MAT 11:19b RVR60
"Pero la sabiduría es justificada por sus hijos."
Jesús no trata de dirigir los pensamientos de sus oyentes a la consideración de los grandes sabios o pensadores que hasta su época había dado el mundo. Sócrates, Platón, Aristóteles, u otros muchos con un celebro y mente privilegiada, ya fueran griegos, judíos o romanos.
Por tanto, nosotros, cuando leemos estas palabras tampoco debemos pensar que los sabios son esos hombres que han destacado en la historia de la humanidad por sus conocimientos, sabiduría y filosofias.
Es necesario que como creyentes sepamos distinguir entre la sabiduría de Dios y la sabiduría del mundo, entre la sabiduría y conocimiento espiritual de la sabiduría natural y carnal.
Muchos tienen en tanta estima la sabiduría y conocimientos del mundo que les parece locura e incongruente hacer una separación entre lo que procede de la mente natural y lo que proviene del Espíritu de Dios. Ellos no terminan de creer que la sabiduría del mundo es vana, y que Dios la ha desechado.
Es cierto que toda verdad procede de Dios y le honra, pero también es cierto que cada verdad tiene su validez y aplicación según su valor, caracter, naturaleza y resultados que produzca. Por ejemplo, un científico no podrá medir jamás en tubos de ensayo, ni con formulas por muy eficaces que estas sean, cosas intangibles como el amor, la paz, el odio etc.
Por mucha verdad que haya en la ciencia no se podrá meter jamás a Dios en un frasco, ni determinar con una maquina y comprobar si existe o no existe.
Tampoco es posible construir o edificar una vida espíritual sana y una relación con Dios estable, ni siquiera tener una personalidad equilibrada y una mente y emociones templados considerando únicamente la ética, filosofía o psicología del mundo.
La cultura tiene su importancia, pero nunca a producido hombres santos, ni honestos, ni hombres justos y verdaderamente espirituales. Ni siquiera el conocimiento y el estudio de la historia a impedido nunca, ni está impidiendo hoy día que se repitan los hechos nefastos que se han cometido a lo largo de todo el tiempo que llevamos existiendo sobre esta tierra.
La realidad es que todo el conocimiento, la sabiduría y cultura que ha adquirido el hombre con sus estudios y en el transcurrir del tiempo, no ha producido en él ninguna mejora, ni cambio sustancial en su forma de ser.
Sin embargo somos seres integrales y todo está perfectamente interrelacionado y unido en nosotros, de manera que es muy importante mantener un equilibrio y cuidado en cada uno de los componentes de todo nuestro ser, dando a cada aspecto la consideración adecuada dentro del valor que tiene.
La sabiduría es una señora muy fértil, tiene una gran capacidad de procrear, de dar fruto, de producir resultados, en definitiva, de tener hijos.
El consorte de la sabiduría es el conocimiento de Dios mediante la fe, estos se unen en la intimidad de una experiencia sencilla pero genuina de nuestras personas con el Creador. Es la chispa de la vida espiritual que prende en nuestro ser por obra y gracia de Dios.
El Verbo se encarna, la palabra se manifiesta en vida y luz, nos vivifica y alumbra nuestro ser. Hace que la muerte se retire y que las tinieblas se disipen.
Un temor reverente, respetuoso y arraigado en un profundo amor se apodera de nuestra alma; ya no queremos ofenderle, no podemos defraudarle. ¡Nos ha dado tanto amor! ¡Nos ha perdonado tanto!
Proverbios 9:10 RVR60
"El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia."
Lo hijos de la sabiduría son sus obras, sus hechos, los frutos y resultados que esta produce. Es lo que la acredita, la manera en la que se demuestra.
El apóstol Santiago hablando sobre la verdadera sabiduría y de aquellos que son en verdad sabios hace una comparación y dice: (es interesante leerlo en dos versiones diferentes)
SANTIAGO 3:13-18 RVR60
"¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz."
SANTIAGO 3:13-18 DHHD
"Si entre ustedes hay alguno sabio y entendido, que lo demuestre con su buena conducta, con la humildad que su sabiduría le da. Pero si ustedes dejan que la envidia les amargue el corazón, y hacen las cosas por rivalidad, entonces no tienen de qué enorgullecerse y están faltando a la verdad. Porque esta sabiduría no es la que viene de Dios, sino que es sabiduría de este mundo, de la mente humana y del diablo mismo. Donde hay envidias y rivalidades, hay también desorden y toda clase de maldad; pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios, llevan ante todo una vida pura; y además son pacíficos, bondadosos y dóciles. Son también compasivos, imparciales y sinceros, y hacen el bien. Y los que procuran la paz, siembran en paz para recoger como fruto la justicia."
La madre de la sabiduría es la verdad, esta le aconseja en la intimidad y en lo secreto la enseña. Le muestra los tesoros escondidos, las joyas que adornarán su cuello, su cabeza, sus manos y sus brazos. La dote de la verdad hacia su hija es toda la herencia familiar, las riquezas conquistadas, derechos adquiridos y titulos noviliarios alcanzados por Jesús, el Hijo de Dios.
La verdad aparece a su hija vestida de luz, resplandeciente y brillante como el amanecer. Le muestra los colores del cielo y le hace ver las maravillas de la vida, la grandiosidad de todas las obras, la realidad de las cosas eternas. Por medio de su mayordomo el Espíritu le sopla al oido todos los secretos y misterios escondidos desde antes de la fundación del mundo.
Cosas que ningún ojo ha visto, ni hombre alguno ha imaginado en sus pensamientos, le son dadas a conocer.
Un pariente muy cercano a la sabiduría es "el señor buen entendimiento" este no saca conclusiones a la ligera, tiene sumo cuidado de no juzgar las cosas según las apariencias. Examina bien y profundamente los hechos y considera sus posibles causas. Observa en la medida de lo posible el contexto próximo y el más lejano para establecer su relacción.
Una hija de la sabiduría se llama "buena conducta". Esta sabe comportarse en cualquier situación, y se conduce con un tacto esquisito. Sabe respetar a todo el mundo, no ofende a nadie de forma gratuita, y valora y aprecia la variedad donde la hay. Su maneras son suaves, es recatada y elegante en su estar.
Otro retoño de la sabiduría es la "hermosa humildad" siempre fertil, llena de vida, como una eterna primavera. No le faltan dones, ni ningún adorno, fresca como el rocio de la mañana sobre la hierva verde. Como tierra insaciable, siempre dispuesta a recibir la lluvia del cielo, la divina gracia que la renueva y la colma de riquezas. Docil y mansa, presta a aprender algo nuevo que le ayude a superarse para llegar a ser semejante a su Maestro.
Otra hija de madre tan fertil es la "deslumbrante pureza" , vestida de lino blanco y resplandeciente. Está limpia de toda mancha, pues fue declarada justa por el Hijo de Dios. Lavada con la sangre del cordero se mantiene pura, sostenida por su poderosa y dispuesta pariente "la señora gracia" que siempre la acompaña. Le agrada los ambientes libres de contaminación y donde no se encuentran personas tóxicas, aunque no es remilgada sino accesible, considerada y amigable.
La sabiduría tiene otra hija llamada "pacífica" conocida como hija del Altísimo. Huye de las contiendas y evita las disensiones. Es sembradora de paz, y siempre mensajera de buenas noticias. Es gobernadora en el reino de Dios. Es obediente y siempre sometida al Principe de Paz. Es muy consciente del precio tan alto pagado por el Hijo de Dios en la cruz, de manera que se tiene en muy grande estima.
Otro vástago de tan fecunda madre es "la amabilidad" , afable con todos, y muy especialmente afectuosa con los más necesitados, amante con su prójimo. Pariente sanguineo del rey de las virtudes y uno de los valores más cotizados del reino de Dios "el amor".
Otro rebrote de tan prolífera madre es "la benignidad". Su buena voluntad y disposición es destacable. Piadosa y desinteresada. Sus palabras son medicina a los heridos y sufrientes, su voz dulce y consoladora.
Otra hija de la sabiduría es "la misericordia". Tiene un corazón amplio y cercano a la necesidad y miseria humana. Sufre con los que sufren y llora con los que lloran. Ella se considera asi misma en su flaqueza y sus carencias y por eso puede empatizar con los desvalidos y fracasados, los pobres y marginados. Ella no tiene capacidad de condenar a nádie, no puede, es de espíritu exclusivamente restaurador. Cuida, protege, y sostiene a sus semejantes en la medida de sus posibilidades.
El hogar donde la sabiduría reside con sus hijos e hijas es una hacienda colmada de buenos frutos. Un hermoso vergel paradisiaco donde Dios pasea y se deleita con sus hijos. Un lugar de reposo, de solaz y de comunión donde reina la armonía, se oye el canto de los pajaros y la música de los riachuelos al correr por su cauce. Se escucha el sonido suave del viento que trae en sus alas palabras divinas, secretos ocultos, sabiduría de arriba.
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