viernes, 22 de noviembre de 2013

CAVE HONDO

CAVE HONDO

LUK 6:46-49 RVR60 "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa."

En esta parábola Jesús nos enseña sobre la importancia de profundizar en la experiencia de nuestras vidas como creyentes. Pero si observamos, este asunto es demasiado relevante como para simplemente tomarlo a la ligera, pues toda nuestra vida está en juego. En un momento dado, por causa de circunstancias ajenas a nosotros, es decir, que no controlamos, todo cuanto hemos hecho puede venirse al traste y ser destruido.

Relaciones que por tantos años hemos trabajado pueden romperse, nuestra reputación puede verse seriamente dañada, nuestras familias rotas, nuestro ministerio desacreditado, y mucha gente dolida y decepcionada. Simplemente porque hemos ido de ligeros en la vida, porque nos hemos precipitado en las cosas de Señor; porque hemos hecho lo que muchos hacen, darle más importancia a lo rápido, a lo expectacular e instantaneo que a lo auténtico.

Hemos actuado como religiosos, hemos seguido a la masa, no hemos calculado el costo; solo hemos seguido las apariencias externas y nos convertimos en seguidores de hombres más que de Dios.

Pero lo peor de todo es el engaño en el que muchos han caído, de disociar la fe, su autenticidad en la experiencia cristiana de las demás áreas de su vida; han creído que podían ser vanales y poco sérios con las cosas de Dios sin que ello perjudicara el resto de sus intereses.

La casa de la que Jesús nos está hablando son nuestras vidas, es la totalidad de nuestros intereses; abarca nuestra familia, nuestro trabajo, nuestras amistades, nuestro comportamiento moral, nuestra espiritualidad, nuestra diversión o tiempo de ocio, nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones. Involucra todo en nuestra existencia. Y solo vamos a tener y poder edificar una casa como esa, porque su construcción y dedicación nos llevará todo el tiempo de que dispondremos en esta vida.

El deseo del Seños es tener una casa donde morar, un lugar donde encontrarnos con él, y ese sitio no es un templo ni un palacio hecho por hombres, sino nuestras vidas, nuestros corazones. El Señor vendrá y se manifestará en esa casa, el morará en ella permanentemente.

Es un hecho que aparecerán las inundaciones y se levantarán los vientos golpeando contra todo lo que se ha construido. Todos vemos con cierta frecuencia como terminan las casas que son frágiles, hechas de madera o de paja, o aparentemente solidas pero sin un fundamento firme, acaban arrastradas por los temporales climáticos.

Los reveses y las crisis nos vendrán a todos de una forma o de otra, unos permanecerán firmes, pero la gran mayoría serán destruidos o sufrirán graves e irreparables daños.

Jesús nos indica lo que debemos hacer para que no vayamos a la ruina y demos en el traste con todo.

Primero, Él nos habla de coherencia, e indica que si le llamamos Señor pero no hacemos lo que nos dice, empezamos muy mal. "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

No podemos, ni debemos entrar en juicios, ni condenar a nádie, simplemente cada cual debe examinar su propia vida con honestidad y comprobar si es coherente. O por el contrario solo habla, canta y tiene nada más unas cuantas teorías.

Ya el Señor recriminó a su pueblo Israél por su superficialidad e incoherencia.

S. Mateo 15:8 RVR60 "Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí."

Nuestras palabras deben ser seguidas por el compromiso de nuestros actos. El Señor no es solo un título para proclamarlo sino una posición y una autoridad que debemos obedecer. El murió y resucitó para ser el Señor. Cada día nos dirá algo nuevo y nos mostrará lo que tenemos que hacer, es necesario que le oigamos con atención para saber lo que nos dice y así poder hacerlo.

Tristemente hay quienes se llaman cristianos y proclaman al Señor, pero no están haciendo lo que él les ordena. Ellos no viven bajo el señorio de Jesucristo. Llegará el día en que se llevarán una gran sorpresa, porque el Señor dice que no los reconocerá, no sabrá ni quienes son esos.

S. Mateo 7:21-23 RVR60 "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad."

En segundo lugar, que tendría que ser lo primero que hagamos, y es justamente lo que el Señor nos indica, es acercarnos a Él.

"Todo aquel que viene a mí" Haciendo esto ya estamos comenzando bien la edificación. Cristo es el fundamento más sólido y firme sobre el que podamos construir nuestras vidas. En la biblia está clarísimo que Jesús es la Roca, no es Pedro, ni es ningún otro santo, tampoco es una doctrina, ni creencia particular, no es tampoco nuestra filosofia u opinión personal. Jesús es quien sustenta el universo con su poder, el constituye los cimientos de todo lo visible e invisible, el es la Vida. De manera que usted y yo necesitamos establecer una relación vital con Jesús. Claro que el venir a Jesús no es suficiente, es de suma importancia permanecer en Él.

A veces los creyentes ven sus vidas arruinadas y tan destruidas como los que no conocen a Dios, sus matrimonios se fueron al traste, el adulterio, el fraude y otros muchos pecados están dominando en sus vidas. Dicen ser cristianos, pero la realidad es que no están permaneciendo en Jesucristo. No han seguido firmes en la Roca, ellos han optado por edificar sobre la arena, se han apartado de la obra del Señor, se han bajado de su posición en Jesucristo. Ellos están dando más valor a sus propios deseos egoistas, a sus aspiraciones personales, y están prefiriendo buscar por sus propios caminos la felicidad.

Hablo en terminos generales, lógicamente a cualquiera le pueden suceder situaciones como dije al principio que se escapan de su control, no obstante, es en esos momentos cuando más fuertemente necesitamos estar unidos al Señor.

S.Juan 15:4-7 RVR60 "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho."

Si usted y yo hemos venido al Señor, ahora tenemos que permanecer en Él. Esto quiere decir perseverar, ser constantes, estar firmes en nuestra relación con Jesús. Somos como pampanos en la vid, en el momento en que no permanecemos, la sávia, la vida de Cristo deja de fluir en nuestro interior. Entonces sucede que ya no damos los frutos que agradan al Señor, es decir, los frutos del Espíritu. Daremos otros frutos, que son los de la carne, frutos pecaminosos y obras muertas.

Pero es más arriesgado todavía si no permanecemos en el Señor, y es que podemos ser echados fuera y separados para siempre de la vid. Esto no lo digo yo, lo está diciendo el mismo Señor. Si no perseveramos en Cristo seremos definitivamente apartados, echados fuera como ramas inútiles. Esto es muy fuerte, pero qué más podría haber hecho el Señor, el que no permanece es porque sencillamente no quiere estar en Él.

En tercer lugar, para construir nuestra vida sobre la Roca necesitamos oir atentamente al Jefe de obras. "y oye mis palabras" Esto es más importante de lo que podemos pensar o imaginar. No se trata simplemente de leer la bíblia, debemos escuchar al Señor. Usted puede batir record en lecturas bíblicas, conocer toda la teología cristiana, asistir a todas las reuniones, pero si no está oyendo al Señor no avanzará ni un centimetro, su experiencia cristiana será muy superficial.

Jesús dijo, "mis ovejas oyen mi voz y me siguen" O mire también este otro pasaje "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" El Señor nos habla, de su boca salen palabras especificas y muy concretas dirigidas a nuestras vidas personales.

Si no estamos oyendo al Señor puede deberse a varias razones: A) no somos ovejas suyas. B) no le estamos prestando atención. C) hacemos demasiado ruido, no paramos de hablar nosotros y de ir de aca para allá. D) prestamos atención a otras muchas voces y no distinguimos la suya. E) tenemos sordera espiritual, somos tardos para oir o tenemos oído incircuciso (incrédulo). F) no somos de Dios, S.Juan 8:47 RVR60 "El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios."

En cuarto y último lugar, hay que hacer la palabra del Señor. "y las hace"

Ahora bien, este hacer es la obra del Espíritu capacitandonos para toda acción, es la gracia del Señor que permitimos que actúe en nuestras vidas. Por nuestra parte es la disposición, nuestro ofrecimiento incondicional a su voluntad. El Señor no nos está demandando que obremos en nuestra carne, o por nuestros medios y capacidades propias. No se trata de una exigencia externa, sino de la guía del Espíritu.

Esto es seguir al Señor, es andar en sus pisadas oyendo su voz, permitiendo que Él haga en nosotros lo que es agradable delante de sus ojos.

Supongamos que álguien se hace consciente de que está edificando su vida sobre la arena, por ciertas experiencias descubre que está en ruinas; se siente inseguro/a en el lugar que debía ser el más tranquilo y fiable, ha edificado su casa en el lugar inapropiado y ha usado los materiales más malos. ¿Qué debe hacer?

Primero, si solo se trata de algunos errores de distribución y de cálculos, o ha usado materiales defectuosos y malos, usted necesita hacer una buena reforma con los materiales adecuados. Pero si el fundamento sobre el que está edificando no es sólido, entonces debe comenzar de nuevo, no sirve nada todo cuanto ha hecho. Comience nuevamente, pero esta vez hágalo en Dios y sobre el fundamento de Jesucristo. Es mejor hacerlo así que esperar a que todo se venga abajo.

La casa como estamos viendo es la vida, nuestra vida, y ésta se construye con las decisiones que tomamos a diario. Todos somos lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sentimos, hemos construido en nuestro pasado y lo estamos haciendo ahora en nuestro presente, todo ello dará como resultado un futuro, un destino, un lugar en el que estaremos firmes y seguros.

Examinar nuestro presente y ver donde estamos hoy, si hemos madurado, si amamos más, si tenemos dominio propio, si somos espirituales y coherentes, y si hemos profundizado en el Señor. Los frutos que tenemos hoy nos dicen que semilla hemos sembrado en el pasado.

Tanto el fundamento como los materiales que utilizamos están formados por nuestras creencias, nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestros actos. El fundamento es objetivo, es el que ha sido puesto por Dios mismo, es la roca sobre la que se pone todo lo demás, Cristo. La construcción debe ser hecha con la misma materia solida del fundamento que es la palabra eterna de Dios, el evangelio de Jesucristo. Es necesario que nuestro ser entero sea edificado con la palabra de Dios y nuestra vida moldeada por ella para que podamos permanecer inamovibles cuando aparezcan las tempestades.

Romanos 14:4 RVR60 "¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme."

Lejos esté de mí una actitud de juicio sin compasión, mientras estemos vivos hay esperanza; siempre tenemos la oportunidad de volvernos al Señor para ser restaurados. ÉL nos seguirá amando hasta el final, volverá a tomar nuestras vidas en sus manos si es que nos hemos apartado; si venimos de nuevo ante su trono de gracia y de misericordia el hará cosas nuevas en nuestras vidas y nos salvará de la ruina.

4 comentarios:

  1. Buena exposicion Pedro.

    Recojo tu frase: "Es necesario que nuestro ser entero sea edificado con la palabra de Dios y nuestra vida moldeada por ella para que podamos permanecer inamovibles cuando aparezcan las tempestades." Es necesario para nuestra vida espiritual conocer la Palabra del Padre, y el testimonio de Yeshua, y como El nos dijo:" Si me amais guardar mis Mandamientos"

    Juan Antonio Palomo

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. Juan Carlos hombre de Dios, accidentalmente he borrado tu comentario te pido disculpas. Si recuerdas vuelve a ponerlo, ni siquiera he podido miralo. Te agradezco de corazón cualquier comentario que hagas. Uso una table y cuando no tengo sumo cuidado me puede suceder que borre algo sin querer. Dios te bendia

    ResponderEliminar
  4. Como siempre Juan Antonio, agradezco tu comentarios. Dios te bendiga.

    ResponderEliminar