jueves, 13 de febrero de 2014

LOS SISTEMAS RELIGIOSOS (PARTE 3)

El texto que encabeza este escrito nos viene a decir que estamos en el mundo, somos parte de él, y negarlo es la tontería y el error más grande que podemos cometer. El mundo está lleno de pecado, de imperfecciones, y todo él se rige por sistemas. Donde hay personas existen los sistemas y las normas, aunque sean minimas; y en la congregación de los creyentes es un tanto de lo mismo.

Siempre tendemos a establecer normas, principios y protocolos con los que estamos comodos, y si alguien actua diferente a nosotros nos incomodamos y hasta nos ofendemos. Lo ve usted, sin siquiera plantearnoslo establecemos nuestros propios patrones de conducta y sistema a todos cuantos nos rodean o se acercan a nosotros. Entonces es razonable que los sistemas u organizaciones sirvan a la mayoría, pero sin extorsionar ni perjudicar ni etiquetar a la minoria de personas que por cualquier razón no quieran integrarse a él.

No le digas al Señor que te saque del mundo, sino que te guarde del mal. Pidamos a Dios ser libres del pecado, libres del despotismo, libres de la manipulación y libres de la apariencia de piedad. Pero que en el lugar que Dios nos ha puesto, y es importante que eso se tenga muy claro, demos testimonio del poder de Dios, de como actua en nuestras vidas y de la libertad a la que Cristo nos está llevando. Si creemos que hemos recibido un poco de más luz que otros, compartamosla, pero sin imponerla, sino simplemente alumbrando con nuestras buenas obras en el Señor. No solo somos el cuerpo y la iglesia de Jesucristo, también tenemos que parecerlo.

Romanos 12:2 RVR60
"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."

Lógicamente los sistemas congregacionales u organizaciones son necesarios para que las necesidades del pueblo de Dios puedan ser atendidas, pero esos sistemas han de permitir la fluidez de la vida de Dios, deben servir como canales o redes de bendición. Las extructuras organizacionales deben potenciar y ayudar a los creyentes para que se desarrollen y crezcan en la obra del ministerio, para que maduren espiritualmente, para cubrir sus necesidades. Pero nunca, para catalogar, etiquetar y mutilar; nunca para competir, ni manipular, ni para aprovecharse de las personas. Tampoco deben servir para poner a los creyentes bajo un sinfin de normas y leyes estrictas que no les permitan ni respirar y ser ellas mismas y que ni siquiera puedan actuar con libertad en Cristo.

Personalmente me cuesta muchísimo comulgar con los sistemas, y muy especialmente con sistemas congregacionales religiosos extrictos. Lamentablemente hay que decir que muchos de ellos se construyen sobre los intereses personales de unos pocos. Sin embargo porque existan los aprovechados como pueden haberlo en la política o en cualquier otro tipo de asociación, de partidos, de ONG, o de peñas. No por eso no deja de haberlas legítimas y honradas, equilibradas y justas, que ayudan y potencian al desarrollo de las personas sin usarlas como simples herramientas.

Hay quienes se puedan encontrar cómodos formando parte de una gran maquinaria extructural, y dentro de un sistema cerrado y totalmente organizado, yo desde luego no, y me consta que hay muchos creyentes que tampoco. Por lo tanto creo que debe haber libertad y respeto para que cada cual se reuna como quiera y donde quiera, siempre que lo hagan  recomendablemente en el nombre del Señor, puesto que es la condión principal para que el Señor se encuentre en medio de esas personas.

Quiero añadir  un punto más antes de terminar esta reflexión. La mayoría de los creyentes que leerán este artículo han conocido al Señor como yo, en una congregación tradicional, da igual la denominación. Hemos crecido y hemos servido al Señor y aún seguimos haciendolo en ella. Para muchos no es prudente salir de ese entorno de seguridad, les puede ser muy perjudicial para su vida espiritual y familiar apartarse o dejar de asistir a sus reuniones. Hermano, permitame que le diga que no tiene usted porqué hacerlo, pero aún así aprenda a depender totalmente del Señor. Usted debe profundizar en su relación intima y personal con el Señor, y eso ningún sistema u organización ni nadie lo podrá impedir.

Todos debemos saber y aprender que la iglesia no son las cuatro paredes que conforman el lugar donde nos reunimos, la iglesia es el cuerpo de creyentes que tienen comunión con Jesucristo y con los que si es necesario que tengamos comunión los unos con los otros.

Por otro lado los que somos más independientes, y nos gusta la vida solitaria o retirada del tumulto, algo muy legítimo, debemos tener cuidado de no confundir nuestros gustos personales o preferencias con la verdad de Dios y proyectar nuestras tendencias o necesidades sobre los demás creyentes. Error que se comete muy a menudo cuando estamos decepcionados con todo, o tal vez ilusionados y motivados con nuestros propios dones y proyectos particulares.

En las organizaciones o sistemas eclesiásticos, como en toda asociación de cualquier índole que sea, el problema no son las estructuras sino las personas que ocupan los diferentes cargos y que utilizan su posición para beneficio propio. El mal está en aquellos que se aprovechan de su estatus, para manipular, extorsionar, enriquecerse y alcanzar exclusivamente sus propios objetivos.

Siempre están los que quieren sacar el mayor partido posible a la organización en la que están afiliados, sea por arriba o sea por abajo.

En todo lugar existen las personas que se toman más atribuciones de las que le corresponden, y que quieren controlar más de lo debido. A esos no hay que someterse bajo ningún concepto. Pero aún más, es que cada persona es responsable de lo que hace o no hace y tendrá que dar cuentas a Dios de sus propios actos.

No habrá sistema que camufle a nadie, ni ninguno podrá excusarse o justificarse al amparo de una organización por sus propias injusticias cometidas. Decir eso de yo obedecía, o de que lo hacía bajo autoridad cuando machacaba o abusaba de alguien, y manipulaba a todos cuantos podía porque el sistema me obligaba, no nos servirá ante Dios.

Ni tampoco nos justificará ni excusará de nuestra responsabilidad, ni nos salvará el decir, yo seguía a mi pastor, a mi apóstol o a mi lider. O simplemente el pensar que hemos permanecido y sido fieles a nuestra religión o denominación por toda la vida.

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