viernes, 9 de mayo de 2014

VENCIENDO LA PREOCUPACIÓN (PARTE 2)

Veamos según la palabra de Dios quienes son los que se afanan o preocupan en sus vidas, Jesús y el apóstol Pablo nos lo explican.

San Mateo 6:31-32 DHH
"Así que no se preocupen, preguntándose: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con qué vamos a vestirnos?” Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan."

Según Jesús la preocupación es una cualidad característica de personas "paganas" o de todos los llamados "gentiles". En la biblia, en un sentido general los gentiles son los no judios, pero más concretamente los que están sin ley de Dios, los malvados, los idolatras, los que están sin Cristo. Hay quienes puedan ser de nacionalidad judia, pero sin embargo son paganos porque no creen en Jesucristo ni guardan su ley. El judio verdadero es, el que lo es en el corazón y en su espíritu.

Efesios 4:17-18 RVR1960
"Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;"

La preocupación tiene su raíz en la naturaleza carnal y pecaminosa del hombre y la mujer, forma parte de la vanidad de su mente. Es también el producto de un entendimiento entenebrecido, y de personas que viven ajenos a la vida de Dios por la ignorancia que tienen, así como por la dureza de su corazón.

Noten bien, porque entre los muchos que se dicen ser creyentes se dan varias de las características que menciona el apóstol Pablo. No es el nuevo hombre en Cristo el que se preocupa, sino el viejo hombre que corresponde a la naturaleza carnal pecaminosa.

Al ser la preocupación un pecado o debilidad de la carne al que se recurre con mucha frecuencia esto abre las puertas y ventanas a la influencia de satanás para que entre y haga su obra. De tal manera que la preocupación ya no es solo un pecado de la carne, sino que se convierte en un espíritu diabólico que nos hace prisioneros, y del cual es muy dificil escapar, pero no imposible.

Romanos 8:5-8 DHH
"Los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil, sólo se preocupan por seguirlas; pero los que viven conforme al Espíritu, se preocupan por las cosas del Espíritu. Y preocuparse por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil lleva a la muerte; pero preocuparse por las cosas del Espíritu lleva a la vida y a la paz. Los que se preocupan por seguir las inclinaciones de la naturaleza débil son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. Por eso, los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios."

La preocupación es una forma de meditación voluntaria que con el hábito y el tiempo sucede de manera involuntaria; según la cosa y la causa por lo que nos preocupamos obtendremos vida y paz, o por el contrario nos haremos enemigos de Dios y cosecharemos muerte. Siempre podemos elegir aquello en lo que vamos a ocupar nuestra atención, y Pablo nos plantea dos opciones, una la carne o naturaleza débil,  y otra, el ocuparnos del Espíritu.

El título de este escrito es venciendo la preocupación, así que sin más preámbulo le voy a dar las claves para vencerla.

En primer lugar, considerela un pecado del cual debe arrepentirse y pedir perdón a Dios. ¿Porqué es un pecado? Porque atienta contra la fe, es completamente antagónica a ella, la neutraliza.

Romanos 14:23 RVR1960
"Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado."

"Y todo lo que no proviene de fe es pecado" La preocupación es un mar de dudas, de falsas creencias y de pensamientos errados e incrédulos. Es una comida tóxica que envenena toda nuestra alma, nuestra mente, nuestro espíritu y nuestras emociones.

En segundo lugar, considere que la preocupación puede ser en su vida una influencia espiritual a la cual usted le ha permitido la entrada precisamente por incurrir continuamente en este pecado carnal.

Satanás es un aliado de la carne, y como león rugiente es lo que come mucha carne. Muchisimas personas, creyentes y no creyentes admiten que no pueden por ellos mismos dejar de preocuparse, a sabiendas que eso no les lleva a una solución. Identifique y reconozca como un espíritu del mal el pecado de la preocupación; sometase a Dios y resista al diablo.

Santiago 4:7 RVR1960
"Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."

El apóstol Pedro nos habla de la relación del diablo con el estado de preocupación, y nos explica como vencerlos.

1 Pedro 5:6-9 RVR1960
"Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;  echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo."

Muchos creyentes conocen este pasaje, solo les falta saber como se practica para que lo puedan experimentar en sus vidas. La mayoría nos solemos centrar en lo que queremos conseguir, que sería eliminar la ansiedad, es decir, ese sentimiento de inquietud y desasosiego. Para ello nos centramos en la frase " echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros." Sin embargo, parece que esto no funciona; y es sencillamente porque lo único que pretendemos es hacer desaparecer el sintoma de ansiedad.

Observemos sin embargo que la solución definitiva a la preocupación pasa por un sometimiento a Dios, un estar rendidos y humillados bajo la poderosa mano de Dios. En el reino de Dios y estando bajo su gobierno no existe la preocupación; en esa posición será la paz de Dios la que gobierne nuestros corazones, no la preocupación.

Expliquemos un poco más esto porque no es tan simple. Muchos dirán que creen en Dios y que están sometidos a Él, no obstante debemos probarnos para saber si es verdad.

La mano poderosa de Dios representa su voluntad y plan, es su soberanía y control sobre todas las cosas, y es su señorío sobre nuestras vidas. Esto significa que para eliminar toda preocupación junto con todos sus sintomas, debemos empezar por aceptar todo lo que el Señor tiene para nosotros, en sometimiento a su voluntad y en obediencia.

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