jueves, 26 de julio de 2012

EL PAN NUESTRO DE CADA DIA (MENSAJE)


                                                                                   
Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca. Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis? Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete. Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?” (Marcos 8:14-21)

Que comeremos, que vestiremos, donde vamos a vivir, como vamos a subsistir, estas constituyen unas de las principales preocupaciones que tenemos los seres humanos. Dios ha puesto ciertas necesidades en la naturaleza del hombre, carencias legítimas de las cuales nadie a de sentirse culpable como si algunas de ellas fueran pecado.
El Todopoderoso nos ha creado con un cuerpo, un alma y un espíritu, cada una de estas partes de las que hemos sido constituidos tiene sus diferentes necesidades propias. El creador ha provisto aquellas cosas que son necesarias para que estos tres aspectos de la naturaleza humana sean satisfechos. Dios en su sabiduría lo ha hecho todo perfecto, al poner ciertos vacíos en la creación él ha creado también aquello que va a colmarlos plenamente.
No obstante, el pecado, una vez introducido en el hombre fue la causa de desordenes y distorsión de los planteamientos de vida de la humanidad, así como en que manera estos a partir de entonces buscarían la satisfacción de sus legitimas necesidades. Todo ha sido puesto del revés, los valores han sido cambiados, las prioridades establecidas por Dios se dieron de lado. Todos se esfuerzan afanosamente por satisfacer sus propias carencias sin lograr nunca estar satisfechos, las piezas de este rompecabezas que es la vida no encajan en el lugar que las colocamos.
La palabra de Dios dice que el nos hizo a su imagen y semejanza; si queremos armar el puzzle de nuestras vidas necesitamos descubrir esa imagen, mirarla e ir colocando las piezas en su sitio. Esto no es ni más ni menos que aceptar el diseño del creador y obedecer su voluntad para nuestras vidas. La voluntad de Dios es poner orden y establecer armonía en la vida de sus criaturas, que estas reflejen ese diseño perfecto y cumplan el propósito para el cual Él las creó.

El pan de cada día

Cada día llaman a la puerta de nuestra existencia las diferentes necesidades, nuestro cuerpo tiene hambre y sed, nuestra alma e intelecto también exige satisfacción, en lo mas profundo de nuestro ser hay también un clamor que resuena como un eco en el gran espacio vacío de nuestro corazón. Todo hueco y espacio tiende a ser llenado, y cada elemento tiene su propio lugar, su sitio. Cuando las cosas no ocupan el lugar que les corresponde algo no funcionará bien, habrá desorden y caos.
En nuestra actualidad mas que nunca, es evidente la frustración por las necesidades no suplidas en muchos casos, y en otros es patente el hastío por el uso abusivo de ciertas cosas y la ampliación de ese sentido de necesidad como si nunca se llenara. La palabra de Dios nos enseña que él es fiel para toda su creación, el hace llover sobre justos e injustos. El da a todos todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.” (1ª Timoteo 6:17)

Siempre se corre el peligro de desviar la atención de lo que es verdaderamente importante y poner la esperanza o expectativa en lo superfluo. Dios desea que confiemos en él, el es real, es el Dios viviente que nos provee con abundancia de todos los bienes que necesitamos. Es necesario tener cuidado de no poner nuestra mirada en las cosas que Dios nos da hasta el punto de depender de ellas mas que de Dios.
Cada día es nuevo, y con él se nos ofrece la oportunidad de confiar en Dios para que nos supla todas nuestras necesidades.
En la oración del Padre nuestro, Jesús nos enseño a pedir el pan nuestro de cada día, ese pan representa la totalidad de todo aquello que nos pueda hacer falta hoy. El Señor no les dijo a sus discípulos que pidieran por sus necesidades del mañana, ni por las de dentro de un mes. El les explico que orasen en forma concreta por sus carencias presentes, por el pan de hoy. Dios espera que lo hagamos así al margen de cual sea nuestra situación, tengamos recursos o no. Tanto el que tiene, como el que no tiene, deben mirar a Dios reconociendo que Él es el dador de todas las cosas.

Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:34)

Cuando ponemos la vista en los días venideros, pensando en lo que pueda hacernos falta, nos salimos del orden que Dios ha establecido. La voluntad de Dios es que ejercitemos nuestra fe cada día. No podemos saber si seguiremos viviendo mañana, no sabemos que resultará dentro de las próximas 24 horas, ni tan siquiera lo que pueda suceder en los próximos minutos. La promesa de Dios es para nuestro ahora, para el día presente, Él se ha comprometido para hoy.
Jesús nos advierte que si comenzamos a fijarnos en el mañana entramos en un estado de afán y esto producirá a su vez ansiedad. El día de mañana nos trae su afán, sus preocupaciones, sus imposibilidades, sus propias necesidades, pero Dios, es Dios de hoy.

Vamos a analizar ahora la historia según los hechos que nos cuenta San Marcos en el pasaje que encabeza este escrito. Encontraremos algunas cosas que nos serán de gran ayuda para nuestro vivir diario y al enfrentar nuestras necesidades.

Estamos en la barca con el Maestro

Alguien dijo, que cada vez que Jesús se subía en la barca con sus discipulos estos se echaban a temblar porque no sabían lo que les podría sobrevenir, un fantasma, una tempestad, podía suceder cualquier cosa. No obstante si nos hemos embarcados con Jesús, él está al control del timón y de cualquier situación inesperada que pueda crearse. Donde vaya el Señor vamos nosotros, lo que le ocurra a él, nos sucede también a nosotros. Pero Jesús no está a expensas de ningún acontecimiento sorpresa, él es Dios con nosotros, Señor y dueño de todas las cosas, todo está sujeto bajo su autoridad. Nuestras vidas le pertenecen, somos suyos, y el cuidará de todo aquel que ha depositado su fe y esperanza en él.
En este caso el Señor les enseña una gran lección haciendo uso indirecto del comentario que les hace acerca de que se guardasen de la levadura de los fariseos. Los discípulos interpretaron que Jesús les estaba hablando sobre la comida, sin embargo lo que ellos entendieron mal dio lugar a que Jesús los corrigiese del error en que estaban en realidad.

Un olvido lo tiene cualquiera. “Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca” vs. 14
Estas son las palabras con las que el evangelista comienza su narración; debió ser un asunto verdaderamente polémico para los discipulos de Jesús. En el transcurso del tiempo esto sería lo que ellos recordarían como el dato que causó el incidente, lo que desencadenó una contienda entre ellos y provocó la intervención del maestro.
En verdad, los discípulos de Cristo se habían portado de manera descuidada. Ellos fueron distraídos, no fueron previsores en tener los alimentos necesarios y suficientes preparados. Hasta se les podría tachar de negligencia domestica y de malos obreros, porque no tenían la comida preparada a su tiempo. No obstante, vamos a ponernos un poco del lado de ellos ¿quien no caería en el olvido de algunas cosas naturales cuando estuviera presenciando continuamente lo sobrenatural, las maravillas de Jesús y su poder manifestado en diversos milagros y señales? Cualquiera se olvidaría de comer y hasta de su propio apellido, muchos estaríamos despistados respecto a ciertos cuidados sin lugar a dudas.
Para los discipulos era una situación angustiosa, una experiencia de su propia ineficacia y fracaso. Siempre existen errores del pasado que nos han traído a una realidad en el presente, o a una situación de conflicto en nuestra vida actual. Pero Jesús nos ha llamado en nuestra debilidad, nos ha escogido a sabiendas de nuestros fracasos, olvidos y limitaciones, todo esto lo ha tenido él en cuenta.

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.” (1ª Corintios 1:26-29)

El Señor puede obrar a pesar de nuestra propia ineficacia, de hecho debemos reconocernos inútiles e inservibles. Esto va totalmente en contra de la moderna psicología, que nos dice que debemos tener un alto concepto de nosotros mismos, valorarnos etc. Pero la vida espiritual no funciona según valores y conceptos humanos, sino por los principios del reino de Dios. Si el hombre vale, entonces para que necesita a Dios; en toda la historia, la humanidad ha demostrado fehacientemente su fracaso y desatino. La biblia nos dice que Dios no consentirá que nadie se jacte en su presencia, el resistirá a los soberbios y dará gracia a los humildes.

La comida, causa de discusión. “Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan” vs. 16
Es muy probable que los discípulos se culparan entre sí por el olvido que habían tenido. Ellos pensaron que Jesús los estaba acusando o reprochando porque no trajeran suficiente comida. Así que como ellos interpretaron eso de Jesús, todos comenzaron a justificarse y a zafarse de la situación.
El pan de cada día siempre es un tema de debate, discusión y discordia, es una preocupación constante ¿Qué comeremos y que beberemos?
En la familia, así como en la sociedad actual protestamos y discutimos por el pan nuestro de cada día, luchamos por conseguir que nuestras necesidades estén cubiertas.
Sin restarle importancia a este asunto, es necesario poner las cosas en su justa y correcta perspectiva. Jesús pone las cosas, cada una en su lugar apropiado, y así instruyó a sus discípulos de la siguiente manera:

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mateo 6:25)

Las necesidades naturales son un arma muy poderosa que Satanás utiliza para traer discordia, guerra, violencia, división y destrucción de los valores mas importantes, como son la vida, la familia y nuestra relación con Dios.
En su enfrentamiento con el diablo, cuando este tentó a Jesús encontrándose Él en debilidad por el hambre, dice la escritura que el Señor lo combatió de la siguiente manera:

Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:3,4)

El enemigo es muy sutil, por un lado trata de hacernos dudar de nuestra identidad, de lo que somos para Dios, y por otro de que no confiemos en Dios, que no le creamos a Dios.
Los hijos de Dios no somos alimentados solo con pan de la tierra, sino con el pan del cielo, con la palabra de Dios. Como el pájaro alimenta a sus polluelos que están en el nido, así Dios alimenta a sus hijos y tiene cuidado de ellos. Dios nos sostiene con su palabra verdadera, con sus promesas, con sus hechos revelados que aceptamos por fe.

El rey David exclamó en el Salmo 23 que el Señor preparaba una mesa delante de él, un banquete en el cual no faltaba de nada y en el cual encontraba plena satisfacción. “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;”
De la misma manera, cuando Jesús soportó la tentación y el diablo se marchó, vinieron ángeles y le sirvieron.
Es necesario que creamos a Dios, lo que el nos habla, y que lo declaremos con fe. Confesemos que Dios es nuestro ayudador y el que nos sustenta con su poder. Dios está en medio nuestra y al control de toda situación, no menospreciemos esta realidad. Dios nos rodea delante y detrás y tiene su mano puesta sobre nosotros.

Entendamos la enseñanza de Jesús respecto a nuestras provisiones.

La palabra de Dios declara que el sabe cuales son todas nuestras necesidades. ¡No las va a conocer si fue él quien nos creó¡
Jesús conoce y entiende cualquier situación por la que podamos estar atravesando así como la lucha que estamos sosteniendo. El Señor no es ajeno a nuestros sufrimientos, es mas, la Biblia nos dice que no tenemos un Cristo que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo pero sin pecado. Es decir que Jesús nos mira y nos ve cuando padecemos, en nuestras carencias, en nuestra miseria. Pero hay algo mucho más importante que el hecho de que Jesús nos comprenda y entienda nuestras penas, y es lo que nosotros debemos saber de él.
Todos debemos comprender la obra de Jesús, su sacrificio, su suficiencia, su poder y su provisión más que suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades.
La palabra de Dios declara que si el Padre no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará juntamente con él todas las cosas?
Ciertamente, si Dios nos entregó lo mas valioso que tenia, si ya se desprendió de su amante Hijo, su mayor tesoro, que significancia podría tener todo lo demás para él como para retenerlo. No tiene sentido que Dios reservara sus riquezas, su provisión abundante tanto celestiales como naturales. “Porque de su plenitud tomamos todos y gracia sobre gracia”

La plenitud lo abarca todo, comprende todos los recursos de Dios a nuestra disposición, es su gracia abundante con la que suple todas nuestras necesidades.

Gracia sobre gracia, favor inmerecido, recursos inagotables, que por fe recibimos nuestra diaria provisión. De su banquete comamos todos, saciémonos con su abundancia, bebamos el vino de su mesa. Esta es nuestra herencia, Dios es nuestra porción, nuestro sustento, nuestro alimento, nuestro abrigo, nuestro ayudador”

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:25-33)

En este pasaje en el que Jesús enseña a sus discípulos sobre el cuidado que Dios tiene de sus criaturas y de toda la naturaleza, resalta el valor que por encima de todo lo creado tienen para él sus hijos. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?... ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? Saber esto es maravilloso, entender que para Dios somos la prioridad sobre todo lo creado, somos la corona del universo, su especial tesoro.
Ahora bien, el Señor confronta a los discípulos con algunas preguntas escudriñadoras e introspectivas.
¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?

Todos habían presenciado los milagros de Jesús, sanidades diversas, y cosas sorprendentes para el ojo humano y la mente de los hombres. Cosas que eran humanamente imposibles que sucedieran, los discipulos las vivían a diario. Pero aun así ellos no terminaban de comprender, sus corazones todavía estaban cegados y cerrados a la gracia de Dios. Ellos no comprendían la magnitud y el alcance de las obras de Jesús, aun no entendían lo que representaba la encarnación del Hijo de Dios, Emanuel, Dios con nosotros.
Con que facilidad los discipulos de Cristo olvidaban las obras que Jesús hacia, estando ellos presentes, sufrían de amnesia espiritual.
Jesús les recuerda específicamente de cómo él había dado de comer a dos grandes multitudes con solo unos panes y unos cuantos peces. Y que aun habían recogido una cantidad considerable que sobró tanto de pan como de peces. Esto nos enseña que por muy grande que sea la necesidad nunca podremos agotar los recursos de Dios, siempre habrá suficiente y de sobra.
Los milagros de Jesús sentaban un precedente de actuación con respecto y a favor de los discípulos, sus seguidores. El Señor les quería hacer entender que él estaba dispuesto a realizar cualquier cosa por ellos. Los discipulos debían comprender que el poder de Jesús estaba a su disposición, no era solo para otra gente, sino también para ellos.
Muchas veces nos hayamos pensando que Dios quiere y puede bendecir a otros pero no a nosotros. Dios desea prosperar a todo el mundo, menos a nosotros, nos decimos.
Pero eso no es cierto, lo contrario es la verdad, como hemos visto en la palabra de Dios, él desea nuestra prosperidad.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” (3ª Juan 1:2)

Esta es la voluntad de Dios para cada uno de sus discípulos, para todos los que nos hemos embarcados con él, para aquellos que le hemos confiado nuestras vidas. Jesús nos invita a orar y pedir para que sus promesas se cumplan en nosotros y todas nuestras necesidades sean suplidas.

De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.” (Juan 16:23,24)

¿Cual es el pan que necesitamos? ¿Donde está nuestra carencia? Tal vez necesitamos sanidad para nuestro cuerpo, o liberación para nuestras almas. El Señor a provisto esta clase de pan en el calvario, el fue quebrantado en la cruz y partido como pan para saciar nuestra hambre. El es el pan que descendió del cielo, es el manjar que Dios nos ha dado, si comemos de él nunca más tendremos hambre y si bebemos de él nunca más tendremos sed. En una ocasión Jesús le dijo a una mujer que le pidió que hiciera un milagro para su hija: “El pan es para los hijos” ¿Somos hijos de Dios? Si lo somos, entonces pidámosle a nuestro Padre el pan nuestro de cada día, comamos de la mesa que nos ha preparado, y saciémonos de su abundancia.

Pedro Jurado

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