sábado, 23 de agosto de 2014

EL PRECIO DE LA LIBERTAD

1 Corintios 7:23 RVR1960
"Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres."

La libertad tiene un precio y la que corresponde a cada creyente ha costado al Señor muy cara. Como hombres y mujeres hechos a semejanza de Dios y dotados por gracia del don del libre albedrío debemos guardarnos de hacernos esclavos de otros hombres. Mucho más habiendo sido ya redimidos y liberados de la esclavitud del pecado, y siendo adoptados como hijos de Dios, debemos guardarnos de servir bajo la tiranía de los deseos y caprichos de otros.

Ya perdimos una vez la libertad debido a la desobediencia de Adán y Eva, de tal manera que a causa de ello todos nacimos esclavos del pecado. Todos fuimos engendrados en casa de esclavitud.

El pecado esclaviza a todos los que desechan a Dios de sus vidas y no le honran con fe; la injusticia, la corrupción y las malas decisiones son el pan diario de los que no tienen en cuenta a Dios. Dar de lado al creador y apartarnos de su gobierno trae consigo nuestra sumisión a sus criaturas y el ansia de querer dominar sobre otros. Es la razón de tantos gobiernos, partidos políticos y religiones en el mundo, algunos quieren tener sometidos al resto, y el resto han renunciado a tomar la responsabilidad de sus propias decisiones.

La libertad tiene un precio que no todos están dispuestos a pagar, y es ser confrontados con la verdad, y con la responsabilidad de nuestras propias acciones individuales. Dios nos creó libres, tan libres que todos y cada uno de los seres humanos le dará cuenta de lo que ha hecho con ese don, tan libres que ni Él se inmiscuye en nuestras vidas si voluntariamente no le damos lugar.

Somos tan incongruentes y tan estupidos, que ponemos nuestras vidas en las manos de otros hombres para que ellos decidan por nosotros, y después culpamos a Dios porque nos han llevado por mal camino. Dios no exime a nadie de su responsabilidad de decidir junto a quien anda el camino de la vida, ni exonera a los que por comodidad siguen a otros como borregos dirigiendose a un matadero.

Estimado amigo y hermano, nadie en esta vida lo va a tener en más alta estima ni lo va a considerar de más valor que su creador, somos para Dios su mayor tesoro. El gran amor que Dios nos tiene quedó demostrado en que entregó a su amado Hijo Jesús por todos nosotros.

Adorar a Dios y servirlo no es sinónimo de esclavitud, sino que nos reporta libertad, amor y justicia. Reconocer a Dios como creador, dueño y soberano de todas las cosas y como Señor de nuestras vidas amplia nuestros horizontes más allá de lo finito. La libertad que Cristo nos da nos permite participar y disfrutar del vasto universo creado por Dios visible e invisible.

Quién diga que rendir obediencia al Señor es privarnos de libertad, no sabe de lo que habla.

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