viernes, 22 de agosto de 2014

APRENDE Y REFLEXIONA

DEU 4:39-40 RVR1960
"Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre."

Tenemos acerca de Dios una gran ignorancia. Al no verle con nuestros ojos no creemos posible su existencia. Todo lo que no podemos medir, calcular o analizar en un laboratorio se escapa a nuestra comprensión. Negamos todo aquello que no entendemos ni conocemos ni percibimos con nuestros sentidos naturales.

Nos creemos solos y únicos en el universo y nos consideramos el centro de todo cuanto existe. Nuestro ego es tan grande, que antes de admitir nuestras propias limiaciones y dar crédito a Dios, preferimos creer en el azar y la casualidad.

Necesitamos que sean descorridos los visillos naturales para poder percibir y contemplar lo espiritual e invisible. Aun más nos hace falta disponer de una naturaleza superior, de unos organos apropiados y unos instrumentos y recursos adecuados para captar el ámbito de Dios y lo divino.

No se trata de adquirir conocimientos de alguna disciplina humana en cuanto a estudios cientificos o filosóficos, ni tan siquiera teológicos. Tampoco es cuestión de lanzarse a ciegas a un mundo de sensaciones extrasensoriales desconocido que nada tienen que ver con Dios.

La Biblia declara que estamos muertos en nuestros delitos y pecados, ésto quiere decir, que nos encontramos ajenos a la vida de Dios. La separación de Dios conlleva muerte espiritual, por tanto insensibilidad e inconsciencia a todo lo perteneciente al reino divino. De modo que lo que necesitamos es vida espiritual que se recibe por medio de un nuevo nacimiento o renacer en Dios.

Esto es lo primero que todo ser humano necesita aprender y saber, que deben nacer de arriba, del espíritu,  de la vida de Dios. Con la fe y el testimonio del Espíritu Santo en nuestro interior de que hemos nacido de Dios podemos entonces reflexionar y ver que el Señor reina sobre los cielos y sobre la tierra.

La meditación necesita un soporte, y disponemos de ciertos recursos, hechos, realidades y experiencias en las que podemos centrarnos para descubrir que solo hay un único Dios verdadero.

Contamos con la palabra de Dios escrita, tenemos el libro de la creación, el testimonio y la complejidad del hombre, las infinitas y cambiantes circunstancias y la posibilidad de comunicarnos con Dios mediante la oración.

Tenemos un ser y disponemos de nuestro pensamiento, de un alma y de un espíritu como instrumentos para manejar y analizar las ideas, las palabras, los conceptos y el mundo que nos rodea. Pero para percibir a Dios y conocerlo necesitamos sobre todo hacer uso del espíritu por medio de la fe.

1 Corintios 2:9-10, 14 RVR1960
"Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.  Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios......... Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente."

"Aprende pues, hoy" No hace falta esperar a otro día ni a circuntancias más favorables ni a la otra vida para aprender lo que necesitamos y podemos saber hoy.

Aprendamos que hoy es el día para la salvación.

2 Corintios 6:1-2 RVR60
"Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación."

El día de salvación es el mismo en el que invocamos a Dios. Cualquier momento es apropiado y aceptable para buscar al Señor, el nunca estará desprevenido.

La gracia de Dios está disponible y es eficaz e inmediata. No es cuestión de lo que Dios haga en el futuro, sino más bien de que nosotros recibamos ya todo cuanto ha provisto.

Justo en este momento estoy aprendiendo y reflexionando sobre lo que aprendo. Y lo que escribo es lo que resulta de mi meditación.

La mejor forma para retener lo que hemos aprendido es reflexionarlo y practicarlo.

Hay un detalle que no se nos puede escapar respecto a las cosas de Dios, y es que primero se aprende y luego se reflexiona. Primeramente captamos por revelación o percepción espiritual lo que Dios nos dice, y que de otra manera no podríamos saber, seguidamente lo pensamos y reflexionamos.

Algo que también debemos notar es que en la reflexión está involucrada no sólo la mente en el manejo de las ideas, sino el corazón, las emociones y el ser entero. El texto que encabeza este escrito indica: "reflexiona en tu corazón"

Según el pasaje que estamos considerando uno de los objetos de reflexión ha de ser Dios y su soberanía. "Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra"

El ámbito donde Dios gobierna es el cielo y la tierra. Existimos entre dos realidades, lo material y lo espiritual, entre lo visible y que podemos ver con nuestros ojos naturales y percibir con nuestros sentidos,  y lo invisible que podemos verlo y percibirlo por fe y en el espíritu.

Para percibir lo material no tenemos mayor problema a no ser que tengamos alguna dificultad física o psíquica, no obstante, para captar lo inmaterial y espiritual debemos mirar más allá realizando un acto de fe y contemplanción espiritual. También es cierto que hay algunas cosas que nos pueden obstaculizar para percibir a Dios y todo cuanto pertenece a su reino.

El pecado es la mayor de las barreras que impide que percibamos a Dios y que conozcamos sus propositos. El reino de Dios se ha acercado para manifestarse a todo el mundo, sin embargo no todos lo perciben. La razón es que para establecer contacto con el Señor es nececesario que nos arrepintamos de nuestros pecados y creamos en el evangelio.

S. Marcos 1:15 RVR1960
"El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio."

Aprender y relexionar para finalmente convencernos de la verdad o realidad de que Dios está ahí rodeandonos y ejerciendo su poder y gobierno sobre todo es un descubrimiento grandioso. Pero lo más interesante es que ésta gran verdad encierra el hecho de que la influecia del reino de Dios nos alcanza, nos afecta y nos beneficia íntima y personalmente.

Aprender y reflexionar nos conduce a ser analíticos y críticos con nuestras propias creencias y con las creecias e ideas de otros. No deberíamos limitarnos simplemente a repetir cuatro cosas que hemos leído o que nos han enseñado otros. No demos nada por sentado ni lo consideremos como verdad o mentira hasta no haberlo comprobado por nosotros mismos. No se trata de ser incredulos y cínicos, sino de comparar tomando como referencia la palabra de Dios como verdad objetiva, al Espíritu Santo, las evidencias circunstanciales e históricas, y nuestra propia experiencia subjetiva.

Para asegurarnos de que nuestro aprendizaje es verdadero y que no seremos engañados necesitamos el testimonio interior de la fe, el testimonio de la palabra del Señor, el del Espíritu Santo y el testimonio de creyentes maduros.

La segunda parte del pasaje que encabeza este escrito hace referencia a la necesidad de guardar los mandamientos y estatutos del Señor. No obstante, teniendo en cuenta que ya no estamos bajo el antiguo pacto ni bajo la ley mosaica, sino bajo el nuevo pacto y la gracia, debemos entender la demanda en la nueva situación. Es decir, que debemos interpretarlo bajo el nuevo regimen y dispensación en el que estamos en Jesucristo que es el de la gracia y la verdad.

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