martes, 6 de agosto de 2013

LA PALABRA DE LA CRUZ

1CO 1:17-18 RVR60 "Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios."

El corazón del evangelio es el mensaje de la cruz. Cómo lo transmitimos es muy importante. La verdad de la cruz es poderosa para transformar vidas y salvarlas. Muchos que al predicar quieren suavizar el mensaje de la cruz pensando que así será aceptado, lo que consiguen es restarle eficacia. Algunos creen que la obra consumada de Jesús no es suficiente para salvar al ser humano de su miseria espiritual. Entonces añaden al evangelio doctrinas humanas, filosofias, psicologia e invenciones de los hombres. ¿Qué logran con eso? Hacen vana la obra de la cruz. Le quitan a Dios la gloria y neutralizan su verdad. Privan a los hombres de la única esperanza de salvación.

Hay quienes se avergüenzan de predicar un evangelio puro y bíblico, ellos siempre quieren añadir alguna floritura para mejorarlo, aún no han entendido que no se puede mejorar lo que es perfecto.

ROMANOS 1:16 RVR60-ES "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego."

En la obra del Calvario están encerrados toda la gracia, el poder y la sabiduría de Dios. Debemos tener cuidado de no limitar todos los recursos que Dios a manifestado en ella por medio de Jesucristo. Tristemente muchos lo hacen, limitando así el alcance de la muerte del Señor al perdón y limpieza de nuestros pecados. Así que cuando hablan de la obra de la cruz no profundizan, y se quedan en la entrada, justo en el comienzo; solo explican la obra de justificación.

Si no vamos más adelante estaremos más próximos a vivir conforme al antiguo pacto, es decir, según la ley,que conforme a la gracia. En el antiguo pacto la sangre de los animales servían de expiación para los pecados cometidos por todo el pueblo, no obstante, se tenían que hacer continuos sacrificios porque los hombres seguían pecando. Los sacrificios que se ofrecían entonces no libraban al pueblo de volver a pecar, ellos volvían una y otra vez a quebrantar los mandamientos de Dios, seguían débiles e imperfectos.

La sangre de Jesucristo provee de mucha más abundante gracia que los sacrificios de los animales. En primer lugar, el Señor se ofreció una vez para siempre otorgándonos eterna redención.

Hebreos 9:12 RVR60 "y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención"

La obra de Jesucristo nos ofrece "eterna redención". Es interesante y muy necesario comprender el término bíblico redención, del griego "apolútrosis" redención en pleno, librarse, salvación, remisión, rescate. Es decir que la redención de Cristo es completa, e implica una emancipación total y una liberación de todo aquello que nos tenía en esclavitud.

En segundo lugar, la obra de la cruz no solo nos hace aceptos ante Dios, sino perfectos.

Colosenses 1:28 RVR60 "a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;"

En la obra del Calvario hemos sido limpiados y declarados justos por medio de la fe. Y aun más, por medio de la muerte de Jesús todos los que hemos creído también fuimos muertos con Él en la cruz. Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo para que ya no seamos mas esclavo del pecado. En este hecho se desata una gracia y poder de Dios impresionante. Nosotros que antes eramos vencidos por el pecado, cuando comprendemos que estamos muertos en Cristo el pecado pierde todo su poder y dominio sobre nuestro ser.

¿No le gustaría verse totalmente libre del pecado? Solo hay una manera, la cruz de Cristo. Lo mismo que aceptó el perdón de sus pecados o la justificación, acepte también su muerte en Cristo como un hecho. Solo tiene que creerlo.

Cuando morimos en la muerte de Cristo sucede otro hecho maravilloso, y es que somos también resucitados con Él a una vida nueva. Con el viejo hombre vivo no vamos a lograr nada de Dios, ni su vida, ni las cosas de arriba. Pero con el nuevo hombre que mediante el poder de Dios hemos recibido si podemos alcanzar todo cuanto Dios tiene preparado para nosotros.

Muchos creyentes no avanzan en la vida espiritual porque aun no han muerto a su vieja manera de vivir, mucho menos van a resucitar para alcanzar las bendiciones del reino de Dios.

Colosenses 3:1-4 RVR60 "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria."

Muchos ni siquiera pueden mirar, ni ver las cosas de arriba, mucho menos buscarlas, porque no han resucitado, y no han resucitado porque no han muerto. Cuando alguien no se ha identificado aun con la muerte y resurrección de Cristo, ni siquiera puede levantar sus ojos del suelo, solo tienen ojos para las cosas del mundo. Quizás tengan apariencia de piedad, tal vez hagan cosas para Dios, y asistan a infinidad de reuniones e incluso prediquen, pero aun son gobernados por el viejo hombre. No importa la buena opinión que tengan otros de usted, la opinión que importa es la de Dios.

Para Dios, o damos olor de vida u olor de muerte. Olemos a corrupción, carnalidad y viejo hombre, u olemos a nueva vida, vida espiritual y al perfume de la unción del Espíritu Santo.

Esto nos lleva a la tercera cuestión, y es que solo somos capacitados para el ministerio mediante el poder del Espíritu Santo cuando nos hemos identificados con la Cruz de Cristo, hemos resucitado con Él y tomamos cada día nuestra propia Cruz.

¿Y no es lo mismo una cruz que otra? Pues no, y vamos a explicarlo un poquito. La cruz de Cristo es donde el murió hace dos mil años y en la que fuimos incluidos, es donde nuestro viejo hombre fue crucificado y muerto junto con Él. Nuestra cruz es esa que cada día tomamos de forma voluntaria y que nos hace morir a nosotros mismos, a nuestros propios pensamientos, a nuestra voluntad y a nuestro deseos. Nuestra cruz es donde nuestras propias maneras y nuestra propia energia natural son cedidas para que podamos vivir por la vida y energía de Dios.

En el siguiente pasaje de corintios se nos habla de dos tipos de muerte, una la que se produjo cuando morimos con Cristo y otra que se produce cada día.

2 Corintios 4:10-11 RVR60 "llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal."

Mire atentamente "llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús" En la muerte de Jesús ocurrió la muerte del viejo hombre.

En nuestra entrega continua a la voluntad de Dios morimos a nuestra propia vida y alma o sique. "Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús" Nosotros que vivimos, es decir, los que tenemos la vida de Dios o vida nueva y eterna, estamos entregados a muerte por causa de Jesús. ¿Exactamente que entregamos a muerte por causa de Jesús? Comparemos con un pasaje del evangelio.

S. Mateo 16:24-25 RVR60 "Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará."

Todo el que pierda su vida, (gr. siqué, alma) por causa de mí, la hallará. Jesús está hablando en este pasaje de negarnos a nosotros mismos y de tomar nuestra cruz cada día.

Es posible que muchos hayan creído en Jesús pero aún intentan vivir la vida cristiana en y por su propia alma. Ante todo ellos quieren conservar su propia vida e identidad, no están dispuestos a perderse en Cristo Jesús. Y no es que Dios quiera anularnos como individuos sino ensancharnos y engrandecernos en su reino.

NO HAGAMOS VANA LA CRUZ

"para que no se haga vana la cruz de Cristo."

Siempre que pienso en estas palabras se me enciende una alarma, me asalta la preocupación de lo que está ocurriendo hoy en el pueblo de Dios. Es como si el sacrificio de Jesucristo hubiese sido insuficiente, se le ha restado poder a la cruz intentando mejorarlo añadiendole cosas extrañas y recortando por un lado y por otro.

El que entiende el mensaje de la cruz conocerá su poder de salvación, él recibirá en la experiencia y en plenitud los beneficios del Calvario.

Ahora bien veamos como actuan aquellos que no conocen en profundidad la obra y el poder de la cruz.

En primer lugar, se centran en los ritos exteriores. Ya sea en dar un enfasis desmedido a los bautistos, a la forma del culto, a celebraciones especiales y a los protocolos eclesiásticos. La iglesia no ha sido establecida para dar entretenimiento con ritos religiosos, sean modernos o antiguos; la iglesia a sido enviada para predicar el evangelio.

Dios no envía a sus siervos para dar expectáculos, ni para que sean showman sino para que anuncien las buenas noticias de salvación. Ya se sabe al milimetro lo que va a suceder cuando alguno de estos showman van a celebrar una reunión, olvidese si usted espera escuchar el mensaje del evangelio. Se jaleará a los asistentes, habrá música estruendosa en plan mantra y machacante, y caidas de la gente, punto y final.

En segundo lugar, van haciendo alarde de sabiduría y conocimientos mundanos. Ellos creen que es necesario añadir al mensaje de la cruz, al plato de la carne y la sangre de Jesús, la guarnición de la sicología, la filosofia y la ciencia del mundo. Se promueve más la propia personalidad y triunfos que las virtudes y la obra de Jesucristo.

Ofrecen platillos evangelicos similares a la nueva cocina de vanguardia, cositas muy delicadas y finas, poquita cantidad servida en un enorme plato, para morir de inanición. Puede que en la gastronomía eso este bien y tenga exito, a mi me gusta la buena cocina. No obstante la iglesia debe predicar todo el consejo de Dios bajo la unción y poder del Espíritu Santo.

Lo que salva realmente es el mensaje de la cruz, en el está el poder de Dios para liberar, sanar y restaurar integramente al hombre. Las cosas del mundo son para el mundo y los que quieren seguir viviendo conforme al mundo. La psicología y la filosofia del mundo son para el viejo hombre, no para el nuevo hombre en Cristo Jesús. El que está en Cristo a muerto a toda su pasada manera de vivir, el tiene nueva vida, es un nuevo hombre y una nueva mujer. Los que aun no han entendido el poderoso mensaje de la cruz, ni se lo han aplicado, creen necesario echar mano de la sabiduría del mundo.

El creyente, según la biblia tiene dos naturalezas de vida en el, una natural y carnal y de su alma o sique; y otra espiritual, de Dios y que corresponde al nuevo hombre en Cristo. El ser del hombre es dirigido y gobernado bien por su sique o bien por el espíritu. El elige a que obedecerá, si decide vivir conforme a su alma y carne entonces terminará esclavo del pecado, presa de sus propias debilidades. Si decide vivir en el espíritu entonces experimentará libertad y vida abundante.

Los cristianos debemos aprender a distinguir la diferencia entre el viejo y el nuevo hombre y poner a cada uno en el lugar que le corresponde. El viejo a de estar crucificado y muerto, no alimentado con psicología y cosas del mundo, el nuevo hombre creado según Dios debe estar aprovechando todos los recursos en Cristo Jesús, viviendo en la gracia y el poder de Dios. Esto es lo que hay que predicar, este es el mensaje poderoso de la cruz.

En Cristo hemos recibido un nuevo corazón, una nueva mente, nuevas emociones, un espíritu nuevo y el Espíritu de Dios. Somos nuevas criaturas.

1 Corintios 2:1-5 RVR60 "Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios."

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