lunes, 17 de marzo de 2014

HIJOS DE LA LEY VERSUS HIJOS DE LA PROMESA

HIJOS DE LA LEY VERSUS HIJOS DE LA PROMESA

GAL 4:28-31 RVR60
"Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.  De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre."

Los hijos de la carne figuradamente son los descendientes de Agar que es el monte Sinaí de donde proviene la ley. Y los hijos de la promesa que son considerados nacidos del Espíritu serian los descendientes de Sara como lo fue Isaac.
Ahora bien, lo que Pablo está diciendo es muy fuerte, él está declarando que la Jerusalen de la tierra es esclava junto con todos sus hijos porque son hijos del Sinaí, es decir, de Agar y por tanto hijos de la carne y según la ley.

Y el apóstol dice que los hijos de la carne, de la esclava, y nacidos según la ley persiguen a los hijos de la libre que son los nacidos del Espíritu. Como sucedía entonces ocurre aun todavía.

Pero leamos el contexto del pasaje que hemos citado arriba:

GAL 4:21-27 RVR60
"Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.  Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido."

Pablo se dirige especialmente a aquellos que quieren estar bajo la ley, a todos los que desean cumplir con las ordenanzas y estatutos mosaicos dados en el monte Sinaí. Y les refiere que las dos mujeres, Agar y Sara representan los dos pactos, uno que proviene del Sinaí y el otro que era anterior, el pacto de la promesa.

Los hijos de la carne se afanan y esfuerzan por conseguir soluciones para alcanzar las bendiciones de Dios, ellos tienen que hacer algo, deben cumplir alguna ley que se exija, de otra manera no serán dignos del favor de Dios.

Ahora bien, la necesidad de hacer algo para merecer la bendición de Dios está muy incrustada en la naturaleza carnal del hombre, es su predisposición. La ley no le fue entregada por Dios a los hombres para restaurarlos y perfeccionarlos, sino para que descubriesen sus muchos pecados y su impotencia para agradar a Dios. Pero esto al parecer no lo entendió el pueblo de Israel en toda su historia, ellos solo veían que eran el pueblo escogido por Dios y que se les había entregado la ley.

La ley solo debía haberles servido de ayo para acercarlos de la mano a una relación restaurada con Dios y a ver cumplidas sus promesas, y posteriormente llevarlos a Cristo el salvador. El pueblo en vez de aprender a confiar en Dios y conocerle en una relación de amor y aprender a andar en el camino del Señor, se embotaron y endurecieron y andaron perdidos en el desierto y luego posteriormente continuaron perdidos entre los rituales del templo y de la ley.

En su carta a los Galatas Pablo se sorprende de que ellos quisiesen volver a la ley nuevamente. Les explica que eso es como volver de nuevo a la esclavitud, es un rechazo de su identidad de hijos de la promesa y por tanto un rechazo de la herencia como hijos de Dios, para venir otra vez a una identidad carnal heredada de su ancestra madre esclava.

Una persecución sin tregua

"Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora."

El nacido de la carne o según la ley acosa, persigue y quiere rendir al que es nacido según el Espíritu. Esto es y ha sido así durante toda la historia de Israel. Y lo vemos mucho más claro en el rechazo y persecución que padeció Jesús y posteriormente la iglesia por los legisladores religiosos judios y celosos de la ley. Los hijos de la ley persiguiendo a los hijos de la promesa hasta el día de hoy.

Los judaizantes no dejaban en paz a aquellos que habían creído en Jesús, ellos querían imponerle la carga y obligaciones de la ley. Pablo mismo antes de convertirse a Jesús persiguió a los cristianos por todas partes, porque él era un hombre muy celoso de la ley, era un israelita, un judío muy carnal, es decir, muy identificado con la ley.

Esta persecución se da también en muchas congregaciones de creyentes cristianos, sencillamente porque el principio de la ley que opera en muchos los convierte en religiosos carnales. Espero estar explicandome con claridad, no me estoy refiriendo a la carnalidad grosera pecaminosa, sino a la carnalidad religiosa legalista. Aunque dicho sea de paso, lo uno lleva a lo otro con el tiempo. Es muy facil que eso ocurra; alquien que quiere ser justo por si mismo y busca la perfección, se vuelve muy religioso y sectareo, y al ponerse bajo un sin fin de normas y leyes religiosas cae bajo el peso de las mismas por su propia naturaleza debil y sumamente pecaminosa. Esto sucede porque es la propia persona en su carne, en su naturaleza humana y por sus capacidades y fuerza que pretende servir y agradar a Dios, algo que es completamente imposible.

Pero esta persecución del hijo de la carne hacia el nacido del Espíritu es una realidad en la experiencia interior de todos los creyentes. La carne reclama su identidad legal e invoca a la ley. El hombre quiere hacer, quiere cumplir, pero es un esclavo del pecado, por lo que no puede cumplir con las espectativas y demandas de la ley.

Dos principios de vida

Gálatas 3:11-12 RVR60
"Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;  y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas."

El principio de la ley o de la carne es, hacer: "Porque el hombre que hiciere estas cosas vivirá por ellas"
El principio del Espíritu es, creer: "el justo por la fe vivirá"

La ley o antiguo pacto opera por el "hacer", el nuevo pacto que es el de la gracia y la promesa opera por el "creer".

Vivirá, en griego "záo" vivir, vida, viviente, vivo

Este "vivirá" quiere decir que la persona que emprende uno de estos dos caminos una vez en ellos deberá vivir conforme a sus principios, es decir, el que entra en la ley ya está obligado a seguirla toda y cumplir con ella. Por otro lado el que ha creído debe continuar en el camino de la fe y seguir viviendo por esa fe, sin retroceder a las prácticas de la ley mosaica buscando la perfección cristiana por sus propias obras.

La vida cristiana puede usted interpretarla de dos maneras, una es por la ley, es decir, según ciertas leyes, normas y demandas exteriores. He incluso puede anadirle alguna tradición o costumbre cultural y algo de sabiduría y filosofia humana. Usted puede entender que para ser cristiano debe observar el antiguo pacto y vivir conforme a él. Todas estas cosas apelan a nuestra propia voluntad y capacidad de acción. Entonces usted se entrega en cuerpo y alma a cumplir todo el listado de exigencias religiosas.

Está muy claro que para todos los que tienen este planteamiento de vida no es lo suficientemente evidente que no serán justificados ni perfeccionados por sus obras. "Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente" Según el apóstol Pablo debe ser algo evidente, pero al parecer no lo es para muchos.

Hebreos 10:37-39 RVR60
"Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.  Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma.  Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma."

Volvernos a la ley, y por tanto al principio del hacer por nosotros mismos, es retroceder para perdición. "Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma." El apóstol Pablo decía:

Gálatas 2:20-21 RVR60
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo."

"y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios," Ni siquiera la fe es nuestra, es del Hijo de Dios.
Mi existencia la vivo por fe, la vida de Dios la tengo y la experimento por fe, todos los recursos que necesito de Dios los optengo solo por fe. "Al Señor sea la gloria por siempre"


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