martes, 25 de febrero de 2014

Y SE HIZO LA LUZ

Y SE HIZO LA LUZ

LUK 24:45 RVR60
"Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras"

LUK 24:45 BLPH
"Entonces les abrió la mente para que comprendieran el sentido de las Escrituras."

Para comprender las cosas de Dios es necesario que haya una intervención divina que nos ayude y nos permita discernirlas. En el conocimiento de Dios no nos sirve la imaginación que podamos tener naturalmente, sino que es imprescindible la inspiración o revelación por medio del Espíritu de Dios.

No se trata de tener una mente capaz o ámplia, o simplemente abierta como se suele decir comunmente, sino una capacidad de entendimiento espiritual, una mente humilde y dispuesta a entrar en las profundidades de Dios; y todo lo demás solo es obra de la gracia de Dios.

Todos podemos tener una opinión de Dios y todos podemos teorizar sobre las obra de Cristo y la vida espiritual, pero solo cuando por medio del Espíritu nuestras mentes sean iluminadas comprenderemos la verdad y experimentaremos su verdadero sentido.

Todo comienza con un fuego que arde en nuestros corazones cuando oímos que Dios nos habla en nuestro andar diario de comunión con Él.

S. Lucas 24:32 RVR60
"Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?"

JEREMÍAS 23:29 RVR60
"¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?"

La palabra del Señor no es una luz fria y artificial, sino caliente y viva. Puede comenzar como una chispa, pero si le ofrecemos el combustible de nuestra atención por medio de la oración y la meditación, comienza a crecer para convertirse en un gran fuego.

Es precioso ver como avanza el fuego de Dios, no debemos contentarnos simplemente con ver arder la zarza en otros, sino ser nosotros esa planta ardiendo por medio de la gloria del Señor.

Los espinos hacen mucho ruido cuando están ardiendo, pero tengamos en cuenta, que todo cuanto consumirá el fuego es lo que pertenece a nuestra naturaleza carnal. El ruido que hacemos no es la gloria de Dios, sino los chasquidos de nuestra naturaleza humana.

Si queremos avanzar en el conocimiento y la revelación de la verdad de Dios es imprescindible tener la disposición de querer hacer lo que Él nos dice. Ahora bien, es importante que entendamos que esta actitud o disposición debe descansar por completo en la gracia de Dios, no en nuestra propia capacidad y esfuerzo por obedecer. El Señor no va a cargar a nadie con un yugo, leyes y mandamientos que son imponsibles de llevar. Dios no exige a nadie, ni quiere meternos en una actividad frenética de actividades religiosas, de obras y multitud de normas. Así que podemos descansar confiadamente, porque su yugo es fácil y su carga es muy ligera.

Cuando llega la revelación ella misma hará el trabajo, pues nos guiará a depender toalmente por fe de la gracia y poder de Dios. Con la inspiración de la verdad el nuevo hombre en Cristo es fortalecido y guiado por el Espíritu Santo para toda justicia y obediencia. Es la ley del Espíritu de vida en Cristo la que operará en usted y en mí llevandonos hacia una vida libre para servir y adorar a Dios.

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