lunes, 27 de enero de 2014

UNOS APUNTES BIOGRÁFICOS (parte 1)

UNOS APUNTES BIOGRÁFICOS

Cada mensaje y reflexión que comparto en mis publicaciones creanme si les digo que es un trozo de mi corazón, es mi vida y es mi experiencia personal. He escuchado y leído, y sigo oyendo y leyendo mensajes de otros, no obstante, todo lo que predico y escribo son aquellas cosas que el Señor por su Espíritu me va enseñando por la meditación de su palabra y por mi propia experiencia personal.

He aborrecido toda mi vida de cristiano predicar un sermón de otro, o dar un mensaje enlatado ya precocinado y rancio lleno de conservantes y colorantes. Si no tengo para compartir algo que Dios me ha dado me quedo callado. Respeto a todos aquellos que enseñan, comparten y predican las cosas de otros; entiendo que hay una enseñanza reglada que hay que transmitir y enseñar. Pero estoy totalmente convencido que el que ha sido llamado al ministerio es un profeta de Dios y por tanto a de tener como señal y comfirmación de que ha sido llamado por Dios la inspiración del Espíritu y la propia revelación de Dios.

Tengo el testimonio del Espíritu en mi interiór, me gozo en la revelación de la palabra del Señor aprendiendo cada día algo nuevo, observo como la palabra de verdad ungida por el Espíritu Santo trae libertad a mi vida y voy profundizando cada vez más en la comunión íntima con el Señor.

Mi conocimiento en el Señor es limitado, lo poquito que he aprendido lo estoy transmitiendo con mis escritos, muchos de ellos ya publicados y que cualquiera puede examinarlos.

Honro a Dios, le doy la gloria a él; por su gracia soy lo que soy y de esto no me cabe ninguna duda. El testimonio que el Espíritu está dando en mí vida es verdadero y poderoso. Nunca pensé en la posibilidad de conpartir por escrito todo cuanto Dios está haciendo en mi  vida, pero es hácia donde Dios me ha guiado, todo lo hago por medio de su gracia y para su gloria.

Dicho lo anterior les quiero compartir un poco de mi historia desde el comienzo en que puse mi fe en Jesucristo. Tenía solo quince años y corría el año 1975. Junto con unos amigos pasabamos una tarde otoñal en la plaza que estaba al lado de la iglesia en la barriada donde yo vivía. Ese día tuvimos un entretenimiento especial, porque sin saber de donde salieron, un grupo de ocho o diez jovenes aparecieron con una guitarra y comenzaron a cantar y a compartir experiencias de sus vidas.
Uno de ellos se planto frente a nosotros que eramos como diez, y comenzó a hablarnos de lo golfo que había sido, las cosas que había hecho y que largo tiempo de su vida había estado enganchado a las drogas. Todos nos quedamos impresionados con su testimonio. Allí de pie este joven nos contaba que su vida había cambiado por completo, ya no tomaba drogas porque Jesús le sacó de ellas, nos decía que se encontraba feliz, satisfecho y completo porque Jesús estaba en su corazón.

Era la primera vez en mi vida que escuchaba cosas semejantes, a mi me llamó mucho la atención, especialmente porque las palabras de ese muchacho hacían que pensase en mi mismo, en mi infelicidad y descontento, y en cuánto necesitaba yo un cámbio y un aliciente para seguir viviendo.

Yo no había probado nunca la droga, era un joven que se podría considerar normal, me gustaba divertirme todo lo posible y pasarlo bien. No obstante, una gran tristeza embargaba toda mi alma, un sin sentido, una gran inseguridad, y muchos sentimientos negativos y conflictos internos que no podía superar. Era un joven muy tímido.

Por esa fecha fui invitado por unos familiares mios a pasar una temporada en Sevilla, lo vi como una oportunidad para hacer algunos cambios en mi vida, sin embargo descubrí la triste realidad de que mis conflictos interiores me siguían a todas partes. Estando en la provincia de Sevilla viviendo y trabajando dieron la noticia de que Franco había fallecido. Se respiraba inseguridad en España, no se sabía lo que iba a suceder despues de morir  el Tio Paco, como muchos le llamaban.

Antes de que finalizara ese mismo año yo había vuelto a Málaga y casualmente, o quizás tendría que decir providencialmente, me encontré de nuevo con algunos de aquellos jovenes con pinta de hippies que me hablaron de Jesús unos meses antes. Aquella vez ellos me entregaron un folleto con la historia de dos hermanos que me hizo pensar todo el tiempo.

Esta vez me invitaron a una de sus reuniones de sábado, de modo que asistí junto con otros amigos. Me impresionó la amabilidad y la consideración que tenían esos jovenes con personas que apenas conocian. Todos hablaban de sus experiencias, de sus sinsabores en la vida  y de como Jesús les había cambiado. Yo quería eso para mí, yo necesitaba ese aliciente que ellos tenían en sus vidas.

A partir de ahí comenzó en mi vida un proceso de sanidad y liberación integral; por el amor de Dios, y por la comprensión de toda la obra que Jesús realizó por mí se fue operando una transformación en toda mi vida.

También conocí a la que ahora es mi esposa, cuando ambos teníamos dieciseis años, y fue de lo más significativo en mi vida después de haber creído en Jesús. Una chica que con su sonrisa, su mirada y espiritualidad hizo de mí un prisionero de amor. Pero esa es otra historia.

Un año después tuve otra experiencia maravillosa, en una vigilia de oración el Señor me llenó con el Espíritu Santo. Fue algo grandioso y distinto a lo que había sentido antes. La presencia de Dios era tan palpable que fluía por todo mi ser como una corriente invisible desde la cabeza hasta los pies. Esto trajo una convicción tan fuerte a mi vida de lo que Dios estaba haciendo en mi, que mi forma de dar testimonio cambió por completo, quería aprovechar cualquier oportunidad que se me presentara para dar testimonio y compartir el evangelio en público o de uno a uno. Mi vida de oración también cambió de la noche a la mañana, ya no me resultaba pesado orar, no me cansaba, quería estar todo el tiempo orando.

En verdad se confirmaba en mí lo que dice la palabra de Dios, el Espíritu vino y me ayudó en la debilidad de no saber como orar y que pedir.

Romanos 8:26 RVR60
"Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles."

Próximamente y en la medida en que el Señor me lo permita les contaré algo sobre mi llamado, algunos errores y horrores que he cometido en mi ministerio, el trabajo de evangelismo, el pastoral y de como el Señor me ha ido guiando en el ministerio de la escritura y hasta el punto en el que me encuentro hoy. Ahora termino diciendoles y declarando hermanos lo que dicen las escrituras: "Todas las cosas obran para el bien de aquellos que aman al Señor"

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