domingo, 23 de febrero de 2014

MOLESTIAS, LAS NECESARIAS

MOLESTIAS, LAS NECESARIAS

Gálatas 6:14-17 RVR60
"Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.  De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús."

A veces compartir y enseñar a otros significa morir para poder impartir vida de Dios. No me apetece discutir nada en absoluto con ninguna persona sea creyente o no lo sea; y me fatiga tener que explicar las cosas y enfrascarme en intentar convencer a alguien de mis creencias y mis propias experiencias. No creo que ese sea mi cometido, sino solo compartir, entregar lo que entiendo que Dios me ha dado, y dar de comer y de beber a aquellos que en verdad tienen hambre y a los que tienen sed de Dios.

No podemos evitar si queremos servir al Señor y ser de bendición para los hermanos el sentirnos muchas veces como Pablo se sentía, con dolores de parto hasta que Cristo sea formado en los creyentes. Todo siervo del Señor que es verdadero quiere ver a la iglesia de Cristo madurar espiritualmente y que el caracter de Jesús sea formado en los creyentes. El obrero de Dios no busca seguidores, ni aduladores, ni establecer su reino particular. Ellos buscan el reino de Dios, su justicia y su paz, y que éste sea establecido en cada vida por toda la tierra; que cada creyente profundice en Dios en su conocimiento y comunión, y que sean gobernados por el señorio de Jesucristo, y bendecidos y usados por el Señor.

Pero aún siguen hoy los judios religiosos en la iglésia con su ley, demandando obras, marcas y señales, y los gentiles que aún no han muerto con Cristo siguen exigiendo sabiduría mundana.

Pero como obrero del Señor lo único que tengo es la cruz de Cristo y lo que quiero es morir a mi mismo; deseo permanecer en la paz de mi muerte con Jesús, sin que nadie turbe mi descanso espiritual. Que no me exijan más pruebas, y no me demanden más señales, que no quieran ver en mí muestras de éxitos efímeros, porque no tengo nada que mostrar, solo mis secretos espirituales más profundos, mi fe y el amor que profeso a mi Señor. Y estos no son trofeos que puedan exibirse, ni son valores deseados ni comprendidos por todo el mundo. Solo les puedo ofrecer la cruz de Cristo.

No me agradan los que se revuelven y pisotean con menosprecio las joyas y tesoros que Dios me ha dado, ni todas esas cosas que en mí pertenecen a su reino. ¡Tu conoces mi corazón, Señor, y mis intenciones están todas delante de tí!

He querido compartir y he compartido las palabras de Dios con todo el mundo, he dado todas aquellas cosas que Él me ha enseñado por su Espíritu, pensando que querían oir, creyendo que estaban dispuestos a recibir. Sin embargo me he equivocado, porque no todos quieren escuchar su voz, no todos quieren saber que para vivir en Dios han de morir primero, y son muy poquitos los que están dispuestos.

Le pido a Dios que me permita discernir a quienes enseñar y con quienes he de compartir los tesoros y las riquezas espirituales que me han sido entregados.

Son demasiados los que quieren la gloria de este mundo, son muchos que lo que solo desean es exibirse. Y es fatiga de mi carne, es turbación para mi alma salir de mi reposo, para dar de comer y de beber de la palabra a aquellos que no quieren vivir en Él, a todos esos que no quieren antes morir a si mismos.

Es muy fácil hablar de fruslerías, icluso de religión, o de política y deportes, pero cuando se comparte la palabra inspirada y profética de Dios se crean cosas nuevas, se cambian vidas desde lo más profundo y se preparan almas para la eternidad;
y esto solo es posible por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo. Solo hombres y mujeres que han muerto a si mismos en Cristo y han resucitado pueden ser instrumentos en las manos de Dios para impartir vida espiritual, y eso es un alto coste que no todos estan dispuestos a pagar.

El Señor me libre de aquellos que solo quieren causarme molestias, de los que desean que yo muera mil muertes por ellos sin que ellos mismos mueran nunca. Yo he muerto en la muerte de Cristo, y estoy cada día muriendo a mi vida. Que cada cual venga a la cruz de Jesús para identificarse y morir su muerte, y que todos y cada uno de ellos tomen cada día la suya propia para morir también a su propia vida.


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