lunes, 14 de enero de 2013

SERÁ LLAMADO CONSEJERO


En el libro de Isaías capitulo nueve y versículo seis encontramos este titulo dado a Jesús; el mismo representa una cualidad o característica del ministerio del Señor para con los hombres. Esta identidad de consejero tiene mucho que ver con el carácter sacerdotal y mediador, profético y redentor de Cristo.
Jesús es también nuestro abogado para con el Padre, nuestro defensor contra el acusador, nuestro libertador y nuestro guía e iluminador, en definitiva es nuestro salvador por excelencia.
En el evangelio de Lucas 4:18,19 el Señor nos dice con que propósito el ha sido enviado y como el Espíritu lo ungió para cumplir expresamente con esta función de traer consuelo, sanidad, liberación y guiá a los hombres. Es importante comprender el propósito de la unción espiritual, pues el Espíritu Santo es llamado en las escrituras El Consolador, y en sus funciones está la de guiarnos a toda la verdad y restaurarnos íntegramente.
Veamos algunos pasajes de las escrituras que nos aclaran ciertos aspectos y principios que debemos considerar para desarrollar este ministerio dado también a la iglesia. Tengamos siempre presente que el consejero por excelencia es el Espíritu del Señor, es por su sabiduría y por su conocimiento que somos aconsejados.
“¿Quién enseño al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?” (Isaías 40:13)
A la luz de este pasaje estaríamos en lo correcto si decimos que nadie debe esforzarse en tratar de enmendar ni corregir en nada la obra del Espíritu. Es decir que ningún sabio de este mundo, ni nadie con títulos, ni conocimiento propiamente humanos puede mejorar o añadir valor a los métodos del Espíritu Santo. Dios es nuestro sabio consejero, nosotros los aconsejados, y puedo decir con autoridad espiritual que todo hombre o mujer que pretenda aconsejar debe aceptar esta premisa de lo contrario irá por otros derroteros y empleará métodos y sabiduría que no provienen de Dios sino del mundo y de espíritus malignos.

“Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.” (1ª Corintios 3:18-20) Leer también (1ª Corintios 1:18-25)
Los creyentes no deberíamos echar mano, ni tener en consideración aquello que Dios a desechado y tiene como vano e inservible. Hemos visto por la palabra de Dios que la sabiduría del mundo es insensatez para con Dios, es decir que no ayuda en nada en cuanto a la obra de Dios, ni aporta nada positivo para la salvación y liberación espiritual de los hombres, se queda muy corta. Es una perdida de tiempo ocuparnos en aconsejar a los cristianos partiendo de una filosofía humanista por muy razonable y atractiva que parezca a nuestro entendimiento.
La sabiduría del mundo está basada en la lógica de los hombres, en sus descubrimientos y parecer natural, en su pobre conocimiento y discernimiento del bien y el mal, siempre influenciado por su egoísmo e intereses propios y la consecución de su propio placer personal. El consejo que sale de la profundidad del corazón de los hombres, de su análisis y consideraciones son engañosos, pues no tienen en cuenta la perspectiva divina, las verdades absolutas, los dictámenes de Dios expresados en su palabra. La palabra de Dios dice:
“¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mi, para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!” (Isaías 30:1)
La perspectiva del consejo según la sabiduría del mundo, es decir según el conocimiento natural y humano, parte de la premisa de que el hombre es bueno y está en su derecho de ser feliz considerándose así mismos el centro de la creación. Las suposiciones en que también se basan es que los hombres y mujeres son victima de sus circunstancias, de la sociedad en que viven, de sus progenitores y de sus coiguales, y por lo tanto no son responsable de sus actitudes y comportamientos. Leamos en el libro de Isaías capitulo 47 versículos 10 al 13.
“Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: “Nadie me ve”. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: “Yo, y nadie más”. Vendrá, pues, sobre ti un mal cuyo origen no conocerás; caerá sobre ti un quebrantamiento que no podrás evitar. Una destrucción que no podías suponer vendrá de repente sobre ti. Persiste ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud. ¡Quizá podrás mejorarte! ¡Quizá te fortalecerás! Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti.” (Isaías 47:10-13)
No es nuevo que el pueblo de Dios se desvíe de la verdad y se apoye en los consejeros del mundo creyendo o esperando encontrar en ellos solución para algunos de sus males. Observamos en este pasaje la raíz del verdadero problema del cual los sabios de este mundo no entienden ni saben absolutamente nada porque jamás lo van a reconocer.
La maldad, el orgullo y la autosuficiencia de los hombres es la raíz y origen de su condición miserable. Dios castiga estos pecados, el resiste tales cosas y declara culpable a todos los que persisten en esa actitud. A consecuencia de estos pecados, todas las personas, creyentes o incrédulos, experimentan cosas que no entienden tanto en sus cuerpos, como en sus mentes y emociones. “Vendrá, pues, sobre ti un mal cuyo origen no conocerás; caerá sobre ti un quebrantamiento que no podrás evitar. Una destrucción que no podías suponer vendrá de repente sobre ti.” Son juicios de Dios y disciplina que él aplica a sus hijos para que se arrepientan y cambien y no persistan en su rebeldía y dureza de corazón. Dios se retira cuando hay pecado en los creyentes y entonces se sienten realmente mal porque saben que son culpables por cuanto han ofendido a Dios. Muchos se deprimen y se hunden en una actitud de conmiseración y lastima propia, pero eso no los ayuda en nada sino en apartarse mucho más de Dios. El Señor simplemente aguarda un arrepentimiento y que nuevamente nos volvamos a él para recibir su misericordia y su gracia que será lo único que nos restaure. “El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia.” (Proverbios 28:13) “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” (2ª Corintios 7:10) Sin embargo lo que hacen muchos cristianos que no quieren recibir la solución de Dios es que se vuelven al mundo para buscar los remedios que este ofrece. Y aun son alentados por sus lideres espirituales para que encuentren respuesta y ayuda por otros caminos. Pero no hace falta ir tan lejos porque dentro del mismo pueblo de Dios ya existen muchos lideres y consejeros que pretenden como dice la escritura, sanar con liviandad las heridas del pueblo de Dios, usando para ello la misma sabiduría del mundo la cual Dios ha desechado. Ofrecen falsa consolación, pócimas que han sido cocidas en el corazón engañoso de los hombres, y anestesian a los creyentes produciendoles un coma espiritual y una conciencia insensible a sus pecados. Quitan toda responsabilidad de la conducta individual de cada cual haciendo que busquen otros culpables en su pasado y/o relaciones presentes. “Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: “Paz, paz”, ¡pero no hay paz! ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová.” (Jeremías 6:14,15) El problema con las terapias de ayuda, sanidad interior o la llamada sanidad emocional está en que desvinculan los síntomas que tienen los pacientes de la verdadera causa, origen y naturaleza de sus conflictos. Según la palabra de Dios el cien por cien de los males del hombre es de naturaleza espiritual esto por supuesto sin dejar de reconocer que las repercusiones físicas, psíquicas, emocionales y relacionales son evidentes. Prácticamente todas las vivencias o experiencias que tienen los seres humanos están reflejadas en la palabra de Dios, y según está escrito todo lo negativo tiene su origen en el pecado. El hombre está muerto espiritualmente y tiene sobre si mismo la sentencia de muerte en todo el sentido de la palabra y sobre todo su ser. De manera que según la biblia no sería correcto hacer separación entre lo espiritual y las demás partes integrantes del hombre, lo emocional, mental y físico. Sobre todo y especialmente cuando vamos a aconsejar a alguien y si es que queremos ayudar en verdad a las personas. Por supuesto que la biblia explica con máximo detalle sobre cada una de estas partes que integran al ser humano que son espíritu, alma y cuerpo, y sería conveniente que los consejeros supieran diferenciar bien cada una de ellas según los términos bíblicos. La psicología moderna nos da una perspectiva dual del ser y no tripartita según las escrituras, pretende ayudar desde los niveles mas exteriores confundiendo los síntomas emocionales o sentimientos con la verdadera raíz del problema que es espiritual. Oigo decir a algunos lideres que Dios ha dado soluciones solo para el problema espiritual, pero no para los síntomas que se manifiestan a niveles psíquicos y emocional; la verdad es que no se si leen la misma biblia que yo, lo cierto es que la palabra de Dios es muy clara en cuanto a la obra de Jesucristo y las soluciones que ofrece al ser integro del hombre. La biblia no solo nos habla del cielo, sino de todo lo provisto por Dios para la restauración total y en todo nivel de los seres humanos. Leer (Isaías 53) y (Lucas 4:19) La cuestión es que la iglesia está bebiendo de la fuente de sabiduría que procede del mundo, y ciertas teorías se han introducido en el pueblo de Dios por medio de creyentes inmaduros espiritualmente o al menos algo confundidos. Esto es verdaderamente grave porque aparta a los cristianos del verdadero consejo de Dios y los priva de encontrar una solución real a sus problemas y conflictos. ¿Estoy en contra de la consejería? Digo no rotundamente. Creo que el pueblo de Dios necesita de consejeros espirituales y que no tendrían que ser única y exclusivamente los pastores o lideres, sino también creyentes llenos del Espíritu Santo, de fe y con sabiduría de Dios. Pero abogo por una consejería bíblica cien por cien, fundada en la obra consumada de Jesucristo y dirigida por el Espíritu Santo. Abogo por el método expresado en la palabra de Dios y por los remedios que aquel que nos conoce mejor que nadie ha establecido. Y abogo por el uso de una terminología bíblica, acertada y rica que es la que Dios nos ha transmitido por inspiración del Espíritu Santo haciendo muy claros cualquier diagnostico en cuanto a problemas y necesidades humanos. Creo necesario como bien la palabra de Dios nos indica, el uso de la oración, la imposición de manos, la exhortación, la amonestación, la reprensión, la disciplina, la consolación, la orientación y dirección a la hora de aconsejar. El escuchar atentamente a las personas que necesitan ayuda y prestar atención a todos los hechos en su vida con la intención de tener conocimiento de causas y poder dar soluciones sabias. Estoy plenamente convencido que haciendo buen uso de los medios que Dios ha provisto para alcanzar su gracia como son la fe en su palabra y la obra consumada de Cristo, el arrepentimiento para con Dios y el perdón reciproco entre los hombres se puede alcanzar una salud integral. No creo que la psicología moderna haya aportado nada nuevo, y mucho menos que sea mejor y más efectiva que el consejo de Dios. Pienso que se ha sembrado una gran confusión permitiendo su introducción en la iglesia de Cristo con sus teorías indemostrables y sus conceptos extraños a la palabra de Dios. Considero conveniente que los creyentes analicen muy minuciosamente las terapias y métodos de consejería que van a emplear o que ya están haciendo uso de ellas a la luz de la palabra y verdad de Dios. Bajo ningún concepto se debe contradecir, banalizar, disminuir, restar valor o eficacia a la obra de Jesucristo y las condiciones estipuladas por Dios en su santa palabra. Pedro Jurado

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