Caminantes
del desierto,
transeúntes
de las arenas,
las
huellas de vuestras pisadas
solo
por un instante estarán impresas.
Muy
pronto serán borradas,
ningún
rastro de ellas quedará.
¿Quién
afirmará que habéis pasado
por
este camino yermo?
¿Qué
habrá quedado de vuestro
andar
sobre las inestables dunas?
En ese
corto trayecto
se
adueño la sed de vuestras almas
y no
tuvisteis con que saciarla.
Vuestros
cuerpos debilitados,
cansados,
caminando pesadamente
en la
soledad desierta.
Creíais
que el mundo era vuestro,
que se
hallaba en el hueco de vuestras manos.
Pensabais
que todo os pertenecía
y nunca
lo ibais a perder.
Pero no
ha sido más que un espejismo,
vuestros
ojos os han mentido,
y con
las manos no tocasteis lo verdadero.
El sol
abrasador ha quemado vuestras pupilas,
la
brillante luz os ha dejado ciegos.
Caminasteis
perdidos, en fantasías,
en
vanas ilusiones, en engañosas visiones.
No
quisisteis escuchar a los que gritaban
en la
soledad indicándoos el camino,
señalando
donde encontrar los oasis,
mostrándoos
donde hallar mejor destino,
manantiales
en los que calmar la sed
y
refrescar vuestras almas y cansados pies.
Una voz
sigue sonando, se oye
un eco
en la soledad desierta,
¡Entregad
el corazón al Señor, enderezad vuestras sendas
y tomad
el camino de Dios!
¡El
que tiene sed venga y beba del agua viva!
¡El
que está cansado repose en mi regazo!
¡Yo
cambio el desierto en paraíso,
la seca
arena en manantiales de cristalinas aguas!
¿Aún
estáis soñando?
¿Pensáis
que las visiones que estáis teniendo son ciertas?
Pensad
por un momento
¿Porqué
siguen entonces vuestros corazones vacíos?
¿Cómo
es que no os saciáis?
Seguís
con sed y hambre
porque
sólo estáis bebiendo arena
y os
estáis alimentando del polvo que mordéis.
Agazapados
y encorvados
sobre
las inestables e infinitas partículas.
Postrados en el suelo que en breve instante
desaparecerá
debajo de vuestros pies.
Pisad
sobre la Roca, edificad sobre fundamento
solido,
no sobre la arena. Venid a Jesucristo
manantial
de agua, paraíso divino, fuente de vida eterna.
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