jueves, 6 de junio de 2013

CRISTO EN NOSOTROS

ROM 10:5-13 RVR60 "Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo."

Cuando somos conscientes de nuestro pésimo estado espiritual queremos salir de el y avanzar. Reunimos las pocas fuerzas que tenemos y realizamos un gran esfuerzo mental y emocional para levantarnos, solo para descubrir que apenas nos hemos movido del lugar en el que nos encontrabamos. Quedamos totalmente agotados y exaustos del intento por mejorar nuestra condición anímica y espiritual.

Necesitamos aprender a echar mano de la fe, de los recursos de Dios, de su gracia, y no tanto de nuestra propia y limitada capacidad.

El lema de la ley mosáica o antiguo pacto era este "El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas." Había que hacer, había que cumplir con toda la ley, los creyentes tenían que rellenar un sin fin de condiciones para encontrarse en un estado óptimo en su relación con Dios. Aún más, eran requisitos indispensables a cumplir para tener las bendiciones de Dios, para tener calidad de vida.

Todabía hoy día muchos creyentes no han entendido que eso ya no es así, pero aparte de la ley se imponen a los creyentes multitud de normas institucionales que deben cumplir. Haz esto, haz aquello, no hagas, no vayas, no toques, no te vistas de tal manera, no comas eso, no te cases, casate con fulanita o fulanito, da los diezmos si no quieres tener la maldición de Dios sobre tu economía, tienes que venir a todas las reuniones, etc, etc,etc.

Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos).

La justicia que es por la fe nos ha librado del peso de la ley, del tener que cumplir con una serie de normas para alcanzar el favor de Dios o para sentirnos bien con nosotros mismos. La fe confirma en los creyentes la obra completa y consumada de Jesucristo, nos trae toda bendición, es el medio por el cual Dios realiza en nuestras vidas todo milagro y maravilla.

Gálatas 3:5 RVR60 "Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?"

"La justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón" Es decir que los que reciben el beneficio de la obra de Cristo están plantados en la fe, ya no oyen las demandas de la ley, ya no se sienten culpables, se han liberado de la mala conciencia por medio de esa fe puesta en la obra perfecta del calvario. De modo que su dialogo interior ha cambiado por completo, de tengo que hacer, de no alcanzo, de no doy la talla, de no llego; a Cristo lo ha hecho por mi, he sido declarado justo, soy hijo de Dios, estoy bendecido, Dios está por mí, etc.

El creyente no dice ya, cómo voy a llegar a dar la talla, cómo voy a poder cumplir, cómo conseguiré la bendición para mi vida o cómo alcanzaré los lugares celestiales. "No dice ¿Quién subirá al cielo?" O ¿ Quién va a bajar aquí? Es decir, quién me va a socorrer o quién me va a sacar de las míseras profundidades donde me encuentro. Cómo me podré levantar de mi pésimo estado moral y espiritual.

"Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón." Él creyente declara que Dios está cerca, él tiene la palabra profética en su boca y en su corazón, esto es el mismo Cristo morando en su ser. Jesús descendió hasta lo más bajo para rescatarnos de nuestros pecados y de nuestra condición indigna, y subió hasta lo más alto para justificarnos ante Dios y darnos una nueva vida.

De modo que ésta es ahora nuestra experiencia en Cristo Jesús.

Efesios 4:7-10 RVR60 "Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo."

Cristo ha bajado y ha subido, y nos ha colmado de bendiciones y de dones, pero lo mejor de todo es que permanece con nosotros por medio de su Espíritu, Él mora en nuestros corazones, y eso es lo que lo cambia todo.

El es el más valioso don y tesoro que poseemos los creyentes, a Jesús:

2 Corintios 4:7-9 RVR60 "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;"

El poder de Dios está dentro de nosotros por medio de Cristo, Él es la fuente de todos nuestros recursos; Él es nuestra fuerza, Él es nuestra paz, Él es nuestro gozo y Él es nuestra capacidad en toda necesidad y situación. ¿Comprendemos esto? ¿lo estamos viendo y experimentando? Es así queridos hermanos, no lo pongan en duda, Cristo es nuestro todo "Cristo en vosotros es la esperanza de glória"

Colosenses 1:26-27 RVR60 "el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,"

Como creyentes si en verdad lo somos, es solo esto lo que necesitamos confesar y declarar, esto es lo que hay que predicar a los oyentes.

"Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."

Cristo es el Señor, Él ha resucitado y vive para siempre. Si creemos esto seremos salvos. ¿lo creemos de todo corazón? Entonces si lo hemos creido solo nos queda una cosa, y eso es confesarlo, proclamarlo, decirlo con nuestro labios. ¡Gloria al Señor!

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