jueves, 25 de octubre de 2012

EL PODER DEL EVANGELIO DEL REINO

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:16,17) 
El apóstol Pablo había sido un judaizante de primera línea, un hombre instruido por los maestros más prominentes de su época. En el momento de su conversión el se encontraba de viaje hacia Damasco, en plena faena persecutoria de los discípulos de Cristo. Cuando el Señor se le apareció fue transformado en otro hombre, las palabras de Jesús penetraron hasta lo más profundo de su ser provocando en él una entrega total a la voluntad de Dios. El Señor lo llamó al mismo tiempo para que anunciase el evangelio, la misma verdad que predicaban aquellos que el había perseguido. Jesús le dio a Pablo ciertas instrucciones que debía obedecer, las cuales siguió al pie de la letra. Fue guiado por el Señor a un discípulo que se llamaba Ananías y este lo presentó a otros discípulos, y seguidamente comenzó a predicar de Jesucristo por todos lados. “Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco. En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.” (Hechos 9:17-20) Pablo explica que el evangelio que predica no le ha sido entregado por los hombres, sino que lo había recibido por revelación directa de Jesucristo. “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” (Galatas 1:11,12) 
Podemos entonces decir con toda propiedad y en primer lugar, que el poder del evangelio radica en que es la revelación del testimonio de Jesucristo. El mensaje que recibieron los discípulos y en el cual creyeron era la verdad eterna e inmutable de Dios. El apóstol San Pablo no se invento la doctrina que predicada, ni fue el producto de su imaginación, así como tampoco lo recopiló de algunos que conocieran antes que él al Señor. Si bien es cierto que Lucas fue un colaborador de Pablo en sus viajes misioneros y recopiló toda la información del evangelio referente a los hechos históricos de Jesús y su doctrina, hechos narrados en el libro que lleva su propio nombre y que le fue de gran ayuda al apóstol. El argumento central del evangelio es Jesucristo, su vida, su obra, su muerte y resurrección. Todo esto constituye lo que llamamos las buenas noticias de salvación, el plan de Dios para la redención de los hombres. El mismo Jesús, cuando comenzó su ministerio predicó el mensaje del reino de Dios, el no habló sus propias palabras, sino todo aquello que el Padre le revelaba. “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:14,15) “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” (Juan 12:48-50) De modo que cualquiera que desee predicar el mensaje de Dios con poder, no es suficiente con que tenga un conocimiento meramente intelectual del evangelio, sino que necesita la revelación del mismo. Es necesario que vea la verdad como una realidad palpable en su espíritu. Muchos estuvieron con Jesús y vieron sus obras y escucharon sus palabras, pero cuando el preguntó a sus discípulos acerca de su identidad, solo Pedro tuvo la respuesta acertada. A este discípulo Dios le reveló quien era en verdad Jesús. Y yo pregunto: ¿Cómo fue necesaria una revelación para algo que se suponía parecía tan evidente a los discípulos? Después de todo el tiempo que el Señor había estado con ellos, y de todo lo que habían visto y oído, aun no lo conocían. “El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 16:15-17) Está claro que no se trata del tiempo que uno lleva con el Señor, ni de lo que uno ha aprendido de segunda mano, sino de la intervención de la gracia de Dios. El apóstol Santiago dice que si alguno cree que sabe algo hágase ignorante para que lo aprenda de verdad, porque aun no lo sabe como debería de saberlo. Algo muy habitual que les sucede a los creyentes suele ser que la mayoría del conocimiento que tienen de la Biblia es meramente mental, no han recibido un entendimiento espiritual, y por tanto aun no han experimentado el poder del evangelio. ¿En qué radica el poder del evangelio? Este mensaje que se nos ha encomendado no está carente de (dunamis) poder, no es simplemente un tratado doctrinal, no son solo teorías morales, no se reduce a unos hechos ocurridos en la historia y que han quedado enterrados en el pasado como algo que ha muerto. Este evangelio constituye la palabra viva y eficaz de Dios, las buenas nuevas eternas, el mensaje profético mas actual que podamos oír. Son noticias vigentes, promesas que se cumplen, hechos que pertenecen y que forman parte de un continuo presente como Dios mismo. Es la verdad absoluta e inmutable del Creador de todas las cosas y el testimonio de su Hijo Jesucristo. Primeramente, el poder del evangelio radica en su pureza e integridad. El mensaje del evangelio es poderoso en la medida de la pureza y fidelidad con el que es predicado o expuesto. Si la palabra y el contenido argumental no es fiel e igual a la doctrina según se nos ha entregado en las escrituras y conforme a la enseñanzas de Cristo y sus apóstoles entonces su poder será nulo. Hay numerosas exhortaciones en la biblia en las que se nos prohíbe anunciar otro evangelio diferente, ya sea por adulteración(mezcla), por omisión o ya sea por añadir más a lo que ya ha sido escrito y que constituye el mensaje completo e inspirado. “Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren alterar el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguien os predica un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema.” (Galatas 1:6-9) La palabra de Cristo es fiel y digna de ser recibida por todo el mundo, ella constituye el testimonio que Dios ha dado de su hijo habiéndonoslo entregado por nuestros pecados y resucitándole de los muertos. Segundamente, el poder del evangelio estriba en que es el mensaje de Dios y no palabra de hombres. “Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no es invención humana, pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” (Galatas 1:11,12) Por cuanto el evangelio trata del testimonio de Dios y de Jesucristo, no solo consiste en palabras sino en demostración de poder. “pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre.” (1ªTesanolicenses 1:5) El evangelio del reino nos presenta la revelación del plan eterno de Dios concebido desde antes de que el tiempo existiese y de que todas las cosas fuesen hechas. Es la inspiración de la voluntad de Dios la cual él ha dado a conocer a los hombres. “No os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad,”.....”Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2ªPedro 1:16, 19-21) Terceramente el poder del evangelio consiste en que su mensaje está impregnado y saturado del Espíritu. Este mensaje actúa conjuntamente con el Espíritu Santo. Por eso Jesús dijo que sus palabras eran espíritu y vida a los que las hallaran. Si el mensajero está lleno del Espíritu Santo y ungido, entonces su mensaje evangélico, la palabra de Dios que sale de su boca tendrá poder espiritual. El mismo Jesús fue ungido con el Espíritu Santo para que sus palabras y todas sus obras estuviesen también saturadas del Espíritu. “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18) El Señor, una vez resucitado, ordenó a los discípulos a que esperasen la promesa del Padre, el Espíritu Santo, antes de comenzar a predicar el evangelio. “Y estando juntos, les ordenó: No salgáis de Jerusalén, sino esperad la promesa del Padre,d la cual oísteis de mí, porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1:4,5) “pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8) No habrían sucedido las cosas portentosas que luego se narran que ocurrieron si los discípulos y apóstoles se hubiesen precipitado en su tarea de predicar. En la actualidad es necesario que la gran comisión se lleve también a cabo con poder, con demostración del Espíritu, con señales y milagros. Es la manera en la que Dios ha decidido que se realice su obra, es el método divino para la extensión del evangelio por todo el mundo. Necesitamos ser llenos del Espíritu Santo si queremos predicar con poder de Dios y si entendemos que este mensaje que se nos ha encomendado tiene que ser más que palabras. En cuarto lugar, el poder del evangelio está en que es eficaz para transformar a los hombres y mujeres, trayéndoles a la libertad y a la esperanza que hay en Dios y dándoles una nueva vida. En el evangelio se manifiesta el poder de Dios para salvación a los que creen. La solución que Dios ha provisto es integral, es completa, es total. La obra de Jesucristo a favor de los hombres contempla todas las necesidades de este y resuelve todos los estragos causados por el pecado. Lo que es imposible para nosotros es posible para Dios. Jesús murió y resucitó, es el mismo ayer hoy y por los siglos y su brazo está extendido para sanar, restaurar, liberar y perdonar al ser total del hombre. Como está escrito en la palabra de Dios: “Toda cabeza está enferma y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas ni vendadas ni suavizadas con aceite.” (Isaías 1:5,6) Todos estos males, enfermedades y dolencias son causadas por el pecado, son los efectos de la culpabilidad del hombre que aun no se ha arrepentido. Sin embargo cuando creemos en Aquel que fue crucificado por nuestros pecados y que sobre su cuerpo sufrió todas nuestras enfermedades seremos sanados y perdonados. Pues como dice el profeta Isaías: “El castigo de nuestra paz fue sobre él y por sus llagas fuimos nosotros curados.” El mensaje de Dios no deja indiferente a nadie, cambia y transforma a los hombres haciéndoles a la imagen de Dios cuando es creído, o se resisten y revelan alejándose más de él y profundizando en las tinieblas del enemigo si es rechazado. En el evangelio se haya la esperanza, el gozo y la paz que tanto necesitan los hombres, y si estos lo creen experimentaran estas cosas como una realidad del poder de Dios en sus vidas. Se cumplirán en ellos las palabras del apóstol:“Y el Dios de esperanza os llene de gozo y paz en el creer. En quinto lugar este poder consiste en que Dios está y estará presente donde quiera que se predique y se crea este evangelio para confirmarlo con muy diversas señales. Cuando el mensajero es alguien enviado de Dios, uno que es consagrado, lleno de fe y del Espíritu Santo, el Señor estará con él para confirmar sus palabras. La palabra declarada por este instrumento escogido hará crecer la fe en los que escuchan y el Señor obrará milagros. “Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16:17,18) Las señales seguirán a los que creen, no a los incrédulos. Los que creen verán la gloria de Dios manifestada a favor de ellos y llenando sus necesidades. Los que creen conocerán el poder que está encerrado en el evangelio de Jesús. 

Pedro Jurado

No hay comentarios:

Publicar un comentario