lunes, 16 de abril de 2012

DETRÀS DEL VELO ( POEMA )



Descórranse las cortinas que encubren la inmensidad de Tu reino.
Sean de lino, seda, o bordadas con hilo de oro fino.
Apártense de mis pupilas las cosas que me impiden verte,
contemplarte como eres, en tu gloria, majestuoso y vestido de luz resplandeciente.

Caigan los velos que ciegan mis ojos ocultándote de mi vista,
para no ver yo donde moras, donde vives y como obras.
Tú estás conmigo, me rodeas, vivo en tu presencia continuamente,
aunque a veces no lo sienta ni lo vea.

Mi condición natural has traspasado, con tu muerte me has dado vida,
mis ciegos sentidos has abierto, para que te contemple y admire en tu habita celeste, detrás de todo lo aparente.

Quitaste el velo de mi culpa, los pecados que de ti me separaban arrancaste de mi pecho, salvándome de una muerte segura con tu sangre derramada.

Y aunque polvo soy mezclado con agua, un vaso de barro nada mas, de poco precio, te alojaste dentro de mí.
Eres mi gran tesoro, mi mayor riqueza, la que nunca perderé aunque todo fenezca.
Cuando estoy atribulado no me angustio, si en apuros no desespero;
si perseguido por mis enemigos, no me desamparas, si caído tu me levantas.

Día a día me transformas a tu imagen y semejanza, y en ello encuentro contento;
en mi debilidad eres mi fuerza, en mi necesidad mi sustento. Todo lo que pueda poseer, Tú me lo has dado, de ti lo he recibido todo, aun cada aliento que me sostiene; Jehová Jiré ¡Quién es mi plenitud, sino Tú¡

Este velo de mi cuerpo y de mi alma que te encierra, que poco a poco se desgasta y se desgarra, que cada instante muere, rompiéndose en mil pedazos para dejar salir tu vida, tu belleza y hermosura. Esa gloria tuya, eterna, que ha de resplandecer en mi cuando del todo perezca, es verdadera, es cierta; como anhelo que sea manifestada en este tiempo presente, en mi morir diario, en mi vivir muriendo.

Nada que sea temporal y pasajero me impida verte, ni los hombres te oculten de mi, ni sus obras majestuosas, ni sus influencias, ni el señorío que ostentan.
El mundo, sus reinos, todas sus riquezas no son mas que sombras, nubes que se disipan cuando el viento sopla.

Veo Tu reino invisible, contemplo lo que es eterno, al Dios Soberano que todo lo puede; Tu hiciste el universo que admiramos, de lo que no se veía hiciste aparecer todas las cosas, con voz de mando y palabra poderosa.

Mas ahora, todo lo que es visible lo estás removiendo de su lugar, para que quede lo inconmovible, lo duradero, lo perdurable, lo perpetuo.
Lo aparente pasará, lo efímero no será mas, todo ha de ser removido de su sitio y dará paso a la eternidad; cuanto vemos será reemplazado por lo que es verdadero, por lo invisible, por lo que no tiene final.
Los visillos celestes serán recogidos y enrollados como un pergamino.
Los reinos de la tierra ya no serán más; el Rey de reyes, el Señor de señores, con autoridad ejercerá dominio, con justicia y verdad él reinará.

Sus ejércitos de ángeles fieles, poderosas criaturas con espadas de fuego, dominarán sobre las huestes espirituales en las regiones celestes, sobre satanás y sus demonios, sobre principados y potestades. Estos ángeles caídos, que por un tiempo engañaron a los hombres teniéndolos en tinieblas, con temores, oprimidos, en mentiras, con apariencias y figuras, no se hallarán más, serán totalmente extinguidos de los cielos y la tierra.


Pedro Jurado

No hay comentarios:

Publicar un comentario