miércoles, 5 de febrero de 2014

UNOS APUNTES BIOGRÁFICOS (Parte 3)

HAZTE TU PROPIO PÚLPITO

Medio broma, medio en sério, en la congregación donde comencé como creyente había un dicho, no se si acertado, pero era el siguiente "El que quiera pulpito que se lo haga". Y esto fue lo que sucedió en mi vida, predicando y dando testimonio en la calle, en la iglesia, estudiando la palabra de Dios, leyendo mucho, comenzando y dirigiendo reuniones en los hogares y siendo fundador de varias obras en la ciudad.

Dios me ha dado la gracia y la oportunidad de compartir el evangelio durante muchos años en albergues, en hospitales, en barriadas marginales, y a miles de personas, y muchos han entrado a formar parte del reino de Dios. El Señor me ha dado también la oportunidad de hacer radio y televisión, siempre he sentido la necesidad de aprovechar cualquier oportunidad y entrar por toda puerta que Dios me abriera para compartir mi fe.

A estas alturas algunos se podrán estar preguntando ¿Qué eres entonces Pedro, y que dones te ha dado el Señor? ¿Cuál es tu ministerio? ¿Sirves al Señor a tiempo completo o a medio tiempo? Permitanme que les diga algo, no me gustan las etiquetas, ni que me cuelguen títulos. Y el concepto de servir al Señor a tiempo completo o parcial es una idea erronea y que nos puede conducir a muchas meteduras de pata.

Yo sirvo al Señor al cien por cien, él es mi dueño, y lo fundamental para mi es hacer su voluntad. Ahora, díganme si eso no es estar a tiempo completo en la obra de Dios. Toco este punto por la sencilla razón de que nos han metido en la cabeza que hay obreros de diferentes categorias y grados de compromiso, que no digo que no sea cierto, sino que la vara para medir eso no es tan simple como decir, que porque alguien esté trabajando en un oficio o profesión secular no está al cien por cien o a tiempo completo.

Pablo trabajaba haciendo tiendas para poder sustentarse y cuidar de todos los que estaban con él. ¿Estaba el apóstol dedicado a tiempo completo a la obra? Nadie lo pondría en duda. Le doy gracias a Dios por tantos pajaritos como ha quitado de mi cabeza. La calidad o cantidad de nuestro servicio solo es medible por la actitud de nuestro corazón, Dios mira al corazón. Lo importante es ser dirigidos por el Señor mediante la llenura del Espíritu Santo.

Para que Dios nos pueda usar solo necesitamos ser un vaso limpio, tener una actitud dispuesta y mantener una relación autentica con el Señor. Por supuesto hay un fruto, un testimonio de vida y una manifestación de esos dones que Dios ha puesto dentro de cada uno. La clave es dejar que fluya lo que Dios quiere hacer y desarrollar y usar los dones que él nos ha dado, pero aún más importante que los dones es vivir todo el tiempo en su presencia, es tener la Vida de Dios operando y fluyendo en nuestro ser.

He tenído negocios y he trabajado en alguna que otra empresa, y siempre ha habido ocasiones y momentos en los que compartir el evangelio con álguien y dar testimonio del obrar de Dios en mi vida. Desde que me convertí, mi disponibilidad y servicio al Señor ha sido una constante, llevando las responsabilidades en la iglésia y preparandome mediante la oración, el estudio y meditación de las escrituras, y como no a través de la lectura de literatura cristiana. Doy gracias a Dios por esos pastores que me inculcaron la importancia de leer buenos libros y de no dejar en ningun momento a un lado el cultivo de mi vida espiritual.

Les voy a confesar algo. He estudiado homilética y hermenéutica, he leído y releído un buen puñado de libros. He leído bosquejos de sermones de grandes predicadores; sin embargo, siempre me ha costado un mundo preparar y escribir o bosquejar mis propios mensajes. No obstante, nunca me he sentido con la libertad de utilizar un sermón de otro o lo leído en un libro para predicar en la iglésia. Por supuesto hemos usado en los grupos familiares algunos materiales didácticos y  libros apropiados para la edificación y enseñanza, pero con la idea de asegurar un ciclo completo de preparación básica en la doctrina cristiana.

Cada vez que he tenído que predicar me he encerrado en mi habitación para orar, leer y meditar, buscando y esperando una palabra del Señor. Los que tienen la responsabilidad de predicar cada domingo saben de que les estoy hablando. Excepto en contadas ocasiones nunca me ha faltado un mensaje que creo ha sido departe del Señor, y en las que me sentía vacio y sin algo concreto me lanzaba por fe a la palestra. Ya sabía lo que era eso de no tener un mensaje preparado, de no saber de que hablar hasta el mismo momento en que te toca hacerlo, tengan en cuenta que mi preparación en la predicación ha sido en gran parte en la calle y total y absolutamente por fe, sin bosquejos, sin apuntes, solo con la biblia, y a veces ni eso, una experiencia fantástica. Les recomiendo que lo prueben, se manifiesta una gracia de Dios preciosa, hay una unción poderosa, fluyen el Espíritu y las palabras.

Me he esforzado todo cuanto he podido para mantenerme en equilibrio y firme sobre las tres patas de mi vida, el trabajo secular, la familia y la iglésia. No obstante he perdido muchas veces la estabilidad porque he permitido que una de esas patas crezca y crezca más de lo debido. Ahora y después de lo vivido y aprendido procuro que eso no me ocurra ¿Cómo lo evito? Muy simple, el Señor es mi centro, busco primera-mente el reino de Dios, su justicia y paz, es decir, que me enfoco en mi relación con el Señor y en profundizar en ella. Todo lo demás está en el orden en el que Dios me pueda estar guiando, entendiendo por supuesto que mi primera responsabilidad es mi familia, es cuidar de mi matrimonio y de mis hijos.

Les quiero decir que esto funciona, ¡Qué libertad! ¡Qué descanso! ¡Cuánta paz se experimenta! Claro que hay dificultades, por supuesto que acechan circunstancias adversas con las que hay que lidiar, pero el saber que estás en el centro de la voluntad de Dios es algo maravilloso, te llena de fe, te colma de esperanza y palpas como fluye la gracia y el amor de Dios.

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