martes, 14 de enero de 2014

!CREA EN LA GUÍA DE DIOS!

NUM 9:15-23 RVR60
"El día que el tabernáculo fue erigido, la nube cubrió el tabernáculo sobre la tienda del testimonio; y a la tarde había sobre el tabernáculo como una apariencia de fuego, hasta la mañana. Así era continuamente: la nube lo cubría de día, y de noche la apariencia de fuego. Cuando se alzaba la nube del tabernáculo, los hijos de Israel partían; y en el lugar donde la nube paraba, allí acampaban los hijos de Israel. Al mandato de Jehová los hijos de Israel partían, y al mandato de Jehová acampaban; todos los días que la nube estaba sobre el tabernáculo, permanecían acampados. Cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. Y cuando la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían. Y cuando la nube se detenía desde la tarde hasta la mañana, o cuando a la mañana la nube se levantaba, ellos partían; o si había estado un día, y a la noche la nube se levantaba, entonces partían. O si dos días, o un mes, o un año, mientras la nube se detenía sobre el tabernáculo permaneciendo sobre él, los hijos de Israel seguían acampados, y no se movían; mas cuando ella se alzaba, ellos partían. Al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían, guardando la ordenanza de Jehová como Jehová lo había dicho por medio de Moisés."

Salmos 78:14 RVR60
"Les guió de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego."

Más clara y más segura que fue la guía de Dios para su pueblo es imposible, sin embargo fracasaron. Durante cuarenta años habitaron en el desierto y no aprendieron del obrar de Dios ni conocieron sus caminos. Todos los que salieron de Egipto excepto dos personas murieron en el desierto sin poder llegar a entrar en la tierra prometida.

Es sorprendente que con todas las maravillas, los milagros y todas las obras que hizo Dios a los ojos de todo el pueblo anduvieran tan perdidos y opusieran tanta resistencia al Señor.

Nosotros que leemos en la bíblia la historia de Israél nos preguntamos cómo es posible que no alcanzaron la tierra de Canaán en tan solo unos días si Dios los estaba guiando. Muchos creyentes de hoy pueden hasta sentir sin embargo una cierta envídia de tanta certeza con la que el Señor los guiaba.

Con el ejemplo de Israél debemos apreder algo muy importante, y es que por muy clara que tuvieran la dirección de Dios y lo que tenían que hacer, eso no les garantizaba el éxito en el trayecto, ni que alcanzaran a cumplir con la voluntad de Dios.

El pueblo de Israél tenía que cumplir con unos mandamientos, unas ordenanzas y unos estatutos que Dios les había dado por medio de Moisés. Luego tenían que seguir la guía específica y concreta de Dios en todas sus empresas, de ninguna manera podían actuar a la ligera, eso si querían triunfar y tener éxito.

Si lo tenían todo, entonces a qué se debió su fracaso. Nosotros pensamos que si tuviesemos las cosas tan claras como ellos nos iría mejor. La nube guiandolos de día y la apariencia de fuego durante la noche, no cabía la duda por ningún lado. La nube se movía y ellos la seguían, la nube se paraba y ellos se quedaban quietos.

Muchos creyentes esperan que Dios les guíe de esa manera tan clara, que Dios les esté diciendo en todo momento lo que tienen que hacer, en que tienen que trabajar, a donde tienen que ir, donde tienen que vivir, con quien pueden hablar, que tienen que comer, que pueden comprar, y como se pueden hacer ricos y evitar todos los problemas en sus vidas etc, etc.

Y ya puestos, porqué no nos dice también el numero de la lotería en el que va a tocar los millones de euros. Todos sabemos que así no funcionan las cosas, y si creemos eso nos vamos a llevar muchas decepciones.

Nos han enseñado que si tenemos la guía del Señor vamos a triunfar en la vida, tener éxito, no tendremos problemas y todo nos irá perfectamente. Si andamos al compás de la influencia de la nube y del fuego que representa la guía del Espíritu, todo saldrá según nuestros sueños y conforme a lo que esperamos.

Pues permítanme que les diga que si esperamos una guía similar o parecida a la que los israelitas tuvieron bajo el antiguo pacto no la vamos a tener. Sencillamente porque ya no nos encontramos sujetos al antiguo pacto sino al nuevo. Ahora es mucho más segura, directa y a la vez flexible la guía de Dios.

El creyente es ahora el templo de Dios, está cubierto por la nube de Dios y encendido por el fuego de su Espíritu. Dentro de cada uno, en nuestro espíritu está el arca donde Dios se manifiesta. En nuestra relación y comunión íntima con el Señor podemos observar el movimiento del Espíritu de Dios y ser guiados por Él.

El pueblo que salió de Egipto eran llevados por el Señor por medio de señales, milagros y normas externas; el pueblo de Dios que es la iglésia de Jesucristo tiene la guía interna del Espíritu y la ley de Dios grabada en su corazón. Lo cual no quiere decir que no ocurran manifestaciones externas, por supuesto que sí; además eso lo confirma la palabra de Dios cuando se nos habla de las señales y milagros que seguirán a los que creen.

No debemos equivocarnos, las señales, los milagros, el éxito aparente y la prosperidad material no es garantía de que estemos haciendo la voluntad de Dios ni de que Él se agrade con nosotros.

Todo eso lo puede tener una persona religiosa, sectárea y aún atea.

Algo importante que debemos saber, es que en la vida espiritual, en seguir al Señor, el orden de los factores altera el producto. Las señales siguen a los creyentes, pero los creyentes no deben ir detrás de las señales.

La palabra de Dios dice: "Estas señales seguirán a los que creen...."

La gracia de Dios, su poder y su provisión actúan con libertad en aquellos que son guiados por el Espíritu Santo. Desde su interior fluyen los rios de agua viva prometidos por el Señor, sin embargo, debemos entender que nosotros no podemos ni debemos controlar al Espíritu de Dios, sino simplemente dejarnos llevar por Él.

El Señor es Soberano gobernador, el reina sobre todas las cosas, y es prerrogativa suya hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera. Es presunción y no fe pretender controlarlo todo y pensar que las cosas sucederán siempre a nuestro gusto y como queremos que ocurran.

La fe no es un instrumento para controlar a Dios y exigirle lo que tiene que hacer por nosotros o por los demás, sino que es un don de Dios para que creamos que su voluntad es lo mejor que nos puede suceder. Conozcamos en lo posible su voluntad, intentemos conocer sus caminos y confiemos en que Él hará todo cuanto sea necesario.

Creamos que el Señor puede hacer milagros y prodígios, y oremos para que Él los haga, pero si no los hace como esperamos, creamos que su gracia nos llegará de cualquier otra manera y sin medida.

El mundo, la carne y el diablo tienen que saber que aunque Dios no nos libre de la prueba, del fuego, del hambre, de la pobreza material, del sufrimiento, de la enfermedad o de cualquier otra cosa, permaneceremos firmes y confiando en Él. 
Esa es la actitud y disposición que Dios quiere ver en sus hijos y es lo que le honra, no nuestro sufrimiento, sino la fe.

Termino este escrito sin que esté todo dicho, ni mucho menos. Quedan preguntas en el aire, y tal vez muchas sin respuestas, busquemos cuantas más respuestas mejor, pero entendamos que tampoco es nececesario que lo sepamos todo.

El justo vivirá por la fe, y eso significa una guía de Dios, unas circunstancias y unos planes de Dios inesperados y no predichos, no conocidos por nosotros. Puede que la voluntad de Dios coincida de vez en cuando con nuestros deseos o aspiraciones, pero no siempre será así. Lo importante es no retroceder en nuestra decisión y elección de seguir al Señor, continuemos creyendo que Dios siempre hará lo mejor.

Si no sucede lo que usted esperaba, si no ocurre aquello por lo que ha orado y pedido al Señor siga creyendo, crea que Dios le ha oído, pero entienda y acepte que Dios no siempre le dará lo que usted pida. No siempre es falta de fe cuando no recibimos lo que pedimos, como lo esperamos y cuando lo esperamos; sino que las respuestas de Dios son distintas, muy diversas, y siempre acorde a su voluntad y nuestra necesidad más profunda.

La fe que ha encontrado su reposo en el Señor y que ha aprendido a aceptar su voluntad es el grado más elevado. No obstante y partiendo de esa fe tan firme y segura, pidamos a Dios por las necesidades, intercedamos por la salvación y sanidad de otros, creamos que Dios va a hacer milagros y prodigios, porque nada hay imposible para Dios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario