sábado, 6 de octubre de 2012

VE Y DA TESTIMONIO

SAN LUCAS 5:24-25 RVR60
"Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.  Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios."

SAN MARCOS 5:18-20 RVR60
"Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.  Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.  Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban."

Cuando Jesús sanó a este paralítico no le dijo: "levántate y quédate aquí sentado en algún sitio para escuchar la palabra" Sino que el Señor lo mandó a su casa para que diese testimonio a los suyos. Con el endemoniado gadareno hizo Jesús lo mismo, le envío a los suyos a dar testimonio.
Mucha gente pierde la oportunidad de ver y oír un testimonio poderoso de lo que Dios hace porque retenemos a los creyentes en nuestras iglesias, entiéndase, en los locales. Las hacemos religiosas hasta el punto de que el fuego de Dios y el primer amor se les apaga. Pierden la fuerza y el entusiasmo del principio y el celo por dar testimonio.
Es un error que la mayoría de las congregaciones evangélicas cometen, el de retener a sus miembros entre cuatro paredes con múltiples actividades. No les queda tiempo ni oportunidad para socializar y compartir su fe con los no creyentes.

Eso ocurre porque estamos más interesados en conservar la institución y el sistema, que en dejar a los creyentes libres para que realicen la obra de Dios y que el evangelio sea propagado.
Al acaparar a los cristianos con numerosas reuniones los privamos de sus amistades y del contacto con sus parientes y conocidos. Por lo tanto frustramos las oportunidades que podrían tener para evangelizar. Esto trae como consecuencia el que se tengan que forzar en las iglesias y llevar a cabo la realización de programas evangelisticos. Y entonces se les pide a los miembros que evangelicen a desconocidos o que establezcan nuevas relaciones con no creyentes. De manera que se cae así en una gran incongruencia.
La voluntad de Dios para la mayoría de sus hijos es que testifiquen a los suyos de las cosas que han visto, han oído y han experimentado con Jesús.
Dios no quiere que nos enclaustremos entre las paredes de nuestras iglesias con infinidad de reuniones inútiles. Es lo que se está haciendo desde antaño en las congregaciones, sin embargo eso no significa que esté bien, sino que nos estamos dejando arrastrar por la fuerza de la costumbre. La misión de la iglesia es ir por todo el mundo, no es quedarse estancada permanentemente en un mismo sitio.
Según el libro de hechos de los apóstoles lo único que puede cambiar el orden o estado de las cosas es el pentecostés, es decir un nuevo derramamiento del Espíritu Santo.
HECHOS 1:8 RVR60
"pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra."

Lo primero que necesitamos entender es la misión y a continuación nos hace falta la visión. La misión es el mandato general, la llamada gran comisión. Lo siguiente es la visión, es decir, saber cómo vamos a llevar a cabo la misión, la concreción, el plan estratégico.
La misión es amplia, pero la visión es específica y concreta.
El Espíritu Santo es el encargado de transmitirnos la visión y ésta se relaciona estrechamente con el llamado personal y los dones espirituales que se nos haya concedido. Así que servimos al Señor conforme a lo que somos y hemos recibido de él, no cómo lo que no somos y con lo que no tenemos.
1 PEDRO 4:10-11 RVR60
"Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.  Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén."

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