lunes, 2 de diciembre de 2013

¿EN QUÉ PENSAMOS?

PSA 139:17-18 RVR60
"¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!  Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo."

La percepción de la presencia de Dios en nuestras vidas está estrechamente ligada a los pensamientos que permitimos que gobiernen en todo momento nuestras mentes y emociones. La presencia de Dios es una realidad latente y activa en todas partes, lo que ocurre es que no todo el mundo es consciente de de ella, ni aún las personas creyentes.

Si Dios está ahí, si Él está presente, entonces cómo no disfrutamos más intensamente y de manera más palpable esa realidad.

Este salmo nos habla de la omnipresencia de Dios; el rey David nos cuenta su experiencia subjetiva con esa realidad objetiva del Dios presente.

Pero veamos un desglose general de este salmo: En él se nos presenta a Dios como omnipresente, como omnisciente, como formador de el hombre, y se nos presenta también como planificador. Y en todos estos aspectos, los pensamientos de Dios y su palabra son fundamentales en todo el proceso para llevar a cabo su obra.

Pero lo interesante es que nuestra experiencia con Dios en todos esos aspectos que se nos presenta está condicionada a nuestra manera de pensar, a nuestra creencia y fe. El rey David había entendido esos principios muy bien, y tanto en este salmo como en otros nos deja ver la importancia de que la palabra de Dios, la verdad de los pensamientos del Señor nos saturen.

En este pasaje en concreto, me llama la atención el hecho de que cuando nos ocupamos de que durante el día los pensamientos de Dios y sus verdades nos influencien, aún después del descanso de la noche cuando despertamos sentiremos sus efectos en todo nuestro ser. Será fácil de nuevo conectar con el Señor, porque en ningún momento nos habremos alejado de Él.

El hábito de pensar y meditar en la palabra de Dios nos llevará progresivamente a percibir cada vez con más intensidad la presencia de Dios. Toda nuestra mente y ser estarán ungidos por el espíritu de la palabra, y la dulce compañia del Señor nos embargará.

No obstante es la oración de fe, el creer que el Señor está presente morando en nuestro ser y que nos oye y y nos atiende cuando le buscamos, es lo que realmente marcará la diferencia.

Necesitamos aprender a interiorizar la busqueda de Dios, entendiendo que Él está dentro de nosotros habitando en el lugar santísimo que es nuestro espíritu. La revelación y manifestación de Jesucristo comprende ésta gran verdad.

Juan 14:18-23 RVR60
"No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él."

Vernos como Dios nos ve.
Estar donde Dios está.
Saber y creer que somos obra de Dios.

Acerca de estos tres conceptos hay mucho de parte del Señor que necesitamos aprender. Sus pensamientos son preciosos, son inumerables, multiplicables, sus pensamientos son todo aquello en lo que necesitamos ocuparnos.

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