sábado, 22 de junio de 2013

¿LOS SENTIDOS ATROFIADOS?

MAT 13:10-17 RVR60 "Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."

Jesús le estaba hablando a un público numeroso y variado. Los discípulos observando que nadie se enteraba de lo que el Maestro decía se dirigieron a Él para hacerselo saber, a ver si hubiese alguna manera de que se explicara de forma más sencilla.

El Señor les indica a sus discípulos que el problema no era su forma de explicar las cosas, vamos, que daba igual como les enseñara, porque no se iban a enterar de ninguna de las maneras en que lo hiciese. Y a continuación Jesús les explica las razones del porqué la gente no entiende su mensaje.

La primera traba es que el mensaje del reino es un misterio. La enseñanza de Jesús puede parecer sencilla y de hecho lo es, sin embargo es muy profunda. El problema estriba en que las verdades del reino de Dios aunque sencillas son de naturaleza espiritual, trata de las cosas de Dios y no se captan simplemente con la lógica de la mente.

Para entender, las personas deben tener en su interior una clave de interpretación indispensable a fin de poder conocer las cosas de Dios. Se trata de lo siguiente, y es, que tienen que querer hacer la voluntad de Dios. Esto es primordial, algo ineludible. Alguien que no tiene interés en obedecer no sabrá interpretar el mensaje de la palabra de Dios.

Los discípulos sí tenían esta disposición, por eso Jesús les dice que a ellos sí les ha sido dado saber los misterios del reino. Ellos ya estaban siguiendo de cerca al Señor, se habían arrepentido de sus pecados y estaban dispuestos a obedecerle en todo. Los misterios del reino de Dios solo se conprenden cuando penetran hasta lo más profundo del corazón y lo transforma.

Jesús no exige estudios académicos, ni el tener una mente pribilegiada y brillante para que podamos ser participes de la comprensión de sus enseñanzas, solo demanda que seamos como niños, sencillos y humildes.

S. Mateo 11:25 RVR60 "En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños."

El conocimiento de los misterios de Dios es prerrogativa suya darlo, no se adquiere por voluntad própia, ni por una decisión personal. Es otorgado exclusivamente por gracia. Dios ve el corazón, la actitud y disposición, el hambre y la sed espiritual que hay en el interior de los hombres, y comforme a su misericordia y gracia le revela sus secretos. El da de comer al hambriento espiritual y da de beber al sediento espiritual.

Ahora bien, las palabras de Jesús a sus discípulos son interesantes y un tanto inquietantes. " Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado."

Si lo pensamos, según nuestra lógica humana lo haríamos al revés de Jesús, daríamos al que no tiene, y al que tiene algo lo dejaríamos así.

Pero el Señor nos está hablando de la economía del reino de Dios, y esta no funciona precisamente de la misma manera como funcionan y se hacen las cosas en el mundo.

Algunos, como los discípulos, ya habían tenido la oportunidad de recibir algo y lo habían aprovechado. Ellos fueron llamados por Jesús, creyeron en sus palabras y comenzaron a seguirlo. Ya estaban en el camino, ahora sus vidas pertenecian al Maestro. Las vidas de estos hombres experimentaron un profundo cambio, la luz verdadera resplandeció en sus corazones desde el instante en que comenzaron a seguir al Señor.

Algo que habían recibido los discípulos del Señor y los capacitaba para recibir más era el perdón de sus pecados y una limpieza en sus vidas mediante la palabra de Jesús. Es decir, que el evangelio había producido un efecto renovador en ellos.

S.Juan 15:1-4 RVR60 "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí."

Digamos que los discípulos ya se encontraban en un nivel y estaban preparados para recibir más. Ellos ya habían sido limpiados y se hayaban injertados en la vid verdadera. Sin embargo lo poco o mucho que recibieron debía de producir fruto en ellos para conseguir o tener más de lo que pertenece al reino de Dios.

En estos versículos de San Juan se enseña que se puede estar en Jesús y no dar fruto, por lo tanto como creyentes no deberíamos ser ingenuos y dar las cosas por sentado. "Todo pampano que en mí no lleva fruto, lo quitará" ¿Cómo es esto posible? Algunos opinan que si somos quitados o echados fuera es porque nunca hemos creído o estado en Jesús. Eso es una soberana tontería pues no es lo que está diciendo este pasaje. Jesús está declarando que aquel que está en él "en mí" y "no lleva fruto, lo quitará"

Muchas cosas en la vida pueden parecer lo que no son, y en cuanto a las cosas de Dios, la fe y la experiencia cristiana no es una excepción. Sí puede haber algo de cierto en lo que parece, pero estar tan adulterado, falseado y muerto que es vano e inutil para el que lo tiene. Muchos pueden estar en Jesús, pero no avanzan en una relación más profunda y comprometida con él. Son los que dicen Señor, Señor, pero no hacen su voluntad.

En San Mateo capítulo 13 Jesús cuenta la parabola del sembrador, y entre aquellos que oyen la palabra y la reciben se encuentran los que han tenido una experiencia gozosa al recibirla pero son de poca profundidad y cuando aparece la oposición se apartan. ¿Tuvieron una experiencia real? Por supuesto que sí, pero no avanzaron nada, se quedaron en el comienzo. Otros que reciben la palabra y tienen una experiencia genuina son aquellos que después permiten que las cosas del mundo, las preocupaciones y los afanes de la vida les domine. De manera que se hacen infructuosos para el reino de Dios.

Ahora bien, en Juan 15 el Señor nos da la clave para recibir más, sin importar el punto en que nos hayemos de nuestro avance, tengamos más o tengamos menos. "Permaneced en mí, y yo en vosotros." Es muy importante que nos fijemos bien en esto que dice Jesús. Esta palabra "permaneced" del Grg. "méno" quedarse en un lugar, estado, relación o expectación dado. Morar, perseverar, quedar y vivir. Es bastante sinificativa y comprometedora la unión del creyente con Cristo, y es importante que se entienda así; de lo contrario estaremos en algo nada definido y muy superficial.

Hay una doble orientación de la posición que mantenemos en Jesús, una es nosotros permaneciendo en Él, y otra es Él morando y permaneciendo en nosotros. Una cosa es estar rodeado de aire y otra es que el aire llene mis pulmones y circule por mi sangre. Muchos que se encuentran en Jesús no están permitiendo que la vida de Jesús fluya en ellos. Aun están viviendo la vida por si mismos, haciendo su propia voluntad y no la voluntad del Señor. No será extraño que tarde o temprano terminen separados del Señor total y completamente.

A continuació podemos leer dentro del contexto de lo que Jesús habla en Juan 15 lo que implica permanecer en Él.

S.Juan 15:7, 10 RVR60 "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho....... Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor."

Para permanecer en Cristo, su palabra a de morar en nosotros, es decir, que su evangelio debe tener cabida en nuestras vidas. Pero no como algo general y vago, sino como palabra viva que nos gobierna, como verdad que nos transforma y nos libera. Y para permanecer en Jesús debemos guardar sus mandamientos desde una relación de fe y amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario