lunes, 20 de enero de 2014

CREA EN LA GUÍA DE DIOS (parte 2)

CREA EN LA GUÍA DE DIOS (parte 2)

S.Juan 3:8 RVR60
"El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu."

Muchas veces la guía sobrenatural de Dios y su providencia son incomprensibles. No alcanzamos a entender el mover del Espíritu ni la forma en que Dios hace las cosas.

Pero hay algo que si debemos tener muy claro y que dice el apóstol Pablo:

Romanos 8:14 RVR60
"Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios."

Somos hijos de Dios si estamos sujetos a su Espíritu que nos guía. Esto debe aclarar cualquier duda a si somos o no somos creyentes.

Quien no tiene al Espíritu ni siquiera pertenece al Señor, y esto no lo digo yo, sino que lo afirma la palabra de Dios.

Romanos 8:9, 16 RVR60
"Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él....... El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios."

El testimonio que nos da el Espíritu es la vida eterna que nos ha conferido, la vida espiritual por medio de la cual ahora tenemos comunión con Dios.
Hemos recibido la reconciliación con Dios por medio de Cristo, nuestros pecados han sido perdonados y tenemos paz con Dios.

En la primera parte de esta reflexión hablé del fracaso de Israel a pesar de que ellos habían tenído la guía palpable de Dios.
Por más que Dios les mostró sus obras poderosas y los cuidó en el desierto sin que les faltase agua, comida y vestido, ellos no conocieron los caminos del Señor.

Ahora bien, quiero que se fijen en un detalle que por ser tan evidente y claro lo pasamos por alto; la preocupación principal que tenían los israelitas y que parece que era lo único que les interesaba, era que no les faltase la comida, la bebida y el vestido. Todas las quejas y protestas que tenían hacia Dios y Moisés se reducían y tenían que ver con las cosas materiales. Por supuesto que eran necesidades muy legítimas, y Dios sabía la importancia de que no les faltase la provisión necesaria.

Sin embargo, el Señor quería enseñarles a buscar otras cosas, a tener otros valores y otras motivaciones por lo cual seguirle a Él y servirlo. Dios procuraba que lo conocieran a Él, que creyeran en Él y que aprendieran a hacer su voluntad.

S. Lucas 4:4 RVR60
"Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios."

Lo que Dios dice acerca del pueblo que sacó de Egipto nos indica claramente que Él no estaba contento con ellos.

Hebreos 3:10 RVR60
"A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos."

La travesía del desierto era una oportunidad que Dios le daba a su pueblo para que aprendieran a confiar y depender total y exclusivamente de Él. No se trataba de un castigo del Señor, el desierto no era una maldición, sino una prueba; eran unas circunstancias que Dios había preparado para adiestrar a su pueblo, purificar sus corazones, acrecentar su fe y estrecharlos en una relación de amor.

Deuteronomio 8:3 RVR60
"Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre."

¿Cómo vemos los creyentes de ahora nuestras crisis? ¿Cúal es la motivación por la que queremos seguír al Señor? ¿Cúal es nuestra preocupación principal, la comida, la bebida, el vestido, nuestra felicidad, nuestras cosas, el dinero?

La palabra de Dios nos dice que nuestro Padre celestial sabe que tenemos necesidad de todas estas cosas.

S. Lucas 12:29-31 RVR60
"Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas."

Es cuestión de prioridad, lo primero para el cristiano es buscar a Dios. Pero no se trata de establecer simplemente un orden, primero busco a Dios y segundo lo otro y tercero aquello, no es así como funciona la vida cristiana. Lo que quiere decir el Señor es que nuestro enfoque en la vida y nuestra actitud hacia todas las cosas deben estar orientadas desde nuestra fe en Dios. El Señor debe ser en nuestras vidas lo primero, lo segundo, lo tercero y nuestro todo; y a través de Él y por medio de su gracia atender a todo lo demás sin salirnos de su voluntad.

Nuestra vida y existencia en la carne, es decir, aquí y ahora, debe ser por fe. El Señor reina tanto en la esfera espiritual como en la natural; la fe se ha de practicar en lo espiritual e invisible, como en el mundo natural visible.

Gálatas 2:20 RVR60
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."

Habacuc 2:4b RVR60  "mas el justo por su fe vivirá."

La finalidad del Señor al guiar a su pueblo no era para que consiguiesen cosas, sino para que alcanzasen a entrar en su reposo. Pero el reposo no era solo entrar en la tierra de Canaán como tierra de abundancia y lugar prometido al que Dios los llevaría, ni era el sabado, sino que la pretensión del Señor era que entransen en el reposo espiritual.

El reposo es el descanso en la gracia de Dios y su abundante provisión espiritual. Es que no tenemos que obrar más por nosotros mismos ni para ser salvos ni para justificarnos ante Él, ni para ser santos ni para servirle por nosotros mismos y en nuestras fuerzas. Es un reposo total y absoluto de todas nuestras obras y acciones carnales o hechas por nuestra propia alma.

Los creyentes de hoy tienen sus expectativas puestas en alcanzar cosas y ser muy bendecidos por Dios en lo material, ellos quieren ser prosperados, e inconscientemente creen que la riqueza es sinónimo de bendición de Dios, pero están muy equivocados. Creen que tener éxito en el mundo es señal de que sirven a Dios y le están agradando, pero no es así.

La voluntad de Dios es que seamos ricos en fe, ricos en amor, ricos en esperanza y ricos no en nuestra propia justicia sino en la de Él que es por fe. Dios quiere que seamos ricos con la herencia del reino de Dios, herencia que nos ha sido dada por medio de Jesucristo.

Lean este capítulo del apóstol Pablo a los efesios el cual nos muestra la grandeza de la herencia que como hijos de Dios tenemos en Cristo.

Efesios 1:3-23 RVR60

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.  En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.  Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo."

Alguien podría objetar que el versículo que encabeza este escrito no tiene nada que ver con la guía de Dios. Les animo a meditar en él con tranquilidad y verán como tiene mucho que ver. Entiendo que los evangelicos lo interpretemos desde el concepto del nuevo nacimiento y es correcto, pero no debemos quedarnos ahí.

Jesús nos está diciendo algo más; y menciona que el Espíritu es como el viento que sopla, que viene y va de un lado para otro, y se le oye, y notamos sus efectos. La vida del Espíritu es semejante, Él ejerce su influencia sobre el ser del hombre y la mujer para que reciba la vida de Dios y manifiesta su presencia hablando y guiando a la persona a toda la verdad y hacia una vida de entrega, de adoración y de servicio a Dios. Eso es la vida del Espíritu, qué otra cosa podría ser si no.

La guía de Dios se manifiesta en la misma vida que por el Espíritu de Dios nos es suministrada. Es simple y llanamente la Vida de Dios fluyendo en el creyente. Cuanto más sumergidos y adentrados estemos en ese rio de vida que es el Espíritu, el impacto y resultados de su guía serán más evidentes en nosotros y en nuestra influencia positiva en otros.

Recuerden el capítulo 47 de Ezequiel, el rio que sale de debajo del santuario que el Señor le mostró al profeta. Este rio representa al Espíritu de Dios, y Dios por medio de su ángel le dice que vaya profundizando en él. A medida que va avanzando va quitando su apoyo del suelo de modo que finalmente es el agua del rio que lo sostiene y arrastra; ya solo puede seguir adelante nadando y entregandose a la corriente del rio.

Así mismo la guía de Dios tiene que ver con la llenura del Espíritu Santo. En la medida en que el rio de Dios fluya en nuestras vidas seremos conducidos por su fuerza y gracia en la perfecta voluntad de Dios. No haremos una separación entre lo natural y lo espiritual, sino que podremos discernir y entender la conexión total que hay entre ambos mundos. La vida de Dios crecerá y crecerá al punto que seremos desbordados y sostenidos por ella, y la bendición alcanzará a muchos para salvación y sanidad.

¿Qué otra cosa podemos esperar de la guía de Dios si no es que le conozcamos a Él y seamos llevados a toda la verdad?
El concepto mundano de éxito es un verdadero obstáculo y engaño para que no podamos descubrir los planes del Señor. Muchos están tan obsesionados con alcanzar las riquezas del mundo y ser prosperados que solo esperan ser guiados por Dios en ese sentido pero ellos nunca lograrán conocer al Señor en profundidad ni jamás experimentarán las abudancias de riquezas de la herencia en Jesucristo.

Centre sus metas en Jesús, ponga la mirada en las cosas de arriba, y le garantizo que disfrutará de la guía del Señor en su vida. Sea lleno del Espíritu Santo y usted será llevado por el viento del Espíritu, y esto le ocurrirá muchas veces sin ni siquiera saber previamente a donde le va a llevar. Simplemente tenga fe, crea a Dios y el no le defraudará.






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