martes, 29 de enero de 2013

¿ROCA FUNDAMENTAL O PIEDRA FILOSOFAL?

Sin el animo de juzgar, ni con la mas mínima intención de querer ofender a nadie que pueda ser susceptible a estas reflexiones, sin embargo, sí con la convicción de que considero necesario que los creyentes analicen bien lo que hacen, como lo hacen, para quien lo hacen y cuales son los contenidos, finalidad e intenciones de lo que hacen, muy especialmente en lo que se pretende sea la obra de Dios. Muchos creen que la fe cristiana funciona como una especie de alquimia mágica. Piensan ingenuamente que cualquier cosa que sea tocada o influenciada desde la perspectiva cristiana o manejada por creyentes esto las santifica y las hace aceptables y más agradables a Dios. De ahí que para que sea evidente y que todo el mundo sepa la diferencia, se etiquetan los eventos, las asociaciones, los programas, las “ciencias”, las terapias de “ayuda”, los negocios, la política, el deporte, las artes y todo lo habido y por haber que está debajo del sol. Es como la denominación de origen con la que se etiquetan algunos productos nacionales y de ciertas regiones. Solamente que en la mayoría de estos asuntos de los que voy a hablar el origen es incierto y las motivaciones son dudosas. Aun así, pensamos que todo es bautizable y susceptible al cambio o transformación si le ponemos el nombre apropiado, la coletilla mágica de “cristiano-na”. Espero poder explicarme de forma que nadie me entienda mal, y para eso pondré algunos ejemplos que están a la orden del día dentro del pueblo evangélico. Comencemos por ejemplo con la primera fusión: “Música cristiana”, con esto supongo que queremos referirnos a todo lo que se oye en las “reuniones cristianas” y es elaborada por “músicos cristianos”. Se pueden cantar y decir las herejías mas desastrosas, hacer sonar música como cualquiera de las melodías más sensuales, cañeras y estridentes del mundo, pero mientras contengan por algún lado la palabra Dios o el nombre Jesús ya están justificadas. Es admisible que los “músicos cristianos” anhelen estar inspirados por Dios, que en todo su esfuerzo y trabajo musical deseen elevar a la gente hasta alturas inalcanzadas o las experiencias mas electrizantes. Pero yo me pregunto ¿es eso la finalidad de la música cristiana? No me refiero a la necesidad de ser inspirado o dirigido por el Espíritu, sino al propósito, a lo que pretendemos, porque lo que se hace en la práctica no es ni mas ni menos que calentar las emociones y encender las pasiones sensoriales. Se busca y consigue lo que con cualquier concierto secular se puede lograr, hacer que la gente se ponga eufórica, se divierta, y se intoxique con una especie de mantra musical. ¿No sería distinto si el señorío de Cristo fuese una realidad en los que adoran y la palabra de Dios tomara el primer lugar, y si el Espíritu Santo fuese guía sobre los pensamientos, emociones y la manera en la que expresan su arte los músicos?. También sería distinto si las vidas de aquellos que se consideran “ministros de alabanza” o músicos de Dios, fueran comprometidas y expresasen una genuina adoración en su entrega y obediencia a Dios y en todo su andar cotidiano. Sin embargo la inmadurez espiritual y en el carácter se evidencia por sus formas mundanas y los contenidos en temas musicales. Lo mismo se podría decir de otras artes escénicas o plásticas, la coletilla de “cristiano-na” no las hace más agradables a Dios, ni las convierte en espirituales, ni es suficiente para que se acepten como validas y como algo que será de edificación para el pueblo de Dios o que sean métodos y herramientas efectivas para la evangelización. ¡Que ingenuo somos! Especialmente los creyentes evangélicos. ¡Como hemos caído en la trampa! El mensaje expresado en las palabras del apóstol Pablo debería impregnar todo lo que hacemos: “Porque de él,(origen,causa) y por él,(señorío, control, dirección) y para él, (motivo, propósito, fin) son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amen” (Romanos 11:36) Pero sigamos con algún que otro ejemplo. “Negocio cristiano” o “empresa cristiana”, el principio de la alquimia es el mismo, funciona igual que en el caso anterior. Le ponemos el apellido que apela a Cristo y se convierte en algo sagrado y super-espiritual, en asunto de Dios. Con que ligereza y con cuanta banalidad usamos el Nombre que es sobre todo nombre. Si las cosas no salen bien, porque no se hacen como Dios manda, la deshonra es para Dios, y los hombres se escapan de rositas. Si somos deshonestos en nuestros tratos comerciales, usureros, avariciosos e injustos, si explotamos a la gente eso no tiene demasiada importancia, porque supuestamente lo estamos haciendo todo para Dios, nuestra empresa es “cristiana”. ¡Cuanto daño y cuantos abusos ha recibido el pueblo de Dios con las empresas llamadas “cristianas”! ¡ Y que mal testimonio se ha dado ante el mundo! ¿Que tendrá Dios que ver con el ansia que tienen muchos creyentes de prosperar y enriquecerse a costa de lo que sea y de los demás? Que yo sepa, por otro lado, Dios no ha quebrado aún en sus empresas o negocios, ni está en crisis, pero las “empresas cristianas” se hunden todos los días y fracasan estrepitosamente porque no tienen nada que ver con los intereses y propósitos de Dios y porque las cosas no se hacen como Dios ordena. Por otro lado, también hay maneras y maneras en la que podemos ganarnos el pan nuestro de cada día, ni que decir que tenemos que currárnoslo con el sudor de nuestra frente y no con el de la frente de nuestro prójimo. Sea como sea, y hagamos lo que hagamos, como bien dice el apóstol, hacedlo todo para la gloria de Dios, y bajo la autoridad de Cristo. Todo lo honroso, todo lo honesto, todo lo puro, todo lo amable, todo lo verdadero, todo lo justo, todo lo de buen nombre, en esto pensad....y eso haced y el Dios de paz estará con vosotros. Seamos realistas y reconozcamos que la etiqueta no añade calidad alguna al producto, ni cambia la naturaleza intrínseca de nada, ni su procedencia y denominación de origen, no hagamos publicidad engañosa. El nombre puede tener un cierto atractivo, y el envoltorio puede atraer a los consumidores con sus colores, pero al final será el contenido lo que determine la calidad, la eficacia o funcionalidad del producto. Es vitalmente necesario analizar el origen, intencionalidad y propósito de nuestras obras y acciones. Muchos conocen ese chiste del misionero que se adentró solo en la selva dando un paseo mientras meditaba, cuando de pronto se topó con un león; la bestia comenzó a aproximarsele y el misionero se puso a orar a Dios intensamente, diciendo: “Señor te suplico que me libres de este león haciendo que se convierta”. Al instante, el animal que se encontraba a una distancia de unos tres metros se paró, inclinó su melenuda cabeza y sus patas delanteras y profirió en una exclamación “Señor te doy las gracias por este alimento que has puesto delante de mi, amen” La moraleja del chiste es muy apropiada para lo que venimos diciendo, por mucho que oremos pidiéndole a Dios que actúe o bendiga lo que hacemos, esto no cambia la naturaleza del mal, ni su destructiva influencia, ni su origen, o si lo que hacemos no está conforme a la voluntad de Dios. Ni aunque el misionero cambiase el nombre del león por Bambi o lo llamase cordero cambiaría en nada el instinto y naturaleza intrínseca de la fiera. Lo que está mal no varía porque lo llamemos con un nombre bonito y más atractivo. El pecado no pierde su carácter destructivo y las consecuencias que acarrea en el ser humano, ni según la biblia hace al hombre menos culpable y responsable porque lo llamemos enfermedad o de cualquier otra forma. En nuestra actualidad existe la tendencia a relativizar la verdad, y a difuminar y a adornar con terminologías técnicas las sencillas verdades que están expresadas claramente en la palabra de Dios. La terminología bíblica es única, es inspirada por Dios, porque así hablaron y escribieron los hombres de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo. Las verdades de Dios son absolutas y son completas dentro del conjunto de todo el contexto bíblico, y la sabiduría que es de Dios tiene su propia expresión marcada y enfatizada por el Espíritu Santo. “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.” (1ªCorintios 2:12,13) Quiero tocar ahora otro aspecto muy en boga en el mundo y que ha tomado una gran relevancia dentro de la cultura, enseñanzas y prácticas evangélicas, y que como se ha hecho con los asuntos que he mencionado antes, igualmente ha sucedido con este, lo hemos reconvertido. Se trata de una falsamente llamada ciencia a la que la hemos bautizado con el nombre de “Psicología cristiana”. De modo que este titulo compuesto no es nada mas que otro intento por armonizar lo inarmonizable, es decir, la sabiduría del mundo, la filosofía del hombre, los análisis humanos, con las verdades de Dios. Todo esto para formar un híbrido de dos cabezas, un monstruo que jamás tenía que haber nacido. Porque esta bestia está engullendo al pueblo de Dios. Este animal concebido en el corazón de hombres ateos, producto de la mente natural, es totalmente opuesto a la verdad de Dios y la obra del Espíritu Santo. Los hombres quieren el sello de aprobación de Dios en todo lo que hacen, sienten, piensan o inventan. Muchos están continuamente esforzándose por armonizar e integrar todas sus ocurrencias, sueños, fantasías y pensamientos con la voluntad de Dios y con sus verdades absolutas expresadas y reveladas en las escrituras. La cuestión ya no es solamente si lo que pretendemos que Dios acepte es bueno o malo, sino de dónde procede, y dónde se ha originado, ¿en Dios o en el hombre, pertenece al viejo hombre Adán o al nuevo hombre Cristo, es del Espíritu o de la carne? En el evangelio de San Juan capitulo 3 Jesús declaró un principio o ley establecidos que no es posible que sean cambiados, ni son susceptibles a reformas y mejoras. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Juan 3:6) Dios está mucho más allá de nuestras buenas y humanas intenciones por muy acertadas, lógicas y correctas que parezcan. La biblia expresa claramente que él ha desechado la sabiduría de los hombres. Dios ha sentenciado todo entendimiento humano como inútil e inservible para el logro de sus propósitos de salvación, para que estos no sean de ayuda a los hombres en su mejora y condición espiritual y moral, así como para que por medio de su propio entendimiento, conocimientos e inteligencia natural no puedan cumplir por si mismos las exigencias y designios de Dios. “¿Quien enseño al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” (Isaías 40.14) Muchos creyentes cierran sus ojos para no ver, incluso niegan al león que está detrás del disfraz de cordero, se autoconvencen de que el animal no es tan peligroso y albergan la ilusión y esperanza de que se reforme y se convierta, que digo pretendemos haberlo convertido ya, y lo justificamos diciendo que, cómo tanto derroche de inteligencia y sabiduría humana no iba a ser aprovechada por Dios y reconocida como valida, sino contradicha, e incluso la alzamos a categoría de “revelación de Dios”. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu en las cosas del Espíritu..... Por cuanto los designios(pensamientos e intenciones) de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;” (Romanos 8.5,6) “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª Corintios 2:14) Si somos cristianos, es decir, verdaderos creyentes nacidos de nuevo, dirigidos por el Espíritu Santo y comprometidos con la palabra de Dios, pensemos a la luz y revelación de las verdades de Dios y la obra de Cristo. Vengamos a Dios como ignorantes, con humildad, reconociendo que no sabemos nada como deberíamos saberlo si él por su Espíritu no nos enseña. La psicología no es más que otro intento de los hombres para salvarse a si mismos sin necesidad de recurrir a Dios, es adorada porque el hombre es su propio centro, tiene sus sacerdotes, gurús y adeptos seguidores. No es más que una ramificación de una de las religiones más antiguas del mundo – el humanismo. Muchos conceptos, métodos y terapias introducidos considerados como de ayuda en la “psicología cristiana” son contrarios a la palabra de Dios, dan a las escrituras y a la obra de Cristo una importancia secundaria e incluso las considera insuficiente para solucionar los problemas humanos. En algunos sectores evangélicos se considera más relevante y de mayor autoridad y digna de confianza las teorías en psicología que las verdades reveladas de Dios. Muchos creyentes sinceros se han desviado de la verdad y aun están descarrilando a otros con sus mejores intenciones pero erradamente, son ciegos que pretenden guiar a otros ciegos. Examinemos nuestras creencias a la luz de las verdades absolutas de Dios, no sea que lo que pensamos que es luz y revelación sean tinieblas. “Cuidado, pues, no sea que la luz que en ti hay no sea luz, sino tinieblas.” (Lucas 11:35) Una salvación completa. El termino salvación del que se nos habla en la biblia implica mucho más que el hecho de ir al cielo; en su significado teológico abarca conceptos como liberación, sanidad, santificación, seguridad y perfección. La salvación que Dios nos brinda es integral, es decir que afecta o repercute en todo el ser del hombre, cuerpo, alma y espíritu. El apóstol San Pablo reconociendo el valor y el poder del evangelio para esta salvación declara: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree” (Romanos 1:16) El evangelio de Jesucristo es poderoso, es suficiente, es eficaz y efectivo para salvar a los hombres y mujeres de sus pecados y de los estragos causados por los mismos. Podría escribirlo en mayúsculas, ponerlo en negrita o subrayarlo, pero no sabría expresarlo de forma más concisa. ¿Nos sentimos avergonzados de las verdades claras y sencillas del evangelio? ¿Pensamos que acaso podemos mejorar la palabra de Dios y la terminología bíblica, o tal vez añadir algo a la obra de Jesucristo porque consideramos que sea insuficiente? El evangelio de Jesucristo son buenas noticias que ofrecen esperanza para todas las circunstancias o situaciones en que pudiera encontrarse el ser humano, el creer su mensaje nos proporciona paz, gozo, perdón, salud y salvación en su más pleno significado. “Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13) Las escrituras señalan las principales causas de los males que aquejan y sufren los seres humanos. La cuestión es si estamos de acuerdo con el veredicto y sentencia que nos ha dado Dios por medio de ellas y si aceptamos las condiciones que él ha establecido para nuestra restauración. A ingente numero de creyentes les sucede lo que a muchos de los religiosos contemporáneos de Jesús, a los que el Maestro les dijo: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios,” (Mateo 22:29) Ignoramos ciertas verdades bíblicas en el sentido de que no las hemos apropiado en la práctica, no las hemos sabido asimilar por medio de la experiencia propia, y por tanto no las sabemos enseñar a otros apropiadamente para que las apliquen en sus vidas. No se trata de falta de información en la cultura cristiana y bíblica o de un desconocimiento doctrinal, sino de saber aplicar ese conocimiento en la vida cotidiana. Como consecuencia de no vivir la verdad que profesamos creer, no experimentamos el poder de Dios, por lo que el mensaje que a su vez intentamos transmitir carece de autoridad y de ese poder espiritual capaz de transformar vidas y cambiarlas. Hay quienes dudan de la infabilidad, certeza y poder del mensaje evangélico porque no les parece lógico o razonable a su entender. “La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios, pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios y frustraré la inteligencia de los inteligentes». ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que discute asuntos de este mundo? ¿Acaso no ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Puesto que el mundo, mediante su sabiduría, no reconoció a Dios a través de las obras que manifiestan su sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” (1ª Corintios1:18-21) El evangelio de Jesucristo es locura a los incrédulos; las soluciones propuestas por Dios en su palabra son un atropello para la inteligencia natural de los hombres. Porque en su fuero interno, en su corazón todos están enemistados con Dios y no desean obedecerlo ni someterse a Él. Sin embargo los que creen y aceptan sus condiciones experimentan la salvación integral, son ayudados y restaurados en sus vidas. Pedro Jurado

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