazan la gracia al no arrepentirse y volverse a Dios de sus pecados.

El pasaje de Romanos nos indica claramente que por la riqueza de la gracia de Dios somos guiados al arrepentimiento.

La madurez espiritual no se mide solo por los dones de ministerio, de conocimiento, de milagros o de fe que Dios nos ha concedido, sino por la profundidad de nuestro arrepentimiento, capacidad de cambio, sumisión al señorio de Cristo y reacción a la gracia del Señor.

Cómo reaccionamos a las circunstancias adversas y al trato de Dios cuando nos disciplina, dice más de nuestra espiritualidad, que cuando todo nos va según deseamos o cuando experimentamos una prosperidad exterior.

Hay riqueza espiritual infinita y bendición abundante, para todos, cuando nos volvemos en arrepentimiento y fe al Señor. Introduzco el termino fe, porque el arrepentimiento siempre debe ir acompañado de ella.

Muchas veces sentimos el dolor del fracaso, la culpa o remordimiento, pero sin embargo no terminamos de superar nuestros obstáculos, debilidades o pecados, sino que continuamos en ellos, como en un círculo vicioso, eso sucede sencillamente porque nos falta la fe en la provisión que Dios ha hecho mediante su divina gracia.

El arrepentimiento es la oportunidad  que el Señor concede a todos los hombres para que sean salvos.

Arrepentirse implica el reconocimiento de nuestros propios pecados y nuestra naturaleza malvada, la confesión, la renuncia, y la fe en la provisión o gracia de Dios por medio de Jesucristo.

El acercamiento del reino de Dios a la vida de cualquier persona debe llevarle invariablemente al arrepentimiento en su sentido más exacto, es decir, a un profundo cambio. La extensa gracia de Dios manifestada en su riqueza de bondad, perdón, paciencia y bendición, tienen la misión de convencernos de nuestra necesidad de arrepentimiento y conversión.

Los creyentes que se suponen han recibido algo de conocimiento espiritual deberían estar continuamente en una disposición y actitud de volverse a Dios. Sin embargo, muchas veces lo cierto es lo contrario, su orgullo les impide humillarse, pedir perdón y arrepentirse.

El volverse a Dios debería ser una práctica diaria en los creyentes, pero ya no solo para apartarse del pecado, sino para abandonar la propia vida egocéntrica, la religiosidad carnal, y la vida fundamentada en la psique.

Nos volvemos a Dios en un acto de continua entrega a Él,  para que su reino nos envuelva y nos llene de manera permanente. Nos volvemos a Dios, que mora dentro de nosotros, para ser suministrados de su gracia, de su poder y de su vida eterna.

LA GRACIA REQUIERE HUMILDAD

Santiago 4:6 RVR1960
"Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes."

La humildad es una hija del Espíritu, que nace de la unión del creyente con Jesucristo. Es una flor que sólo se cultiva en los jardines de los hermosos valles del reino de Dios.

El arrepentimiento es sólo un primer paso en la humildad, que Dios requiere de cada hombre y cada mujer. Luego debemos seguir reconociendo que no podemos hacer nada sin el Señor, excepto pecar.

La única forma de hacer frente a la tentación, al pecado, al diablo, a nuestras debilidades y a cualquier circunstancia es humillandonos bajo la poderosa mano de Dios.

La humildad no consiste en menospreciarnos a nosotros mismos ni en tener una baja estima, sino en ocupar por fe la posición o lugar que Dios tiene para cada uno de nosotros.

La humildad consiste en saber todo lo que nos ha sido dado, conocer quienes somos, cuál es nuestra procedencia y cuál nuestra finalidad en la vida. Y sabiendo estas cosas rendir nuestras vidas en servicio al Señor.

Justamente fue así como procedió el Señor en este mundo, y es así como él espera que actuemos todos los que hemos creído. (Juan 13:3-14)

LA GRACIA REQUIERE CONSAGRACIÓN A DIOS EN TODA PUREZA

Rom.12.1-2.RVR1960 "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."

La consagración ni ninguno de los requerimientos que hemos visto hasta ahora debemos entenderlos como obras o prácticas que hacemos para merecer la gracia, sino mas bien como respuesta a su influencia. Nuestra disposición es permanecer conectados al origen y fuente, desde donde fluye la gracia abundante.

Tit.2.11-14.RVR1960 "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras."

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