martes, 29 de enero de 2013

¿ROCA FUNDAMENTAL O PIEDRA FILOSOFAL?

Sin el animo de juzgar, ni con la mas mínima intención de querer ofender a nadie que pueda ser susceptible a estas reflexiones, sin embargo, sí con la convicción de que considero necesario que los creyentes analicen bien lo que hacen, como lo hacen, para quien lo hacen y cuales son los contenidos, finalidad e intenciones de lo que hacen, muy especialmente en lo que se pretende sea la obra de Dios. Muchos creen que la fe cristiana funciona como una especie de alquimia mágica. Piensan ingenuamente que cualquier cosa que sea tocada o influenciada desde la perspectiva cristiana o manejada por creyentes esto las santifica y las hace aceptables y más agradables a Dios. De ahí que para que sea evidente y que todo el mundo sepa la diferencia, se etiquetan los eventos, las asociaciones, los programas, las “ciencias”, las terapias de “ayuda”, los negocios, la política, el deporte, las artes y todo lo habido y por haber que está debajo del sol. Es como la denominación de origen con la que se etiquetan algunos productos nacionales y de ciertas regiones. Solamente que en la mayoría de estos asuntos de los que voy a hablar el origen es incierto y las motivaciones son dudosas. Aun así, pensamos que todo es bautizable y susceptible al cambio o transformación si le ponemos el nombre apropiado, la coletilla mágica de “cristiano-na”. Espero poder explicarme de forma que nadie me entienda mal, y para eso pondré algunos ejemplos que están a la orden del día dentro del pueblo evangélico. Comencemos por ejemplo con la primera fusión: “Música cristiana”, con esto supongo que queremos referirnos a todo lo que se oye en las “reuniones cristianas” y es elaborada por “músicos cristianos”. Se pueden cantar y decir las herejías mas desastrosas, hacer sonar música como cualquiera de las melodías más sensuales, cañeras y estridentes del mundo, pero mientras contengan por algún lado la palabra Dios o el nombre Jesús ya están justificadas. Es admisible que los “músicos cristianos” anhelen estar inspirados por Dios, que en todo su esfuerzo y trabajo musical deseen elevar a la gente hasta alturas inalcanzadas o las experiencias mas electrizantes. Pero yo me pregunto ¿es eso la finalidad de la música cristiana? No me refiero a la necesidad de ser inspirado o dirigido por el Espíritu, sino al propósito, a lo que pretendemos, porque lo que se hace en la práctica no es ni mas ni menos que calentar las emociones y encender las pasiones sensoriales. Se busca y consigue lo que con cualquier concierto secular se puede lograr, hacer que la gente se ponga eufórica, se divierta, y se intoxique con una especie de mantra musical. ¿No sería distinto si el señorío de Cristo fuese una realidad en los que adoran y la palabra de Dios tomara el primer lugar, y si el Espíritu Santo fuese guía sobre los pensamientos, emociones y la manera en la que expresan su arte los músicos?. También sería distinto si las vidas de aquellos que se consideran “ministros de alabanza” o músicos de Dios, fueran comprometidas y expresasen una genuina adoración en su entrega y obediencia a Dios y en todo su andar cotidiano. Sin embargo la inmadurez espiritual y en el carácter se evidencia por sus formas mundanas y los contenidos en temas musicales. Lo mismo se podría decir de otras artes escénicas o plásticas, la coletilla de “cristiano-na” no las hace más agradables a Dios, ni las convierte en espirituales, ni es suficiente para que se acepten como validas y como algo que será de edificación para el pueblo de Dios o que sean métodos y herramientas efectivas para la evangelización. ¡Que ingenuo somos! Especialmente los creyentes evangélicos. ¡Como hemos caído en la trampa! El mensaje expresado en las palabras del apóstol Pablo debería impregnar todo lo que hacemos: “Porque de él,(origen,causa) y por él,(señorío, control, dirección) y para él, (motivo, propósito, fin) son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amen” (Romanos 11:36) Pero sigamos con algún que otro ejemplo. “Negocio cristiano” o “empresa cristiana”, el principio de la alquimia es el mismo, funciona igual que en el caso anterior. Le ponemos el apellido que apela a Cristo y se convierte en algo sagrado y super-espiritual, en asunto de Dios. Con que ligereza y con cuanta banalidad usamos el Nombre que es sobre todo nombre. Si las cosas no salen bien, porque no se hacen como Dios manda, la deshonra es para Dios, y los hombres se escapan de rositas. Si somos deshonestos en nuestros tratos comerciales, usureros, avariciosos e injustos, si explotamos a la gente eso no tiene demasiada importancia, porque supuestamente lo estamos haciendo todo para Dios, nuestra empresa es “cristiana”. ¡Cuanto daño y cuantos abusos ha recibido el pueblo de Dios con las empresas llamadas “cristianas”! ¡ Y que mal testimonio se ha dado ante el mundo! ¿Que tendrá Dios que ver con el ansia que tienen muchos creyentes de prosperar y enriquecerse a costa de lo que sea y de los demás? Que yo sepa, por otro lado, Dios no ha quebrado aún en sus empresas o negocios, ni está en crisis, pero las “empresas cristianas” se hunden todos los días y fracasan estrepitosamente porque no tienen nada que ver con los intereses y propósitos de Dios y porque las cosas no se hacen como Dios ordena. Por otro lado, también hay maneras y maneras en la que podemos ganarnos el pan nuestro de cada día, ni que decir que tenemos que currárnoslo con el sudor de nuestra frente y no con el de la frente de nuestro prójimo. Sea como sea, y hagamos lo que hagamos, como bien dice el apóstol, hacedlo todo para la gloria de Dios, y bajo la autoridad de Cristo. Todo lo honroso, todo lo honesto, todo lo puro, todo lo amable, todo lo verdadero, todo lo justo, todo lo de buen nombre, en esto pensad....y eso haced y el Dios de paz estará con vosotros. Seamos realistas y reconozcamos que la etiqueta no añade calidad alguna al producto, ni cambia la naturaleza intrínseca de nada, ni su procedencia y denominación de origen, no hagamos publicidad engañosa. El nombre puede tener un cierto atractivo, y el envoltorio puede atraer a los consumidores con sus colores, pero al final será el contenido lo que determine la calidad, la eficacia o funcionalidad del producto. Es vitalmente necesario analizar el origen, intencionalidad y propósito de nuestras obras y acciones. Muchos conocen ese chiste del misionero que se adentró solo en la selva dando un paseo mientras meditaba, cuando de pronto se topó con un león; la bestia comenzó a aproximarsele y el misionero se puso a orar a Dios intensamente, diciendo: “Señor te suplico que me libres de este león haciendo que se convierta”. Al instante, el animal que se encontraba a una distancia de unos tres metros se paró, inclinó su melenuda cabeza y sus patas delanteras y profirió en una exclamación “Señor te doy las gracias por este alimento que has puesto delante de mi, amen” La moraleja del chiste es muy apropiada para lo que venimos diciendo, por mucho que oremos pidiéndole a Dios que actúe o bendiga lo que hacemos, esto no cambia la naturaleza del mal, ni su destructiva influencia, ni su origen, o si lo que hacemos no está conforme a la voluntad de Dios. Ni aunque el misionero cambiase el nombre del león por Bambi o lo llamase cordero cambiaría en nada el instinto y naturaleza intrínseca de la fiera. Lo que está mal no varía porque lo llamemos con un nombre bonito y más atractivo. El pecado no pierde su carácter destructivo y las consecuencias que acarrea en el ser humano, ni según la biblia hace al hombre menos culpable y responsable porque lo llamemos enfermedad o de cualquier otra forma. En nuestra actualidad existe la tendencia a relativizar la verdad, y a difuminar y a adornar con terminologías técnicas las sencillas verdades que están expresadas claramente en la palabra de Dios. La terminología bíblica es única, es inspirada por Dios, porque así hablaron y escribieron los hombres de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo. Las verdades de Dios son absolutas y son completas dentro del conjunto de todo el contexto bíblico, y la sabiduría que es de Dios tiene su propia expresión marcada y enfatizada por el Espíritu Santo. “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.” (1ªCorintios 2:12,13) Quiero tocar ahora otro aspecto muy en boga en el mundo y que ha tomado una gran relevancia dentro de la cultura, enseñanzas y prácticas evangélicas, y que como se ha hecho con los asuntos que he mencionado antes, igualmente ha sucedido con este, lo hemos reconvertido. Se trata de una falsamente llamada ciencia a la que la hemos bautizado con el nombre de “Psicología cristiana”. De modo que este titulo compuesto no es nada mas que otro intento por armonizar lo inarmonizable, es decir, la sabiduría del mundo, la filosofía del hombre, los análisis humanos, con las verdades de Dios. Todo esto para formar un híbrido de dos cabezas, un monstruo que jamás tenía que haber nacido. Porque esta bestia está engullendo al pueblo de Dios. Este animal concebido en el corazón de hombres ateos, producto de la mente natural, es totalmente opuesto a la verdad de Dios y la obra del Espíritu Santo. Los hombres quieren el sello de aprobación de Dios en todo lo que hacen, sienten, piensan o inventan. Muchos están continuamente esforzándose por armonizar e integrar todas sus ocurrencias, sueños, fantasías y pensamientos con la voluntad de Dios y con sus verdades absolutas expresadas y reveladas en las escrituras. La cuestión ya no es solamente si lo que pretendemos que Dios acepte es bueno o malo, sino de dónde procede, y dónde se ha originado, ¿en Dios o en el hombre, pertenece al viejo hombre Adán o al nuevo hombre Cristo, es del Espíritu o de la carne? En el evangelio de San Juan capitulo 3 Jesús declaró un principio o ley establecidos que no es posible que sean cambiados, ni son susceptibles a reformas y mejoras. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Juan 3:6) Dios está mucho más allá de nuestras buenas y humanas intenciones por muy acertadas, lógicas y correctas que parezcan. La biblia expresa claramente que él ha desechado la sabiduría de los hombres. Dios ha sentenciado todo entendimiento humano como inútil e inservible para el logro de sus propósitos de salvación, para que estos no sean de ayuda a los hombres en su mejora y condición espiritual y moral, así como para que por medio de su propio entendimiento, conocimientos e inteligencia natural no puedan cumplir por si mismos las exigencias y designios de Dios. “¿Quien enseño al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” (Isaías 40.14) Muchos creyentes cierran sus ojos para no ver, incluso niegan al león que está detrás del disfraz de cordero, se autoconvencen de que el animal no es tan peligroso y albergan la ilusión y esperanza de que se reforme y se convierta, que digo pretendemos haberlo convertido ya, y lo justificamos diciendo que, cómo tanto derroche de inteligencia y sabiduría humana no iba a ser aprovechada por Dios y reconocida como valida, sino contradicha, e incluso la alzamos a categoría de “revelación de Dios”. “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu en las cosas del Espíritu..... Por cuanto los designios(pensamientos e intenciones) de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;” (Romanos 8.5,6) “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1ª Corintios 2:14) Si somos cristianos, es decir, verdaderos creyentes nacidos de nuevo, dirigidos por el Espíritu Santo y comprometidos con la palabra de Dios, pensemos a la luz y revelación de las verdades de Dios y la obra de Cristo. Vengamos a Dios como ignorantes, con humildad, reconociendo que no sabemos nada como deberíamos saberlo si él por su Espíritu no nos enseña. La psicología no es más que otro intento de los hombres para salvarse a si mismos sin necesidad de recurrir a Dios, es adorada porque el hombre es su propio centro, tiene sus sacerdotes, gurús y adeptos seguidores. No es más que una ramificación de una de las religiones más antiguas del mundo – el humanismo. Muchos conceptos, métodos y terapias introducidos considerados como de ayuda en la “psicología cristiana” son contrarios a la palabra de Dios, dan a las escrituras y a la obra de Cristo una importancia secundaria e incluso las considera insuficiente para solucionar los problemas humanos. En algunos sectores evangélicos se considera más relevante y de mayor autoridad y digna de confianza las teorías en psicología que las verdades reveladas de Dios. Muchos creyentes sinceros se han desviado de la verdad y aun están descarrilando a otros con sus mejores intenciones pero erradamente, son ciegos que pretenden guiar a otros ciegos. Examinemos nuestras creencias a la luz de las verdades absolutas de Dios, no sea que lo que pensamos que es luz y revelación sean tinieblas. “Cuidado, pues, no sea que la luz que en ti hay no sea luz, sino tinieblas.” (Lucas 11:35) Una salvación completa. El termino salvación del que se nos habla en la biblia implica mucho más que el hecho de ir al cielo; en su significado teológico abarca conceptos como liberación, sanidad, santificación, seguridad y perfección. La salvación que Dios nos brinda es integral, es decir que afecta o repercute en todo el ser del hombre, cuerpo, alma y espíritu. El apóstol San Pablo reconociendo el valor y el poder del evangelio para esta salvación declara: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree” (Romanos 1:16) El evangelio de Jesucristo es poderoso, es suficiente, es eficaz y efectivo para salvar a los hombres y mujeres de sus pecados y de los estragos causados por los mismos. Podría escribirlo en mayúsculas, ponerlo en negrita o subrayarlo, pero no sabría expresarlo de forma más concisa. ¿Nos sentimos avergonzados de las verdades claras y sencillas del evangelio? ¿Pensamos que acaso podemos mejorar la palabra de Dios y la terminología bíblica, o tal vez añadir algo a la obra de Jesucristo porque consideramos que sea insuficiente? El evangelio de Jesucristo son buenas noticias que ofrecen esperanza para todas las circunstancias o situaciones en que pudiera encontrarse el ser humano, el creer su mensaje nos proporciona paz, gozo, perdón, salud y salvación en su más pleno significado. “Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13) Las escrituras señalan las principales causas de los males que aquejan y sufren los seres humanos. La cuestión es si estamos de acuerdo con el veredicto y sentencia que nos ha dado Dios por medio de ellas y si aceptamos las condiciones que él ha establecido para nuestra restauración. A ingente numero de creyentes les sucede lo que a muchos de los religiosos contemporáneos de Jesús, a los que el Maestro les dijo: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios,” (Mateo 22:29) Ignoramos ciertas verdades bíblicas en el sentido de que no las hemos apropiado en la práctica, no las hemos sabido asimilar por medio de la experiencia propia, y por tanto no las sabemos enseñar a otros apropiadamente para que las apliquen en sus vidas. No se trata de falta de información en la cultura cristiana y bíblica o de un desconocimiento doctrinal, sino de saber aplicar ese conocimiento en la vida cotidiana. Como consecuencia de no vivir la verdad que profesamos creer, no experimentamos el poder de Dios, por lo que el mensaje que a su vez intentamos transmitir carece de autoridad y de ese poder espiritual capaz de transformar vidas y cambiarlas. Hay quienes dudan de la infabilidad, certeza y poder del mensaje evangélico porque no les parece lógico o razonable a su entender. “La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios, pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios y frustraré la inteligencia de los inteligentes». ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que discute asuntos de este mundo? ¿Acaso no ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Puesto que el mundo, mediante su sabiduría, no reconoció a Dios a través de las obras que manifiestan su sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” (1ª Corintios1:18-21) El evangelio de Jesucristo es locura a los incrédulos; las soluciones propuestas por Dios en su palabra son un atropello para la inteligencia natural de los hombres. Porque en su fuero interno, en su corazón todos están enemistados con Dios y no desean obedecerlo ni someterse a Él. Sin embargo los que creen y aceptan sus condiciones experimentan la salvación integral, son ayudados y restaurados en sus vidas. Pedro Jurado

“LÍDERES“

 Con el máximo respeto y confiando en que no se me interprete mal, quisiera hacer una pequeña reflexión sobre esta palabra importada de América. Es para mí entender, preocupante, el énfasis exagerado que se le está dando al concepto “líder” o “liderazgo” en el pueblo cristiano. Este titulo, porque eso es lo que parece determinar esta palabra, una acreditación, algo que se ha alcanzado, una posición, una cierta altura espiritual. Como digo, una palabra que ha sido acuñada en América (Del ingles: Leader, guía) y nos ha llegado a España através de la literatura así como nos han llegado otros muchos productos “made in usa”. Puede que en América el uso indiscriminado de este termino no sea causa de problema alguno, pues forma parte de su cultura y es muy posible que lo tengan bien ubicado y definido. Sin embargo no veo positivo el efecto que esta palabra produce entre el pueblo cristiano español, ni me parece una terminología apropiada, ni que defina con precisión lo que enseñan las escrituras en cuanto a aquellos que son siervos u obreros del Señor. Esta expresión que ha venido a formar parte del argot de los creyentes en nuestro país, es como he dicho un titulo que define, parece ser, a una cierta élite de cristianos. En nuestra actualidad todos quieren llegar a ser líderes porque piensan que así ya son algo y entonces serán considerados y tenidos en cuenta. Hasta cierto punto esto es verdad y lo digo con tristeza, pues eso es lo que hay y se palpa en casi todas las iglesias y en todo lugar, desgraciadamente. Parece una deshonra, y como que nos tuviéramos que sentir avergonzados de ser simplemente cristianos de a pie, un discípulo fiel de Jesucristo, un simple obrero; tienes que ser “líder”, de lo contrario no estarás en la onda. Si quieres ser líder, solo tienes que apuntarte a unos cuantos cursillos, y asistir a una que otra conferencia. Existen las escuelas de liderazgo, presenciales, semipresenciales y on-line, en las que no tienes que aparecer para nada. Esto es lo que se estila, lo que marca diferencia, el no va mas, la moda. Hay cursos de liderazgo para todo o casi todo. Muchos de los que auspician, promueven, dirigen y promocionan estos seminarios parecen estar en la cima. Son maestros de maestros, líderes de líderes, evangelistos de evangelistas, apóstoles de apóstoles, todo lo saben sobre cualquier asunto, ostentan todos los dones. Me asombro, porque a la verdad no se cortan ni un pelo para decir, si no con estas palabras exactamente, si con otras muy parecidas: “Oiga que aquí estoy yo para poner las cosas en su sitio y deciros como funciona todo esto de servir a Dios”. En estos la humildad y la mansedumbre que deben caracterizar a un obrero de Cristo a un hombre de Dios, brilla por su ausencia. La escritura dice: “Si alguien cree que conoce algo, todavía no lo conoce como lo debe conocer.” (1ª Corintios 8:2) La palabra de Dios nos enseña por medio del mismo Jesús, que el que quiera ser el mayor entre vosotros se haga el siervo de todos. Así estableció muy claramente el Señor que de ninguna manera hay que buscar la posición, sino el tener una actitud de servicio. Me hago cargo de lo difícil que resulta el no hacer uso en mas de una ocasión de la palabra líder, pero creo que seria conveniente enfatizar la verdadera y correcta motivación para servir al Señor. Yo mismo utilizo en determinadas ocasiones esa palabra, pero con un cierto escrúpulo. Prefiero usar las palabras bíblicas como obrero, siervo, hombre de Dios, pastor, anciano, u otras, como responsable, los que ayudan, los que presiden, e incluso guía, aunque en nuestra actualidad estas terminologías requieran también de una explicación. La palabra “líder” puede que sea apropiada para la esfera secular, para el mundo de la política, los deportes y de los negocios, pero no para designar a los discípulos de Cristo, o a los obreros del Señor. Cada vez que se menciona el termino, parece como si se estuvieran dando campanadas de gloria y tocando trompetas de alabanza, en honor y adoración a los hombres. “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad.” (Salmos 115:1) “Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe.” (Romanos 12:3) Pedro Jurado

lunes, 28 de enero de 2013

NUESTRAS REACCIONES

La reacción es un aspecto ineludible en la vida de cualquier persona. Matizo, de cualquier persona que está despierta, pues si estamos inconscientes, ignorantes o pasivos ni actuamos ni reaccionamos.
Para el desarrollo espiritual y la madurez en el carácter, así como para tener una buena y sana relación con nuestros semejantes y la sociedad que nos rodea, es importantísimo saber reaccionar correctamente.
Como creyentes, nuestro modelo en carácter es Cristo y nuestras reacciones serán apropiadas o acertadas en la medida que reflejen y dejen traslucir ese carácter y templanza de Cristo. Claro que cuando digo que serán apropiadas y aceptables me refiero para Dios y no siempre y necesariamente para otros.

Podemos reaccionar de dos maneras o bajo el control de dos principios de vida cuando somos provocados o presionados desde afuera.

Respondemos en el espíritu y sujetandonos en obediencia al Señor y la palabra de Dios o también podemos responder en la carne, según nuestra naturaleza sensitiva natural y no sujetos a Dios.

GÁLATAS 6:8 RVR60-ES
Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

ROMANOS 8:7-8 RVR60-ES
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;  y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Nuestra madurez espiritual y de carácter se mide muy bien y se hace evidente por como reaccionamos a las situaciones adversas y como respondemos a las actitudes carnales y los pecados de otros.
1 CORINTIOS 3:1-3 RVR60-ES
De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.  Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,  porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?

El que es como niño es carnal, y el que anda o vive como hombre es también carnal; y esa carnalidad se manifiesta en las reacciones y relaciones con los demás, en celos, en contiendas y en disensiones.
En el matrimonio, en la familia, en la Iglesia, en el trabajo y en todos los ámbitos de la sociedad donde surgen o afloran actitudes infantiles e inmaduras hay consecuencias desastrosas. Para contrarrestarlas  deben haber personas espirituales y maduras, hombres y mujeres con dominio propio. Son personas que no se dejan arrastrar por las emociones ni por sus propias ideas, sino que tienen la mente de Cristo y son gobernados por el Espíritu.
Alguien que siempre quiere salirse con la suya es como un niño, aunque sea un hombre crecido o una mujer hecha, es un carnal. Los carnales sólo existen en la Iglesia, no son los del mundo que no conocen a Dios, ¿porqué?
La Biblia llama carnales a los que debiendo ser espirituales porque son creyentes, no viven por el Espíritu, sino en la carne y por el alma.

Los que viven en la carne han recibido la vida de Dios, pero no obstante, no viven por ella. Esto es más común de lo que pensamos; es un hecho que en la Iglesia existen más creyentes viviendo por la carne que por el Espíritu.
Esto es muy simple, usted organice algún evento lúdico, un espectáculo, algo donde haya comida y un poco de diversión, muy pocos se perderán eso en la Iglesia.
Llame a la oración, intente que los creyentes se preocupen por asistir a algún estudio bíblico para profundizar en el conocimiento del Señor y si usted no se ve sólo será un milagro. Otra prueba, procure hablar con los creyentes de temas espirituales profundizando un poquito y comprobará que a los carnales que son la mayoría les resultará tedioso.
¿Hay vida de oración en los creyentes, leen con atención la palabra de Dios, escuchan la voz del Señor, tienen comunión unos con otros, dan testimonio de Cristo? ¿Aman a sus esposas y son fieles con ellas? ¿Aman a sus maridos? ¿Aman a los hermanos y no hablan mal de ellos? ¿Hacia dónde se dirigen sus ojos? ¿En qué piensa durante todo el día?¿Suelen romper una relación de años antes que sacrificar sus derechos?
Son muchos aspectos a considerar y que habría que tener en cuenta para valorar la carnalidad o espiritualidad de alguien. Una cosa si que debemos tener clara, no debemos juzgar a nadie según la apariencia.

Ahora bien retomando nuestro asunto, necesitamos aprender a reaccionar correctamente hacia Dios, hacia otras personas, hacia las circunstancias y hacia el diablo. Teniendo en cuenta que debemos tener también una actitud sana hacia nosotros mismos. Esto último es primordial, pues como nos tratamos y consideramos a nosotros mismos determina todo lo demás.

Un buen concepto de nosotros mismos según la perspectiva bíblica comienza por tener clara la identidad que hemos recibido de Dios. Como creyentes tenemos la más alta identidad y dignidad que se pueda tener en el universo tanto visible como invisible.

Somos hijos de Dios.

1 JUAN 3:1-2 RVR60-ES
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.  Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.“

Somos amados de Dios con un amor inagotable.

JEREMÍAS 31:3 RVR60-ES
“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.“

Y pertenecemos a Dios.

ISAÍAS 43:1 RVR60-ES
“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.“

Porque Dios nos ama, podemos amarnos a nosotros mismos; porque Dios nos ha perdonado y aceptado, podemos aceptar y reconocer lo que el dice de nosotros y vernos exactamente como el nos ve. Y me adelanto a decir que ésta disposición y actitud no tiene ninguna relación con la moderna sicología, más bien tiene que ver con creer a Dios. Consiste en creer y aceptar todo lo que el Señor declara en su palabra acerca de nosotros. Realmente somos lo que somos delante de Dios y todo lo que el declara acerca de nuestra vida es verdad.

viernes, 25 de enero de 2013

LA MEDIDA DE LA IGLESIA

“Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.” (Apocalipsis 11:1)
No pretendo hablar de números en este mensaje o de cantidad, y no porque crea que Dios no está interesado en cantidades, porque justamente hay un libro en la biblia que demuestra en verdad que Dios se interesa en los números. El tenor de la biblia es que que Dios anhela tener un pueblo numeroso, que la muerte de Cristo de a luz muchos hijos y que los frutos de almas salvadas sean superabundantes. En esta ocasión nos interesa ver la medida en calidad, porque dicho sea de paso la cantidad sin calidad es basura. Los hombres suelen juzgar las cosas por la apariencia pero Dios mira al corazón, el pesa los espíritus. Nosotros podemos impresionarnos con las multitudes, pero el Señor no, el mide con su vara y busca la medida justa, en santidad, en amor, en entrega y adoración. Leer (Apocalipsis 21:9-27). En este pasaje se nos da una descripción de lo que será el futuro de la iglesia, la obra maestra de Dios. La esposa del Cordero, o la gran ciudad santa de Jerusalén como se le llama en este capitulo, son los creyentes redimidos, aquellos que han sido edificados sobre el fundamento de Jesucristo y sobreedificados con materiales celestiales. Es maravilloso poder observar el final, la obra terminada, en una iglesia que ha sido preparada y perfeccionada, edificada como templo para morada eterna de Dios. Es la imagen de la gloria de Dios, y El la llena con su presencia, porque es de su agrado, es santa, sin mancha y sin imperfección alguna. La iglesia de Jesucristo habrá alcanzado tal perfección y hermosura, que el instrumento para medir su inmensidad y primor, su delicadeza y distinción, ha de ser una vara de oro, metal que representa en las escrituras lo celestial, lo eterno. En Apocalipsis 11 la iglesia no ha sido aun glorificada, ni perfeccionada, está en construcción. Aun se encuentra sobre la tierra y Dios está trabajando en su edificación, y Él la mide de continuo por medio de sus siervos enviados que usan la palabra profética como vara o medida establecida por Dios. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2ª Timoteo 3:16,17) “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2ª Pedro 3:19-21) Las obras de Dios a su justa medida. Dios busca que la iglesia llene ciertas medidas o dimensiones espirituales, acorde a su diseño preestablecido y eterno. El Señor quiere en su pueblo las cualidades que lo distingue de todos los demás, el carácter de su naturaleza divina, la santidad, la humildad, la unidad, el amor, la bondad, la fe, así como todas las virtudes espirituales que son el fruto y adorno de los escogidos y redimidos por Él. En la Biblia tenemos diferentes ejemplos que nos hablan de las expectativas planteadas por Dios para su obra, con respecto a su exigencia en medidas y en forma, de lo que el quiere que se haga, y encarga sus proyectos a los hombres que escoge como colaboradores suyos, para que lo lleven a cabo. El Señor desea que sus obras sean y se hagan de una determinada forma y manera, no vale todo, solo lo que es conforme a su voluntad y plan es lo que Él acepta. Dios encargó a Noé que hiciera un barco, para librarlo de los juicios que vendrían sobre la tierra, y le detalló como debía ser y las medidas exactas que habría de tener. Los planes que Dios tenía implicaban que Noé hiciera las cosas como se le había indicado. El futuro de su familia y de toda la raza humana, así como la de todo ser viviente estaba en que este hombre obedeciera a Dios. De modo que cuando ocurrió el diluvio ese barco fue estable y soportó las tormentas y todos los que estaban dentro pudieron salvarse. Tenemos también en la Biblia el diseño del tabernáculo, un templo desmontable que Dios le ordenó a Moisés que fabricara, mientras iban como nómadas por el desierto. No dejó la forma, ni sus medidas, al capricho de la imaginación de su siervo. Dios le explicó a Moisés como debía ser esa casa de Dios, los materiales que debía emplear, las medidas, los útiles para los sacrificios, todo tenia que ser según lo que Dios le había mostrado en el monte santo. Otro ejemplo, lo tenemos en el templo que Dios le encargó a Salomón que construyera, todo un diseño perfecto de arquitectura. Desde los cimientos y hasta el último clavo, todo fue planificado y explícitamente ordenado por Dios. Las piedras, la calidad de la madera, los diferentes metales que se habrían de usar, y algo muy importante los maestros y artesanos escogidos por Dios para edificarlo. Era un lugar para que Dios lo habitara, y donde el se manifestaría a su pueblo escogido para hablarles y mostrarle sus caminos. Estas cosas son solo prototipos naturales de la iglesia de Jesucristo, de la obra espiritual, eterna y sobrenatural que el Señor está llevando a cabo actualmente en sus hijos. La iglesia y cada creyente como individuo constituye el templo santo de Dios, cada cristiano es una piedra que unida con otras, forman la casa espiritual donde Dios mora. En la carta de San Pablo a los efesios encontramos el diseño vivo, el cual Dios quiere plasmar en su iglesia, es el ejemplo perfecto, el modelo con todas sus dimensiones, el resultado final cuando los escogidos sean perfeccionados, aparte de esto no hay nada más. “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” (Efesios 3:14-21) La medida de la iglesia es Cristo, su altura, su anchura, su longitud y su profundidad; son las virtudes, el carácter, la naturaleza divina y de vida de aquel que nos amó y que se dio por nosotros para lograr ese fin, el tener una esposa perfecta, hecha a su imagen y semejanza, para Él. Tres cosas que Dios mide en la iglesia. A partir de ahora quisiera centrarme en el versículo de Apocalipsis 11:1 donde podemos observar tres aspectos en los que Dios está interesado que como iglesia demos la talla. Son cosas que siempre las deberíamos tener en perspectiva, y como objetivos a perseguir, puesto que son lo que Dios busca en su pueblo. En primer lugar, Dios tiene interés en que el templo tenga la medida requerida. Aquí no se refiere la escritura a los templos que hacen los hombres con sus manos, de piedra, o de ladrillo y cemento. El templo del que se nos habla en este pasaje es la iglesia, compuesta por todos los redimidos por Jesucristo. Dios está trabajando en un templo del cual formamos parte todos los creyentes como piedras vivas y del cual Cristo es el fundamento. “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1ª Pedro 2:4,5) El lugar que Dios ha escogido para habitar es la iglesia, un templo espiritual formado por todos los que son sus hijos, así como en cada creyente en particular. La palabra de Dios nos habla con mucha claridad de la iglesia como su morada, así como de cada individuo como su templo. Esto nos puede parecer algo que ya sabemos y de lo que no hay necesidad de que se nos repita, ya forma parte del conocimiento evangélico y del argot cristiano, pero para la gran mayoría carece de sentido. ¿Por qué Dios toma las medidas del templo? Si él sabe quienes son los que lo conforman; el Señor conoce a todos los que son suyos y a aquellos que invocan su nombre de corazón. Dios sabe hasta que punto le estamos dando lugar en la iglesia y en nuestras vidas personales. El templo de Dios tiene sus límites, es lo que la presencia de Dios llena, el espacio donde mora es lo que lo delimita. La cuestión es ¿Qué lugar está ocupando Dios en la iglesia y en nuestro ser? ¿No es cierto que lo tenemos muy restringido? Existen muchas áreas donde le negamos el acceso, tenemos muchas habitaciones donde no le permitimos la entrada. Hay muchas cosas en las que aun no le hemos cedido el control de nuestra vida, de modo que Dios no encuentra como darse más a nosotros y como actuar libremente. El Señor ha hecho su morada en el espíritu de sus hijos que es el lugar santísimo, representado en la Biblia como el lugar más profundo y secreto del templo. Según el diseño del tabernáculo había tres divisiones: El atrio o lugar de reunión, el lugar santo y el lugar santísimo, separado este por un velo grueso. Era en el lugar santísimo donde la presencia de Dios se manifestaba para hablar con el sumo sacerdote. Sin embargo cuando Dios se hacía manifiesto era evidente sobre la totalidad del templo, todos podían observarlo. Otro asunto a considerar es, a saber, hasta que punto tenemos claro y hasta donde somos conscientes de los límites que constituye el templo de Dios. El templo como la ciudad de Dios tiene una muralla que establece los límites que rodean al pueblo de Dios y lo protege de toda intrusión del enemigo, también define con claridad la separación de aquello que es de Dios y lo que no lo es. Cuando las murallas están destruidas, los linderos no están claros, existe confusión, y los enemigos entran en la obra de Dios. En la actualidad es muy difícil definir o establecer quienes son en verdad el templo de Dios, quienes son la iglesia de Jesucristo, precisamente porque los límites han sido destruidos y se le está dando lugar en la iglesia a muchas cosas que no son de Dios. Lo primero que edificó Nehemías cuando llegó a Jerusalén fueron las murallas que estaban derribadas y restauró las puertas que estaban quemadas, para que así los enemigos no pudiesen entrar. Dios quiere ver esos muros de protección alrededor de su iglesia levantados, para que su pueblo esté seguro, y que la única puerta de entrada y acceso sea Jesucristo. La iglesia no puede tener ningún otro atajo por donde se pueda acceder para pertenecer a ella, sino la puerta estrecha que es Jesús. Existen obreros que por querer abarcar más de lo debido, o por obtener el reconocimiento de otros ministerios, o bien por perseguir metas que no son de Dios, o quizás por no ofender a nadie, ensanchan la puerta más de lo que es. Muchos, por conseguir tener un gran numero de miembros en sus congregaciones hacen lo que sea necesario, sin tener en cuenta lo que Dios quiere. Se adultera el mensaje del evangelio rebajándolo en su eficacia, se suaviza el mensaje de la cruz, no se habla del pecado ni de la necesidad del arrepentimiento, muchísima gente que asiste a las iglesias continúan en sus antiguos pecados y sin haber experimentado el nuevo nacimiento. Se entretiene a las multitudes para que no se vayan de la congregación, se les ofrece lo mismo que hay en el mundo pero en versión evangélica. No hay temor de Dios, y una gran mayoría de asistentes a las congregaciones no tienen nada claro la diferencia entre el bien y el mal, no distinguen entre su mano derecha y su mano izquierda, no tienen conocimiento de Dios. Aun siguen atados por sus antiguos hábitos pecaminosos, aun siguen siendo cautivos del príncipe de este mundo, porque continúan en desobediencia a Dios. “Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed. Por eso ensanchó su interior el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y el que en él se regocijaba.” (Isaías 5:13,14) En el templo de Dios se hallaba el Arca de la alianza, guardada en el lugar Santísimo; sobre el Arca estaba el propiciatorio, que era una tapa con dos querubines que rodeaban con sus alas el Arca. Dentro del Arca se conservaba las tablas de la ley, la vara de Aarón que reverdeció y el maná. Donde se encontrara el Arca ubicada estaba la presencia de Dios. La iglesia es la portadora del Arca de Dios y cada creyente en particular lleva con el su presencia morando. Dios ha escrito sus leyes en nuestros corazones, el nos ha dado el conocimiento de su voluntad; también nos ha dado a comer el verdadero pan del cielo que es Jesucristo y por el cual hemos recibido la vida divina, y por medio de su muerte y resurrección siendo nosotros incluidos en ella experimentamos el poder de una vida transformada y dedicada al servicio de Dios. Cuando estas cosas se pierden o consentimos en que los enemigos de Dios nos las roben, cuando desaparece el Arca, también se esfuma la presencia de Dios. Así que sería conveniente tomar la exhortación del apóstol Pablo que nos dice: “Guarda el buen deposito por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Hay cuatro cosas que caracterizan al templo de Dios: La dedicación o consagración, el carácter santo del mismo, la oración y el servicio a Dios. El templo es la casa de Dios, el lugar donde el habita con preferencia, es el espacio dedicado en exclusiva para su morada. Es santo porque Él lo ha santificado mediante la sangre rociada de Jesucristo, y así debe permanecer, en santidad. Dios dijo: “Mi casa será llamada casa de oración” es el lugar de encuentro con Dios, de comunión íntima. Y es donde comienza y se realiza todo verdadero servicio a Dios. En segundo lugar, la medida de la iglesia está determinada por el altar. Esto representa en la vida del cristiano el sacrificio, lo que estamos dispuestos a entregar a Dios. En la antigüedad Dios había ordenado a su pueblo escogido que no podía faltar el sacrificio sobre el altar, para la expiación por sus pecados, ni tampoco las ofrendas de paz. Esos sacrificios de animales, los cuales no podían tener defecto alguno se hacían para restablecer la relación de los hombres con Dios. Sin derramamiento de sangre no era posible la remisión de los pecados, ni una reconciliación con Dios. Cuando Cristo entra en el mundo se ofrece como el Cordero de Dios para quitar los pecados de los hombres, llevándolos sobre si mismo en la cruz. Pero Jesucristo hace mucho más que ofrecerse así mismo en sacrificio, el se entrega sin reserva alguna al cumplimiento de la voluntad de Dios. “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.” (Hebreos 10:5-10) La vida de Jesús era una continua entrega en el altar de la voluntad de Dios, para al final de sus días sobre esta tierra, darse totalmente al instrumento de su muerte, como la ultima expresión de su obediencia al Padre. Dios quiere de cada uno de sus hijos que se entreguen sin reservas al cumplimiento de su voluntad, y sigamos de esta forma las pisadas de nuestro Señor. Dios no se contenta con menos de esto. La palabra de Dios nos dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:1,2) ¿Cuál debe ser nuestro sacrificio a Dios? Según el pasaje que hemos leído, el de nuestros cuerpos, en una entrega de nuestras vidas, en una dedicación exclusiva. Esto es lo que significa “en sacrificio vivo”. Le ofrecemos a Dios no solo la carcasa de afuera, sino todo nuestro ser, nuestros sentidos, nuestra voluntad y nuestro espíritu. En el altar le expresamos a Dios nuestra consagración por medio de Jesucristo quien nos ha hecho santos por su sangre. De nosotros mismos no hay nada que Dios pueda aceptar, pero Dios nos ha aceptado en Cristo Jesús. Es la única forma de agradar a Dios, a través de Jesucristo. ¿En qué estado se encuentra el altar de Dios en nuestras vidas? ¿Está derribado? ¿Hemos abandonado el continuo sacrificio? ¿Existe siquiera un altar en el pueblo de Dios? Os ruego en nombre de Cristo que volváis ha renovar vuestro pacto con Dios, vuestro compromiso inicial, que piedra sobre piedra volvamos a edificar ese altar en ruinas. En el templo de Dios no puede faltar el altar del sacrificio, no podemos pretender seguir a Cristo sin pagar un alto precio. Ese altar representa la voluntad de Dios para cada una de nuestras vidas, y es todo aquello que hará que muramos a nuestra carne, al egoísmo, al orgullo, a los intereses propios. En el altar, así como en la cruz seremos atravesados por el sufrimiento, el dolor, para que todo lo que pertenece al hombre viejo sea destruido. El fuego descenderá del cielo sobre el sacrificio puesto sobre el altar de Dios, y Dios será glorificado y revelado como el único que tiene poder para dar vida nueva y hacer que resucitemos. Es posible, que como a Abrahán Dios nos pida que sacrifiquemos algo muy querido y apreciado por nosotros. Incluso tal vez, como le sucedió a él, que Dios le pidió al hijo de su promesa, algo que el mismo Dios le había dado. Dios probó su obediencia y Abrahán salió aprobado no rehusándole a su hijo. La palabra de Dios dice que este siervo de Dios tenia fe de que el Señor podía devolverle a su hijo aún de entre los muertos. Si deseamos mas de Dios, la única forma de conseguirlo es dándonos a él sin reservas. Es posible que debamos derribar otros altares donde el sacrificio que estamos ofreciendo no es para Dios. En el pueblo de Dios de la antigüedad existían los lugares altos, donde se encontraban altares en los que los antepasados de Israel habían sacrificado a otros dioses. Estos santuarios representan cosas que tenemos en gran estima, ídolos a los que adoramos, que no son necesariamente tallas de madera o de metal, puede ser un deporte, el dinero, la comodidad, el trabajo, los amigos, nuestras vidas, en los que el tiempo y nuestros afectos son gastados como prioridad. Esos lugares deben ser destruidos, quitados de en medio. De lo contrario nos desviaran de nuestra sincera fidelidad a Cristo. El Señor es el único que merece el sacrificio y entrega de nuestras vidas. Solo Jesucristo tiene pleno derecho a estar por encima de todo y de todos, y sobre toda nuestra existencia, porque como dice la escritura: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.” (Romanos 14:7-9) En tercer lugar, la medida de la iglesia está determinada por los que adoran a Dios. Dios tiene especial interés en conocer a aquellos que lo están adorando de todo corazón. Según las escrituras, Dios busca concienzudamente adoradores genuinos. “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:23,24) Nuestra motivación para adorar a Dios no a de ser por la diversión, o por el hecho de pasarlo bien. No es una verdadera adoración, cuando solo lo hacemos en los momentos felices de la vida, o cuando todo marcha según nuestros gustos. ¿Qué implicaciones tiene una adoración autentica? Primero, según el pasaje que he citado, a de ser espiritual, es decir, debe ser efectuada por medio del espíritu, con todo lo que esto conlleva. El espíritu es igual a la naturaleza de Dios, es esa parte de nuestro ser con la que hemos sido dotado mediante la regeneración, para que podamos tener comunión con nuestro creador. Como nos indica la palabra “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Es a través del Espíritu de Dios en contacto con nuestro espíritu que recibimos la vida de Dios. Las escrituras dicen que la carne para nada aprovecha, es el espíritu el que da vida. Esto es especialmente cierto en la adoración. La adoración en el espíritu implica que seamos dirigidos por el Espíritu Santo, y conforme a la voluntad de Dios. En la carta de San Pablo a los romanos podemos ver como el Espíritu nos ayuda en nuestra tan gran debilidad de cómo adorar a Dios. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Romanos 8:26,27) Segundo, debe ser hecha “en verdad”. ¿Qué quiere decir esto? Por un lado, significa que debemos hacerlo en sinceridad, con honestidad y sencillez, expresando a Dios el sentir de nuestros corazones. Por otro lado, adoramos a Dios en verdad, cuando lo hacemos bajo la luz de Dios, impelidos por la palabra revelada de Dios. La palabra de Dios inspirada a nuestros corazones por el Espíritu Santo nos conduce a una adoración verdadera. La frase “en verdad” hace referencia a nuestra actitud, como también a la posición en que nos encontramos con respecto a Dios. Señala no solo la forma externa de cómo adoramos, sino la calidad con la que lo hacemos. La adoración debe abarcar todos los aspectos de nuestra vida, y debemos ofrecerla en todo momento y circunstancia, mostrando a Dios gratitud, fe y amor. Si queremos llenar la medida de Dios como adoradores, es necesario, es de importancia vital, que lo hagamos como Dios exige. ¿Estamos cumpliendo el plan de Dios, según el diseño que se nos está mostrando en la palabra? Debemos colaborar con Dios para que sus medidas se establezcan. Si algo no entendemos, pidamos a Dios sabiduría, él ha prometido darla. Dios quiere un templo santo donde morar, un altar en el que el fuego arda de continuo y un pueblo que lo adore de todo corazón.

lunes, 14 de enero de 2013

SERÁ LLAMADO CONSEJERO


En el libro de Isaías capitulo nueve y versículo seis encontramos este titulo dado a Jesús; el mismo representa una cualidad o característica del ministerio del Señor para con los hombres. Esta identidad de consejero tiene mucho que ver con el carácter sacerdotal y mediador, profético y redentor de Cristo.
Jesús es también nuestro abogado para con el Padre, nuestro defensor contra el acusador, nuestro libertador y nuestro guía e iluminador, en definitiva es nuestro salvador por excelencia.
En el evangelio de Lucas 4:18,19 el Señor nos dice con que propósito el ha sido enviado y como el Espíritu lo ungió para cumplir expresamente con esta función de traer consuelo, sanidad, liberación y guiá a los hombres. Es importante comprender el propósito de la unción espiritual, pues el Espíritu Santo es llamado en las escrituras El Consolador, y en sus funciones está la de guiarnos a toda la verdad y restaurarnos íntegramente.
Veamos algunos pasajes de las escrituras que nos aclaran ciertos aspectos y principios que debemos considerar para desarrollar este ministerio dado también a la iglesia. Tengamos siempre presente que el consejero por excelencia es el Espíritu del Señor, es por su sabiduría y por su conocimiento que somos aconsejados.
“¿Quién enseño al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?” (Isaías 40:13)
A la luz de este pasaje estaríamos en lo correcto si decimos que nadie debe esforzarse en tratar de enmendar ni corregir en nada la obra del Espíritu. Es decir que ningún sabio de este mundo, ni nadie con títulos, ni conocimiento propiamente humanos puede mejorar o añadir valor a los métodos del Espíritu Santo. Dios es nuestro sabio consejero, nosotros los aconsejados, y puedo decir con autoridad espiritual que todo hombre o mujer que pretenda aconsejar debe aceptar esta premisa de lo contrario irá por otros derroteros y empleará métodos y sabiduría que no provienen de Dios sino del mundo y de espíritus malignos.

“Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.” (1ª Corintios 3:18-20) Leer también (1ª Corintios 1:18-25)
Los creyentes no deberíamos echar mano, ni tener en consideración aquello que Dios a desechado y tiene como vano e inservible. Hemos visto por la palabra de Dios que la sabiduría del mundo es insensatez para con Dios, es decir que no ayuda en nada en cuanto a la obra de Dios, ni aporta nada positivo para la salvación y liberación espiritual de los hombres, se queda muy corta. Es una perdida de tiempo ocuparnos en aconsejar a los cristianos partiendo de una filosofía humanista por muy razonable y atractiva que parezca a nuestro entendimiento.
La sabiduría del mundo está basada en la lógica de los hombres, en sus descubrimientos y parecer natural, en su pobre conocimiento y discernimiento del bien y el mal, siempre influenciado por su egoísmo e intereses propios y la consecución de su propio placer personal. El consejo que sale de la profundidad del corazón de los hombres, de su análisis y consideraciones son engañosos, pues no tienen en cuenta la perspectiva divina, las verdades absolutas, los dictámenes de Dios expresados en su palabra. La palabra de Dios dice:
“¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mi, para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!” (Isaías 30:1)
La perspectiva del consejo según la sabiduría del mundo, es decir según el conocimiento natural y humano, parte de la premisa de que el hombre es bueno y está en su derecho de ser feliz considerándose así mismos el centro de la creación. Las suposiciones en que también se basan es que los hombres y mujeres son victima de sus circunstancias, de la sociedad en que viven, de sus progenitores y de sus coiguales, y por lo tanto no son responsable de sus actitudes y comportamientos. Leamos en el libro de Isaías capitulo 47 versículos 10 al 13.
“Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: “Nadie me ve”. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: “Yo, y nadie más”. Vendrá, pues, sobre ti un mal cuyo origen no conocerás; caerá sobre ti un quebrantamiento que no podrás evitar. Una destrucción que no podías suponer vendrá de repente sobre ti. Persiste ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud. ¡Quizá podrás mejorarte! ¡Quizá te fortalecerás! Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti.” (Isaías 47:10-13)
No es nuevo que el pueblo de Dios se desvíe de la verdad y se apoye en los consejeros del mundo creyendo o esperando encontrar en ellos solución para algunos de sus males. Observamos en este pasaje la raíz del verdadero problema del cual los sabios de este mundo no entienden ni saben absolutamente nada porque jamás lo van a reconocer.
La maldad, el orgullo y la autosuficiencia de los hombres es la raíz y origen de su condición miserable. Dios castiga estos pecados, el resiste tales cosas y declara culpable a todos los que persisten en esa actitud. A consecuencia de estos pecados, todas las personas, creyentes o incrédulos, experimentan cosas que no entienden tanto en sus cuerpos, como en sus mentes y emociones. “Vendrá, pues, sobre ti un mal cuyo origen no conocerás; caerá sobre ti un quebrantamiento que no podrás evitar. Una destrucción que no podías suponer vendrá de repente sobre ti.” Son juicios de Dios y disciplina que él aplica a sus hijos para que se arrepientan y cambien y no persistan en su rebeldía y dureza de corazón. Dios se retira cuando hay pecado en los creyentes y entonces se sienten realmente mal porque saben que son culpables por cuanto han ofendido a Dios. Muchos se deprimen y se hunden en una actitud de conmiseración y lastima propia, pero eso no los ayuda en nada sino en apartarse mucho más de Dios. El Señor simplemente aguarda un arrepentimiento y que nuevamente nos volvamos a él para recibir su misericordia y su gracia que será lo único que nos restaure. “El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia.” (Proverbios 28:13) “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.” (2ª Corintios 7:10) Sin embargo lo que hacen muchos cristianos que no quieren recibir la solución de Dios es que se vuelven al mundo para buscar los remedios que este ofrece. Y aun son alentados por sus lideres espirituales para que encuentren respuesta y ayuda por otros caminos. Pero no hace falta ir tan lejos porque dentro del mismo pueblo de Dios ya existen muchos lideres y consejeros que pretenden como dice la escritura, sanar con liviandad las heridas del pueblo de Dios, usando para ello la misma sabiduría del mundo la cual Dios ha desechado. Ofrecen falsa consolación, pócimas que han sido cocidas en el corazón engañoso de los hombres, y anestesian a los creyentes produciendoles un coma espiritual y una conciencia insensible a sus pecados. Quitan toda responsabilidad de la conducta individual de cada cual haciendo que busquen otros culpables en su pasado y/o relaciones presentes. “Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: “Paz, paz”, ¡pero no hay paz! ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová.” (Jeremías 6:14,15) El problema con las terapias de ayuda, sanidad interior o la llamada sanidad emocional está en que desvinculan los síntomas que tienen los pacientes de la verdadera causa, origen y naturaleza de sus conflictos. Según la palabra de Dios el cien por cien de los males del hombre es de naturaleza espiritual esto por supuesto sin dejar de reconocer que las repercusiones físicas, psíquicas, emocionales y relacionales son evidentes. Prácticamente todas las vivencias o experiencias que tienen los seres humanos están reflejadas en la palabra de Dios, y según está escrito todo lo negativo tiene su origen en el pecado. El hombre está muerto espiritualmente y tiene sobre si mismo la sentencia de muerte en todo el sentido de la palabra y sobre todo su ser. De manera que según la biblia no sería correcto hacer separación entre lo espiritual y las demás partes integrantes del hombre, lo emocional, mental y físico. Sobre todo y especialmente cuando vamos a aconsejar a alguien y si es que queremos ayudar en verdad a las personas. Por supuesto que la biblia explica con máximo detalle sobre cada una de estas partes que integran al ser humano que son espíritu, alma y cuerpo, y sería conveniente que los consejeros supieran diferenciar bien cada una de ellas según los términos bíblicos. La psicología moderna nos da una perspectiva dual del ser y no tripartita según las escrituras, pretende ayudar desde los niveles mas exteriores confundiendo los síntomas emocionales o sentimientos con la verdadera raíz del problema que es espiritual. Oigo decir a algunos lideres que Dios ha dado soluciones solo para el problema espiritual, pero no para los síntomas que se manifiestan a niveles psíquicos y emocional; la verdad es que no se si leen la misma biblia que yo, lo cierto es que la palabra de Dios es muy clara en cuanto a la obra de Jesucristo y las soluciones que ofrece al ser integro del hombre. La biblia no solo nos habla del cielo, sino de todo lo provisto por Dios para la restauración total y en todo nivel de los seres humanos. Leer (Isaías 53) y (Lucas 4:19) La cuestión es que la iglesia está bebiendo de la fuente de sabiduría que procede del mundo, y ciertas teorías se han introducido en el pueblo de Dios por medio de creyentes inmaduros espiritualmente o al menos algo confundidos. Esto es verdaderamente grave porque aparta a los cristianos del verdadero consejo de Dios y los priva de encontrar una solución real a sus problemas y conflictos. ¿Estoy en contra de la consejería? Digo no rotundamente. Creo que el pueblo de Dios necesita de consejeros espirituales y que no tendrían que ser única y exclusivamente los pastores o lideres, sino también creyentes llenos del Espíritu Santo, de fe y con sabiduría de Dios. Pero abogo por una consejería bíblica cien por cien, fundada en la obra consumada de Jesucristo y dirigida por el Espíritu Santo. Abogo por el método expresado en la palabra de Dios y por los remedios que aquel que nos conoce mejor que nadie ha establecido. Y abogo por el uso de una terminología bíblica, acertada y rica que es la que Dios nos ha transmitido por inspiración del Espíritu Santo haciendo muy claros cualquier diagnostico en cuanto a problemas y necesidades humanos. Creo necesario como bien la palabra de Dios nos indica, el uso de la oración, la imposición de manos, la exhortación, la amonestación, la reprensión, la disciplina, la consolación, la orientación y dirección a la hora de aconsejar. El escuchar atentamente a las personas que necesitan ayuda y prestar atención a todos los hechos en su vida con la intención de tener conocimiento de causas y poder dar soluciones sabias. Estoy plenamente convencido que haciendo buen uso de los medios que Dios ha provisto para alcanzar su gracia como son la fe en su palabra y la obra consumada de Cristo, el arrepentimiento para con Dios y el perdón reciproco entre los hombres se puede alcanzar una salud integral. No creo que la psicología moderna haya aportado nada nuevo, y mucho menos que sea mejor y más efectiva que el consejo de Dios. Pienso que se ha sembrado una gran confusión permitiendo su introducción en la iglesia de Cristo con sus teorías indemostrables y sus conceptos extraños a la palabra de Dios. Considero conveniente que los creyentes analicen muy minuciosamente las terapias y métodos de consejería que van a emplear o que ya están haciendo uso de ellas a la luz de la palabra y verdad de Dios. Bajo ningún concepto se debe contradecir, banalizar, disminuir, restar valor o eficacia a la obra de Jesucristo y las condiciones estipuladas por Dios en su santa palabra. Pedro Jurado

sábado, 12 de enero de 2013

EN POSICIÓN PARA QUE DIOS PUEDA OBRAR

OSEAS 13:13 RVR60-ES “Dolores de mujer que da a luz le vendrán; es un hijo no sabio, porque ya hace tiempo que no debiera detenerse al punto mismo de nacer.“

Oseas 13:13 DHH “A Israel le ha llegado el momento de nacer, pero es un hijo tan torpe que ni siquiera es capaz de colocarse en la debida posición para el parto.“

Necesitamos superar algunas torpezas para que la obra del Señor llegue a consumarse en nosotros. Aún siendo creyentes y habiendo nacido de nuevo nos queda mucho por delante de lo que asirnos en el Señor.

Las distintas etapas de desarrollo a las cuales Dios quiere conducirnos nos llevará a pasar por diferentes crisis a veces muy difíciles de asimilar. Para extendernos en nuestra conquista tendremos que batallar en fe, estar dispuestos a cambiar profundamente y dejar atrás cosas que representan un gran estorbo en nuestro avance.

Cada creación y renovación de Dios en nuestras vidas será como un parto en nuestra experiencia espiritual.

GÁLATAS 4:19 RVR60-ES "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,"

Pablo sufría por los gálatas porque aún no veía en ellos con plenitud la luz de la revelación de Cristo, tenían que ser alumbrados en ciertos aspectos vitales. Aquellos que quieren ayudar a otros a crecer espiritualmente experimentan un cierto sufrimiento hasta llevarlos a la revelación de Cristo Jesús. Hay que superar muchos obstáculos en los hermanos, como carnalidad, creencias erróneas, argumentos y orgullo. Para que Cristo sea formado en cada creyente éstos deben conformarse a Él. Dime a que te conformas y te diré lo que terminarás siendo.

ROMANOS 12:2 RVR60-ES No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

2 CORINTIOS 3:18 RVR60-ES Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Estoy descubriendo que el crecimiento espiritual y todo lo que el Señor pueda hacer en mi vida no depende tanto de lo que yo haga sino más bien de la posición que tome, es decir, depende de que esté plantado o fundado en la revelación de Dios. Por ejemplo, para que el alfarero pueda trabajar con el barro y darle la forma que quiera, el barro a de estar sobre la mesa de trabajo. Ahora bien, la palabra de Dios nos compara a nosotros con el barro y al Señor con el alfarero. El problema es que a diferencia del barro nosotros tenemos voluntad, tomamos decisiones, nos movemos, y consentimos o no que Dios trabaje con nosotros. La gracia de Dios es como un gran océano vital y lleno de recursos, todo su obrar está dentro de ese océano, sólo tenemos que zambullirnos en Él para experimentar sus efectos. La palabra de Dios especifica algunos lugares o estados donde los creyentes hemos sido colocados por medio de Cristo, y es vital para nuestro crecimiento espiritual identificarnos con ellos.

Primero y más importante es que Dios nos ha colocado en Cristo. Toda la gracia y toda la verdad que vamos a conocer y recibir será por medio de Él. Fuera de Jesús no hay nada que podamos hacer excepto fracasar.

1 CORINTIOS 1:30-31 RVR60-ES “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.“

A partir de aquí comenzamos a descubrir todo lo demás, o sea, todo lo que implica estar en Cristo. En Cristo hallamos la sabiduría que viene de arriba, en Cristo hallamos perdón y restauración, en Cristo somos santificados y en Cristo somos redimidos. Se trata de una obra completa y perfecta; y el Señor lo ha realizado todo a favor nuestro. En Cristo hallamos plenitud de vida y victoria espiritual.

COLOSENSES 2:9-10 RVR60-ES “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.“

En Cristo mora o reside toda la plenitud de Dios y en Él estamos completos, todo cuanto necesitamos para la vida está en Él. Ahora bien considero importante, puesto que la Biblia lo señala, comprender ésta verdad en sus dos vertientes que son: nosotros en Cristo y Cristo en nosotros.

SAN JUAN 14:20 RVR60-ES “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.“

Nosotros en Cristo adquirimos por fe el derecho a ser herederos de toda la herencia del Reino de Dios. Cristo en nosotros es todo el recurso de la herencia a nuestro alcance para que lo podamos disfrutar.

Mientras en Cristo nos apropiamos de todo el conocimiento de la verdad objetiva de su obra; Cristo en nosotros es el poder de Dios actuando y capacitandonos para que podamos experimentar su obra.

Seguidamente y una vez que estamos en Cristo necesitamos comprender con claridad matutina lo que significa eso en concreto. Lo primero es saber que fuimos colocados en Cristo y crucificados con Él, muertos junto con Él.

2 CORINTIOS 5:14-15 RVR60-ES Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

ROMANOS 6:6 RVR60-ES sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

Aquí se habla de un hecho o acontecimiento que ha ocurrido en el pasado, no obstante nos toca a cada creyente posicionarnos en el por fe. Nunca insistiremos lo suficiente en la importancia de posicionarnos sobre este hecho de nuestra crucifixión y muerte con Cristo. Puedo decir con toda garantía y respaldo de la palabra de Dios que esto marca un antes y un después en la vida de todo creyente.

Al ser colocados en Cristo no sólo fuimos muertos con Él, también fuimos resucitado junto con Él.

ROMANOS 6:5 RVR60-ES Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

EFESIOS 2:6 RVR60-ES y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

Debemos entender que la palabra de Dios, que es la verdad inmutable, constituye el fundamento de nuestra fe y experiencia como cristianos. En la medida en que nos vayamos afianzando y posicionando en esas realidades del Reino, estaremos avanzando en un conocimiento de Dios verdadero.

Otra posición en la que hemos sido colocados y a la que hemos sido elevado los creyentes se menciona en Efesios 2:6b “ y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,“ Esto representa un lugar de descanso y reposo, pero también es una posición de autoridad. Es maravilloso lo que Jesús ha hecho, nos ha puesto a su lado para que seamos participantes de todo cuanto él ha conseguido. El creyente que ha tomado esta posición por fe ya ha entrado en el reposo del Señor, ya está disfrutando de la tierra prometida, ya está experimentando la herencia de Cristo. Vive en victoria y sirve a Dios en el Espíritu.

A los que han resucitado con Cristo sólo les queda una cosa, conocer a Cristo en el poder de su resurrección y vivir esa vida resucitada poderosa.

jueves, 3 de enero de 2013

LA ORACIÓN INTERCESORA

1 TIMOTEO 2:1-6 RVR60-ES
“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;  por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y  en toda piedad y honestidad.  Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,  el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.“

Como pueblo de Dios es nuestro deber denunciar toda injusticia, y por la gracia de Dios mostrar a todos la voluntad de Dios y su amor incondicional. No es nuestro cometido emitir sentencia de condenación hacia nadie, ni de maldecir. Las escrituras nos dicen que como hijos de Dios no debemos ser vencidos de lo malo, sino vencer con el bien el mal.

La Biblia nos instruye para que comprendamos cuál es realmente la naturaleza del mal contra el que luchamos, quienes son nuestros enemigos y con que armas debemos hacerles frente.

EFESIOS 6:12 RVR60-ES
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.“

En muchas ocasiones yo he sido el primero en poner de vuelta y media a los políticos y gobernantes de nuestro país. A veces olvido algo que las escrituras declaran, y es que no hay autoridad sino de parte de Dios, y que las que están han sido puestas por Él.

ROMANOS 13:1-2 RVR60-ES
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.  De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.“

Por supuesto, entiendo que esto no significa que tengamos que entrar por todas y que nos tengamos que someter a normas y leyes injustas sin protestar.

En una sociedad democrática como la nuestra tenemos tanto derechos como obligaciones, y los que gobiernan lo hacen por elección del pueblo. Gracias a Dios que eso es así, para ventura o para desgracia. Dios acepta, el respeta y permite que a los que hemos elegido por mayoría para que nos gobiernen lo hagan por designio suyo.
Alguien dijo: “tenemos el gobierno que merecemos tener“
No obstante, en este pasaje del apóstol Pablo, encontramos lo que representa la voluntad de Dios que hagamos para influir sobre todos los hombres, sobre las situaciones o circunstancias, a fin de que se cumplan los propósitos de Dios en paz y salvación para todos por medio de Cristo.

Según nuestro diccionario: interceder. (Del lat. intercedĕre). Hablar en favor de alguien para conseguirle un bien o librarlo de un mal.

Esto es la oración que se hace delante de Dios por todos los hombres, incluidos nosotros mismos. Como creyentes somos exhortados a orar “por todos los hombres“. Todos necesitan el favor de Dios, la gracia de Dios, la protección de Dios y la sabiduría que procede de arriba.

Todos están perdidos, y por lo tanto necesitan ser salvados, y vuelvo a decir, incluidos todos nosotros los creyentes. Claro que nosotros tenemos esperanza, por supuesto que hemos creído en Jesús nuestro Salvador, y según la promesa de Dios tenemos vida eterna. Aún así necesitamos ser salvados de muchas cosas. Es por eso que nos dice la palabra:

SAN LUCAS 21:19 RVR60-ES
“Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.“

SANTIAGO 1:21 RVR60-ES
“Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.“

Nuestras almas deben ser totalmente conquistadas para Cristo y puestas bajo su señorío y bajo el gobierno del Espíritu.
Si aún queda algo de inmundicia y malicia en nuestras vidas no somos libres todavía, necesitamos que la salvación llegue y alcance hasta lo más profundo de nuestro ser.
Esta salvación la obra Dios por medio de su palabra y en el conocimiento de la verdad.
“el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.“
Debemos orar para ponernos en sintonía con la voluntad de Dios y aprobar lo que Él ha determinado, entendiendo que los propósitos de Dios se llevan a cabo en nuestras vidas y en las de otros previo consentimiento nuestro.

Hay poderes e influencias que quieren impedir que la voluntad de Dios se realice. Enemigos de Dios y de los hombres que quieren mantener a la humanidad en oscuridad espiritual y en rebeldía contra Dios.

2 CORINTIOS 4:3-4 RVR60-ES
“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto;  en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.“

La oración da lugar a la liberación del poder de Dios en nuestro medio para que su voluntad se haga pese a la oposición de Satanás. Por medio de la oración desatamos a los hombres y los libramos del poder de Satanás para que puedan decidir libremente. La oración intercesora neutraliza y ata al diablo para que los hombres sean libres de venir a Cristo.

La oración intercesora implica ruegos, peticiones, oraciones y acciones de gracias. Además de por todos los hombres, muy especialmente “por los reyes y por todos los que están en eminencia,“  Es decir, que se nos exhorta a orar por los que nos gobiernan.
En el caso de nuestro país, España, es nuestro deber interceder por nuestro rey, por el presidente actual y sus ministros, por el gobierno autonómico que nos corresponda, por el alcalde de nuestra ciudad etc. Y porqué no, también por la oposición, para que cumplan con su cometido como deben hacerlo y equilibren la balanza. Todo esto al margen de cuáles puedan ser nuestras ideas o creencias políticas. En la Biblia no se nos pregunta cual es nuestro partido o con quien tenemos más afinidad, se nos da una orden y esta es para nuestro bien.
¿No se nos pide que oremos también por nuestros enemigos? ¿No se nos dice que bendigamos a los que nos maldicen? Cuánto más debemos orar por nuestros gobernantes que tienen autoridad para establecer leyes justas o injustas, y que toman decisiones que nos repercuten a todos nosotros de forma muy directa y en muchos sentidos, a creyentes o no creyentes.
Vemos en el pasaje, que la oración e intercesión por nuestros gobernantes revierte en beneficio del pueblo creyente y sobre los que no lo son. “para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.“ Es decir, si oramos por ellos para que Dios los bendiga, si oramos para que gobiernen bien, para que sean justos y equitativos y que lo hagan sabiamente, como resultado tendremos paz y tranquilidad, nos podremos dedicar a las cosas de Dios en libertad, y podremos vivir digna y honradamente.
Esto quizás no sea lo que nos guste hacer, pero según el texto es lo que agrada a Dios y es bueno según la voluntad de Dios. “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.“
Claro que es muy importante que no perdamos de vista algo, que nuestro Salvador es Dios, el es el Gobernador Supremo, el Rey de reyes, es decir, que en definitiva nuestro Salvador es el Señor Jesucristo y nuestro socorro y ayuda viene de Él.

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,  el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.“
Jesús es quien rescata del hoyo nuestras vidas, el colma nuestras necesidades, el es nuestro proveedor, Él se hizo pobre para que nosotros por su pobreza fuésemos enriquecidos.
Jesucristo hombre es el mediador de todos, Él se compadece de todos, Él comprende nuestra debilidad y nuestras carencias.
HEBREOS 4:15-16 RVR60-ES
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.  Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.“

Concluyo con este versículo que forma parte del mismo mensaje de Pablo a Timoteo.
1 TIMOTEO 2:8 RVR60-ES
“Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.“
Dios busca hombres y mujeres que intercedan, que se pongan en la brecha ( ¡Y que brecha! ) a favor de sus conciudadanos y a favor de sus gobernantes, para que Dios restaure nuestra tierra y traiga sanidad.

EZEQUIEL 22:29-31 RVR60-ES
El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.

Queridos hermanos y amigos, la voluntad de Dios es bendecir la tierra, es decir, bendecir a todos los hombres, y Él cuenta con nosotros como instrumentos y agentes de cambio. ¿Seremos de aquellos con los que Dios puede contar? ¿Seremos agentes de restauración en las manos de Dios por medio de la oración intercesora? Dios puede cambiar el orden de las cosas en nuestro país, se puede evitar una mayor catástrofe y destrucción si buscamos a Dios de todo corazón. Esto no son palabras bonitas simplemente, no es un falso consuelo, no son palabras huecas, es el llamado de Dios a su pueblo en este tiempo, es la exhortación de Dios a su Iglesia. Y si el nos pide la oración esto significa que hay respuestas, Dios quiere obrar, el quiere actuar en medio nuestra y de nuestra sociedad.